Íbamos en camino. Ya a media carretera y seguía sin poder creer que Yoh nos hubiera convencido de esto. Esto había sido culpa del maldito de Len, lo había planeado todo con Yoh y por si fuera poco, había dado los recursos para hacerlo posible. Tal vez si se hubiera negado a participar, no habría viaje.
Aaargh...! No quería ir a ese estúpido parque navideño!
¡Y lo peor era que Yoh no había podido ir y el resto se encontraban enfermos!
Pero ahí íbamos, Len y yo, solos en un viaje que duraría todas las celebraciones navideñas. Y por si fuera poco, Len se sentaba en una pose tan sensual, mirando por la ventana de su limusina.
-¿Por qué te me quedas mirando, idiota?
Dando un salto, respondí, levemente ruborizado:
-¡Yo no soy ningún idiota! Estaba viendo por tu ventana, no a ti.
- Sí, claro
Después de dedicarme una sonrisa burlona, no volvió a hablar hasta que llegamos.
Estando ahí, nos instalamos y me percate en que esta vez fue él el que se me quedó mirando.
-¿Qué te pasa? ¿Te deslumbra tanta belleza?
Lo dije burlonamente, aunque no me fije en su cara, una mueca pícara.
Lentamente se me acercó y cortó la frase de mis labios. Aprovechando que tenía la boca abierta, profundizó el beso sobre mis labios, asaltándolos con pasión.
Pasado un rato, nos separamos para tomar aire.
Al empezar a llegar el oxigeno a mi cerebro, pude razonar lo que estaba sucediendo.
Lo empujé, sonrojado, y salí corriendo de la habitación.
Pensar, necesitaba pensar
Pasaron los días, y no volvimos a hablar de lo ocurrido, solo que había una evidente formalidad en nuestra forma de hablarnos. Así fue nuestra rutina hasta el 24 de Diciembre. Len se vistió con un atuendo navideño altamente provocativo. Si no fuera por su cara seria, se podría decir que se veía como un shota.
"¿Qué estoy diciendo?"
Todos estos días mis pensamientos se desviaban hacia él. Llevaba tanto tiempo intentando ocultarlo y ahora que estábamos solos, la noche tomaba un rumbo distinto. Debía admitirlo, me gustaba len, no podía evitarlo.
Durante la cena el ambiente fue más tenso. Me encontraba bastante nervioso.
Casi eran las doce y no habíamos dicho nada.
Yo me había prometido poner fin a esto, o llevarlo más adelante. Dieron las doce.
Bien, era hora de actuar.
- Len, ¿quieres tu regalo por adelantado?
- No hay problema, puedo esperar hasta mañana.
- Pero yo quiero dártelo ahora -dije haciendo un berrinche con rabia.
- Eres un niño -respondió, parándose- Esta bien, vamos.
Perfecto
En la habitación de al lado, lo primero que hice al estar a solas con él, fue besarlo. El solo me correspondía tímidamente, mientras yo iba trazando sus delicadas facciones con mis manos.
- P-p-por que…-lo silencié con un beso y respondí:
- Por que te amo.
Su rostro se torno rápidamente rojo.
Lo besé de nuevo y juntos nos envolvimos en lo que se convirtió en la mejor noche de nuestras vidas,
