El albino Lincoln Loud, estaba de regreso a su casa, no iba sólo, iba acompañado de una de sus hermanas mayores, específicamente, de la comediante y bromista de la familia, Luan Loud. Volvían de una fiesta la cual el albino estuvo a punto de hacerla un total fracaso, se consideraba el payaso profesional, sólo por caerse como tonto en todas las presentaciones de la comediante, y no era así.

Ambos compartían un pedazo de pastel de fresas con crema, era totalmente delicioso y dulce, en eso, el albino decide romper el ligero silencio que traían, ya que Luan iba concentrada pedaleando en su monociclo.

— Oye Luan, gracias por salvar mi pellejo en la fiesta, ¡la presentación de mimos estuvo genial! — habló Lincoln.

— No hay de que Lincoln, de todos modos tenía que hacerlo, no quería arruinar la reputación de la empresa, y mucho menos tu imagen personal y social, eres mi hermano, y te quiero, aunque a veces la riegas jeje — dijo la comediante con una sonrisa muy dedicada a su hermano menor.

— Bueno, gracias — dijo Lincoln.

En eso, en un movimiento desprevenido, Lincoln dió un mal paso, y calló hacia el suelo, con todo y pastel y cojines de broma, Lincoln había quedado todo embarrado de pastel, Luan al percatarse de ello, empezó a soltar unas carcajadas que denotaban lo alegre y divertido que era ver a su hermano menor de esta forma.

— Hay Linc, sabes, ¡esta vez si fue gracioso! — dijo Luan con una gran sonrisa en su rostro, ella en un mal pedaleo, se calló del monociclo y calló junto a Lincoln, los cojines de broma hacían de su gracia, salían los sonidos flatulentos, ambos se reían más y más, era sumamente divertido.

Las carcajadas de ambos parecían música, caían una y otra vez en los cojines, seguían riendo, incluso, les empezaba a doler el estómago, quedaron levemente acostados en los cojines, Lincoln vio hacia el cielo, miraba las nubes, pero de lo que no se percataba era que Luan lo veía, miraba el rostro del albino, la castaña se quedaba anonada, ante toda la belleza que reflejaba el chico.

Luan se sonrojo hasta más no poder, ella sentía que su mente se nublaba al ver a Lincoln, sentía como sus nervios incrementaban cada segundo, ver esa cara, esos ojos castaños, ese cabello blanco, esos dientes que parecían de conejo, eran totalmente dulces y bellos, Luan empezó a ver a aquel chico más que su hermano, era malo, muy muy malo.

— Oye Luan, ¿quieres que nos levantemos? — sugirió el albino con una tierna sonrisa.

— E... Esta bien — dijo la comediante sonrojada.

Lincoln se levantó, se paró y tomó a Luan de sus manos, y la levantó, Luan se quedaba viendo al cuerpo del muchachito, quedando totalmente boquiabierta con el físico de su hermano, se miraba tan lindo y tierno, la pubertad empezaba a dar sus primeros resultados, Lincoln empezaba a crecer, la voz chillona que tenía anteriormente estaba haciéndose poco a poco grave, su cabello empezaba a crecer, haciéndose más atractivo.

— Luan, ¿te sientes bien? Estas tan rojita, pareces una manzana — dijo Lincoln.

— ¿Ah? — dijo Luan mientras pasaba sus manos por sus mejillas, y las sintió calientes, sin dudas algunas se empezó a avergonzar y ponerse nerviosa al ver a su hermano Lincoln.

— Li... Linc...Lincoln, po...¿podemos ir ya a casa? — preguntó la comediante mientras sentía más nervios al estar con Lincoln, no sabía porque se ponía así con su hermano, era raro e inusual.

— Claro hermanita, no hay problema. — habló el albino.

— Ok Lincoln — dijo Luan un poco más tranquila.

Ambos hermanos entraron a la casa, Luan se sentía perturbada y confundida por los sentimientos que empezaban a florecer por su hermano Lincoln, al estar en su cuarto, dejó sus cosas de trabajo a un lado y se acostó a pensar en otras cosas para alejar la imagen de su hermanito.

— Hay, ¿¡Porque me siento así con Lincoln!? — se preguntó la comediante.

No le hallaba sentido a aquello, sabía muy bien que era su hermano, no podía pensar absolutamente nada más de el, pero lo miraba tierno.

— Bueno, nada que dormir no arregle. — dijo la castaña mientras se disponía a tomar una siesta.

En la habitación del único varón Loud, se hallaba el albino, semi desnudo leyendo un cómic de Ace Savvy, su favorito, pero se halló con una imagen de su hermana Luan en la mente, con una mirada y sonrisa tierna, Lincoln se quedo pensando en aquello.

— Vaya día el que tuve — dijo el albino con mucha paz.

Pero seguía eso, incluso una imagen de el abrazando a Luan, producto del subconsiente de Lincoln.

— Vaya, mi hermana Luan siempre a estado allí para apoyarme, y yo no he echo nada a cambio. — dijo el albino decepcionado de sí mismo

En eso, llegó un recuerdo de cuando su hermana Luan le ayudó una de incontables veces.

El albino se había caído de la bicicleta que le habían regalado, se había raspado la rodilla, y le estaba ardiendo y doliendo, y Luan al percatarse de la situación, llegó a ayudarle.

— ¡Hay! ¿Lincoln estas bien? — preguntó la castaña.

— No Luan, me raspé, y me duele — dijo el niño.

— No tengas miedo, hermanito, voy a ayudarte. — habló Luan mientras levantaba a Lincoln y lo llevaba a sentarse en las gradas de la entrada, mientras entraba por el botiquín y salía nuevamente.

— Ya regresé, quiero ver tu raspón — dijo Luan mientras dejaba la caja de lado temporalmente.

— Allí esta, en la rodilla — dijo el albino mientras mostraba su herida.

— Ok — dijo la castaña mientras tomaba algodón y agua oxigenada para desinfectar la herida.

Luan pasaba el algodón mojado sobre el raspón de Lincoln, le ardía y dolía, hacia hasta su máximo esfuerzo para llorar, ya que es muy común en los niños que lloren al sentir el ardor en los raspones.

— Luan, me arde demasiado — dijo el niño mientras apretaba sus labios con los dientes.

— Tranquilo hermanito, esto no sera eterno, ya cuando mires ya voy a haber acabado. — dijo la castaña mientras sonreía y terminaba de desinfectar la herida.

— Auch, gracias Luan, eres una gran hermana, por eso te quiero — dijo el niño con felicidad mientras la abrazaba.

— Yo también te quiero Lincoln.

Terminó el recuerdo, y a Lincoln se le ocurrió una gran idea.

— ¡Ah!, dentro 2 semanas va ha ser el cumpleaños de Luan, yo mismo le haré la fiesta, para que vea cuanto la quiero y admiro, si, ¡Va ha ser el mejor cumpleaños de su vida! — dijo el albino casi gritando.

— Lincoln, ¡callate! Trato de hablar con Bobby — dijo Lori.

— Lo siento — susurró el albino, ya tenía un gran plan...