Sam conducía en medio de la noche por la carretera. Nunca le habían gustado esa fecha, demasiados malos recuerdos y fue el momento exacto en que todo comenzó. Agradecía que Dean le diera su espacio y le permitiera estar a solas durante unas horas. El castaño se detuvo en medio de la solitaria carretera, estacionó a un lado del camino y se bajó del auto para sentarse sobre el capot. Hoy se cumplían cuatro años desde que ojos amarillos asesinó a Jessica. A pesar del tiempo, seguía sintiéndose muy triste cada vez que llegaban esas fechas, todos esos malos recuerdos volvían a su mente, la culpa, el remordimiento y como ese demonio destruyó su familia y luego asesinó a la única mujer que ha amado. Una solitaria lágrima rodó por su mejilla.

-Jess…-

Cerró los ojos unos segundos cuando sintió algo suave que se pasaba por su mejilla y se sobresaltó mirándolo fijamente.

-¿Gabriel?-

-Hola Sammy, ¿Qué haces aquí tan solito?- preguntó el arcángel para sentarse a su lado- ¿Y el rubio idiota? ¿Te dejó tirado aquí? Ese mono no se te despega ni por si acaso-

-No hables así de mi hermano- dijo Sam mirándolo- ¿Y qué haces tú aquí? Por favor déjame solo, si vienes a molestarnos, te pido que por favor te-

Sam no alcanzó a terminar la oración cuando sintió que el ángel afirmaba la cabeza en su hombro izquierdo. El castaño no dijo algo, solo se limitó a mirar el cielo nocturno y sin entender muy bien, comenzó a hablar. Tenía el presentimiento que Gabriel sabía muy bien que hacia ahí.

-Ya han pasado cuatro años… desde que Jess…-

-¿La querías mucho?- preguntó el arcángel sin moverse de su lugar.

-Sí… la amé mucho y por mi culpa-

-No Sammy, no hagas eso- Gabriel lo tomó por la barbilla para que lo mirara- Estoy seguro que ella fue muy feliz a tu lado-

-Pero-

-No Sam, aun si hubiera sabido lo que hacías antes de ir a la universidad, ella no te habría dejado-

-¿Cómo lo sabes? ¿Tus poderes angelicales?-

-No tontito, digamos que acabó de hacer una visita muy particular-

-¡¿Viste a Jess?!-

-Sí, ella está bien, Sammy, y es hora de que sigas con tu vida porque la pondrás muy triste si sigues lamiéndote-

-Gabriel…-

-Eres un hombre estupendo, Sammy, Jess sabe que hiciste todo lo que podías y está feliz del magnífico hombre que eres- el cazador sonrió un poco- Jess tenía razón-

-¿Eh?-

-Dijo que te ves muy lindo sonriendo-

Sam lo miró fijamente y el arcángel sonrió para luego inclinarse un poco, acortar la distancia entre ambos y capturar los labios del cazador en un suave beso. Sam cerró los ojos durante unos instantes y luego miró a Gabriel sonriendo un poco.

-¿Y eso?-

-De parte de Jess- Sam sonrió de medio lado- Y también de mi parte-

Sam vio como Gabriel desapareció del lugar y se recostó sobre el parabrisas sonriendo mientras miraba el cielo nocturno. Ya era hora de seguir adelante y dejar atrás los remordimientos y las culpas. El cazador suspiró.

-Gracias Jess-

Sam se quedó unas horas más, disfrutando de la vista. Mientras conducía por la carretera, se prometió que el siguiente año no volvería a deprimirse, esperaría el siguiente aniversario de la muerte de Jess con una amplia sonrisa y quizás, en compañía de un bromista angelito de ojos color miel.