Resumen: Los integrantes de la comunidad se encuentran con un par de inesperadas personas cuando atraviesan las minas de Moria. ¿Quienes son? ¿Por que no hablan la lengua comun? Y lo más importante, ¿Por que esa mujer esta mostrando las piernas?.
Voy a publicar más capitulos tan pronto como arreglen el cargador de mi computadora y pueda escribir, lo mismo se aplica para mis otras historias.
Gracias a LORTcool, mi BETA.
Un dolor punzante le atravesó la rodilla, se había tropezado con uno de esos esqueletos pequeños que al perderse con el tiempo todo lo que cubrían los huesos eran los hogares de las arañas, estas se instalaban en los cascos que nunca les quitaron a los cadáveres y creaban desde una pequeña costilla a otra asquerosas telarañas con las que atrapaban a sus presas. A ella, desafortunada mente, se le había enganchado uno de sus pies en una de las ya mencionadas pequeñas costillas y había caído directamente sobre lo que parecían ser unas pequeñas piedras muy puntiagudas que se le incrustaron en la piel de la rodilla y los alrededores.
En otra situación se hubiese sentado un poco más lejos de donde había caído y se habría puesto a revisar su herida para sacar el elemento incrustado, desinfectarse la herida y si hubiese sido algo más grave se cosería la herida o le pediría a un compañero que lo hiciera por ella, pero en estos momentos no se encontraba en una situación que le permitiera realizar esto. Así que tuvo que tomar una respiración profunda y acomodarse la mochila que llevaba en la espalda porque al caer un brazo de esta se le había salido de los hombros. Luego se paró lo más rápido que pudo, se acomodó el carcaj de flechas robado que también se había salido de lugar, tomó con una mano el arco que había robado junto con el carcaj y con la otra una linterna, y siguió corriendo.
El dolor de los elementos ensartados en su rodillas la hacían estremecerse y el sudor que venía acumulando desde hace tres días, por estar corriendo y escalando rocas sin poder haberse duchado, le cubría toda la cara. Trató de no pensar en el dolor de la pierna y se concentró en seguir corriendo. Ella tenía que alcanzar a Jamie no podía darse el lujo de perderlo, y ya se había retrasado suficiente con su caída sin mencionar que no era la corredora más veloz del mundo.
Comenzó a correr como si la persiguiera mil demonios, algo que en realidad no estaba tan lejos de lo que le estaba pasando. No tenía ni idea de lo que era las criaturas que los estaban persiguiendo pero estaba extremadamente segura de que no eran nada bueno. Siguió corriendo hasta llegar hasta unos cinco metros de donde se encontraba su amigo, este era mucho más rápido que ella e incluso con la pierna como la tenía en esos momentos seguía siendo más rápido.
-¡¿Estás bien?!- Preguntó el chico que iba a a delantera. Volteó la cabeza lo que más pudo para ver a su amiga sin quitar la vista del camino. El había visto tropezarse con el esqueleto y estaba casi seguro de que había visto sangre en su pierna pero no pudo detenerse por que una de las criaturas lo perseguía y tenía que deshacerse de eso.
-¡Creo que sí! ¡No te preocupes, tu sigue corriendo!- Contestó la chica a gritos mientras saltaba otro de los pequeños esqueletos. El chico hizo un mueca como si quisiera protestar pero vio a otra de las criaturas, le disparo una flecha con el arco robado y continuo corriendo.
Camila divisó una escalera de piedra, era vieja y bastante delgada, los pedazos de piedra que rellenaban los escalones no estaban parecían que los habían hecho desaparecer a martillazos y solo quedaba la parte superficial del escalón. Lucía bastante inestable pero suponía que podría aguantar el peso de ellos.
-¡Jamie, detente!- Gritó a su amigo. Este se detuvo, volteó hasta ella y la miró interrogante. Ella le señalo a la vieja escalera y el pareció dudad.
-¿Estas segura?- Preguntó. Al parecer el también pensaba que la escalera era algo inestable.
-¡Si!- Ella comenzó a correr hasta la escalera y luego Jamie la siguió. El seguía mirando inquieto la escalera pero no le quedo más remedio que confiar en su amiga, las criaturas estaban aumentando sus números y se les acercaban demasiado rápido como para que pudieran escalar las rocas de al lado y dejarlos atrás. Había por lo menos quince monstruos más sumado a los diez que ya los perseguían.
Camila subió primero apresurada mente tratando de no pisar con demasiada fuerza los escalones, no sabía cuanto aguantarían y sinceramente no quería tentar la suerte más de lo que ya lo había hecho. Subió unos cuantos escalones más y se giró para ver que tal le estaba yendo a su amigo, al parecer este había seguido su ejemplo porque estaba sus puntas de pie y evitaba tocar los escalones durante más de unos segundos.
Cuando ya estaban llegando al final de la escalera que constaba de, bueno, no tenía idea de cuantos escalones tenía no estaba lo suficientemente concentra como para poder contarlos, pero sabía que eran muchos porque llevaba como cinco minutos subiendo, una de las criaturas le saltó en frente y se lanzó para arremeter contra ella. Ella se detuvo congelada, no tuvo tiempo de poner una flecha en el arco para disparar así que se tiró hasta el lado derecho de la escalera. La criatura pasó de largo y ella pudo tomar una flecha del carcaj y clavarse la en el cuello a la cosa esa. Pudo sentir como la flecha atravesaba la carne tal cual como lo hacía un cuchillo al clavarlo en el lomo de un pollo para cortarlo, ella se estremeció al sentir como la flecha se detenía en el hueso de la criatura.
Su amigo Jamie rápidamente reacciono sacando un flecha de su propio carcaj y clavando la en el pecho de la criatura. Esta se quedo in usualmente tranquila por las heridas de las armas, y al ver que la vida parecía haber abandonado su cuerpo ambos se apresuraron a lanzar lo escalera abajo.
La chica lanzó un suspiro y volteándose continuo su camino escalera arriba. Su amigo hizo lo mismo pero tuvo que detenerse un escalón antes de los dos escalones donde había caído la criatura. Los antes nombrados se estaban deshaciendo, al parecer el peso de la criatura y el de su amiga superaron el aguante que tenían estos. Jamie tenía que hacer algo rápido, dudaba mucho de la estabilidad del escalón que les seguía a los que debía saltar e incluso desconfiaba bastante del escalón en el que estaba parado en ese momento.
Evitando pensar en que podría caerse al vacío y estrellarse contra el suelo para quedar como unos panqueques que se le caían siempre a la mala cocinera que era su hermana, el chico saltó. Apenas logró caer en el borde del tercer escalón con la poca energía que le quedaba y su pie lastimado, se apresuro a subir al próximo escalón con el dolor de la herida a cuestas y continuó subiendo.
Después de aproximadamente otros dos minutos más la pareja llegó al final de la escalera para continuar por un pasillo oscuro. Ambos iban moviendo las linternas de un lado a otro en busca de las criaturas pero estas no se veían y no podían oír los tambores que hace un tiempo atormentaban sus oídos.
Al no notar nada fuera de lo normal excepto el inusual silencio ambos chicos se detuvieron y tomaron aire, lo necesitaban luego de todo lo ocurrido. Jamie abrió uno de los bolsillos laterales de la mochila, sacó una pequeña cantimplora y sin dudarlo la alzó hacia arriba y la coloco en su boca. Nunca estuvo tan feliz en todo su vida de tomar un poco de agua caliente, ni siquiera noto que el agua estaba caliente, apenas esta lo toco pudo sentir como la boca seca se le humedecía y la garganta dolorida era calmada por contenido de eso pequeño objeto. Camila al ver a su amigo se permitió sentarse y sacar su propia cantimplora.
-Esto definitivamente va a quedar en mi lista de Peores experiencias- Comentó la chica antes de beber un poco de agua- ¡Dios esto esta genial!-
-Ni que lo digas- Le contestó Jamie a sus dos comentarios. Este la miró, luego miró suelo alumbrándolo con la linterna y se recosto en el. De repente, todo la adrenalina que su cuerpo había tenido desapareció por completo y su cara adopto una expresión triste. ¿Como habían llegado esta ahí? ¿Como iban a salir?. Llevaban tres días deambulando por esa cuevas y todavía no podían salir, y como para empeorarlo todo hoy se encontraron con esas criaturas olvidadas por dios.
Su amiga, adivinando sus pensamientos, soltó.
-Cuando sepa quien fue el inepto que nos dejó aquí tu me ayudaras a golpearlo ¿Verdad, Jamie?- Se notaba que intentaba aligerar el ambiente, y hubiese funcionado si la situación en la que estaban no hubiese trastornado tanto a Jamie y si la voz de su amiga no sonara tan condenada mente triste y al borde del llanto.
-Por supuesto- Jamie trato de sonreír y dijo lo que solía decir cada vez que hablaban de golpear a alguien- Tu lo distraerás con tu voz de sirena y yo lo golpearé.-
Camila abrió la boca para hacer un comentario acerca de la última vez que el dijo eso pero la cerro inmediatamente al ver como una luz naranja, como de un fuego, aparecía al final del pasillo. Ella se levantó de inmediato, guardo la cantimplora en la mochila y colocó una flecha en el arco. Su amigo al ver lo que hacía también se paró y miró lo que había llamado la atención de la chica.
La luz comenzó a aumentar hasta cubrir todo el cuadro del pasillo y los chicos no necesitaron más usar las linternas, la cosa de la esquina iluminaba mucho más que una maquina a pilas. De la nada comenzó a hacer un calor insoportable, ambos chicos podían sentir como el aire se calentaba y les rozaba la piel. Camila, al ver que la cosa era un gigante rodeado de fuego, disparó el arma pero la flecha no llego a alcanzar a la criatura antes de desintegrarse en polvo. Intentó lanzar otra pero ocurrió lo mismo.
Su amigo le hizo un gesto aterrado con la cabeza y ambos gritaron lo mismo.
-¡CORRE!-
Los dos echaron a correr tanto como podían. Pasaron a través de otro pasillo al doblar a la izquierda y Camila casi se cae en un hueco ubicado en el centro del pasillo. Luego ser salvada de caer por Jamie continuo corriendo y lanzó miradas intranquilas hacia atrás para ver cuan lejos estaba la bola de fuego.
Luego de mirar por cuarta vez a la criatura no pudo evitar pensar en el parecido que tenía con el Balrog de la pelicula de los señor de los anillos, pero por suerte los Balrogs no existían, solo eran parte de la imaginación de un viejo que vivió en la segunda guerra mundial. Pero si se ponía a pensar en ello, las criaturas que antes los atacaron parecían ser orcos, los mismo que atacaron a los personajes en la pelicula, los mismo que desaparecieron antes de que apareciera el Balrog, pero no podían ser la misma cosa, no podían ¿Verdad?.
Definitivamente, el agotamiento te hace pensar cosas tontas, pensó creer que esas cosas podrían ser las mismas, sacudió la cabeza como para demostrarse que la idea era ridícula, lo más probable es que sean algún tipo de monos con los que experimentaron la CIA o los Japoneses y se salieron de control, y ahora nosotros somos parte de su cena o ago así.
Abandono sus pensamientos al oír a su amigo gritar que fueran hacia la derecha en un lugar donde los pasillos se dividían en tres, ella siguió las ordenes y rezó para que la cosa que se parecía a un Balrog tomara otra dirección.
Continuaron corriendo y Jamie pudo divisar a lo lejos un grupo de lo que el esperaba fueran personas. Al acercarse un poco más ambos notaron que si eran personas, unos hombres y unos niños, pero los hombres también los habían notado a ellos y les estaban amenazando con un arco y espadas. Ninguno de los dos paró de correr por verlos, es más, corrieron con más fuerza. Ya cuando estaban a mitad de camino de ellos Jamie gritó.
-¡No disparen! ¡Por favor! ¡Solo queremos alejarnos de esa cosa!.
Los hombres de enfrente solo los miraron confundidos y siguieron apuntando las armas, viendo esto Jamie volvió a gritar.
-¡Por favor! ¡No somos una amenaza! ¡Solo huimos del monstruo!.
Los hombres y los cuatro niños que los acompañaban los miraron confundidos de nuevo y luego de unos segundos Jamie pudo ver que el hombre rubio alto les hablaba a sus compañeros y todos bajaron sus armas, pero no perdieron la postura defensiva que habían armado.
Ya estando a unos cuantos pasos de los hombres un anciano con una larga barba blanca y un bastón se acercó un poco a ellos y abrupta mente se detuvo, el anciano miraba con los ojos abiertos el fondo del pasillo al igual que sus compañeros. Jamie también volteó para verlo pero Camila no podía pensar en voltearse, no quería ver como la luz producida por el fuego de la criatura volvía a alumbrar el espacio.
Uno de los hombres, el de cabellos algo pelirrojos pronunció unas palabras en un idioma que ni Jamie ni Camila conocían. El anciano, al oír lo que había dicho el otro compre cerró los ojos agachando la cabeza y le contestó en el mismo extraño idioma.
-El Balrog, un demonio del mundo antiguo.
Jamie solo había entendido una sola palabra de las que el viejo había pronunciado. Balrog, como el de ESDLA. Él no pudo evitar soltar un gemido de angustia, ahora no solo estaban perdidos en una cueva con un montón de cosas asesinas que se parecían a monos y siendo perseguidos por una bola de fuego andante,sino que estaban perdidos en una cueva con un montón de cosas asesinas que se parecían a monos , siendo perseguidos por una bola de fuego andante y juntó a un grupo de locos que nombraban criaturas imaginarias en situaciones de riesgo. Jamie no lo sabía pero Camila tenía exactamente los mismo pensamientos.
De repente, luego de que el anciano pronunciara unas palabras más gritó: ¡Corred! y por más de que no entendieran el idioma en que hablaba, ambos captaron que quería que el grupo huyera, así que ellos huyeron con los otros.
Todos corrieron hasta una especie de corniza y el anciano comenzó a hablar apresuradamente con el hombre de cabello oscuro, le gritó algo y ambos continuaron el camino por las escaleras con Jamie y Camila por delante de ellos, junto con el resto de hombres y niños. Mientras corrían por un pasillo Camila no pudo evitar gritar.
-¡¿Acaso a los estúpidos que crearon este lugar no conocían las barandillas?!- No podía correr rápido sin correr el riesgo de caerse al precipicio y no podía detenerse por que la criatura de fuego iba a hacerla viva. Luego de pensar unos segundos decidió que sería mejor caerse por el precipicio a morir asada, después de todo, siempre quiso hacer Salto Base aunque estaba vez si caía no iba a haber un paracaídas que evitara que quedara hecha panqueque en el suelo.
Todos seguían corriendo por los pasillos en fila india, ya que estos eran demasiado angostos como para que todos entraran. Jamie había conseguido adelantarse hasta quedar detrás del hombre de pelo rubio y Camila sin querer perder de vista a su amigo, olvidó sus preocupaciones sobre caer al vacío y apresuró el paso para quedar detrás de él.
De repente, el hombre rubio saltó y a Jamie no le costó darse cuenta de porque lo hizo. Una parte del pasillo faltaba y si el otro hombre hubiera seguido corriendo habría caído al vacío, sin pensarlo mucho saltó el espacio y cayó junto al rubio. Jamie se levantó rápidamente y le prestó atención a su amiga.
-¡Salta!- Gritó el chico.
-¡¿Estas loco?! ¡Me voy a caer!- Le contestó la chica a gritos.
-¡Salta! ¡Es eso o morir quemada! ¡No seas tarada!- Vovió a gritar Jamie.
Camila solo lo miró. Ella no quería morir asada, era una de las formas más horribles de morir, pero tampoco quería saltar. Por más de que a ella le hubiese gustado hacer salto base no quería intentarlo sin un paracaídas, no quería morir.
Luego al ver como el hombre de pelo negro detrás de ella se preparaba para tirar a uno de los niños por el acantilado, ella se rindió. Se preparó para saltar.
-¡No te preocupes, te voy a agarrar!- Gritó Jamie acercándose al borde. El hombre rubio también se acercó al borde, adivinando las intenciones de Jamie. Internamente estaba feliz de que el rubio se hubiese acercado, no estaba segura si Jamie realmente podría subirla hasta el otro lado si quedaba en borde, después de todo tenía el tobillo demasiado a la derecha y por las caras que hacía cuando corría sabía que le dolía como el infierno. Seguro se lo había quebrado.
Camila respiró hondo, hizo un paso para atrás flexionando las rodillas, y saltó. Ella podía sentir como sus pies extrañaban el contacto con el piso y luego de unos segundos, cayó. Afortunadamente, si llegó a alcanzar el otro lado y los dos hombres solo tuvieron que empujar un poco más adentro para evitar el riesgo de caer.
El piso tembló y anciano saltó hasta donde estaban. Comenzaron a llover flechas desde arriba y se pudo oír al hombre con el pelo castaño caro gritar:
-¡Merry! ¡Pippin!- Y luego agarrando a dos niños saltó el espacio sin pasillo que en ese momento se agrandó más.
Luego el hombre de pelo negro dijo algo tirando a otro niño y se dispuso a tirar a otro niño con barba pero este se negó.
¿Niño con barba? ¿Desde cuando los niños tienen barba? Pensó Jamie. El niño con barba y armadura saltó y cayó en el borde del abismo. El hombre rubio lo sostuvo de la barba, el niño gritó algo y el rubio lo subió del todo. Luego el piso del pasillo se destruyó todavía más, y el hombre de pelo negro junto con un niño quedaron atrapados del otro lado.
El pedazo de pasillo donde ambos habían quedado comenzó a balancearse, y el niño y el hombre comenzaron a hacer presión de un lado para manejar el movimiento. Luego de unos momentos de tensión en los que Camila pensó que vería morir a dos personas, el niño y el hombre cayeron junto a donde estaba el rubio y este los acercó al lado seguro.
El anciano gritó algo y todos comenzaron a correr detrás del hombre de pelo oscuro. Ya después de haber dado unos cuantos pasos, Camila notó que el viejo se quedaba detrás, a nadie pareció importarle pues parecía que el viejo podía seguir les el paso. Ellos siguieron corriendo por un puente y Camila podía ver la luz de la salida pero dejó de correr hasta esta cuando todos dejaron de hacerlo para ver al anciano que se había quedado en medio del puente y se enfrentaba al a la criatura. El viejo gritaba algo pero ni ella ni Jamie entendían lo que decía.
-Soy siervo del fuego secreto, administrador de llama de anon. Tu fuego oscuro es en vano- Camila dejó de prestar atención después de escuchar esas palabras, estaba demasiado concentrada en la criatura y en la luz que salía del bastón del viejo. Además, no entendía un pepino lo que decía.
Luego todo pasó tan rápido que el cerebro de ella no fue capaz de asimilarlo todo. El puente se rompió, la criatura cayó, la criatura golpeó con algo al viejo, este quedó colgando del borde, gritó: ¡Corred insensatos! y luego cayó.
Uno de los niños soltó un grito agonizante y el hombre de cabellos castaño claro tuvo que evitar que corriera hasta el puente. Seguro era su abuelo, pensó Camila.
Luego todos corrieron hacia afuera. Los niños estaban llorando, el castaño también y los otros hombres no se veían bien tampoco. Sin embargo, eso no evito que dos flechas apuntaran al par de amigos a la cabeza, antes incluso de que pudieran dejar sus mochilas en el suelo.
