El libro de Muriel:
—Bien, llegamos — dijo una muchacha de cabello castaño, vestido verde ceñido con una blusa blanca que se asomaba debajo de éste. — Ben, deja los papeles sobre la mesa, tenemos que analizar bien la situación en la que estamos.
Un chico rubio de ojos verdes y actitud servicial dejó el fajo de volantes de niños desaparecidos sobre la mesa que le indicaba la mujer, de nombre Gretel. Algunos de los carteles tenía una X roja pintada, muestra que el grupo ya se había encargado de rescatar al niño y asesinar a la bruja que los había tomado. Del otro lado de la mesa, un joven de cabello castaño corto y vestido con un largo abrigo negro se ponía una inyección sobre la pierna mientras hacía una mueca de dolor. Pero una vez terminó la extraña operación, soltó un gruñido de exasperación.
—Así que de nuevo las malditas están actuando raro, ¿a quién le importa? Son brujas, actuar raro es su forma de vivir. Lo que no entiendo es por qué mierdas siempre terminan portándose más raro de lo normal cuando estamos cerca de Ausburg.
—Teniendo en cuenta que hasta hace poco este era el territorio de la Gran Bruja, Muriel, no me extraña — dijo Gretel a su hermano Hansel. — Pero lo que me llama la atención es que el patrón se nota más bien como aumentando con el paso del tiempo, como si más que planeando algo estuvieran migrando hacia acá.
—¿Entonces quiere decir que hay algo que les interesa cerca de Ausburg? — Preguntó Ben saltando emocionado por la aventura.
Hansel y Gretel asintieron con una expresión grave en sus rostros, sí, algo andaban buscando las malditas; la pregunta era ¿qué? Entonces se escuchó un fuerte carraspeo del último miembro del grupo, que hasta ese momento se había mantenido en un silencio expectante. Era una especie de ser humano gigantesco con las manos exageradamente grandes y el rostro feo, chato y deforme. Un trol de nombre Edward.
—Cuando servía a Muriel, ella cuidaba mucho un viejo libro envuelto en cuerno negro y que contenía todos los secretos del Diablo — dijo el trol con su rasposa voz. — De ese mismo libro Muriel sacó la receta que intentó usar durante la Luna de Sangre.
Todos los miembros del grupo miraron al trol sorprendidos.
—Edward, ¿estás completamente seguro de lo que dices? — Preguntó Gretel poniéndose seria y avanzando al trol con decisión.
El trol se limitó a asentir mientras Gretel intercambiaba una mirada preocupada con sus compañeros. Entonces de nuevo se volvió hacia Edward.
—Y dime, ¿tú sabrías dónde está?
El fiel trol volvió a asentir mirando hacia el suelo.
—Bien grandote, guíanos hasta donde está el libro. Lo último que necesitamos es que una nueva Gran Bruja se aparezca. Son mucho más fáciles de cazar ahora que hicimos cenizas a su querida líder.
El trol gruñó por lo bajo, lo que significaba que estaba de acuerdo. Entonces Gretel sacó un viejo libro de la repisa de su viejo hogar y se puso a hacer los hechizos necesarios para bendecir su armamento. Recientemente había descubierto que era una Bruja Blanca por parte de su madre y con la varita que "heredó" de una antigua aliada llamada Mina y el libro de Magia Blanca de su madre se encargaba de renovar la bendición de su armamento antes de cada batalla, haciendo que esas armas fueran siempre las más efectivas en su lucha contra las fuerzas del Maligno.
—Partiremos mañana a primera hora — dijo Gretel tras finalizarlos encantamientos. — Es demasiado riesgoso atacar a las brujas de noche.
Nadie puso objeción y se tumbaron a dormir, pero su relajación no duraría mucho. Al día siguiente, luego de un rápido desayuno se armaron y partieron hacia la antigua guarida de la ex-Gran Bruja, Muriel. Hansel y Gretel iban armados cada uno con una especie de escopeta especialmente modificada y una ballesta especial para la caza equipada con un mecanismo que permitía disparar una gran cantidad de flechas a la vez y a un dispositivo que disparaba un gancho de acero unido a un fuerte cable. A Ben le recomendaban una de las escopetas especiales y era el encargado de colocar las trampas para evitar que las brujas escaparan volando o algo parecido. Finalmente Edward halaba -los propios cazadores de brujas que estallaban llenando el aire de pequeños trozos de metal que destrozaban la carne en segundos, una cadena llena de púas que con la bendición de Gretel destrozaba a una bruja en segundos, y su gran final: una especie de ametralladora gigantesca que se plantaba en el suelo y disparaba municiones a gran velocidad matando a todo lo que se moviera.
Listos para todos penetraron a aquella guarida en donde oficiaron la masacre de brujas durante la Luna de Sangre, guiadas por el trol hacia el libro sagrado de las Magia Negra. Un movimiento furtivo llamó su atención.
Hansel rápidamente se volvió y disparó con su escopeta hacia donde lo había escuchado. Se escuchó un horrible chillido y de entre la maleza saltó una especie de bruja-sapo, que hinchando su papada como uno de esos desagradables animales disparó su lengua contra Hansel atrapándolo por un pie. Él cayó pero rápidamente sacó un cuchillo de su abrigo y cortó la lengua de la bruja. Ella chilló de dolor mientras Gretel preparaba su ballesta y comenzó a disparar sin piedad contra ella. La bruja tomó su varita y lanzó varias descargas alrededor de ellos, pues era bien sabido que al ser hijos de una Gran Bruja Blanca, los hermanos eran invulnerables a la magia. Grandes raíces crecieron y bloquearon el camino de Gretel. Mientras tanto Hansel ya harto de todo arrojó una de sus pequeñas granadas, la cual explotó en mil pedazos arrancando la mitad del cuerpo de la bruja-sapo. Ella chilló del dolor y se arrastró lejos de los cazadores, pero Hansel la vio y con su puntería le dio un balazo certero en la cabeza.
Dejó de moverse.
—Eso fue divertido, pero gasté mis municiones y nadie me va a pagar por hacerla trizas — gruñó Hansel. — Oye grandote, ¿dónde está el libro que decías?
Edward gruñó y guio a los cazadores dentro de la guarida de Muriel. Sólo una vez había estado ahí Gretel y fue como prisionera para el ritual de la Luna de Sangre. Pero ya qué, Edward los guio hasta que llegaron a un altar del Diablo con múltiples velas negras, partes humanas disecadas y demás cosas desagradables. Edward se dirigió al pie del altar y tras arrancar una piedra que estaba ahí, mostró el libro a Gretel. Ella se dio por satisfecha.
—Bien, deshagámonos de esta cosa — dijo ella indiferente.
Su hermano mientras tanto reunió los restos de la bruja sapo a la cual eliminaron y les prendió fuego, pues esa era la única forma de asegurarse de matar a una bruja. Gretel se acercó lista para quemar el libro cuando una extraña neblina vino de la nada y la empujó fuertemente mientras tomaba el libro. Hansel se puso en alerta y apuntó su arma hasta la neblina, que se arremolinó bastante lejos de él tomando la forma de una persona.
Hansel y Gretel parpadearon sorprendidos. Nada era normal si cazabas brujas para vivir, pero esta vez tenían ante ellos algo que jamás habían visto: no era una bruja, era un brujo.
—Gracias por hallare esto por mí, desde hace tiempo que he estado en este bosque quebrándome la cabeza para encontrarlo — dijo con su fría voz.
Era un sujeto intimidante, vestido con una gran armadura color negro con el rostro descubierto revelando una cara afilada y desagradable que sonreía mostrando sus incisivos, largos y desagradables; colmillos. Uso ojos verdes con el centro rojo, una larga cabellera negra que flotaba en el aire como si fuese neblina y por último su larga capa de rey hecha de terciopelo rojo.
—Muy bien, danos el libro y déjate de tonterías ya — amenazó Hansel apuntándole.
—¿O qué? — Dijo Sombra.
—O terminarás como tu amiga aquí presente — dijo Gretel apuntándole también.
Sombra tenía que darle crédito a estos dos mortales. Al verlo casi todos los simples mortales, tanto en este extraño mundo que encontró como en Equestria, le temían al verlo y retrocedían horrorizados. Pero no ellos, podría decir que hasta le divertía su temeridad y que lo amenazaran tan sueltamente. ¡Por favor! Ni siquiera aquellas mujeres que en aquel mundo usaban la magia se atrevieron a tocarlo al sentir su poder.
—No sé quién sea. Ni siquiera les puse atención, son simples mortales. ¿Qué tengo yo que temer, futuros esclavos?
Como respuesta ambos dispararon. La detonación a su espalda (lo que hicieron fue hacer un disparo de advertencia) tomó a Sombra por sorpresa pero no se iba a dejar intimidar. Riendo como demente extendió su mano y de ésta salió una poderosa descarga de magia oscura que se suponía transformaría a aquellos insolentes en cristal.
Pero nada ocurrió, en lugar de dos cristales oscuros se topó con dos mortales sonriendo irónicamente sin bajar sus armas.
—Bueno, nos toca — dijo la mujer mientras disparaba contra la mano extendida de Sombra.
No tuvo tiempo a reaccionar, la detonación dio de lleno en su pobre mano que estalló en mil pedazos. Calló de rodillas aullando del dolor mientras la sangre negra goteaba. Levantó la vista, y descubrió horrorizado que el chico se dirigía hacia él decididamente y le daba en la cara con la culata de su arma. Lo derribó en un instante mientras él daba vuelta a su arma y le apuntaba al rostro.
—Sabía que tú eras sólo apariencia — dijo Hansel tranquilamente.
Sombra miró primero a Hansel, luego a Gretel, quien también le apuntaba con su arma. Ambos estaban sorprendidos de toparse con un brujo hombre que además no necesitara varita para lanzar maldiciones pero aun así mantuvieron la calma. Sombra entonces supo que no había opción y se transformó en neblina para huir. Desde su posición Edward lanzó una de las granadas de perdigones pero siendo neblina, no afectaron a Sombra en lo más mínimo. No sabía qué eran estos dos, pero ahora que descubrió que su magia no haría nada contra ellos tenía que usar el combate físico; cosa que ya no era posible porque se confió y lo hirieron de gravedad. Tenía que huir.
Miró hacia atrás y descubrió que ellos lo seguían decididamente mientras con sus ballestas disparaban inútilmente tratando de darle a la porción de él que permanecía sólida, su torso. Gritó de furia y lanzó varios rayos hacia el suelo esperando que las detonaciones los retrasaran.
Eso sí funcionó. Sombra se sintió un poco más confiado ahora, la clave no era atacarlos a ellos con su magia sino a su entorno. De todos modos tenía que usar su poder con cuidado. Ya estaba malherido y todavía necesitaba abrir el portal de regreso a su propio mundo. Cuando finalmente supo que los había perdido, volvió a tomar forma sólida; en su estado no podría resistir mucho más en esa forma y aun conservar poder para abrir inmediatamente el portal de regreso. Y con esos dos detrás de él y su libro el irse inmediatamente era vital.
Lo que sería más fácil sería tomar una rama y encantarla para volar como había visto que hacían muchas de las mujeres que usaban magia negra en ese mundo. Lo hizo y comenzó a huir por el aire a toda velocidad; pero en ese momento un nuevo obstáculo apareció en su camino: unos cables tensados casi invisibles entre los árboles. Y no los pudo ver hasta que pudo sentir cómo su pierna izquierda era cortada limpiamente por pasar entre el cable a toda velocidad.
Cayó y se arrastró como pudo hacia delante. Frente a él estaba su pierna aun sangrante, no podía creerlo... cometió el error más bobo del libro: confiarse. Ahora estaba pagando las consecuencias de ello.
Entonces una nueva detonación convirtió su pierna en un triste recuerdo. Se volvió, frente a él se encontraba un muchacho rubio de ojos verdes apuntándole con su arma. Por primera vez soltó el precioso libro y se arriesgó lanzando una nueva descarga mágica contra el chico.
El ataque empujó a Ben hacia atrás violentamente, dejándolo inconsciente. Sombra gimió y se arrastró como pudo de regreso a su libro. Miró al insolente, tal vez a él sí podría convertirlo en cristal... pero unas flechas que se clavaron cerca de él lo hizo reconsiderar su situación y huir. Rodó hacia la izquierda mientras más y más flechas aparecían de detrás de él y se clavaban peligrosamente cerca suyo. Su amada capa estaba manchada de barro y sangre. No era como en los viejos tiempos; sino que esta vez era la propia.
—Se acabó el juego feo — dijo Hansel saltando ágilmente y aterrizando frente a él con escopeta en mano, mientras que Gretel se movía hacia la derecha para cubrir bien el flanco.
Sombra estaba perdido, si no hacía algo pronto moriría sin remedio.
—¿Tus últimas palabras? — Se burló Gretel.
—Sí, cometí un error de niños y ahora estoy a punto de morir. Subestimé a mis oponentes, oponentes que de no haber sido por mi estupidez los pude haber hecho pedazos con mis propios cascos...
No entendieron pero no importaba. Prepararon sus armas...
Sombra abrazó el libro con su mutilado brazo derecho mientras que reunía todo su poder en una salida desesperada y chasqueaba los dedos. Un haz de luz negra (la marca de los hechiceros oscuros) cegó a los cazadores de brujas mientras que el mundo entero parecía desdibujarse a su alrededor. Era un movimiento que los tomó por sorpresa pero no iban a dejarse vencer.
Se sintieron como cayendo al vacío en un espacio infinito. Sombra rápidamente se recobró y tomó la forma de neblina, no aguantaría mucho así pero por lo menos podría ir a un lugar seguro mientras sus sirvientes de cristal lo atendían; además que como neblina no perdería tanta sangre.
Hansel y Gretel se tomaron de las manos esperando mantenerse juntos pero llegó un punto en que sintieron cómo sus dedos desaparecían. Trataron de agarrase el uno al otro de otra forma pero no se les ocurría cómo, pero entonces un fuerte y familiar abrazo los mantuvo juntos.
—¡Edward! — Gritó Gretel agradecida.
—Los trol servimos a las brujas — fue la respuesta de Edward.
Gretel no pudo decir nada más, el mareo del viaje la estaba haciendo perder la conciencia.
Mientras Sombra se alejaba a la distancia. No notó nada detrás suyo, todo lo que importaba era que tenía el libro por fin. Ahora todo lo que tenía que hacer sería recuperarse, apoderarse de Equestria usando el poder de aquel libro oscuro y asesinar a las Princesas... y luego regresar y vengarse de los insolentes que mutilaron su amado cuerpo.
Llegó a uno de sus reductos en lo profundo de una caverna, en donde unos ponis enteramente hechos de cristal corrieron a socorrer a su amo. Usando un poder antiguo y las aguas curativas del manantial que estaba al fondo de la cueva, curaron los cascos heridos de su señor.
Sombra aulló del dolor mientras sus sirvientes le colocaban unas patas de cristal pulido en el lugar donde alguna vez estuvieron sus cascos de carne y hueso. Era humillante y doloroso pero no importaba, ahora tenía que recuperarse.
Lo único bueno era que conservaba el libro. Ahora nada salvaría a Equestria de su brillante retorno ya no como regente de un pequeño estado sino como señor absoluto de toda Equestria. Y sí, ya se las pagarían esos dos humanos pero ahora tenía que recuperarse.
Bueno, hoy como cosa rara se me ocurrió mezclar MLP con una película pero bueno, me ayudará a pasar el rato mientras me inspiro para una buena idea para cerrar las historias que tengo pendientes. Que sí, lo haré, tengo un proyecto para el que necesito cerrar mis ideas:
CRISIS EN LAS EQUESTRIAS INFINITAS
Si alguien está interesado en ayudarme, hágamelo saber pero aun falta tiempo para eso. Sin más espero les haya gustado, tendré suerte si alargo esta tontería más allá de 5 caps (a los que no creo llegar). En fin:
Chao; nos leemos!
