Totally Lost.

Querer perderse.

Acomodé el flequillo de mi frente, suspiré. Estaba algo irritado. No era que me quejara de algo, después de todo era mi culpa por no hacer la tarea y he aquí las consecuencias. Me iba a quedar tres horas más después de la salida y no era por nada pero hoy es el último día de clases y esperaba algo diferente.

Mañana empiezan las vacaciones y no las voy a poder disfrutar. La academia de artes marciales no me va a dejar respirar ni un segundo y hoy que era mi día libre me la voy a pasar encerrada en este salón. El cual probablemente no voy a poder olvidar por el resto de mi vida. ¡Bah! Ya me estoy empezando a enojar.

"Vainith" Me advirtió la titular que vigilaba mi encarcelamiento "Por favor, ve a dejar este papeleo a mi oficina."

"Sí, sí." Me levanté de mi banco con pereza, con mucha. Desganada se lo arrojé al escritorio de su cúbiculito. Qué me iba a importar si se desordenaba sus papelitos.

Me desvíe al baño. Qué no me iba a tardar mucho. Me asomé al espejo y vi mi desconocido (al menos para mí) reflejo. No es que fuera fea, pero menos era bonita. Mi pelo era inestable podría ser liso a rizado de un momento a otro, era terriblemente oscuro. Si lo miras, te deprimes. Mis ojos eran igual de negros. Y mi piel era amarillenta, blanca y en momentos de extrema vergüenza se tornaba coloradísima. Era alta, de 1.68 ni a los 70 llegaría, también era una ex gorda. Con veinte kilos menos, tú también te sentirías desorientada acerca de ti, nena. ¿Qué puedo decir? Soy una adolecente: ¡Odio mi vida, mamá!

Lo único que me gustaba de mi vida, eran mi amigas. Las mejores, no era muchas pero si mis casi hermanas. Podía contarlas con los dedos de las manos, no soy popular, pero sí qué soy querida por mi gente. Las quiero tanto. De verdad no sé que voy a hacer ahora que no las volveré a ver nunca más. Como les decía, la academia me va a tener atada muy lejos de aquí. Y las preparatorias que van a separarnos aún más, sí que va a ser imposible.

Y algo más, era aburrida, yo lo era. De seguro muchos ya se habían dado cuenta. Necesitaba de estar con dos personas a la vez o si no, no podría hacer una conversación decente.

Y otra cosa, por si fuera poco. Ya no me importaba nada de lo anterior, mi diosa Cielo venía a por mí.

Hasta Nunca.