+Lovely 10+
Por la mañana, la ciudad se vuelve concurrida. Los trenes están abarrotados, mientras las calles se llenan de carros y autobuses. Por ello, la manera más fácil es ir en bicicleta y manejar por la acera. Aunque es peligroso, pues también hay peatones pasando. Sobre todo chicos que van al colegio y niños que corren a la escuela.
- ¡Abran paso!
Resonó en una de las calles de Twilight Town, mientras una chica manejaba su bicicleta muy apresurada. Su reloj le indicaba que llegaba tarde al colegio, justo en el día que le tocaba servicio. Asustada, manejó a toda la velocidad posible. Apenas entrar en el colegio, estacionó la bicicleta y corrió a su salón. Al menos, su compañero ya había llegado. Un chico de cabello rizo blanco y ojos serenos color azul, además de una altura considerable. Él, sorprendido, miró a la chica que abrió la puerta de golpe. Por ello, la chica lo saludó, aunque estaba jadeando ruidosamente mientras se apoyaba en la puerta.
- Buenos…días. - susurró, levantando la mano dificultosamente.
- Buenos días, ¿estás bien? -respondió el chico, mirándola ir hasta su asiento. - Parece que te has demorado un poco…
- Lo siento, Cecil…
Por todo el año, su historial había sido limpio. Sin embargo, ésa vez había sido la excepción. Se había despertado unos veinte minutos tarde y ni siquiera tuvo tiempo para peinar su cabello. Además, su compañero de clase y de servicio llegó primero, unos treinta minutos antes. Por tanto, tenía casi todo listo. Avergonzada, ella se disculpó una vez más.
- Lo siento, de verdad…
- Está bien, no importa, delegada. - contestó él, sentándose en su asiento mientras ella sacudía los borradores. - ¿Insomnio, de nuevo…?
- Si. - confirmó ella, deteniéndose al estornudar. - No me he sentido muy bien estos días…
- Vaya, ¿no te estarás forzando mucho? - preguntó Cecil, a lo que ella suspiró.
- No lo creo. Si gastara mucha energía, caería rendida rápido…
- Entonces, ¿hay algo que te preocupe? - sugirió el chico, inclinando su cabeza a un lado. - Problemas amorosos, ¿quizá…?
- Eso…
El chico lo mencionó al ser el problema más común en los jóvenes de aquella época. Pero en cierto modo había acertado. En realidad, la chica había estado ocupando el puesto de delegada en su salón desde que entró a la secundaria. Todos confiaban en ella y viceversa, pero en los últimos días algo la hizo reflexionar sobre su vida amorosa. La cual no había desarrollado ni al nivel más mínimo. Estaba demasiado ocupada para ello.
-…no creo que sea.
- Entonces, ¿problemas familiares? - insistió Cecil, cuando ella colocó los borradores en la repisa de la pizarra. - O quizá si te estás forzando mucho…
- No. - fue la respuesta a su pregunta. - No lo creo. Quizá sólo estoy pensando mucho…
- ¿En qué?
- No lo sé. - mintió la chica, al sentarse junto a su amigo y quitarse la cinta que mantenía su cabello en un moño mal hecho. - ¿Me harías el favor?
- Está bien.
El chico sacó un cepillo de su bolso y se levantó, colocándose detrás de ella de pie. Primero pasó su mano sobre los cabellos rojizos ondulados, para que se aplanara un poco y después comenzó a cepillarlos. Por su lado, la chica sólo se mantuvo recta, mientras él cumplía con el favor.
- ¿Y cómo vas con Rosa? - preguntó la chica, luego de soltar un gemido por un enredo en su cabello que el Cecil haló sin querer. - ¿Cómo siempre?
- Si. El fin de semana iremos al cine.
- Ah, eso es bueno. - respondió ella, entonces la puerta se abrió.
- ¡Buenas…! - saludó una voz que ambos chicos reconocieron sin voltear a ver.
- Buenos días, Tidus.
El moreno de cabello castaño, desteñido por la luz del sol, y ojos azules entró, saludando enérgicamente. Lo que inspiró a la pelirroja, quien aún estaba un poco adormilada. Curioso, el recién llegado se acercó a ellos para ver que hacían.
- ¿Sucedió algo?
- No, nada. - aseguró Cecil, tomando la liga y haciéndole un moño a la chica.
- Delegada, siempre llevas un moño. - comentó Tidus, siendo sincero. - No se ve mal, pero ¿Qué tal si cambias de look?
- No tengo tiempo para ello. - rebatió ella, como una excusa. - Además, es demasiado problemático.
- Cecil puede hacerlo por ti, ¿no? - sugirió el moreno, con una sonrisa.
- Si, puedo hacerlo. - confirmó Cecil, contento con la idea. - Unos moños te quedarían bien.
Aún así, la chica se negó. Una delegada con moños no se vería muy imponente, ni seria. Aunque eso también era una excusa barata. Sólo quería evitar eso como pudiera. Y aún así, Tidus insistió.
- ¡Te quedarán bien, no te preocupes! - aseguró a la chica, pero ella se negó rotundamente.
- No es no.
- Si te quedan mal te las quitaré. - dijo Cecil, lo que la convenció un poco.
- Bien, acepto…
De su bolso, Cecil sacó una liga para el cabello de color azul que hacía contraste con la de la chica, que llevaba el color azul marino. Fue así como en menos de un minuto, la chica llevaba un nuevo peinado nunca antes pensado (para ella). Tidus sonrió y exclamó enérgicamente.
- ¡Te quedan!
- N-no lo creo…- opinó ella, sin siquiera conocer su apariencia - Me siento muy incómoda con esto…
- No te preocupes, te acostumbrarás. - insistió Tidus, agitando sus manos de arriba abajo, como si ese gesto fuera a convencerla.
- Aún así…
Entonces, todos se quedaron en silencio cuando la puerta se abrió nuevamente. Eran otros chicos del salón. Uno de piel un poco morena, cabello plateado desordenado arriba y una larga cola en su espalda con ojos marrones: Firion. Además de otro de cabello rubio en picos, ojos azules y un zarcillo en su oreja izquierda: Cloud.
- Buenas…- saludó Firion, caminando a su asiento. - Como siempre llegan muy tempra…no.
-… ¿Qué tal? - dijo Tidus, señalando a la chica.
- Delegada… - susurró Firion, un poco sonrojado, intentando no disimular su nerviosismo. - ¿Qué es lo que…?
- Me obligaron.
- Oh, ya veo…
Luego de eso, la chica dirigió la mirada a Cloud, que estaba parado a un lado de la pizarra. Él la miraba fijamente, lo que la hizo sentir nerviosa. Sin embargo, él sólo se mantuvo en silencio, manteniendo a todos en expectativa y desesperándolos cada vez más.
- Buenos días. - dijo Cloud, finalmente, sentándose en su asiento sin hacer comentarios del nuevo look de su compañera de salón.
- ¿¡Eso es todo!? - gritó Tidus, quien se estaba comiendo las uñas de la tensión. - ¿¡No tienes nada que comentar!?
- No me interesa. - aseguró, lo que la pelirroja rebatió enseguida.
- Entonces, ¿¡por qué tienes esa pequeña sonrisa en tus labios!?
Cloud sólo cerró sus ojos e ignoró los gritos de molestia de sus compañeros, que le exigían su opinión o algún comentario. Y sin embargo, él no soltó prenda alguna. Por ello, Tidus siguió molestándolo. Al menos hasta que la puerta se abrió. Un chico de cabello blanco azulado, ojos azules y una expresión seria que lo caracteriza; apareció.
- Presidente Hikari…- susurró la chica, un poco angustiada.
- Están haciendo mucho ruido. - reclamó él, cruzado de brazos. - Puedo escucharlos al caminar por el pasillo.
- Si, lo sentim-
- Buenas, presi. - saludó Tidus, levantando la mano y luego señalando a la chica. - ¿No nota algo diferente?
Fue así entonces como el presidente del Consejo Estudiantil, Hikari (WoL), se quedó mirando a la chica fijamente. En busca de algo fuera de lugar. En ello, llegó una conclusión. Que manifestó a todos los presentes, para luego ser rebatido por Firion.
- No has dormido bien recientemente.
- ¿Por qué has visto sus ojeras, ignorando su cabello?
-…Ah.
Luego de eso, él se fue. Estaba muy ocupado, así que ignoró a los chicos y salió de allí. Los cuatro chicos y su compañera se sentaron cerca, para jugar a las cartas mientras se hacían las nueve. Al parecer, el profesor de la primera hora no iba a venir porque resultó ser que salió un juego nuevo y él estaba en la cola para comprarlo.
Estaban muy entretenidos, hasta que al rato entraron otros alumnos del salón, que sólo murmuraron quejas sobre el nuevo look de su compañera. Lo que hizo enojar a Tidus y a Firion, que los veían fijamente. Cecil también los observó un poco enojado, pero no hizo comentarios.
- Que molestos. - susurró Tidus, fulminándolos con la mirada.
- De verdad. - coincidió Firion, imitando a su amigo. - A-aunque le quede bien…
- Son de lo peor. - agregó Cecil, resoplando.
- No importa, chicos. No hace falta que se molesten por algo así.
Al parecer, las quejas no afectaban a la chica. Por lo que les pidió que pararan. Sin embargo, algo llamó su atención y la de sus tres amigos. ¿A dónde había ido Cloud? Pocos minutos antes estaban hablando sobre un jugando y él estaba contando algo de la chica de la tienda de flores a la que va Firion.
- Si no paran, los haré parar.
Esas fueron las palabras que alertaron a los cuatro chicos. Pues era su amigo, que se levantó y fue hasta donde los chicos para amenazarlos. Sin embargo, los chicos no tomaron su amenaza en serio y se burlaron de él. Enseguida, la chica se levantó para detener al rubio de que hiciera alguna estupidez. Intentó halarlo por el brazo, pero no tuvo éxito. Pues él se soltó, sin prestarle mucha atención. Aunque el ambiente de tensión fue arruinado por un grito que vino del pasillo.
Todos dirigieron la mirada a la puerta abierta, sólo para encontrarse con la figura de un chico rubio un poco oscuro, de cabello amarrado con una cinta sobre su espalda y ojos azules, además de baja estatura. Era de otra clase, Zidane.
- Oh, es Yitán. - dijo Tidus, saludándolo.
- Hola, chicos - respondió, entrando al salón. - Delegada, has robado mi mirada…
- ¿Con sólo unos moños…? - rebatió ella, cruzándose de brazos y colocando una mano en su cara para ocultar un ligero rubor en él. - Estás exagerando…
Entonces, como salidos de la nada aparecieron dos chicos más. Uno de cabello marrón oscuro corto, ojos azules y una cicatriz entre su nariz y se ceño: Squall. Y el otro de cabello castaño, también corto, de ojos marrones claro y una sonrisa en su rostro: Bartz.
- Oh, pero si se ven bien en ti. - comentó este último, entrando al salón.
- Ustedes…- susurró Squall, un poco, molesto - Estamos llegando realmente tarde, ¿saben?
- Buenos días, a todos…
Una nueva voz llamó la atención de todos, mientras una chica se asomó por la puerta, junto con un chico. Eran Terra y Onion. La chica rubia de ojos violetas, con el cabello amarrado en una cinta haciendo una cola de caballo rizada. Con el chico de baja estatura, rubio oscuro y ojos verdes, con una cola en su espalda además de grandes ojos.
- ¡Buenos días, chicos! - saludó él, para luego mirar a la pelirroja un poco desconcertado. - ¿Quién eres?
- Que cruel…
- ¿Mm? Esto…- susurró Terra, señalando las coletas de la otra chica. - Creo que están un poco…torcidas.
Al decir eso, la pelirroja miró a Cecil un poco enojada. Sin embargo, éste negó que fuera su culpa. Resultó ser que la coleta estaba dañada, así que la chica rubia tuvo una idea. Se quitó su cinta y luego Zidane le entregó la suya. Fue de esa manera que la chica quedó con dos lindas trenzas en su cabello. Con una cinta rosa y otra azul…
- ¡Genial! - exclamó Bartz, pero luego gruñó un poco. - Algo no me cuadra…
Él comenzó a deshacer las trenzas y le recogió el cabello todo sobre la cabeza, para hacerle un moño allí. Entonces vino Terra y dijo que no se veía bien. Por ello, Zidane tomó su oportunidad para rehacer los moños de antes.
- ¡Se ven horribles! - se quejó Tidus, acercándose a la chica. - ¡Yo lo haré!
Él lo intentó. Nadie puede negárselo. Pero no tuvo éxito. Y aún así, lo peor de todo fue que estuvo contento con su trabajo. A pesar de que no podría ni llamársele trenzas, él estuvo contento con lo que hizo.
- No lo haces bien. - dijo Firion, para deshacer el peinado y tomar las riendas del asunto. Fracasando en el intento. - No se ven para nada bien…
- Yo lo haré. - aseguró Cloud, colmando la paciencia de la delegada.
- ¡NO SOY UN JUGUETEEEEEEEE PARA QUE TODOS PUEDAN PEINAR!
