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Los derechos y la idea original son de Takaya Natsuki (iloveyousomuch). Hice esto porque a mí nadie me vende que Yuki la quiere «como su madre». Al diablo con eso. Y si es cierto, (tabú), es incesto. Lo ven, es más fácil admitir que realmente le gustaba.
Sick
«Te rompes,
pero no lo notas»
(A veces Yuki se siente casi mal).
Casi lo suficiente para dejarlo, (pero su piel es tan blanca). Su boca tan roja. De noche, (en penumbras), su pelo castaño luce más oscuro y podría ser la imitación perfecta de Blancanieves (o ser la verdadera Blancanieves). Se acuerda del cuento que ella susurra en medio de la noche con voz adormilada (y manos frías), y tiene ganas de alejarse de la puerta, cruzar la habitación en unos cuantos pasos gráciles (como de bailarina... o no, no) e inclinarse para besarla. Su mejilla tibia y sonrosada o su boca, su frente, sus ojos. El cuello. Cualquier cosa. Quiere tocarla y desearla y comprobar que está viva, (que es real).
(Pero Yuki no lo hace).
Tohru duerme y él la mira. A veces durante horas, (casi siempre durante toda la noche). Su respiración se eleva y cae y él parece hipnotizado por el moviento. A veces Kyou se le adelanta y salta sobre ella y no hay movimientos rítmicos y suaves, de niña dormida, sino embestidas brutas, (de animal). Hay suspiros y hay murmullos y a veces hay risas y luego hay charlas insustanciales que Yuki escucha y disfruta desde el pasillo. (No desea ser Kyou), y no quiere a Tohru tampoco, no de una manera (natural) normal. La quiere de lejos y en secreto, la quiere de una manera que le arde en las entrañas,
(que le quema las manos),
pero no hay necesidad de tocarla o mirarla o pensar en ella, sólo estar cerca allí en secreto a medianoche con la luz de la luna volviéndola fantástica, irreal, (de cuento). Tohru siempre va a ser la princesa (y él, definitivamente, no es el príncipe), pero una princesa que ya es madre. O no, (no exactamente), pero casi y explicarlo así hace que suene menos extraño. Yuki sabe, (como nadie más), y eso le agrada.
(Un secreto).
Tohru es de Yuki. No importa como Momiji la abrace («¡y ya no me transformo, ves!»), no importa que Kyou la bese (y después no dice nada, el muy imbécil), que Shigure le sonría y deje caer la mano en su cintura, no importa que Akito se encierre en una de sus habitaciones con ella durante horas (porque no hay sangre pero sí silencio). Es Yuki quien se gana sus horas secretas y sus momentos dormidos.
(A veces Yuki nota que es enfermo).
Pero sino la mira no la tiene, no la posee, no es su dueño. El balance se ajusta, el reloj camina. Yuki se sienta en el suelo, a veinte centímetros de Tohru y, (como un accidente), deja caer su mano fría sobre la mejilla. Aguanta el aliento.
(Ella murmura un nombre).
Y Yuki sonríe. Ella también lo sabe, lo que no dice pero deja claro, (me perteneces).
