El tigre saca las garras

Resumen: Kagami es un pequeño tigre llevado a su idea, desde que vio a Aomine no ha parado de acosarlo, esta vez ocupando su celo en el proceso.

Convocatoria del grupo Aokaga de face

Marzo de drabble

Categoría: KNB

Personajes: Aomine Daiki, Kagami Taiga.

Géneros: Romance.

Advertencias: Shota.

Clasificación: NC-17

Completo: Sí

Capítulos: 1

Disclaimers: Los personajes de este fic no me pertenecen.

-Lo siento, Kagami, pero no saldrás de aquí hasta que tu celo se pase.

El pequeño pelirrojo de doce años miraba por la ventanilla a su padre, retándolo con la mirada, literalmente lo tenía atrapado para que no saliera de su habitación. Llevaba tres días ahí y aun le faltaban dos.

-Quiero a Daiki aquí –dijo meneando las caderas, sintiendo como la sangre se le subía a la cabeza al sólo nombrar al alfa que quería entre sus piernas.

-Vasta, Taiga, sólo eres un niño y no pasaras tu celo en compañía de nadie hasta que tengas quince –fue lo último que dijo antes de cerrar la ventanilla para no tener que ver como su angelical hijo perdía los estribos masturbándose como un animal.

Taiga quería a Daiki, desde que lo conocía al salvarlo en un asalto a la tienda comercial en la que estaba comprando con su madre. Lo vio como un héroe y desde ese día no paró de buscarlo, entregarle regalos y robarle besos cuando el universitario no se daba cuenta. Gracias al destino Aomine vivía con sus padres a un par de cuadras de su casa, así que para Taiga fue un gozo el encontrarlo.

-Quiero a Daiki –dijo removiéndose en su cama-. Quiero su pene entrando en mi cuerpo –se metió un par de dedos en el ano, queriendo emular las envestidas que el moreno daría a su cuerpo cuando estuviera erecto. Retorcía sus pezones y los pellizcaba con fuerza.

Toda la dulzura que normalmente emitía el pequeño pelirrojo se volvía fuego y pasión cuando entraba en celo. A temprana edad, por culpa del amor, había dicho el médico que lo reviso. Taiga había encontrado a su pareja destinada y quería aparearse con él, pero era demasiado joven, ni el mismo Daiki estaba de acuerdo con tomar la virginidad del niño, por lo que aceptó el compromiso con el pequeño tigre, con la condición de no ponerle un dedo encima hasta que cumpliera los quince.

Por otra parte estaba el mismo Taiga, al que sus padres literalmente tenían amarrado en una silla. Había sentido el olor del celo de Taiga desde su casa. Sus padres se preguntaban si de verdad era así, o el vinculo que tenían era demasiado.

-Tienes que mantener la calma, hijo –dijo la mujer pasando un paño de agua fría por la cabeza de su hijo.

-Ese maldito mocoso… en cuanto este celo pase tendremos una seria conversación –dijo apretando os dientes.

No había sido una noche fácil, el olor de Taiga a la distancia, su cansancio y los músculos entumecidos por estar todo el día sentado y maniatado, le habían hecho una mala jugada. Un sueño erótico que no pudo calmar, donde tomado de los brazos al pelirrojo y lo desvestía con fuerza, luego, y sin ninguna ceremonia, lo penetraba con fuerza haciéndolo sangrar y gritar. No había sido lindo soñar con que violaba a Taiga y tendría que hacer algo en verdad para calmarse, porque si no lo haría en el próximo celo. Quizás un viaje al extranjero un par de años hasta que Taiga cumpliera quince y poder casarse con él.

-Juro que lo mato.

Fin

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