Nota: La imagen que aparece en la portada no me pertenece. La he encontrado en google de casualidad... pero no me he podido resistir a ponerla.
Tengo un problema... uno serio, de verdad XD. Me dije... bien, ya has cerrado dos fics... así que podrás actualizar antes. Pero entonces... bueno... me vi escribiendo esto. Normalmente no me salen bien los crossovers, y tendría que aprender la lección. Pero este tiene algo que me dice que puede salir bien. En fin, espero que no me matéis por no subir aún Descorazonadas. Pero... soy débil... y hoy me he sentido como ese crío de once años al que su tío le regaló su primer libro de doscientas páginas, y que no pudo parar de leerlo en cuanto cayó en sus manos. Harry Potter es una saga a la que tengo mucho cariño. He crecido con ella y supongo que al igual que los que siempre hemos sido fans, lamentamos un poco que ya haya terminado. Es cierto, van a hacer más cosas, pero no es lo mismo. Y al final me hallo aquí, con mis viejos amigos y con mis nuevas amigas Emma y Regina. Y por eso espero que realmente salga bien. En fin, no me enrollo más. Espero que os guste.
Emma Swan
Un traslado tan extremo era para muchos algo que temer, pero admito que yo sentía ganas de ver aquel nuevo colegio. Hogwarts. Para los que estaban allí desde su nacimiento era algo común, sin embargo, para mí, que había estado inscrita en la academia de brujas de Salem toda mi vida, era toda una novedad. El colegio más prestigioso del mundo y me habían trasladado. No sabía cómo habría conseguido mi madre dicho traslado, pero lo admito, estaba emocionada. A mis quince años era de las cosas más emocionantes que me habían sucedido, y recorría el callejón Diagon con prisas, mientras adquiría mi material escolar. Los libros de Salem no tenían aquel olor. De hecho, parecía ser el mundo Muggle. Supongo que por eso solía ser más cómodo para mis padres. Ellos no sabían lo que era la magia.
Regina Mills
_ Aquí tiene sus libros, señorita._ Tomé la maleta que traía la criada y la observé. Todos los libros estaban en su lugar.
Una pequeña sonrisa apareció en mis labios. Lo cierto es que me apetecía abandonar la mansión y volver a Hogwarts. En muchos aspectos lo solía sentir como más parte de mi hogar que la propia casa en la que vivía. Tomé mi varita entre mis dedos y la calibré. Sentía ganas de saludar a mis viejas amigas. Mis dedos en aquel momento se encontraban rodeando aquel pequeño objeto inesperado que había llegado junto con mi carta de Hogwarts.
Una pequeña letra P en una placa de color esmeralda y plata. Prefecta. En el fondo no era tan inesperado, pero no había querido hacerme ilusiones. Pocos caminos había para mí salvo la perfección más absoluta. La puerta de mi habitación se abrió y mis ojos se cruzaron con dos orbes como dos zafiros que conocía muy bien.
_ ¿Tiene todo nuestra perfecta prefecta?_ Preguntó Zelena, con voz aguda.
_ Sí, no ha habido ningún error._ Dije, con voz tranquila._ ¿No deberías estar trabajando ahora mismo?
_ ¿Y perderme tus preparativos?_ Mi hermana parecía divertida._ No, querida. De ningún modo.
Zelena siempre había sentido ciertos celos hacia mí. Tenía la impresión de que siendo yo la menor, siempre había sido la favorita de nuestra madre. No entendía por qué eso la preocupaba tanto, a fin de cuentas, ella ya había conseguido un trabajo y eso debería ser lo que la preocupase. Es cierto que el departamento contra el uso incorrecto de la magia no estaba precisamente entre sus salidas favoritas, pero era un trabajo fijo con un gran sueldo, y se lo había conseguido nuestra madre.
1 de Septiembre
Emma Swan
No tenía claro por qué, pero la imagen de aquel tren me producía cierta impresión. Nunca había visto una locomotora de vapor tan de cerca. Llevaba un enorme baúl tras de mí y una diminuta lechuza de color pardo en el hombro. La verdad es que mis padres se habían portado. No iba a verlos hasta navidad, y admito que eso me producía cierta inquietud, pero estaba todo tan revuelto con la emoción que sentía que me resultaba difícil separar las emociones.
Mis padres se llaman Mary y David Swan. Ella es profesora de escuela primaria, y él es policía. Para mí, grandes personas. Quizá sean Muggles, pero yo tengo claro que no es necesario poseer magia para ser una gran persona. Mi madre no quería soltarme. Me llevaba abrazando al menos una media hora en el tiempo que llevaba allí, y sin embargo, parecía que el sonrojo de mis mejillas no le avisaba de que era una buena idea parar.
_ Prométeme que nos escribirás._ Me dijo, mientras me llenaba el rostro de besos.
_ Claro que sí, Mamá._ Dije, avergonzada._ Todos los días.
_ Y ten cuidado con los chicos, Emma._ Dijo mi padre, alzando una ceja._ No quiero enterarme de que a mi niña la están acosando todos los estudiantes de Hogwarts.
_ ¡David!_ Exclamó mi madre._ Emma sabe lo que hace. No la avergüences más.
Aún hubo una ronda más de achuchones antes de que las llamadas del tren me hicieran salir corriendo a dejar mis cosas en el portaequipajes. No quería llegar tarde, después de todo.
Regina Mills
Comprobé que el baúl estuviese bien cerrado antes de que el elfo doméstico procediera a llevarlo al tren. No queríamos que se abriera por casualidad y tocase alguna de mis prendas. Además de por el asco que aquello me producía, por la posibilidad de liberarlo. Zelena no había ido a la estación aquel día. Mucho trabajo, había dicho, pero yo lo dudaba. La verdad es que Zelena echaba de menos sus años escolares, y no se lo reprochaba. Su trabajo parecía aburridísimo.
En cuanto a mis padres. Sus nombres son Edward Gold y Coraline Mills. Lo cierto es que yo nací durante una de sus muchísimas discusiones, y por eso llevaba el apellido de mi madre. No, no voy a negar que no se llevan demasiado bien, pero su unión tenía sus ventajas, es algo que ambos sabían y la razón por la cual se esforzaban en soportarse.
_ Buena suerte hija._ dijo mi madre, poniéndose a mi altura._ Nos vemos en verano.
_ Nos vemos en verano._ Repetí, dándole un suave beso en la mejilla.
Ya nos habíamos dado las despedidas efusivas en casa. De cara al público, las demostraciones excesivas de afecto nos resultaban como mínimo desagradables. Mi padre me dio la mano y asentí como despedida. Cuando vi a una muchacha de cabello rubio que correteaba de un lado para otro como un pollo sin cabeza y se despedía de sus padres casi a voz en grito, no pude más que suspirar.
_ Muggles…_ Murmuré con desprecio._ No deberían dejarlos entrar en la estación.
_ Esa es la Regina que yo conozco._ Dijo una voz a mi espalda.
Me giré y me encontré a una muchacha de mi misma edad, con una larga melena azabache y unos ojos azules que me miraban con admiración.
_ Pansy. Cuanto tiempo._ Dije, sonriendo ligeramente._ Vamos dentro, tienes que ponerme al día sobre tu verano.
_ Claro… pero antes… ¿Te has enterado?_ Me preguntó._ ¿Sabes quién es el otro prefecto?
_ Ni idea._ Reconocí.
_ Draco Malfoy._ Dijo, alzando las cejas.
_ Sabes que detesto a ese chico._ Dije, mientras me subía al tren y buscaba un compartimento._ ¿Dónde está Millicent? ¿No se habrá perdido otra vez?
Emma Swan
Me resultó difícil encontrar un compartimento vacío. Había mucha gente, y se escuchaban risas por todos lados. Incluso podía ver a gente practicando ya hechizos. El nivel debía ser alto, y yo no era la mejor estudiante, tan sólo esperaba estar a la altura. Finalmente encontré un lugar en el que sentarme y dedicarme a mirar el paisaje y no pensar en ello.
_ Disculpa, ¿Puedo sentarme?_ Me preguntó una voz, perteneciente a una joven que acababa de abrir la puerta.
No pude evitar fijamente en que ya se había cambiado, y que llevaba una insignia con una P dorada sobre un fondo escarlata… no tenía ni idea de lo que eso significaba.
_ Sí, claro. Soy Emma Swan._ Dije, extendiendo mi mano.
_ Hermione Granger._ Dijo, devolviéndome el gesto._ Es un placer. Espero que no te importe que mis amigos y yo nos sentemos aquí. No parece haber sitio en ninguna parte.
_ No pasa nada._ Dije, pasándome la mano por la nuca._ Tampoco iba a acapararlo todo para mi sola.
_ Eres muy amable._ Dijo ella._ ¿Eres extranjera?
_ ¿Tanto se me nota el acento?_ Pregunté, sonrojada._ Apenas llevo un par de semanas en el país, para comprar el material y demás.
_ ¿Te han trasladado?_ Preguntó Hermione. Yo asentí._ En ese caso aún no has pasado por la selección.
_ ¿La selección?_ Pregunté, algo nerviosa.
_ Sí… verás._ Empezó._ En Hogwarts hay cuatro casas que…
La puerta volvió a abrirse en este momento, esta vez sin pedir permiso, y una chica de cabello oscuro se apoyó en el quicio de la puerta, mirándonos.
_ ¿Querías algo, Mills?_ La voz de Hermione sonaba molesta.
_ Los profesores requieren a los prefectos, Granger._ La voz de aquella chica estaba completamente cargada de deprecio._ De todos modos. No tiene caso que le expliques nada.
_ ¿Disculpa?_ Pregunté, alzando una ceja. Aquella chica me ponía de los nervios. Había algo en la forma que tenía de hablar que me molestaba.
_ No tiene caso que te explique nada sobre las casas del colegio._ Ella se rió._ Alguien como tú… sólo puede acabar en Hufflepuff. Vamos… mírate.
_ No tiene nada de malo pertenecer a Hufflepuff._ Hermione se puso en pie rápidamente.
_ Desde luego es mejor que pertenecer a Gryffindor. Al menos ellos saben cuál es su sitio, no como vosotros._ Mills hizo un gesto como su varita, y la voz de Hermione se perdió entre sus labios._ En cuanto a ti… novata. Procura no molestar. No quiero tener que recomendar a los profesores que te castiguen, ¿Entiendes?
Regina Mills
Normalmente no me comportaba así. Pero había algo en aquella chica que, sinceramente, me sobrepasaba. Desde que la había visto en la estación me había puesto de mal humor. No entendía cómo funcionaban las cosas en Hogwarts, y ya iba siendo hora de que alguien se lo explicase. Estábamos los que realmente debíamos estar allí… y luego… bueno, estaba la gente como ella, o cómo Granger.
Por motivos como ese había pensado seriamente en inscribirme en Dumstrang tantos años atrás. Pero un par de repugnantes traidores y afrentas a la naturaleza mágica no iban a arrebatarme los que sabía que serían los mejores estudios que podía tener en todo el mundo. Por algo Hogwarts era reconocido ampliamente como el mejor colegio.
Y tener que soportar una charla sobre mis funciones, que ya conocía. No había sido grato. Draco Malfoy era un baboso y los otros prefectos no me causaban ninguna simpatía. Por lo general prefería mantenerme en el cerco de los miembros de mi casa.
Afortunadamente, volver con Pansy y con Millicent había sido como un sueño reparador. Admito que me encontraba cansada, y ya sentía ganas de dormir en mi cama aquella noche.
Emma Swan
Lo admito, cuando me dijeron que tenía que ir con los alumnos de primero, sentí algo de vergüenza. Apretujada como estaba en aquel bote con otros tres alumnos, no me sentía precisamente cómoda. Afortunadamente, no tenía que remar. Sin embargo, mis nervios parecieron hacer presa de mí, porque cuando quise darme cuenta, mi movimiento provocó que la barca zozobrara y cuando quise darme cuenta, estaba hundiéndome en lo más profundo del lago negro.
Por suerte, una mano gigantesca me agarró y me sacó de las aguas. Al llegar a la orilla, un gigantesco abrigo de piel me cayó encima. Uno que casi no podía sostener. Pero que, lo admito, era increíblemente cálido.
_ Gracias._ Dije, mirando al hombre que me había dado su abrigo. Debía medir más de dos metros y medio, como mínimo.
_ La próxima vez ten más cuidado…
_ Swan._ Dije, sonriendo ligeramente._ Muchas gracias.
Subimos al hall, y admito que mi estómago estaba rugiendo cuando finalmente entramos al comedor. Todo el mundo parecía estar allí ya. No sabía qué medio de transporte habían usado… pero para el siguiente año me lo pedía. No tendría que acabar pasada por agua.
Por suerte, la explicación que Hermione iba a darme sobre las casas no fue necesaria, porque la profesora nos la dio en su lugar. Así supe que había cuatro casas, que cada una representaba una característica principal, y me di cuenta de que la tal Mills se había burlado de mí porque en Hufflepuff parecían aceptar a cualquiera.
Sin embargo, eso no evitó que a medida que esperaba la llegada de mi turno, mis nervios fueran en aumento. ¿Y si algo salía mal? ¿Y si no daba la talla y me decían debía volver a Estados unidos y seguir estudiando en la academia de Salem? Después de haber llegado tan lejos, admito que me habría roto el alma.
_ Swan, Emma.
Me temblaban las piernas mientras me dirigía hacia la pequeña butaca que se encontraba bajo el sombrero. Pensé que el sombrero se pasaría horas para decidir. Sin embargo… el sombrero ni siquiera llegó a tocar mi pelo antes de que un grito, como los muchos que había oído aquella noche, llenase el comedor.
_ ¡GRYFFINDOR!
