Capitulo Primero.

Fue necesario, totalmente necesario, creo; Simón, Isabelle y yo fuimos invitados a una de las famosas fiestas de la señora Noch. Uno diría que una mujer de más de cuarenta años no hace fiestas famosas por el descontrol y por las demandas judiciales. Isabelle insistió tanto en ir, que fuimos casi a la fuerza. Cuando llegamos a la entrada había una larga fila, llena de adolescentes que vestían ropas negras; algunos de ellos tenían extraños tatuajes asomándose por el cuello de sus camisas. Isabelle estaba… esplendida, me opacaba completamente. Llevaba un vestido negro ajustado y unas botas altísimas del mismo color. Tenía el cabello atado en una cola de caballo.

Mientras que yo llevaban un vestido azul Francia nada ajustado, con mi corto cabello anaranjado suelto. Simón vestía una remera con la estampada de una banda que ni Isabelle ni yo conocíamos, con sus jeans favoritos, y con sus zapatillas Converse favoritas, las que le había regalado su madre para Navidad. Los opuestos se atraen dicen, Simón e Isabelle no eran una excepción a la regla.

¡Vamos! Clary, ¿a qué esperas?

Isabelle… -cortó Simón.

Ella miro sin comprender, pero luego de unos segundos dijo:

Aah, ¡vale! Te buscaremos alguien guapo.

Y luego entraron, porque ellos estaban juntos, pueden besarse, eran pareja.

La anfitriona tenía alguna especie de obsesión con las demostraciones de amor entre adolescentes, por lo tanto para entrar: debías besar a tu pareja. Era más que obvio que yo no entraría sola, todos mis amigos estaban allí, no solo Simón e Isabelle, sino también Alec y Magnus: la pareja más tierna del mundo, según mi criterio. Entraron prometiendo que me buscarían a alguien con quien entrar. Mire a mi alrededor, rogando que la tierra me tragara, pero…

Había un chico, estaba sentado en una silla prácticamente al lado de la puerta, juraría que no estaba ahí cuando llegue. Pero ahí estaba, sentado, observándome. Sus ojos eran de un color casi dorado, al igual que sus cabellos. Estaba vestido igual que todos los demás: de negro. Me observaba con una mirada, tan… ¿llena de arrogancia? Y una sonrisa casi sarcástica en su rostro. Lo había visto antes pero ¿en dónde? Había una silla junto a él, le dio unos suaves golpecitos mirándome. ¡Quería que me sentara! Estaba tan llena de euforia, pero ni siquiera sabía su nombre. Me acerque lentamente. Me senté, alejándome un poco de él. Nadie nos prestaba atención, lo que era extraño porque estábamos sentados a un lado de la fila, cerca de la puerta.

Hola. – dijo con una sonrisa.

H… Hola - le conteste. Augh, ¿por qué estaba tan nerviosa?

¿Cómo te llamas? – me preguntó.

Clary. – dije. Sus ojos se iluminaron por un breve segundo, luego volvieron tener esa mirada tan llena de arrogancia.

¿Clary…?

Fray. Clary Fray.

Un gusto Clary. Yo soy Jace, Jace Wayland.

Mi madre me había dicho que no hablara con extraños. Pero no dijo nada sobre hablar con extraños chicos extremadamente guapos.

Y… ¿quieres entrar? - Mi rostro debía demostrar cuan sorprendida estaba, porque rio. Rio con ganas.

Entremos – me dijo.

Pero…

Chist. – Me agarro de la muñeca y me arrastro esta la puerta, donde una mujer de unos 40 años nos estudiaba con la miraba.

Buenas Noches Jace – dijo. ¿Vas a entrar?

Si señora Noch. – dijo amablemente.

Tú nunca has entrado a ninguna de mis fiestas.

Soy una máquina de sorpresas, pero hoy si entrare. Con ella. – dijo, mirándome.

Aaah, y ¿tu nombre querida? – preguntó.

Clary. - Sus ojos pardos me fulminaron por un breve instante, pero luego miro serenamente a Jace.

Vale… ¿hace cuando que están juntos? – Todo parecía una broma, ¿juntos? No hacia media hora que nos conocíamos.

Eh…- dije nerviosa.

Tres meses. - dijo Jace.

¿Tres meses? – preguntó mirándome.

Sssi.

Vale, bésense tortolitos. ¡Hay el amor! ¡Amor! ¡Amor! ¡Amor!

Mire a Jace. Sonreía orgullosamente, como si hubiera esperado esto, o algo así. Me sentía extraña, no me agrada besar a extraños. En realidad nunca había besado a nadie.

¡Vamos! Miren la fila, ¡vamos! ¡Hoy entrara mucha gente!

Él me tomó por los hombros, acerco mi rostro hacia sí y me besó. ¡Genial! Mi primer beso, y con un desconocido. Un hermoso desconocido. No correspondí el beso, no iba a corresponder el beso de un extraño. Luego me soltó de golpe, me miro sonriente por un instante y después miro a la señora Noch.

Entren.- Ni siquiera nos observó entrar, ahora miraba a la pareja siguiente, unos extraños asiáticos con cabellos azules.

Mire a Jace, dubitativa pero él tenía la vista fija más allá de la puerta. Me tomo por la muñeca, sin mirarme y entramos a la fiesta.