—¿Quieres tomar un helado conmigo, My Lady? —preguntó.

En ese momento, ella lanzaba el amuleto encantado por el aire, devolviendo todo a la normalidad, antes de que hubiera sucedido el ataque del Akuma.

—Hace un poco de calor... —continuó Chat Noir— o será porque tú me pones calien...

Pum.

—Auch —articuló el gatito, antes de yacer en el suelo, sus dos manos en sus partes nobles.

Al escuchar Ladybug ese quejido como oír el sonido de rodillas chocar contra la superficie y mucho más al sentir como su yo-yo chocaba contra algo, giró su cuello y lo vio, motivo por el cual, sus pupilas incrementaron su tamaño, sus ojos enormes -mucho más- al ver lo que causo. Al parecer había lanzado con mucha fuerza su yo-yo al intentar atrapar al Akuma, luego de que saliera del objeto akumatizado.

—¿Estas bien? —cuestionó de inmediato— No era mi intención...

—E-El akuma —dijo el minino en voz ahogada, a causa de que le dolía esa zona a horrores. Entretanto veía a la criatura alada escapar.

Ladybug al percatarse de que el akuma seguía libre, de inmediato, lo busco con la mirada hasta que lo hallo y lo atrapo con su yo-yo. Volviendo de nuevo la vista hacia el gatito al terminar de conseguirlo.

—F-fue un accidente, y-yo nunca...

—No hacía falta golpearme, con un "no" bastaba para rechazar la propuesta.

Ladybug se sentía terriblemente culpable mientras veía como el felino tenia pequeñas lágrimas en la comisura de sus ojos.

—¿Te duele mucho? —sumamente preocupada.

—Si —profirió— Sé que el amor duele, pero hasta hoy no creía que era tanto.

—Chat... yo no quise...

Un pitido de su arete no le dejo terminar la frase. Debía irse, pero luego de esto, sentía que no podía dejarlo.

—My Lady, no hacía falta castrarme si no querías tener hijos conmigo.

Ladybug no bufó ni indico alguna señal de molestia por ese comentario. Después de todo, estaba sintiendo realmente mal por golpearlo.

—Y-yo saldré a tomar un helado contigo —espetó para al menos -de alguna manera- compensarlo por el daño causado.

Otro pitido.

—Y-yo... y-ya debo irme —repuso—¡Lo siento! —volvió a disculparse para luego lanzar su yo-yo e irse de ahí. Al menos no había golpeado una paloma con su partida.

Mientras Chat Noir seguía tirado, oyendo los pitidos producidos por su anillo, en minutos debía levantarse y buscar un lugar para destransformarse sin que nadie pudiera verlo. Luego, quizás podría estar feliz de que su Lady aceptó con él a tomar un helado, un delicioso y frío helado... frío... necesitaba algo frío, enseguida.