Inuyasha es propiedad de la talentosa Rumiko Takashashi Sensei


Paso 1

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—¿Qué ordenaran hoy? —preguntó amigablemente la joven de largos cabellos azabaches sostenidos en una alta cola. Tenia una pequeña libreta en una mano y un lápiz en la otra.

—Mhm… — uno de los aludidos tomo su mentón con los dedos, en un gesto pensativo mientras examinaba el menú. —Creo que esta vez pediré el ramen Tsukemen* —una ligera sonrisa se extendió por sus labios, iluminando su intensa mirada azul oscura. — Ya que hoy hace bastante calor, ¿No crees?

—Ahm, si —concedió ella mientras anotaba, el pedido en la libreta, perdiéndose la encantadora sonrisa que dejaba ver los blanquecinos dientes del comensal. — ¿Y usted? —inquirió al joven sentado frente al ojiazul.

—Lo mismo de siempre — mascullo, parecía un poco malhumorado. Tenia su mentón apoyado en la palma de su mano y miraba en la dirección contraria en la que se encontraba la muchacha.

—Bien —ella lo anoto también en su libreta— Sin picante ¿verdad?

—Aja —fue todo lo que obtuvo por respuesta.

La muchacha intento no hacer una mueca molesta, después de todo, su trabajo era ser amable.

—¿Se les ofrece algo mas?

—Pensándolo bien, creo que si, agrega otro Tsukemen y… — el ojiazul mostro otra de sus radiantes sonrisas— ¿Que tal tu numero? — como acto reflejo le llego el golpe de un pie por debajo de la mesa.

La joven se limito a sonreír, algo incomoda.

—Dos tsukemen y un tradicional, se tardaran unos diez minutos. Se los traeré luego —menciono para luego retirarse con una leve inclinación.

El golpeado joven acaricio su lastimada rodilla.

—Oye, eso me dolió — se quejo a su compañero una vez que la mesera se alejo.

—¡Feh!, es porque eres un debilucho, Miroku —contesto el aludido frunciéndole el ceño. — Además de un mujeriego.

—Oh, vamos, alguien tenia que hacerlo.—se quejo Miroku soltando un agotado suspiro— Me estoy haciendo viejo esperando que tu lo hagas

—¿D-de que rayos estas hablando? —titubeo él, repentinamente nervioso.

—No te hagas el tonto, Inuyasha —Miroku le clavo una seria mirada— Estas loco por ella. — el ojiazul señalo disimuladamente con un movimiento de barbilla a la joven mesera que ahora atendía a otra mesa.

La mirada de ambos jóvenes fue a dar con ella, unos metros mas allá. Miroku la observo unos momentos, analizándola. Él podría considerarse un gran conocedor de mujeres y un admirador perpetuo de la belleza femenina.

Sin duda era bonita. No del tipo de mujer atractiva y exuberante que te roban el aliento con tan solo verlas, tampoco podría decirse que tenia la belleza clásica de la mujer japonesa, ni mucho menos cumplía con los atractivos estándares de belleza de las mujeres occidentales. Simplemente era bonita; ojos grandes, nariz pequeña, cuerpo menudo, del tipo de chica que hace que un simple uniforme, como el que llevaba puesto, se viera bien.

Miroku sospechaba que incluso aunque se pusiera una vieja y sucia ropa se vería bien. Volteo su mirada a su amigo. Sonrió para si, era tan obvio.

Inuyasha observaba fijamente a la joven, su habitual mirada dura y molesta, ahora era cálida y brillante.

Embobado, fue la primera palabra que se le vino a la mente a Miroku en cuanto lo vio, sintió el impulso de cerrarle la boca antes de que empezara a caer baba de ahí.

Aunque no podía culparlo, la chica en esos momentos estaba mostrando aquella sonrisa. La primera impresión que tuvo de ella fue pensar que era atractiva, aunque por supuesto no superaba la belleza de las mujeres con las que usualmente él mismo salía. Sin embargo y por curiosidad ante las reacciones de su amigo comenzó a prestar mas atención, fue entonces, que por motivos que no alcanzaba a entender, cada vez que iban a comer a ese lugar, noto que la muchacha parecía volverse mas y mas atractiva. Supuso que una de las razones era esa sonrisa que mostraba tan amigablemente a los clientes que atendía en esos momentos.

Y entonces lentamente vio como su amigo había llegado hasta este estado. Al principio había sido divertido de ver, pero ahora… era algo triste.

Suspiro frustrado.

—Inuyasha, ¿Por que simplemente no vas y le hablas? —aconsejo, abanicándose con la hoja del menú, estaba realmente caluroso.

—¡Claro que no! —exclamo su amigo, sonrojado— ¿Por qué piensas que podría gustarme esa mujer? —se defendió intentando sonar ofendido.

—Bueno… —el joven tomo aire, preparándose— Hemos venido aquí durante los últimos cuatro meses, al menos dos veces a la semana.

—Eso es porque el ramen es muy bueno. —se excuso, encogiéndose de hombros.

—Aja, y no tiene nada que ver con que la mesera también este bue…—una nueva patada por debajo de la mesa no lo dejo continuar. —Sabes, no deberías golpear al único amigo que te acompaña en tus travesías de acosador.

—¡El único acosador eres tu!

—Comenzamos a venir los martes y viernes porque descubriste que eran los únicos días que trabajaba —lo acuso el ojiazul, señalándolo con el dedo, dramáticamente.

—¡Eso no es cierto! —volvió a defenderse, aunque el sonrojo en sus mejillas iba en aumento, delatándolo.

—Como sea —Miroku apoyo su cabeza en su mano, Inuyasha era realmente agotador a veces— Si seguimos así, engordaremos y además seremos pobres, así que apresúrate e invítala a salir.

Pero antes de que el aludido pudiera contestar, alguien llego apresuradamente sentadose al lado de Miroku.

—Hola chicos —saludo la recién llegaba acomodando su bolso a un lado— ¡Pero que calor hace! —se quejo abanicándose con las manos.— ¿Cómo pueden comer Ramen en un día así?

—No hay estaciones para el amor, querida Sango —contesto Miroku, jocoso.

Escucharon como el chico frente a ellos bufaba ante la mención de la palabra. Sango rodo los ojos en respuesta y miro a Miroku con intensidad, increíblemente seria.

—Entonces ¿Ya lo hizo? —pregunto en un susurro, casi como si hablaran de un crimen del que nadie podría enterarse.

—Lamentablemente aun no— contesto en el mismo tono— Me temo… que es un cobarde.

—¡Rayos! —Sango llevo su dedo gordo a su boca, mordiéndolo, su mirada se volvió resolutiva — Tendremos que intervenir.

—Sango… —Miroku le sostuvo la mirada, mortalmente serio— ¿Sabes lo sexy que te ves en estos momentos?

Un fuerte golpe en la mesa los saco de su siniestro mundo.

—¡Estoy aquí! —Inuyasha había golpeado la mesa con sus manos— Puedo escuchar todo lo que dicen.

—Tendremos que dejar la conversación sucia para después, Sango— el ojiazul se llevo una mano al pecho, parecía apenado.

—¿De que conversación sucia estas hablando? — inquirió la joven castaña molesta— Argh, como sea, Inuyasha, debes invitarla a salir. Ahora. —demando, golpeando con su puño la mesa, para darle mas fuerza a sus palabras.

—Cuantas veces tengo que repetirles que no estoy en interesado en esa mujer —protesto, cruzándose de brazos, el sonrojo en sus mejillas era perfectamente visible para sus amigos.

Ambos suspiraron frustrados.

—Inuyasha, no trates de engañarnos, has estado acosando a la mesera durante demasiado tiempo… —lo regaño Sango.

—Es cierto —intervino Miroku, luego bajo un poco el volumen de su voz y le hablo a la castaña— A veces lo he visto pasearse por afuera del local en las noches, esperando a que la chica salga.

—Wow, eso definitivamente es… raro. —continuo el cotilleo. — ¿Crees que la siga hasta su casa?

—Oigan, sigo aquí y puedo escucharlos — Inuyasha tenia los ojos fuertemente cerrados y sentía una vena palpitar en su frente— ¡Y definitivamente no la sigo hasta su casa! Y Miroku, ¡Has estado siguiéndome! ¡Acosador!

—Solo estaba preocupado por ti, querido amigo…

—Bien, Inuyasha, lo pondré así, si no la inventas ahora, perderás tu oportunidad —aconsejo Sango, decidida.

—¿A que te refieres…? —antes de que pudiese terminar, su amiga señalo con un movimiento de cabeza en dirección a la susodicha.

Ahí estaba ella, con su lindo uniforme que consistía en un simple kosode blanco y un pequeño delantal negro. Conversaba amigablemente con un muchacho de cabello castaño claro que no hacia otra cosa que sonreírle como un idiota.

—¿Quién es ese imbecil? —soltó por impulso Inuyasha.

—Podría ser un amigo… —sugirió el ojiazul.

—Creo que le gusta —comento la castaña.

—Quizás sea su novio —volvió a mencionar Miroku.

—¿T-tiene…novio? —Sango y Miroku se percataron del momento en que lo hombros de su amigo cayeron y su mirada se volvió angustiosa.

—Bueno, es bastante posible, es bonita, joven, se ve agradable… — Sango se detuvo cuando Miroku la codeo. Inuyasha tenia cabeza gacha, estaba mirando sus manos apoyadas en las mesa, parecía realmente deprimido.

—No te desamines ahora Inuyasha, quizás no sea su novio, podría ser otro acosador como… —ahora fue Sango la que tuvo que codear a Miroku.

—Mira, haremos lo siguiente —propuso Sango, toda una estratega de batalla— Cuando ella venga tu…

—¡Regrese! —anuncio la joven mesera animadamente, manejaba hábilmente una gran bandeja con tres platos de ramen— Lamento la demora, ha venido bastante gente, a pesar del calor —les sonrió mientras ponía un plato para cada uno.

—Debe ser porque la mesera es muy bonita —comento Miroku con su sonrisa experta— Y por la mesera, me refiero a ti. —ahora sus piernas fueron atacadas por dos golpes ocultos bajo la mesa.

La chica lo ignoro.

—¿Necesitan algo mas? —les pregunto a los tres chicos, servicial.

Sango carraspeo y Miroku golpeo una de las piernas de Inuyasha para que reaccionara.

—Ahm… yo —titubeo el joven, sentía que la cara le ardía.

—¿Te sientes bien? —la mesera ladeo su cabeza, un poco preocupada— Estas muy rojo…

—Es solo el calor…. —se excuso él, desviando la mirada, visiblemente nervioso, lo cual para la que gente que no lo conocía significaba que se volvía aun mas rudo que de costumbre.

—Si, hace bastante calor, ¿No crees? — intento ayudarlo Sango, lo que menos necesitaba era que la muchacha se asustara por su actitud.

Como para reafirmar sus palabras se quito la camisa que llevaba encima, quedándose con una playera de mangas cortas.

—Podría traerles un vaso de agua helada…—sugirió la muchacha hasta que noto las ropas de Sango— ¡Oh! Tu playera es de The Mijabes —exclamo la azabache, emocionada.

Sango reparo en su ropa un momento y luego cruzo una rápida y cómplice mirada con Miroku.

—¡Si! ¿los conoces? ¡Soy una gran fan! —exclamo la castaña con el mismo entusiasmo.

—¡Me fascinan! Nunca había conocido a otra persona que les gustaran—la mesera abrazo la bandeja vacía contra su cuerpo— lo cual es una pena, porque este fin de semana habrá una presentación…

—¡Es cierto! No sabes cuanto he estado esperando este evento.

—Si, será maravilloso, justo para el festival de verano.

—Entonces… ¿no tienes con quien ir? —inquirió Sango, suspicaz.

—Bueno… —abrazo la bandeja con timidez— No todavía…

—¡Bien! Tendrás que venir conmigo —aseguro Sango, decidida.

La mesera le parpadeo unos momentos, procesando la información.

—¿Eh? ¿E-en serio?

—Si, justamente estábamos hablando de eso —le sonrió a sus amigos, con intención. —Iremos los tres, estaríamos encantados si nos acompañas.

—Eso… suena genial —un ligero sonrojo cubrió las mejillas de la chica, parecía conmovida.— Siempre he querido ir acompañada de otros fans

—Mi nombre es Sango —le extendió una mano, amistosa.

—Soy Kagome — le devolvió el apretón. —ah, espera un momento —Kagome pareció anotar algo en su pequeña libreta, luego arranco la hoja y se la dio a Sango. —Debo ir a atender otra mesa en estos momentos, pero podemos estar en contacto. —la chica le guiño un ojo a su nueva amiga y se despidió con la mano para continuar su trabajo.

La mesa se quedo en silencio una vez que se fue. Inuyasha y Miroku miraban a Sango, sin parpadear, atónitos.

El joven de enamorado fue el primero en hablar.

—Sango… —parecía algo turbado— ¿qué rayos es The Mijabes?

—Realmente no lo se, esta playera es de mi hermano — Ella se encogió de hombros, con inocencia. —Pero ahora, es nuestra banda —pareció pensarlo mejor— o lo que sea, favorita.

—¿Le mentiste? —inquirió Inuyasha con incredulidad.

—¡Oh!, Sango, debes enseñarme todos estos nuevos trucos.

Sango examino el papelito en sus manos y lo extendió con elegancia sobre la mesa, una sonrisa triunfal se extendió en su rostro.

—Y así niños, es como se consigue el numero de una chica.

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TSUKEMEN RAMEN: es tradicional comerla en los meses de verano. El tsukemen ramen se sirve en dos bol distintos: en uno los fideos ligeramente fríos y en un otro el caldo. Los fideos se van sumergiendo poco a poco en el caldo y comiendo acompañado de los aderezos y demás ingredientes.


Cosas que se me ocurren en la noche.

Que duerman bieeeen.