Todos los personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.
Columpio
Himawari suspira. Ella está apretando las cadenas del columpio tan fuerte que sus manos tiemblan. Le duele, pero no importa. Le cuesta entender la razón de que todo a su alrededor está tan alegre. Los niños están jugando en las estructuras del parque y más allá, en los bancos, hay algunas parejas riendo. ¿Por qué?
Muerde su labio inferior y mira a su alrededor mientras disimula las ganas de gritar y se mese lentamente porque quiere hacer algo que le haga olvidar todo, pero no tiene ni las fuerzas ni las ganas de hacer algo.
Le había expresado a su madre que el pecho le dolía cada vez que pensaba en ese chico, era algo que no entendía pero estaba ahí y le quemaba por dentro. Hinata lo entendió en cuanto lo escuchó, y como pudo, dándole un montón de innecesarias introducciones al asunto, terminó informándole que estaba enamorada. —Hinata aprovecha y con una sonrisa melancólica se da el lujo de rememorar los tiempos de vigor juvenil cuando miraba desde las sombras al que ahora es su marido, su cabello corto le hacía cosquillas en las mejillas cuando soplaba el viento, Kiba le decía que se veía linda y ella se sonrojaba, Akamaru ladraba y siempre debía abstenerse de aplastar cualquier insecto; y Hanabi solía ganarle en las prácticas, y todos los viernes veía a maestro y alumno comiendo ramen en Ichiraku y las expresiones de Lee y los reproches de Tenten estremecían el jardín cuando éstos saboteaban los días de descanso de Neji. Y se escuchaba a lo lejos el suspiro irritado de Hiashi. Y sólo había cuatro caras en el monte de los monumentos a los Hokage, y eran los 11 de Konoha y eran felices y no lo sabían—.
Himawari aún se pregunta por qué su madre sonreía de esa forma mientras su mirada se perdía en la alfombra. No era el momento de sonreír, al menos, no para ella.
Le había preguntado a su hermano si había sentido eso alguna vez, si se había sentido enamorado. Pero él parecía estar demasiado preocupado por la tal Uchiha y no tenía tiempo para pensar en los problemas de los demás. Himawari entiende que él es un pequeño idiota y que quizás está un poquito más miserable que ella.
Hay cambios en su cuerpo, hay nuevas ideas en su mente y nuevos sentimientos que jamás había sentido. Himawari se siente preocupada, algo en su interior le advierte que aquel «sentimiento» es peligroso, desde pequeña ha tenido un «sexto sentido» que hace «click» en su mente cuando algo no está bien.
Click, click. Click.
Cierra los ojos mientras se levanta del columpio. Estar sentada allí no ayuda en nada.
