Disclaimer: Los personajes no son míos... ya quisiera yo tener a ese bombón de InuYasha entre mis manos, pero no T.T... q mal no? Jajaja pero bueno.
Datos de interés:
Cursiva: pensamientos
Negrita: canción
Normal: narración
ooo: Cambio de día
¡HOLA! Pues les traigo este fic nuevo... lo comencé a raíz de una canción de Reik –gpo mexicano-, que se llama Noviembre sin ti, la canción es preciosa... a mí en lo personal me enamoró de inmediato ... Pero bueno, se suponía que tendría q ser un song-fic-one-shot, peeeero... mientras lo escribía me di cuenta q tenía material de donde cortar, por aquí y por allá... con decirles q lo estaba escribiendo a mano e hice como 18 páginas escritas XD... q loco no?
En fin, espero de todo corazón q les guste este inicio de fic... al final les pongo la canción de Reik :)
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Capítulo 1. Despidiéndome
By Nindë Black
Noviembre sin ti (Reik)
La tarde se aleja
El cielo está gris
La noche aparece sin ti
Callado en la playa
Te lloro en silencio otra vez
La tarde muere por las montañas, sus tonos anaranjados son como pinceladas en el cielo... tan gris y al mismo tiempo nauseabundo. Hace un mes que te fuiste, atravesando ese pozo que conecta nuestras épocas. Te fuiste llorando amargamente, no querías irte, pero tenías que hacerlo... tenías que cerrar este año de guerras, demonios y fragmentos. Suspiro en silencio... ya no sé cómo seguir.
Flash back
Estábamos reunidos en la cabaña de la anciana Kaede, al fin habíamos recuperado la perla en su totalidad y durante dos semanas nos dedicamos a curar y sanar nuestras heridas. Shippo se encontraba entre sus brazos, demasiado quieto para mi gusto..., Sango y Miroku también estaban muy callados y ella..., ella escondía su mirada bajo su flequillo. ¿Por qué no me dices que pasa, cariño mío?
- ¡Feh! –exclamé molesto por el silencio tan devastador que había en la casa-¿qué es lo que pasa?
- Yo..., tengo algo importante que decirte –su voz...; su melodiosa voz sonó ajena a la Kagome de siempre y sentí como si un cubito de hielo atravesara mi garganta.
- ¡Pues dilo de una vez! –dije desesperado, no entendía nada de lo que pasaba. ¿Por qué sigues tan callada, amor?
- E-este es... m-mi último día e-en el Sengoku..., m-mañana r-regres-saré a m-mi época –y la sentí quebrarse.
Shippo comenzó a llorar y se escondía en su regazo, pedía a gritos que no se fuera. Sango lloraba en silencio, pero sonreía... ¡le sonreía! Miroku le dijo unas cuantas palabras de aliento, cosas como: - "Es su decisión..., esperemos que tenga suerte". ¿Y yo? Yo no respiraba... ¿puede alguien creerlo? O.o ¡No respiraba! Era como si todo el oxígeno en mi interior se hubiera evaporado..., la veía derramar lágrimas con dolor..., la veía abrazarse al pequeño zorro tratando de calmarlo, diciéndole palabras dulces y tranquilizadoras. Pero yo no me moví y no dije algo para que ella se quedara. Al día siguiente, se despidió de todos, diciéndonos cuánto significábamos para ella..., más de lo que podía esperar.
- Quiero que conserves esto –me dijo semi-tranquila-. Nadie más que tú podrás hacer realidad lo que deseas –depositó en mis manos la perla de Shikon, brillando como nunca-, yo ya no tengo nada que hacer aquí.
- Pero... –me sorprendí, nunca pensé que me daría la perla para cumplir con mi deseo, pero éste... ¿realmente era convertirme en un youkai completo y olvidarme de mis amigos?... ¿Olvidarme de ella?
- Nada, InuYasha... –me miró dulcemente y colocó su mano en mi mejilla-, sabes... eres tan importante como mi vida misma... y te volviste indispensable día con día. Muchas gracias por permitirme estar a tu lado todo este tiempo –y me sonrió, depositando un beso en mi mejilla se alejó..., impregnando el olor del aire a sal.
Fin Flash back
Todavía recuerdo su aroma, ese aroma de niña combinado con el de una mujer. Un ser humano de mucha belleza... una mujer fuerte, valiente y decidida. Y sin darme cuenta la noche cayó en mi cabeza, mientras que las nubes grises dejaban caer goterones de lluvia mojando mi cabello y mis orejas. No hice amago por cubrirme, a estas alturas no me importa enfermar de gravedad... lo único que me importaba eras tú y ya no estás. La noche estaba llorando por mí, todo lo que yo no decía... la noche lo decía por mí, pero mi dolor no mermaba. Recargué mi peso en la roca tras de mí y su frialdad me hizo estremecer... ya ni siquiera mi ropa me mantenía tibio... si tú no estás por qué seguir.
Aunque no quiera admitirlo abiertamente... me estoy ahogando en medio de esta pena. Las voces de mi cabeza guardan demasiado silencio y eso me asusta, porque mis pensamientos me conducen a ti. Ya ni siquiera ese kitzune tonto me habla ((N/A: Y q esperaba?))..., pero yo tengo la culpa si tan sólo no la hubiera dejado ir; si la hubiera retenido aquí..., conmigo.
Me ahoga esta pena
No puedo vivir
Las olas no me hablan de ti
Sentado en la arena
Escribo tu nombre otra vez
Y la lluvia cae incesante, como si me quisiera ahogarme de una vez por todas. Sin embargo, en ella no encuentro tu olor..., ni tu risa ni tus ojos. Esos ojos color chocolate que me devolvía la vida, con esa mirada tierna e inocente... sólo cómo tú solías mirarme de vez en cuando... y tú que creías que no me daba cuenta. Un relámpago iluminó el lago, y allí, del otro lado se imponía una figura que años atrás yo amara. Atravesó el lago junto a sus serpientes caza-almas y me miró gélidamente. ¿Qué pasó con esa joven a la que tanto amé?
- Estás sufriendo, InuYasha.
- Qué más da –respondí sin algún asomo de emoción, no me agradaba verla ahí frente a mí.
- Sabías que "esa" no pertenece aquí –escupió sus palabras como si fueran veneno.
- Mj..., de cierta forma yo tampoco –murmuré con algo de risa en mi voz-. No pertenezco a ningún lado.
- ¿Qué vas hacer con la perla? –preguntó.
- Nada –musité levantándome-, sólo ha traído desgracias y dolor en los corazones de quienes la hemos portado –Desearía estar con ella, suspiré.
Saqué de entre mis ropas un pequeño collar con la perla en él. Lejanamente creí aspirar su aroma... todavía esa joya conservaba su dulce olor. La miré embelesado, esperando encontrar en ella la tranquilidad que me hacía falta, más no fue así. Kikyo me miró con el ceño fruncido y se acercó a mí tendiendo su mano.
- Dámela –demandó.
- ¡No! –dije determinante-. Ella me la dio para cumplir mi deseo... algo puro que no ensuciara de nuevo su brillo.
- ¡Pero no lo harás! –reclamó-. Yo la haré provechosa.
- ¡No!. ¿Qué no entiendes? – me miró perpleja, nunca imaginó que le hablaría así-. No habrá deseo que no opaque su brillo..., cada deseo es egoísta, aún y cuando pensara en todos y cada una de las personas que me apoyaron... seguiría siendo egoísta..., y tú... –la miré empapado-..., tú sólo quieres verme muerto... no harás algo provechoso con ella –sonreí irónico-. Si me quieres ver muerto y llevarme contigo al infierno, hazlo... ya no quiero seguir en medio de esta soledad.
- Me das asco –dijo con displicencia-, pero a mi qué me importa... morirás de todas formas.
- Sólo..., sólo déjame despedirme de mis amigos –pedí.
- Tienes hasta el medio día de mañana –se elevó con sus caza-almas-, hasta luego InuYasha.
Porque te extraño
Desde aquel noviembre
Cuando soñamos juntos
A querernos siempre
Me duele este frío noviembre
Cuando las hojas caen
A morir por siempre
Me dejé caer en el suelo lodoso, desde que te perdí me perdí a mi mismo. Una lágrima se escapó de mis ojos... y dolió como nunca; más que una herida hecha por una espada o algún veneno..., era el dolor de un alma que se destrozaba. La sequé, ahora me tocaba decir adiós. Guié mis pasos a la aldea, pero un olor muy conocido llegó hasta mi nariz.
- Sesshomaru –susurré.
- InuYasha –su voz, como siempre, sonó fría y déspota-, tus sentimientos son los que te han llevado hasta donde estás.
- Que chistoso ¿no? Fueron los sentimientos humanos los que derrotaron a Naraku –soné irónico, ya no quería pelear con él..., sólo quería irme.
- Vas a cumplir esa dichosa promesa ¿no es así? –asentí-. Después de todo sí tienes algo de mí –dijo orgulloso-, la palabra está por encima de todo –me miró duramente y luego, una lánguida sonrisa se dibujó en su rostro. ¡Por Kami! No pensé vivir para verlo sonreír así.
- ¿Aprendiste algo..., hermano? –volvió a adoptar su semblante frío al llamarlo así-, en todo este tiempo a lado de esa niña, Rin... ¿aprendiste lo que papá quería enseñarte?
Guardó silencio y meditó lo que diría. Debió aprender algo..., si yo lo hice ¿por qué él no habría de hacerlo? Yo entendí que no por ser medio demonio debo dejar de sentir... ¿Y él?. ¿Qué aprendió el gran Sesshomaru príncipe de las tierras occidentales? Lo vi posar su mirada en mí y de nuevo sonrió como hacía unos instantes. ((N/A: Da miedo! Es q Sessh tiene nueva actitud))
- Si te refieres a ese sentimiento que los humanos llaman amor..., sí..., pero haz como que no lo escuchaste de mí –sonreí tranquilo.
- Me despido, Sesshomaru –dije-, debo despedirme de mis amigos –y redirigí mis pasos hacia la aldea.
- ¡InuYasha! –gritó; volteé a verlo y me sorprendí al notar que me tendía la mano, la cual tomé-, mucha suerte... Después de todo, sigues siendo mi hermano.
Asentí y sujeté su mano con fuerza. Lo vi alejarse hacia sus tierras, donde de seguro esa pequeña lo esperaba en casa..., ojalá tú me esperes, Kagome. Te extraño tanto, amor. Mis pasos se volvieron lentos al acercarme a la cabaña donde estaban los chicos. Saqué valor de quien-sabe-donde y seguí.
- ¡InuYasha! –Shippo se aferraba a mi pantalón.
- Hola enano –extrañaré a este zorro tonto.
- InuYasha... –Sango y Miroku también salieron y me sonrieron.
- Es bueno verte amigo...
- Lo sé... a mí también me da gusto verlos –miré a Shippo aún aferrado a mi pierna-. Necesito decirles algo.
Entramos a la casa, sacudí un poco mis ropas y mi cabello. Nos sentamos alrededor de fuego, todos en silencio..., como si supiéramos lo que a continuación vendría. Y de cierto modo creo que ellos ya lo sabían... o al menos Miroku pretendía entenderme.
- Yo... vengo a despedirme –las orejas de Shippo se movieron alteradas-, mañana a medio día Kikyo me llevará con ella al infierno y..., me llevaré la perla conmigo –Shippo gimoteó.
- ¿Por qué tomaste esa decisión? –preguntó Miroku al notar que Sango no tenía palabras para decirme.
- Ya no quiero seguir aquí... ella..., ella no está –el enano se puso a llorar a lágrima viva, ¿por qué me lo haces tan difícil?-, y la extraño demasiado.
El kitzune salió corriendo de la casa y aunque Sango le llamara varias veces, él no volvió. Ambos me miraron con el semblante triste y desencajado. ¿Por qué no entienden que es mejor que me vaya? Que ya no quiero estar donde todo me la recuerda. Miroku me observó y esbozó una sonrisa demasiado fingida, Sango por su parte sólo comenzó a llorar.
- Sé que será difícil, Sango, pero... será lo mejor.
- La señorita Kagome no querría que lo hicieras –sentenció Miroku.
- Lo sé, pero..., muy dentro de mí sé que la volveré a ver... –continué esperanzado.
- ¿Y nosotros? –dijo Sango entre lágrimas-¿nos volveremos a ver?
- Ten por seguro que sí, Sango... Nos volveremos a encontrar –respondí bajando la mirada.
Noviembre sin ti
Es sentir que la lluvia
Me dice llorando que todo acabó
Noviembre sin ti
Es pedirle a la luna
Que brille en la noche de mi corazón
Otra vez, otra vez
Sentí como esa joven exterminadora se abrazaba a mi cuello y mojaba con sus lágrimas el haori de las ratas de fuego. Solo atiné a sujetarla por la espalda; escuché sus palabras llenas de frustración: -"Eres un terco, InuYasha..., pero te extrañaré"-. Lo sé amiga, lo sé. Se separó de mí y quité el vestigio de sus lágrimas, se acercó a Miroku, quien pasó un brazo por su espalda y la atrajo hacia él..., ésos dos debían estar juntos y... tarde o temprano lo estarían. Luego llegó el turno de mi amigo el monje; no dijo mucho, me deseó suerte y me abrazó. Pocas veces Miroku era serio, pero en este preciso momento Miroku es el hermano que no tuve... o más bien que acabo de recuperar. Sonreí nostálgico.
- Será mejor que busque al enano..., debo decirle unas cosas –ambos asintieron.
Salí a la noche fría, la lluvia había dejado de caer y percibir su aroma sería mucho más sencillo. Seguí el rastro del zorrito hasta el Árbol Sagrado, donde lo escuché llorar y decir cosas al viento. Alerté mis orejas para captar mejor lo que decía y me sentí de lo peor al escucharlo tan lleno de dolor.
- ¡Eres un tonto! –gritó enfadado, dirigiéndose quizás hacia mí-. Nunca piensas en los demás... ¡Primero Kagome y ahora tú!... ¿Y yo qué..., a quién le importa el inútil zorro tonto?
- A mí me importas enano –había subido hasta el árbol y me quedé frente a él.
- ¡No es cierto! –dijo lloroso-, si te importara no te irías –gimoteó-. Ya se fue Kagome... ¿por qué te vas a ir tú?... ¡Me van a dejar solo!
- Shippo, debo hacerlo... una promesa es una promesa –le dije más para convencerme a mí mismo, me senté pesadamente, me costaría mucho separarme de él y de los demás-. Ven –le pedí logrando que se acercara y se sentara sobre mi regazo-, escúchame..., prometí que me iría con Kikyo cuando todo terminara. Con Kagome aquí tenía una razón para quedarme..., ella era mi razón –aclaré-, pero ya no más.
- Puedes ir a buscarla –dijo entre sollozos.
- ¡Ja!... ¿Y crees que no lo he intentado? –me miró con sus ojos hinchados-, traté de cruzar el pozo, pero está sellado –sonreí para él.
Aunque Shippo y yo nos la pasábamos peleando todo el tiempo, ese pequeñito kitzune se había convertido en alguien mi querido para mí, casi como si fuera mi cachorro..., y definitivamente me dolía tener que irme sin que él lo entendiera. ¿Corazón, por qué me dueles tanto? Sin pensármelo mucho envolví al enano con mis brazos y lo sujeté contra mi pecho; lo escuché sollozar escondido en mi abrazo y un vacío creció dentro de mí... mis ojos ardieron como nunca y las lágrimas comenzaron a caer por mi rostro. No me hagas esto, pequeño. Me recargué sobre la rama del Árbol Sagrado y él se acurrucó en mi pecho.
Al poco rato su respiración era más tranquila y acompasada, sonreí. Este niño es increíble y ahora entiendo el afecto que Kagome tenía por él..., pero él estará bien y sabrá entender que, quizás, en otra vida lo pasaremos genial de nuevo. Sin esperarlo, Morfeo me arrullaba entre sus brazos y yo..., caí rendido en ellos..., esperando encontrarte junto a mí al despertar.
Quisiera decirte
Que quiero volver
Tu nombre lo he escrito en mi piel
Ya es de madrugada
Y sigo esperando otra vez
ooo
Desperté con los primeros rayos del sol, aunque hubiera deseado no hacerlo. Shippo aún dormía plácidamente y recordé el por qué de su posición sobre mi pecho. Pude haberlo echado a golpes y gritos, pero estaba por irme y quería que se quedara con una sonrisa en su rostro. Era tiempo de irme, al menos así no tengo por qué extrañarte. El fresco de la mañana caló mis huesos..., maldita caída del otoño que sin ti es como el mismo invierno. Me removí e hice al cachorro despertar, me miró con sus ojitos enrojecidos de llorar tanto y se talló la cara con pereza.
- Buenos días –susurró.
- Buenos días enano –respondí-. Volvamos, Sango debe estar preocupada.
Volvimos a aldea, ambos callados, pero quizá algo más tranquilos. Ya me había despedido de aquellos a quienes más quería ((N/A: Sí, incluyendo a Sessh)); sólo me faltaba esperar la hora de mi descanso final. Llegamos sin decir mucho, Sango y Miroku nos esperaban con el desayuno; la anciana Kaede llegó detrás de nosotros y nos miró desayunar en silencio adivinando, posiblemente, la razón de nuestro mutismo y de nuestras miradas algo ausentes.
- ¿Qué pasa? –preguntó.
- Nada anciana –dije sin ganas de responder.
- Claro que sí pasa algo –regañó Sango-, InuYasha se irá con Kikyo.
- ¿Mi hermana? –se alarmó-, después de todo cumplirás con lo que dijiste.
- Así es.., además –suspiré-, no encuentro razón para quedarme.
- Oh –musitó-, así que Kagome se convirtió en alguien muy importante para todos nosotros ¿verdad? –hubo un asentimiento general-. Pues entonces, estarán contentos.
- ¿Por qué habríamos de estarlo si este perro tonto nos va a dejar?
- Jajaja..., Shippo..., InuYasha no es tonto sólo... adelantará el proceso de reencarnación.
- ¿Lo dice en serio? O.O –pregunté sorprendido, olvidándome por fin de mi comida.
- Pues claro. Me parece lo más normal –dijo despreocupada-, si Kikyo reencarnó en Kagome, ustedes también tienen esa posibilidad.
Mis orejas escucharon atentas a cada una de sus palabras, ¡podré estar contigo, mi vida! Luego de esa pequeña conversación nadie más volvió a tener un semblante triste, sino que al contrario todos parecían contentos y amables. Este noviembre ya no estaré sólo... ¡estaré con ella! Con mi amada Kagome... sólo ella... siempre ella.
Al medio día me acompañaron hasta el Árbol Sagrado. Ese majestuoso árbol que fue testigo de un año duro y difícil por recuperar la perla..., testigo de lágrimas de cualquiera de las personas que estaban junto a mí..., fue quien consolaba mis noches de insomnio, cuando trataba de identificar lo que esa chiquilla del futuro significaba para mí. Fue también el que la vio otorgarme la perla restituida y partir llorando amargamente hacia su época, para no volver jamás.
Y ahí estaba ella. Esa otra persona que ahora sólo me causaba lástima y un profundo sentimiento de desasosiego al verla. Estaba ahí, imponente y fría, déspota y calculadora; me miró y en sus labios, una sonrisa lacónica y carente de sentimientos se dibujó. De nuevo este frío, cuando las hojas caen a morir, caló mi cuerpo. Sujeté la perla en mi cuello y la sentí vibrar, sólo deseo verla una vez más, deseo volver a estar con ella. Vibró de nuevo y se llenó de una calidez que antes no había notado en ella.
- He llegado.
- Muy puntual, InuYasha...¿qué hacen ellos aquí? –miró a mis amigos despectivamente.
- Vienen a decir... hasta luego –sonreí hacia ellos.
- ¡Ja!. ¿Qué te hace pensar que los verás de nuevo?
- Todo Kikyo.
Me miró con desprecio y luego se acercó hacia mí; sujetó el haori con fuerza y comenzó a susurrar palabras ininteligibles. Todo a mi alrededor se esfumó, sólo eran sus murmullos y su olor pútrido y a barro viejo. Espérame, corazón. Sentí la perla brillar y la sujeté con mayor fuerza, ¿todavía me amarás? Por supuesto que lo harás, cariño. El calor aumento, mis ojos comenzaron a pesar y fueron cerrándose lentamente, el vibrar de la perla cesó y yo... yo ya no sentía... ni calor, ni el frío del otoño, ni el dolor de no tenerte. Todo era negro, negro como tu cabello.
Porque te extraño
Desde aquel noviembre
Cuando soñamos juntos
A querernos siempre
Me duele este frío noviembre
Cuando las hojas caen
A morir por siempre
Noviembre sin ti
Es sentir que la lluvia
Me dice llorando que todo acabó
Noviembre sin ti
Es pedirle a la luna
Que brille en la noche de mi corazón
Otra vez, otra vez
