La Bella y… ¿la Muerte?

Perdida y hallada.

Leafe era una chica bajita y delgada, muy pequeña aún a sus 14 años. Tenía el cabello negro con las puntas teñidas de rojo, un corte degrafilado y el cabello un poco por debajo de sus hombros. Vivía con su hermano en la gran ciudad. Nueva York, ya me entienden. Su hermano era un tipo alto, delgado y muy parecido a ella en el rostro. Acababa de ser asesinado por un demonio en su departamento, en frente de Leafe…

Leafe se apartaba el flequillo de los ojos mientras corría por las calles buscándola a ella. Anticipándose a su muerte, su hermano le había dicho que huyera en su búsqueda. Sus pantalones de mezclilla se rasgaron al atorarse en algún escombro de la ciudad en ruinas mientras se escabullía entre el caos que provocaba el apocalipsis. Llegó hasta ese pequeño y semi oculto local en el que parecía que el desastre no había llegado. Entro silenciosamente y la llamó.

-¿Sra. Olive? Me llamo Leafe, vengo de parte de Cecil…

-Sé muy bien quién eres…

Una ancianita encorvada y vestida con una túnica bastante extravagante se acercó a ella. Le tomó el rostro entre las manos y la examinó. A Leafe le recorrió un escalofrío.

-No temas. Soy el oráculo de este mundo. Supongo que tu hermano no tuvo tiempo de explicarte…

Leafe se retorcía las manos en su espalda de nervios.

-No… Sólo me dijo que usted me ayudaría.

La anciana se rio por lo bajo.

-No sé si será de ayuda, pero al menos te pondrá a salvo. Ayuda al Jinete Pálido en su búsqueda y recuperarás a Cecil… Y a toda la humanidad en realidad. Es bastante simple.

Se le aceleró el corazón.

-¿Qué Jinete? ¿Por qué yo? No entiendo nada…

La anciana le sonrió amablemente mientras de un estante del oscuro local tomaba un pequeño árbol bonsái y se lo ponía en las manos.

-Ya lo entenderás… Buen viaje, hija de Eva.

El bonsái resplandeció un instante y después todo se volvió oscuridad en Leafe.

Xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx

El Jinete Pálido, Muerte, avanzaba cauteloso hacia las montañas nevadas que eran el hogar de Padre Cuervo. No había tiempo que perder si quería salvar a Guerra.

Por el camino se iba encontrando abominaciones congeladas que fungían como obstáculos simples. Uno de ellos bloqueaba una cueva. Lo despertó, lo asesinó y entró en ella. A veces se encontraban cosas de valor en ellas. Era algo pequeña y había un bulto en el fondo, tirado en el piso. Se acercó y de una leve patada lo volteó para darse cuenta de que era una… ¿humana?

Muerte no pudo menos que fruncir el entrecejo. ¿Qué narices hacía una humana en los dominios de Padre Cuervo? Ella comenzó a moverse y cuando abrió los ojos un gritillo de horror escapó de sus labios mientras corría fuera de la cueva. Se tropezó y se giró para ver a Muerte.

Él avanzó hacia ella con intención de interrogarla, pero ella retrocedió al punto de casi caer por el precipicio que se extendía detrás de ella.

Muerte la tomó de la blusa tirándola hacia delante, contra el muro de roca de la montaña.

-¿Quién eres y que haces aquí?

Le espetó de forma amenazadora.

-Yo…

La pobre Leafe no sabía si tiritaba de frío o de temor ante el imponente Jinete.

-¿Y bien?

Muerte no era un hombre paciente.

-Me ha enviado el Oráculo de mi mundo. Mi hermano murió, todo es un desastre y ella dijo que debía ayudar al Jinete Pálido…

Respondió Leafe apresuradamente, mientras las palabras se le trababan al intentar salir presurosamente de su boca.

Muerte enarcó una ceja y la miró como analizándola. Los enormes ojos grises de Leafe estaban clavados en los de él, anaranjados y brillantes.

-Pues yo soy el Jinete Pálido y no necesito tu ayuda, humana.- le dijo comenzando a andar y arrojándole el manto púrpura que antes cubría sus hombros encima.- Morirás de frío antes de poder si quiera seguirme el paso.

Leafe dudó unos instantes. El manto aún estaba caliente. No tenía mas alternativas. Se acomodó como pudo el manto sobre los hombros y comenzó a correr detrás de Muerte.