Capítulo 1: A one DESTINY story.
El clima estaba helado, era Diciembre, a una semana de que fuera Navidad la gente se volvía loca tratando de conseguir cualquier obsequio para la cercana celebración. Y así fue, en una tienda departamental tres chicas buscaban algo que comprar.
Ésta es la idea, tenemos 40 minutos y 30 libras para comprar los regalos de nuestro intercambio. –Dijo un joven alta de cabello rizado y obscuro con un flequillo que casi cubría un par de grandes ojos verdes.- Nos vemos en el departamento al terminar, recuerden no sobrepases los límites.
Sí, sí, sí, pero también recuerden que tiene que ser algo que de cierto modo se identifique con nosotras, nada de libros de matemáticas a menos de que sean para ti, Athena. –Dijo Amanda, la más joven de las 3. – Ni de gramática, por favor, ya tengo con el que me diste el año pasado. –Dijo una tercera chica, bajita, con unos grandes ojos marrones y el pelo rizado y castaño.
Es bueno sabes que te gustan mis regalos, Renzy. –Dijo Athena con un tono sarcástico. – Está bien, ¿listas? 1…2…3!
Las tres corrieron en diferentes direcciones, la cantidad de gente era abrumada, pero después de 25 minutos de búsqueda, la vio, Athena tenía el regalo perfecto para Amanda, una bufanda roja con algunas flores bordadas, simple, pero perfecta, caminó rápidamente hacia ella y justo cuando la tomó sintió como alguien más la jalaba justo al lado contrario. Subió la mirada y se encontró con un par de ojos azules, la miraban, se mantuvieron en silencio unos segundos, y después, torpemente comenzaron a hablar.
Perdón, creo que tú la tomaste primero.- Dijo él, con una voz amable.- No, creo que tú la tomaste primero.-Dijo ella.- además no podría tomarlo sólo así. –Mientras arreglaban el pequeño problema, vieron como una mano se extendía y tomaba la bufanda, los dos la sujetaron automáticamente, no iban a meter a un tercero en el dilema. – No, espere, eso es mío, de él…es algo que estamos resolviendo, pero no puede llevársela.- Chistó Athena un poco apresurada.- Como quieran, dijo un señor que se veía un poco cansado del bullicio y la gente.- arréglenlo ustedes, feliz navidad.- y con esa última frase se fue.
En serio, creo que deberías tomarla tú. –Insistió él dedicándole una sonrisa. - ya encontraré algo más, no es tan importante. -¿Estás seguro?, no quiero dejarte sin nada que obsequiar…es decir, supongo que no es para ti. –No, no es para mí, es para…para mi novia, o algo así.- dijo un poco confundido.- pero creo que te va mejor a ti, tómala, por mí está bien. –Pues… muchas gracias.- dijo Athena con una sonrisa un tanto tímida dibujada en el rostro, avanzó unos pasos y pagó, estaba a punto de irse y de pronto escuchó una voz. – ¡Oye, espera! –Volteó la vista y era él, de nuevo le estaba hablando, le pareció un poco extraño, pero aún así se detuvo y espero a que llegara hasta donde estaba parada. -¿Quieres hacer algo?... Es decir, sé es raro pero…- Ninguno de los dos sabía bien que decir, pero después de unos segundos de confusión, aún con una sonrisa en la cara, ella habló. –Sí…bueno…mientras no tome mucho tiempo, tengo que hacer unas cosas, pero…creo que no me vendría mal un respiro. –Contestó Athena tímidamente.- conozco un lugar cerca de aquí, podríamos tomar algo.
Los dos salieron de la tienda sin mucho que decir, pero aún sonriendo, por alguna razón el silencio no parecía incómodo; era como si se conocieran de algún tiempo atrás. Caminaron unas cuantas calles y llegaron a un lugar no muy grande, entraron y fueron al fondo.- Así que un café librería, a juzgar por los saludos que recibiste al entrar, puedo decir que vienes seguido. –Dijo el chico, con un tono de juego.- Pues sí –contestó Athena.- vengo…bastante, dejémoslo así, es uno de mis lugares favoritos. –Entonces, debo suponer que eres fanática de la lectura. –Sí, bueno, no sé, siempre me ha gustado…-Siguieron hablando de temas triviales, ni siquiera se preguntaban cosas sobre el otro, como si se conocieran de toda la vida. Athena bajo un poco la mirada y vio su reloj, eran las 9, y aunque no quisiera sabía que era hora de irse. – Es tardísimo, perdón pero tengo que irme, tengo… una especie de compromiso. –Oh, ya veo, una cita supongo, ¿con…tu novio? –Jaja, no, yo no tengo novio es algo más como una pequeñísima reunión familiar. –Con esta última frase salieron del café, Fortuity, era el nombre, el lo notó y después siguieron caminando.
Athena llamó un taxi, y se despidió, unos segundos antes de que subiera al auto él la detuvo. –Espera, qué tonto soy, ni siquiera sé tu nombre. –Sacó un papel de su bolsillo y busco una pluma. –ten, puedes anotar aquí tu nombre y tu teléfono, me gustaría volver a verte. –La ojiverde bajó mirada, sonrió y soltó un pequeño suspiro. – Perdón, es que, no puedo darte mi número. -¿Por qué no quieres volver a verme? –dijo él un tanto desanimado. –No, no es nada de eso, sé que va a sonar como el peor pretexto que jamás te han dicho, pero no puedo dártelo porque creo en el destino. -¿Qué? –preguntó el joven confundido. –Lo que escuchaste, no puedo darte mi número porque no sé estemos destinados a volvernos a ver. – Entonces, no le darías tu teléfono a un chico que está realmente interesado en ti porque no sabes si están destinados a estar juntos, ¿puedo preguntar cómo te das cuenta si están destinados o no? –Ella rió un poco divertida, parecía que no era la primera vez que daba la explicación. –Es sencillo en realidad, estoy atenta a todas la señales que veo, si volviéramos a encontrarnos casualmente, por ejemplo, esa sería una señal. –El taxista tocó el claxon desesperado, los dos lo habían olvidado por completo. –Así que no, no puedo darle mi teléfono a un chico que esté muy interesado en mí aún, a un chico con novia por cierto. –Está bien, yo…Louis, mi nombre es Louis. – Athena se despidió con un beso en la mejilla y subió al taxi, bajo el vidrio y se asomó por la ventana. –Gracias por todo.
Louis siguió su camino con una gran sonrisa dibujada en el rostro, aunque estaba bastante desanimado por o haber conseguido siquiera el nombre de aquella chica, a la mitad de su camino noto que no tenía sus lentes, así que rápidamente volvió al lugar donde había estado hace unos minutos, entró al café y preguntó a n mesero sino los había visto, él contestó que no, pero que podía pasar a buscarlos. Louis se dirigió a la mesa en la que habían estado y en ese mismo sitio vio una silueta conocida, una chica que se agachaba para recoger un paquete, una bolsa de regalo y tomaba unos anteojos que estaban sobre la mesa.
-A mí esto me parece una señal del destino, ¿no crees? –dijo Louis, su voz forzó a Athena a voltear. –Tal vez –respondió ella, riendo para sus adentros. -¿Te gustaría hacer algo? –Preguntó él. -¿Ahora? -Athena pensó por unos segundos, tenía que ser el destino, aunque no estaba realmente segura, quería que fuera el destino. –Por qué no. –contestó. Al parecer ya no pensaba más en el intercambio que había preparado con sus primas, sabía que ya estarían molestas, así que decidió que iría con Louis.
Él la llevó a un parque, Green Park, para ser exactos, uno de sus lugares favoritos, encontraron un pequeño claro alumbrado, y se sentaron bajo un árbol, hablaron de nuevo, esta vez parecían estar mucho más interesados el uno en el otro que en cualquier otra cosa. No paraban de preguntarse cosas. –Si no me vas a decir tu nombre, ¿puedo sabes mínimo cuántos años tienes? –21, ¿tú? -22, veamos ahora, tu… ¿película favorita? –Love Actually, la tuya. –Soy de musicales, definitivamente Grease, pensándolo bien, me la recuerdas un poco, ya sabes, reencuentros, casualidades.-dijo Louis en tono burlón. – Jajaja, ¿vas a seguir burlándote de mí? –dijo Athena entre risas, y siguieron con las preguntas. -¿Cuál es tu banda favorita? –siguió preguntando el ojiazul. -¿Tengo que decir One Direction? –Ah, entonces sí sabes quién soy. –Sí, obviamente sé quién eres, pero creí que te gustaría que te trataran como una persona normal, ya sabes como a cualquiera. –Sí, la verdad de me gusta, hace un tiempo que no lo hacen, y no, no tienes que contestar One Direction, venga dime cuál es.-insistió él. –Soy fan de los Beatles, siempre me han gustado, pero si quieres saber, también me gustan algunas de tus canciones-respondió con una gran sonrisa. –está bien, mi turno ¿cuál es tu palabra favorita? -¿Mi palabra favorita? ¿Es esa tu pregunta, en serio? –Sí, es en serio, todos tienen una palabra favorita, ¿cuál es la tuya? –No sé, en realidad creo que nunca lo había pensado, ¿la tuya? –Athena pensó un poco antes de responder, sabía perfectamente cuál era su palabra favorita, pero sabía que tendría que dar una explicación al respecto. –Serendipity –contestó. -¿Serendipity? ¿Por qué…bueno, qué significa? –preguntó Louis intrigado. –Pues porque me gusta, me encanta el sonido, y bueno significa sorpresa placentera, o accidente afortunado, entiendes, como la parte agradable del destino. –Ajá, como escoger la misma bufanda en una tienda, o reencontrarnos después de que te negaste a darme tu número. –siguió Louis con un tono entre juego y reproche. –Ya no sigas con eso por favor, te expliqué ya porqué había sido.
Así siguieron haciendo pregunta tras pregunta, parecía que no terminarían nunca, después de un largo rato ambos se pararon con el propósito de despedirse, Louis insistió con que le diera su número de teléfono, o mínimo su nombre. –Basta con eso ya te dije que no puedo dártelo aún, el destino puede jugar con cualquiera. –Mientras hablaban del tema caminaban por la calle buscando un taxi. –No me convence la idea de poder verte sólo cuando nos encontremos causalmente por la calle. –Athena pensó un poco y de pronto se paró en frente de Louis. –Tengo una idea. –dijo muy convencida, mientras de su bolso sacaba un libro no muy grueso y una pluma. – ¿Tienes un billete? –Louis la miro confundido, pero de su bolsillo sacó 5 libras. - ¿Para qué quieres un billete? -Ten quiero que escribas tu nombre y tu número en él, yo en cambio, escribiré mi nombre y mi teléfono en la primera página de este libro. Peter Pan, mi libro favorito, por cierto. –No entiendo, ¿entonces me vas a dar el libro y listo? ¿Sabes? podemos escribir en cualquier otro papel. –Ya sé, pero ese no es el punto. –Athena le quitó las 5 libras de la mano y entro a una dulcería, donde sólo compró un paquete de goma de mascar, salió y Louis la vio extrañado. –Si el destino nos quiere volver a juntar, ese billete regresara a mis manos y entonces podré llamarte, ahora, como ya te dije, yo puse mis datos en este libro, y mañana muy temprano lo donaré a una tienda de libros antiguos, si por alguna razón llega a ti, entonces me llamas. –Estás completamente loca. –dijo Louis entre risas. –buscaré en todas las librerías si es necesario. –Pues hazlo, yo esperaré a que esas 5 libras regresen a mí, y tendré el teléfono a mi lado. –con esta última frase se despidió, otra vez con un beso dulce en la mejilla y una sonrisa tímida, dio vuelta en una esquina y Louis se quedó pasmado, unos segundos después ella regresó, sin acercarse, a él, le habló a distancia. – ¡Athena! Me llamo Athena. – y así volvió a irse.
