¡Hola queridísimos lectores!

Aquí me encuentro con otra traducción más realizada con mucho ánimo, en esta ocasión elegí un tema más maduro y oscuro. Los fanfictions con leyes de matrimonio siempre me han cautivado (creo que debido al proceso de adaptación y la dualidad de sentimientos que viven los personajes expuestos a este tipo de situaciones) sin embargo, creo que nunca antes había visto o leído uno en español, supongo que no es el tema más popular de éste pairing en habla hispana, así que de esta forma hago mi pequeña contribución al género. Espero que lo disfruten y comenten, si así gustan.

Quiero agradecerle a Remuslives, la autora de este fanfiction en su idioma original, el inglés, por darme el permiso de traducir su obra (mayor información en mi perfil). Además de ser una excelente persona para conmigo.

Antes de que empiecen su lectura sí quisiera aclararles que a pesar de tratarse de una historia de amor, que se va construyendo lenta y progresivamente conforme la relación de nuestros protagonistas va madurando y desarrollándose, éste fanfiction contiene ciertos temas que podrían considerarse triggers para algunas personas, los cuales describo a continuación; a lo largo de la trama hay escenas de encuentros sexuales explícitos con lenguaje adulto entre personajes con diferencia de edad, una casi forzada primera vez, y personas lidiando con baja auto-estima e inseguridades. Por lo cual recomiendo cierta madurez para continuar la lectura.


CAPÍTULO I
La lista


Hermione bajó con pesar las escaleras de la Madriguera. Las sillas que rodeaban la mesa ya se encontraban ocupadas por antiguos miembros de la Orden y la familia Weasley más Harry. Ella tomó el último asiento desocupado en medio de Ron y Ginny, apropiándose un pedazo del tocino de Ginny. —¿Algún progreso?

—Aún no —dijo el señor Weasley, con tono apenado.

Ella miró a Ginny haciendo muecas y rodeó con su brazo sus hombros. —¿Cuánto falta para que la lista llegue aquí?

—Ya en cualquier momento —le respondió Bill. —Pero no llegará a eso. No lo permitiremos —ella pudo escuchar la seguridad que él trató de poner en sus palabras, incluso aunque supiera que eso era algo que simplemente no podía prometer.

—Lo sé, Bill —trató de sonreír, pero fue casi doloroso. Ella se estiró para tomar un trozo del pan tostado de Ron justo como él lo metió en su boca.

—Lo lamento —murmuró él con la boca llena, escupiendo migajas hacia ella. Ella sólo le asintió, apenas soportaba mirarlo. Entendía su decisión pero aún no se atrevía a perdonarlo.

—Oh no —murmuró Ginny.

Hermione levantó la vista para observar una imponente lechuza dirigirse hacia la ventana de la cocina. —Oh dios —jadeó. Soltó el hombro de Ginny agarrando en su lugar su mano. Harry se reclinó hacia atrás para colocar una mano en su hombro, en torno a Ginny. En realidad, ella era la única que sería afectada por la lista.

El Sr. Weasley tomó el grueso sobre de la lechuza y la mandó de regreso. Con una nerviosa mirada en dirección a ella, él abrió el sobre. Hojeó entre las cartas, escogiendo la última del fajo. Respiró hondo y leyó en voz alta. —En caso de que la señorita Hermione Granger no se encuentre casada para el día veinte de agosto, a continuación se encuentra su lista de posibles esposos. Si cada uno de los solteros enumerados a continuación se encontraran casados para dicha fecha, le será generada una nueva lista y ella será otorgada al primer mago disponible —Arthur respiró hondo. —Theodore Nott, Oliver Wood, Draco Malfoy —hizo una pausa y la miró. —Harry Potter, Marcus Flint, Marcus Belby y la lista sigue. Hay por lo menos treinta nombres aquí. ¿Querrías...? —él le extendió el papel, pero ella negó con la cabeza y agachó su mirada a la mesa.

—Hermione —interrumpió Sirius. —No llegará a eso. Tú eres una chica guapa, puedes encontrarte un chico —él se estiró sobre la mesa y le palmeó toscamente el hombro.

—¿Cómo quién? —preguntó ella al aire. —Comiencen a sugerir, porque honestamente no sé por dónde comenzar.

Varias miradas inmediatamente volaron hacia Ron, quien miraba con culpa hacia abajo a su plato. Él ya se le había propuesto a Katie Bell, con quien había estado saliendo por más de los pocos meses que Hermione y él llevaban separados.

—Neville —dijo Harry, rápidamente.

—Erin Smith —respondió Ginny. Neville se había comprometido con una chica de la generación de Ginny justo un par de días atrás.

—Seamus —Ron sonó optimista.

—Parvati —aportó Hermione.

—Dean.

—Luna.

—¿Ernie Macmillan?

No hubo nombre que replicara. —Vale la pena comprobarlo —dijo la Sra. Weasley, sacando un pedazo de pergamino y una pluma, empezando una nota para el Hufflepuff. —¿A quién más conocemos? —la lista continuó, amigos de la escuela, compañeros de trabajo, conocidos. A cualquier hombre que no tuviera públicamente una prometida le fue escrita una pequeña carta y enviada de inmediato. —¿Alguien más? —preguntó Molly, una hora más tarde. Nadie respondió por lo que declaró por concluida la mañana. —Mejor esperar y ver qué respuesta recibimos de las preguntas que enviamos. No te preocupes querida, te colocaremos —ella besó la cabeza de Hermione de camino a la sala de estar.

Después de que la habitación se vaciara, Hermione descansó su cabeza sobre la mesa y resistió las ganas de llorar, lo cual sería inútil, y vergonzoso si alguien la descubriera. Exhaló de cansancio y trató de reunir energía para ponerse de pie y seguir con su día, como si su mundo no se estuviera cayendo a pedazos. También trató de ignorar la insistencia de su mente de repasar las consecuencias de no encontrar un esposo. Si se tratara de exilió, le rompería el corazón pero podría regresar al mundo muggle en el que creció. No obstante, el castigo por negarse a casarse con el esposo que le fuera asignado era meramente descartar su negativa, dada la aprobación del Ministerio ella estaría casada con o sin consentimiento. En caso de que ella no le cediera a su esposo los derechos sobre su cuerpo tal como especificaba la nueva Ley de Matrimonio, él sería responsable de 'hacerse' de dichos derechos. Y si él no quisiera o pudiera, ambos sufrirían una temporada en la prisión de Azkaban.

—Hermione —susurró una voz a su costado. Ella levantó la vista para observar a Ron mirándola con tristeza. Se secó las lágrimas cayendo por sus mejillas. —Realmente lo siento.

—No te preocupes Ron, de todos modos no estaba tan hambrienta.

—¿Qué?

—El pan tostado.

—Oh —él hizo una pausa. —Yo, yo en realidad me refería-

—Sé a lo que te referías —ella se puso de pie y lo dejó ahí sentado a solas. Sin percibir la forma en que Sirius la miraba desde la puerta y se dirigió al dormitorio que compartía con Ginny hasta que ellas regresaran a su séptimo y último año en Hogwarts. Por debajo de si, podía escuchar a los miembros de la Orden marchándose, prometiendo pensar en nuevos nombres para intentar. —Esto es una locura —murmuró ella, dejándose caer en la cama. Deseaba desesperadamente platicar con su madre pero su relación había estado tensa desde su regreso de Australia.

Ella ni siquiera se percató que se estaba quedando dormida.


Hermione caminaba con pesar, con el peso de la fecha en sus hombros. Ya era doce de agosto y no tenía prometido, ningún soltero conocido en espera, ni esperanza. Sus demás amistades ya tenían tiempo en pareja. Ella entró en la cocina casi vacía, menos miembros de la Orden arribaban en estos días, ya que muchos de ellos no tenían ninguna esperanza que ofrecerle. Se desplomó en una silla junto a Harry y descansó su cabeza en su hombro.

—Aún tenemos tiempo —dijo él, sonando impotente.

—¿Tiempo para qué? Todos los hombres que conocemos entre los dieciséis y los treinta años ya están casados o comprometidos.

—Bueno, los catorce y quinceañeros son elegibles como pareja. Así también cualquier persona menor de cincuenta y todavía capaz de engendrar hijos.

—¿En serio? ¿Conoces algún asqueroso pervertido cuarenta y nueve-añero que quisiera casarse conmigo? —la mirada de Harry se tornó lastimera y ella se sintió mal por desquitarse con él. —Lo lamento, Harry. Sabes que no lo digo en serio. Es sólo que me siento patética. ¿Cómo es que soy yo la única que conocemos que no pueda encontrarse un tipo decente que... no esté casado... —su voz se apagó al pensar en un hombre en quien no lo había hecho antes.

—¿Hermione?

—Ya vuelvo —ella voló de la mesa y corrió hacia el punto de aparición. Apareció frente a la lúgubre casa y lentamente se acercó a la puerta antes de darse permiso de entrar. —¿Hola? —llamó, mirando alrededor. —¿Kreacher? ¿Sirius?

—¿Sí? —Sirius asomó su cabeza desde la esquina de las escaleras que conducían a su habitación. —¿Hermione? ¿Está todo bien? —él se deslizó al vestíbulo con una mirada de preocupación.

—Tal vez, eso creo —respondió ella, indecisamente. —¿Podemos hablar?

—Por supuesto —sonó él con su habitual tono seguro de si, pero observándola con un poco de recelo. Esperó a que ella comenzara a hablar pero cuando no lo hizo él le extendió un brazo señalando hacia la sala. Sirius se sentó en un sillón quedando frente a ella; que se encontraba en el sofá. —¿Qué puedo hacer por ti?

—¿Casarte conmigo? —respingó ella. No tenía la intención de soltarlo así y a juzgar por la atónita mirada plasmada en el rostro del hombre mayor, no era algo que él esperara escuchar. —Lo lamento, es sólo que, sólo me quedan ocho días antes de que me asignen un esposo. No tengo tiempo para delicadezas. Necesito tu ayuda. Por favor, por favor, ayúdame.

Él permaneció pasmado por otro instante, antes de dejar escapar un fuerte soplo de aire. Abrió su boca para responder, hizo un extraño gruñido y la volvió a cerrar. —Yo, yo no sé qué decir —admitió.

—Sí, sería preferible.

—Bueno, obviamente, pero yo... ¿lo has pensado bien? Me refiero... —dijo, señalándose a sí mismo. —No soy exactamente lo que buscas en un esposo.

—No tengo tiempo para preocuparme por eso. Te conozco. Confío en ti. Somos amigos, más o menos. Si tengo que dejar que un hombre... bueno, si no puedo tener amor ¿al menos puedo tener agrado? —él dejó escapar otro soplo de aire y descansó su cabeza en sus manos. Comenzó a negar con la cabeza y ella se apresuró a continuar con su plegaria antes de que él pudiera rechazarla. —Sirius, yo nunca he... soy... no tengo... experiencia. Pero tú la tienes. No me lastimarías, no a propósito. Puedes terminarlo tan pronto posible-

—Hermione, es suficiente. ¿Puedes darme sólo un segundo? Necesito pensar —él no había levantado la mirada de sus manos. Sirius permaneció en silencio por tanto tiempo que ella comenzó a preguntarse si eso era señal de que se marchara. —¿Estás completamente segura de esto? ¿Lo has hablado con Molly o Arthur?

—No, aún no. Vine directo a ti. Pero sí, estoy segura. Eres mi última esperanza, Sirius.

—No puedo prometerte que seré un buen esposo. Después de, bueno... todo, a veces se me dificulta estar rodeado de personas.

—No hay problema. Soy plenamente satisfecha de pasar la mayor parte del tiempo en la biblioteca. Al terminar Hogwarts, iré a entrenamiento y luego estaré trabajando. ¿Ves? Montón de tiempo para que estés a solas. Tú dices y yo comprendo.

Él permaneció en silencio por otro momento, antes de levantar la vista, mirarla y darle el más ligero asentimiento. Ella estuvo tan llena de alivio, que echó sus brazos alrededor de él y comenzó a llorar. Él incómodamente palmeó su espalda hasta que ella lo soltó. —Lo siento. Normalmente no soy así. Prometo no hacerlo un hábito.

—No hay problema —él le ofreció una pequeña sonrisa, que ella no estaba segura que fuera genuina. —Anda, dile a los demás para que puedan dejar de preocuparse por ti. Vuelve cuando estés lista para hablar los detalles.

—Gracias, Sirius —ella le apretó el antebrazo y se dirigió a la puerta.


Disclaimer: Ésta es una traducción al español, oficial y autorizada
por Remuslives de su fanfiction "Empty", mayor información en perfil.