Disclaimer: Little Witch Academia y sus personajes oficiales no me pertenecen.

Hijos de la Muerte

Cap. 1: Un nuevo ingreso

Seis meses han pasado desde que el Gran Triskellion ha sido roto, todas las estudiantes de Luna Nova se preparaban para recibir nuevamente el año, debido a que sus vacaciones habían terminado y era hora de volver a iniciar sus actividades, eso no era ningún problema. El verdadero problema, ahora, es la cantidad de alumnas; desde lo ocurrido con el misil mágico cientos de personas habían despertado un interés en la magia que antes no poseían.

Y no era para menos, pues tras el deseo de una joven japonesa, flotando en el espacio sobre una escoba legendaria, la magia había vuelto a recobrar fuerzas en el mundo actual. Piedras del mago surgían de la nada y además con mayor alcance que las anteriores, la gente ya creía en la magia y parecía que se estaba volviendo a una nueva era dorada. Razón por la cual la academia Luna Nova recibió el mayor registro de alumnas queriendo ingresar de las últimas décadas, eran tantas que literalmente se estaban acabando los cupos, lo cual era raro incluso en la época dorada antigua.

Pero todas estas cuestiones no incomodaban a un grupo de estudiantes, sentadas cerca de la entrada a la institución esperando a que diera inicio la ceremonia de apertura. Un grupo de 9 chicas que varios llamaban "New Nine Witches" conversaban viendo como ingresaban nuevas alumnas, algunas entraban con maestras que debían ir a traerlas debido a que, entre la oleada de nuevas estudiantes, habían muchas que no pertenecían a una familia con conexiones a la magia; de "Muggles" decía la chica finlandesa de cabello naranja del grupo al verlas, pues era un término que había leído en una saga de libros sobre magia muy famosa en el mundo de los humanos comunes.

Esas chicas; Akko, Sucy y Lotte, representadas con el rojo; Diana, Hanna y Bárbara, representadas con el azul; y Amanda, Jasminka y Constanze, representadas con el verde; no podían evitar hablar sobre las nuevas estudiantes y las expectativas que tenían sobre ellas. Puesto que más de alguna podría llegar a tener el potencial que tenía la alumna nueva del año anterior.

Sí, después de lo sucedido, Akko se había ganado el respeto de muchos dentro del mundo mágico; ya no la consideraban la chica tonta e inexperta, irresponsable y terca que la consideraban antes. Hasta la propia profesora Finnelan había pedido disculpas a la chica por su comportamiento hacia ella al principio. Ya no la hostigaban ni denigraba nadie; principalmente porque, si lo hacían, no tardarían en recibir un duro sermón por parte de la chica británica de cabellos verdes que la mayoría confundía con rubio. Porque sí, Akko y Diana habían desarrollado un lazo bastante fuerte, todos lo notaban y lo admitían. Parecía como si se necesitaran la una a la otra, a pesar de que en clases casi nunca se mantenían juntas, durante sus momentos libres siempre las veías pegadas. Nadie se explicaba el porqué, y nadie quería cuestionar.

La hora citada se aproximaba y todas las alumnas se empezaron a aglomerar en el lugar en donde se realizaba la ceremonia de apertura.

-¡Que emoción! -gritó Akko mientras se acercaban -, nuevo año, nuevas alumnas, nuevas amigas por conocer.

-Nuevo posibles conejillos de indias -dijo Sucy de la nada.

-No pensarás hacerle eso a las chicas nuevas, ¿verdad? -dijo Lotte con un tono de preocupación, pues sabía que Sucy sí era capaz de eso.

-Pues claro -dijo asustando a Lotte -, desde que Akko es más consciente de lo que pasa a su alrededor me es más difícil conseguir que se trague una de mis pociones.

Ninguna de las demás puso atención a lo que la chica decía; prefirieron ignorarlo, Akko más que ignorarlo por voluntad propia, no le prestó atención porque estaba muy entusiasmada viendo a todas sus nuevas compañeras.

-Bien nuevo año -dijo entusiasmada -, ¡sorpréndenos!

Todas empezaron a soltar una risa disimulada, incluso Diana. Llegaron al punto de reunión y se sentaron.

-¿Qué les pareció tan gracioso? -preguntó la peli castaña al sentarse.

-Es que yo, en lo, personal dudo haya algo que sorprenda este año -dijo Hanna aún sonriendo.

-Es cierto -corroboró Bárbara -. Desde lo que pasó el año pasado, dudo que haya algo capaz de sorprendernos, a ti o a cualquiera.

De repente, el centro del escenario empezó a brillar de color verde, recordando a todas las presentes la entrada a último minuto de Akko de la vez anterior. Del centro del lugar salió disparado, pero frenando a menos de dos metros del suelo, algo, más bien, alguien. Todas se quedaron asombradas viendo como poco a poco iba perdiendo la tonalidad verde de las Líneas Ley y cómo, mientras se dispersaba el color, extendió dos pares de enormes alas de mariposa de color marrón con detalles circulares en negro, dando la impresión que eran enormes ojos.

Con aquel aleteo delicado y suave característico de una mariposa, empezó a descender, dando lugar a que la gente viera mejor a la chica que estaba llamando la atención de todas. Era una chica con piel verde oliva, de cabello negro que le llegaba hasta la mitad de la espalda; tenía los ojos cerrados, por lo que se podían notar sus largas y gruesas pestañas; sus labios eran, al igual que sus pestañas, gruesos y con una tonalidad rosada que parecía más bien producto de algún labial. Al tocar el suelo, se podía calcular que tenía la misma altura que Akko, quizá un poco más alta.

Todas las alumnas, en especial las nuevas, se quedaron asombradas al verla caer de manera tan delicada con esas hermosas alas en su espalda, que al dejar de revolotear bajaron y se mezclaron convirtiéndose en una capa de iguales características. Muchas se acercaron a verla, querían preguntarle cientos de cosas; entre ellas la misma Akko, pero fue detenida rápidamente por las demás. La chica no puso atención, sacó de su bolsillo un celular con un cable de auriculares conectado, detuvo la música y se retiró los auriculares rojos con un extraño símbolo en ellos que las chicas que lo vieron lo definían como una "Y" de cabeza.

Cuando vio a todas las chicas alrededor suyo, sólo bajó la cabeza e hizo un gesto difícil de explicar que parecía que era de molestia o incomodidad. Rápidamente, interrumpió la profesora Finnelan para separarlas.

-Bueno señoritas, estamos en medio de algo importante así que tranquilas. Si quieren hablar con la señorita... -se quedó callada por un momento - Disculpe, ¿cuál es su nombre?

-Poios? Egó? -dijo la chica confundiendo a la profesora.

-Si quieren hablar con ella será un otro momento, ahora todas regresen a sus lugares -las chicas obedecieron y se fueron, dejando a la chica sola en el centro -. Usted también, señorita.

-Nai! -dijo, y se retiró.


La ceremonia fue como siempre, y el resto del día había transcurrido tranquilo. Al final de éste, Diana se encontraba caminando por los pasillos; regresaba de una charla con la directora, que le había pedido si podía ayudar a controlar a las nuevas estudiantes. Cuando se acercaba a su dormitorio, escuchó voces provenientes del pasillo de dormitorios de al lado.

-Ya deja de hablar en ese idioma que no entendemos -decían las voces.

Se acercó a ver, eran dos estudiantes hablando, más bien hostigando, a la chica de las alas de mariposa.

-Sólo queremos que nos enseñes varias cosas, ¿sí? -dijo una acercándose y arrinconándola.

-Meínete makriá, gia chári sas -respondió ella con tono de molestia.

-Déjenla tranquila -dijo Diana interrumpiendo abruptamente -. No entenderán lo que ella dice, pero es más que obvio que la están incomodando. A demás, ya es tarde y deberían estar todas las estudiantes en sus habitaciones.

Una de ellas le iba a recriminar, pero no tardaron en darse cuenta de quién se trataba y, sin decir nada, se retiraron ambas.

-Den chreiazómoun ti voítheiá sas -dijo la chica cuando las otras se alejaban-, tha boroúsa na ta afairéso mónoi mou.

-Lamento decepcionarte -Diana hablaba con su típica frialdad y con sus brazos cruzados -; pero yo tampoco entiendo lo que dices.

-Ah, perdón -eso sorprendió a la peli verde -dije, que no necesitaba tu ayuda, podía quitarlas de encima mío por mi cuenta.

-Así que sí hablas español. Pero no importa, sino las detenía yo, ¿Qué ibas a hacer? ¿Las ibas a matar? -Dirigió su mirada a la mano derecha de la chica, que sostenía un cuchillo de caza.

-No a matar -respondió guardando el cuchillo en una liga en su pierna -, sólo a asustar lo suficiente como para que se fueran de aquí.

-¿Y si seguían insistiendo?

-Las dañaría un poco -dijo sonriendo, lo cual consternó a Diana -. No se cómo te educaron a ti, pero a mí me enseñaron que cuando tus palabras y tu actuar no dejan las cosas en claro, la violencia siempre arregla todo.

"¿Qué clase de educación recibió esta chica?" pensó Diana, pero sólo respondió:

-No seas tonta, la violencia sólo trae más violencia.

-Y entre más violencia mejor, ¿no?

"En serio, qué clase de educación recibiste". Diana estaba muy consternada ante esa actitud.

-Perdón -soltó la chica de la nada y con una sonrisa -, estaba bromeando, tranquila.

"¿Hablar de matar gente es una broma para ti?" Ahora se le notaba molesta.

-Me doy cuenta que no me he presentado; mi nombre es Jessenia Gios tou Josif, vengo de Grecia, más concreto del sur de Atenas.

"¿Grecia? Por eso nadie entiende lo que dice, si se la pasa hablando en griego".

-Y yo ya sé quién eres -ahora Diana en vez de molesta estaba confundida -. Eres Diana Cavendish, heredera de los Cavendish, alumna más destacada de Luna Nova, y una de las "New Nine Witches" que detuvieron aquel misil -"cierto, de ahí ha de conocerme", pensó Diana -pero ¿y las otras 8 dónde están?

Diana empezó a pensar mal de ella, no era normal que supiera tanto y encima preguntara por las demás, así que se dio la vuelta y se dirigió a su habitación.

-Ellas están es sus respectivas habitaciones -respondió de espaldas -si quieres hablar con ellas tendrá que ser mañana.

-Ya veo -respondió Jessenia abriendo la puerta de la habitación a un lado de ella -. Parece que no me aburriré.

-¿Qué dijiste?

-Nada -y entró.

Diana regresó pensando en una sola cosa: "¿Gios to? ¿En dónde he escuchado ese apellido antes?". Le sonaba familiar, pero no daba por qué. Aunque no importaba del todo, esa chica tenía un cuchillo y hablaba de dañar gente como si fuera algo de todos los días; simplemente, algo no le agradaba en esa chica.