PROLOGO
Portland, Maine
26 de Abril de 1905
Marcie lavaba los trastos como era de costumbre, cuando recordó que sus hijas jugaban en ese viejo ático de esa antigua casa, que justamente allí en su infancia había jugado con su esposo, pero en ella abundaba un sentimiento de culpa que la inundaba en lágrimas, una y otra vez. Se seco las lágrimas y en su mente imagino a la hermosura de sus hijas con sus largos cabellos jugando inocentemente a las muñecas. Sus nombres pasaban fugazmente por su cabeza…
En esa casa abundaba el silencio a excepción de las risitas de las pequeñas niñas. Se oyó un estruendo provenía de la sala de estar de esa casa, asustada corrió hasta allí.
Estaba 3 hombres vestidos de negro con pasamontañas y que a lo único que se podía reconocer eran unos ojos vacios y llenos de crueldad.
Se percibió un grito estremecedor que alerto a las pueñas niñas; Suzanne la mayor por solo 10 años, se paralizo como si hubiese visto un fantasma, sin pensarlo dos veces le dijo a su hermana menor
-Renee corre escondete atrás de esas cajas, no te muevas y no hables vuelvo enseguida.
Nadie adivinaría lo que estaba a punto de suceder…
Suzanne bajo con cautela la escaleras, queria saber que ocurria aunque su instinto indicara lo contrario. Se escondio del modo que podía ver la figura de su madre, en su expresión figuraba la del autentico horror, en esa escena todo parecía ser sacado de una película, de esas que no puedes dejarla de ver porque pierdes el hilo.
-No seas tonta, dinos donde esta Chirs. – dijo el segundo hombre
-Es que esta en el trabajo no lo entienden
-Oh! Claro que lo entendemos, ña única que no entiende eres tu, tu solita te metiste en esto, nosotros nunca te obligamos
-Por favor déjenme en paz me reforme, ya no soy la misma de antes – los hombres soltaron una carcajada que tan solo de oírla te provocaba temor
-Ay Dios es que no entiendes de verdad me sorprende que una mujer tan atractiva e inteligente no pueda entenderlo todavía, haber ¿De que manera te lo explico?
-Ya se que me equivoque.
- ¡Callate!- interrumpio – no quiero oir tus estupideces me traes harto, nunca debiste haberte metido conmigo te destruiré a ti y a toda tu familia, eres una p***a – las lagrimas corrian por las mejillas enrojecidas de Marcie, sabia que iba morir, pero ella se lo había buscado, ahora, imaginar a sus amadas hijas sin una madre y esposo al que había traicionado sin su esposa, merecia la muerte pero ¿Y su familia? ¿Qué pasaría con ella?
Todavía estaba allí Suzanne veía la pistola del hombre apuntándole a su madre, se dio cuenta que lloraba al mismo tiempo que temblaba te quiero mucho mamita Pensaba que tal vez no la volveria a ver jamas.
-Juro por Dios que tu y tu descendencia sufrirán por haberme traicionado- dijo aquel hombre que sin perder el tiempo disparo dos, veces uno al corazón y el otro a la cabeza.
Esa imagen quedo por siempre en la cabeza de Suzanne, vio como mataron a su madre, no paraba de preguntarse ¿Por qué? , sus manos temblaban todo su ser se cayo en pedazos, siendo tan pequeña cargando con la horrible imagen de su mama muriendo ante sus narices sin poder hacer absolutamente nada.
Recordó a su hermana y subió cuidadosamente las escaleras, de paso cogió el teléfono y corrió de nuevo al viejo ático, al abrir la puerta se percató que su hermana yacía en el suelo dormida con su carita angelical, la tomo en brazos y lloro como jamas en su vida había llorado. Con ese movimiento brusco logro despertarla.
-¿Que pasa Susy? ¿Por qué lloras?- la miro y la abrazo, no pudo decirle nada.
En unas horas la casa se infesto de policías, revisando cada rincón de aquel lugar, Suzanne y Renee estaban juntas con la vecina y su padre estaba sentado viendo al vacio pensativo, no podía creer lo que ocurria, su perdida le dejo un vacio que nadie podía llenar, había perdido a la mujer de su vida, a la niña que conoció de joven que lo cautivaba con su fría mirada, aun la podía ver en sus pensamientos, delgada, curvilínea con su pelo largo oscuro y ojos azules tan claros que podias ver su alma. La recordaba tal cual era con su noble corazón, en ella su compasión, la mujer perfecta ante sus ojos. Llevo sus manos a la cabeza y por fin se dio cuenta que la había perdido, empezó a llorar desconsoladamente volviendo sus ojos rojos, se seco la lagrimas con el dorso de la mano y entre sus pensamientos se dijo: Te amo Marcie no importa que
