Capítulo 1. Encuentro inesperado.

Ciento cincuenta kilómetros por hora marcaba el cuentakilómetros de mi deportivo, apenas veía paisaje por los lados, los árboles se reflejaban rojizos y granates sobre la pintura metálica del coche. Miré el retrovisor interior y presentí que algo me iba a pasar, no sabía si era malo o bueno. Dejé de pensar y aceleré. Nadie en la carretera, podía más y lo hice. Doscientos por hora, una locura pero me gustaba la sensación de correr, los árboles de Smallville se volvieron líneas alrededor del asfalto, qué sensación…

Un coche estacionado en el arcén derecho, desaceleré y paré varios metros delante del vehículo. No parecía haber nadie en el interior ni tampoco en los laterales externos ¿Estaría abandonado? El coche en sí no parecía gran cosa, antiguo y algo descuidado, matricula bastante vieja y procedente de un pueblo bastante lejano al juzgar por su carácter.

El capó estaba abierto pero sin mal aspecto, seguí observando los alrededores hasta que tras la puerta interior vi a una chica. Yacía sentada en el bordillo, con el móvil en la mano parecía estar buscando algún número de ayuda. ¿Quién mejor que yo la podría ayudar? Aunque bien pensado quizás sería como la otra vez, una periodista que me obligó a hacer una entrevista.

-¿Hola? –pregunté distrayéndola. Se giró hacia mí, no me esperaba. No le pude ver los ojos pero parecía bastante guapa, cabellos negros y algo ondulados, las ropas no eran de una periodista, al menos eso me pareció.- ¿Te puedo ayudar en algo?

-Hola… -saludó levantándose. Su cuerpo comenzó a agradarme.- Se me ha acabado la batería y no tengo ninguna de recambio. –salimos al asfalto, su piel era más clara a la luz del sol, aún así no podía verle el color de los ojos, llevaba gafas de sol. Su voz sin embargo era dulce y divertida.

Cogí el móvil y con solo una tecla llamé a mi mecánico privado, él haría la faena.

-¿Cómo te llamas? –miré sus ropas, no iban muy escotada pero sí atractiva.

-Nessa Donwell. –me tendió la mano y la cogí con gusto para saludarla más cortésmente.

-Lex Luttor. –dije sonriente.

-Menuda sorpresa, es un placer. –sonrió.

-Supongo que me conocerás por el apellido. –dije sabiendo que todos me reprochaban por el apellido de mi padre.

-No. Su nombre resonó mucho en Illaville cuando apareció hará unos años.

-¿Eres de Illaville?

-Sí. –se quitó finalmente las gafas dejando ver unos ojos azulados preciosos.- Vivía allí hasta hoy. ¿Puedo tutearle?

-Claro. ¿Si vivía allí donde lo hará ahora? –la curiosidad crecía en mí a medida que la miraba.

-En Smallville, de momento de alquiler en un piso a las afueras.

-¿Trabaja?

-Sí. Soy dibujante. He dibujado, pintado, producido y recreado series de ánime como Chicas de ciudad, Enamorada o Chico malo.

-Son series que han tenido gran éxito en metrópolis. Yo leía Girl Hentai ¿podría ser tuyo? –parecía como si dudara por un momento.

-Sí… casi pierdo el trabajo por publicarlo, solo está en cómic.

-¿Pierdes el trabajo? Pero si es muy bueno, aún lo leo de vez en cuando.

-¿En serio? –sonrió vergonzosa-

-¿Qué te ocurrió para que perdieras el trabajo?

-La productora me exigía una serie nueva para chicas y chicos de mayores de diecisiete, yo no sabía que hacer, me habían dado tres meses y si no hacía algo me echarían a la calle. ¿Qué hice? Renovar una historia que hice con quince años. Girl Hentai me supuso un gran reto ya que de infantil lo cambié a puro sexo. Fue un cambio radical para mí, pues en los demás no me atrevía a pasarme y en ésta derroché toda la lujuria guardada. ¿Pero porqué te interesa mi vida?

Quedé bloqueado, no supe qué decir, menuda pregunta.

-Estar hablando con toda una productora del dibujo no está nada mal, es interesante. –lo era realmente.

-Nunca me habían preguntado por mi vida, mi nombre solo sale en la carátula trasera de los comics y en la tele ni me nombran.

-¿No has llegado aún a tener el éxito completo?

-No, pero creo que nunca se llega a eso. Voy ascendiendo poco a poco, mejorando la técnica y logrando que cada día me sea diferente.

-¿Cuántos años tienes?

-Pues… -se sonrojó- Veintisiete. ¿Es aquel tu mecánico privado? –preguntó cambiando de tema e indicando por el norte un coche azulado.

-Sí. Él te lo arreglará. ¿Quieres que te lleve a Smallville?

-No se como te voy a pagar lo que has hecho en cinco minutos, me esperaré no te preocupes.

-Seguramente se tendrá que llevar el coche al taller. –dije una excusa para estar con ella un poco más.

-Pero si solo es un cambio de batería. No tardará en hacerlo.

-Como quieras.

El mecánico bajó del coche, venía preparado con unos alargues para pasar la corriente.

-Buenos días señor, señorita.

-Se le ha acabado la batería. –dije caballeroso.

-Entonces me temo que me lo tendré que llevar y ponerle otra nueva.

-¿Lo ves? Te lo dije. –comenté airoso.

-¿No hay otra opción? –dijo ella resignada.

-No. –negó el mecánico.

-¿Aceptas mi oferta? –pregunté de nuevo sonriendo galantemente.

-Sigo pensando que tú eres de los que hacen muy pocos favores a los desconocidos. –bien cierto era lo que decía, pero con ella haría una excepción.

Sacó la maleta del maletero sin apenas esfuerzo, ¿tan poco dinero habría ganado para no tener apenas pertenencias?

-Parece que no llevas nada. –dije cogiendo la maleta.

-Llevo lo preciso y lo que me queda.

-¿Lo que te queda? –pregunté extrañado mientras iba a mi coche.

-Cuando vivía en el piso me habían robado tantas veces que todo lo caro me lo robaban, ropa, alguna que otra alhaja barata, pinturas, cuadros, comics, todo. Por eso vivo de alquiler, así lo que me pueden robar es mínimo.

-Parece mentira que una dibujante como tú tenga esa vida.

-Es muy duro ser dibujante, no tienes vida propia sino la que una editorial te da.

-¿Dónde estabas?

-En la Ediccion Welf.

-Es prestigiosa esa editorial. –comenté-

-Sí, pero los sueldos son pésimos, muchas horas y muchos impuestos.

-De ahí tiene el prestigio.

-Sí –asintió de nuevo- Ahora en serio ¿porqué haces todo esto? Uno cualquiera me hubiera dejado tirada hasta que me pudriera en el bosque.

-Pero no soy uno cualquiera. –me metí en el coche cuando metí la maleta en el maletero. Subió al coche casi a la vez, su rostro se tornaba cada vez más preocupado y vergonzoso.

-Nunca me había subido en uno de estos. –comentó alucinada por mi coche.

-Ahora tienes la oportunidad. –se puso el cinturón como ejemplo, yo casi nunca me lo ponía y su gesto me obligó a hacerlo.

-Me da la impresión de que es poco habitual verte con cinturón.

Era la segunda vez que me pillaba sin conocerme. ¿Qué tendría esta chica que cada vez me gustaba más?

-Sigo pensando que no sé de qué modo voy a poder agradecerte todo esto. –comentó una vez arranqué y me puse en marcha.

-No tienes que agradecerme nada.

-Nadie da algo a cambio de nada.

-Buena frase –me dije a mí mismo. Algo en mí me hacía enloquecer, el corazón se me aceleraba cada vez que la miraba.- ¿Dónde está ese piso? –pregunté bajando de mi mente.

-Me dijeron que hacía esquina con el supermercado.

-¿Qué numero?

-El dieciocho, letra B.

-Allí te llevaré.

No muy a lo lejos se divisaban amenazantes nubes de lluvia y tormenta, habría que tener cuidado con ellas y más en verano.

-Menudas nubes… -murmuró comentando el panorama.

-En Smallville las tormentas pueden llegar a ser muy peligrosas. Tornados incluso se pueden llegar a formar.

-Referente a los tornados… hace meses oí que un chico había salvado a una chica del interior de un tornado ¿Es verdad?

-Al parecer sí pero yo no me lo creí. –dije incrédulo.

Entramos en el pueblo y la chica comenzó a asombrarse cada vez más por la tranquilidad de la gente que paseaba por las calles, lo campechanos que pueden llegar a ser la gente y lo atractiva que estaba ella mirando a su alrededor.

-Que pueblo más bonito. No tiene comparación con Illaville.

-Illaville es un pueblucho de cuatro granjas y un centro en el medio, apenas de dos mil habitantes.

-Si… -asintió triste.

-Es aquí. –dije parando ante la puerta del piso en cuestión. Nunca me había dado cuenta de que aquel empedrado yaciera allí al lado del supermercado. La intuición me daba mala espina.- Toma. –le di una tarjeta con mi número de móvil y la dirección de la mansión.-

-¿Y esto? –preguntó extrañada.

-Por si te ocurre algo.

-Pareces frío –murmuró vergonzosa- pero eres más bueno de lo que creía. –Quedé sin palabras cuando me dio un beso en la mejilla, no me lo esperaba y mi rostro así lo decía.- Gracias- susurró abriendo la puerta.

Sacó la maleta ella sola y me saludó una vez estuvo en la acera, nunca podré olvidar su sonrisa. Tenía ganas de contarle mi encuentro a Clark, él seguro que me escucharía, o a Lana, así que no aparqué lejos y me fui al café donde yo mismo tenía acciones.

Espero que os guste y que me enviéis reviews con vuestras opiniones y críticas.