Disclaimer: Si algo me perteneciera, sería la mujer más feliz de la tierra, pero no es así
Crawling
ooo
Andrea Donovan era una mujer de 25 años normal. No tenía una belleza escandalosa, ni siquiera era alta, o con pechos turgentes y piernas largas. Era bajita, pechos medianos, esqueleto pequeño, nunca llevaba el pelo suelto, y sus ojos oscuros siempre iban enmarcados por unas gafas sin monturas de cristal rectangular. Vivía en una zona residencial para personas con una ecónomia media-alta, frente a ella vivía la señora Rowland, quien siempre todos los Sábados le regalaba una porción de tarta de limón que hacía para sus amigas que siempre llegaban los Domingos para jugar al Bingo.
Ella después de salir del trabajo iba al pequeño supermercado que regentaba una pequeña familia y que ahora era llevaba por los hijos de la misma a comprar algo para cenar y desayunar al dia siguiente. No podia permitirse comprar comida para largo plazo, porque seguramente se echaría a perder, ya que siempre almorzaba con su secretaria en el mesón que había una manzana más allá de su consulta. Su profesión era psicologia, siempre fue buena solucionando la vida de los demás, solucionar la suya era un problema mucho más profundo, fue la mejor de su promoción en la facultad. Y al salir de la consulta, mientras su secretaria Marie se va porque la viene a recoger su novio, ella se va a dar de comer a su huraño gato que desde que entra en su casa se frota contra sus piernas, exigiendo su cena, como su propio estomago.
Cena, sentada frente a la televisión viendo series americanas de abogados, adolescentes, o solteras, riendo por la hipocresía del cine, y cuando se aburre, apaga la tele y retoma el libro que dejó la noche anterior marcado con la punta de la pagina doblada mientras su reproductor de cd's está encendido con el volumen medio - bajo con Sinatra amenizando su lectura, y su gordinflón gato tumbado sobre sus piernas dandole calor a sus pies.
Después cierra el libro, apaga el reproductor de música, se arrastra descalza con calcetines de lana por el enmoquetado suelo de su piso rumbo a su blandita cama de matrimonio, preparada para dormir, pone las gafas en la mesilla de noche junto a la lámpara de luz amarillenta, apaga la luz y se duerme.
El nuevo día comenzara mañana, pero no, un nuevo acontecimiento.
O eso cree ella.
xXxXx
17 de Diciembre, 2005
Dublín, Irlanda
16 :37
Draco Malfoy sonrie, cuando una señorita de no más de veinticinco años le invita a sentarse en la sala de espera, y la mujer vuelve detrás de su pequeño escritorio, continuando escribiendo en su portatil. Él, resulta casual bebiendo del ambiente. La consulta es pequeña, de paredes color crema, y sofás oscuros de cuero, hilo musical y una esquinera llena de revistas. Guarda para sí, que al parecer las cosas no le han ido tan mal, como en principio cree burlandose para sí mismo.
Sus pensamientos y su escrutinio se cortan a favor de que la puerta al lado de la simpatica secretaria se abre. Una señora mayor, abandona la habitación recogiendo una tarjeta que le da la secretaria, ella sonrie a Draco y se va. La secretaria coge el telefono y susurra unas palabras que Draco no se molesta en intentar escuchar. Cuelga, y sonrie.
-Señor Ferbuson, la Doctora le espera -comunica, mientras señala la puerta entreabierta.
Él no se hace esperar, y se levanta caminando hacia la sala, y cuando entra se da cuenta de que nada de lo que imagina es lo que hay dentro de esa habitación. Paredes forradas con imitación de parqué, un sillón de cuero largo y acolchado, y frente a ese mueble con aspecto comodo, una mujer con los ojos metidos en una libreta gruesa.
-Señor Ferbuson -la voz de la mujer es impersonal, ni siquiera ella se molesta en mirar su rostro- tome asiento.
Él, sintiendose algo travieso lo hace, y se tumba en el sofá negro a esperar que ella lo mire, o quizá nunca lo haga. Pero no le importa, él viene por algo en especial, y no se va a ir hasta conseguirlo.
-Mi secretaria me ha dicho que -su voz se tambalea, y Draco alza la mirada. Los ojos oscuros de la mujer chocan contra los suyos plata. La seria doctora se queda blanca como un cádaver. Sus manos firmes que sujetan la carpeta tiemblan. Draco sonrie, si pone empeño podría escuchar los engranajes del cerebro de la mujer. Después de una larga pausa de silencio, ella exclama- ¡Malfoy!
Draco rie, acomodandose en el asiento, comodo haciendose dueño de la situación. Era una habilidad que había perfeccionado con el tiempo.
-Te lo has montado bien -comenta, sus ojos no paran de recorrer la habitación, cada rincon, mientras siente como el aura de la Doctora se enegrece de furía. La frialdad profesional la abandona, y Draco la saborea con sádico placer- pero no entiendo, como la más grande promesa de nuestro curso ha tirado su futuro a la basura por una consultita de mala muerte.
Ella aprieta los dientes, los ojos tras las gafas se afinan de furía.
-Vete -se controla, pero su voz es ronca como una ladrido.
-Hemos tardado mucho tiempo en buscarte¿Como quieres que te llame, eh? -pregunta burlón, mirandola con lentitud. Ella aparta la mirada incomoda, Draco sabe que su presencia la turba, desde el colegio siempre fue así.
-Has utilizado un nombre falso y eso es delito, Malfoy -ella se levanta tensa de su asiento, y lo mira desafiante. Draco se complace al saber que la niñita sabelotodo aún vive bajo la fría figura adulta y profesional- y sino quieres que llame a las autoridades, marchate de mi consulta¡ya! -señala con un dedo tembloroso la puerta.
-Tú tambien estás utilizando un nombre falso, Andrea -le recriminó- El Ministerio Ingles me ha mandado a buscarte, Granger -comenta con naturalidad.
Draco obserba, siente su nerviosismo, las manos de ella se retuercen sudorosas. Y eso le provoca muchisima más curiosidad. Aun no entiende el cambio, pero está dispuesto a averiguarlo a cualquier precio, después de todo para eso le pagan, y bastante bien, por cierto.
-Mi nombre está registrado legalmente -le informa con los dientes chirriando de furía- y no tengo interés alguno de los deseos del Ministerio, así que sino te importa, lár-ga-te, o llamo a la policia -y tomó el inalambrico preparada para cumplir su amenaza.
-Apuesto a que no tienes tu varita contigo -sonrie ante la expresión ruda de la mujer, había acertado- Solo quiero que me acompañes al Ministerio.
-No he cometido ningun delito en contra del Mundo Magico, así que no tengo obligación de acompañarte. Vete, Malfoy, o cumplo mi promesa -y descolgó el inalambrico- Marie, por favor llama a---
No puede continuar, el telefono sale volando de las manos de Hermione, antes de que ella pueda detenerlo para ir a las manos de Draco, quien lo atrapa y lo mira con curiosidad, aún no se ha familiarizado lo suficiente con los cachibaches muggles.
-Hablemos.
-No.
-No tienes opción -explica divertido- Por las buenas, o por las malas. -es una amenaza y los dos lo saben.
La mujer se sienta detrás de su escritorio, respirando agitada, está furiosa porque se siente acorralada. Pero Draco no tiene compasión, y con el teléfono a buen recaudo, él también toma asiento.
-No tengo ni pajorera idea el por qué el Ministerio necesita de tu presencia, pero eso está fuera de mis deberes de Inefable -aunque no iba a negar que desde que le dieron la misión, estaba muy intrigado.
Hermione aprieta los puños unos segundos hasta destensarse y ablandarse contra su asiento.
-No voy a volver Malfoy -le aclara tanjante- Y por mí, puede venir todo el escuadron de Aurores y todos los Inefables que al Ministerio se le ocurran, mi desición es irrebocable, pierdes el tiempo, y los Jefes que te lo ordenaron también.
Antes de que Hermione pudiese responder, la secretaria, Marie entra al despacho y mira la escena.
-¿Ha sucedido algo, Doctora? -pregunta confusa.
-No Marie -le contesta neutral, después emula una sonrisa- Puedes irte a tu casa.
-Pero aún queda que la señora Roberts y el señor Turner vengan -protesta sorprendida la mujer.
Hermione bufa, y niega.
-Cancelalas, pide disculpas y dales hora para mañana a primera hora, después puedes marcharte.
Marie no muy segura asiente, y abandona el despacho. Draco parece complacido, de la desición de Granger y recupera el tono normal, con el trata con la Doctora Donovan:
-¿Eso significa que me acompañaras?
Ella niega.
-Eso significa que tienes toda libertad para decirme las razones por las que el Ministerio requiere mi presencia y marcharte por donde viniste -contesta con brusquedad- Malfoy, esto no es juego, y no espero que te lo tomes como tal, porque yo no lo hago, esta en juego mi carrera y es algo que ni tu, ni nadie me va a echar a perder, así que habla rapido.
Draco se sorprende por la dureza de su tono pero no lo demuestra, a tratado en su trabajo con gentuza, con peores modales, con toda clase de personajes variopintos, el tono de su antigua compañera le sorprende pero no le intimida.
-Son ordenes de arriba, El propio Ministerio fue el que me ordenó tu busqueda, y créeme me costó más de lo que estoy dispuesto a confesar -sonrie ironico- Te sabes esconder muy bien, sangre sucia -el apodo despectivo ya no parece tan despectivo- Un año y medio buscandote hasta debajo de las piedras. Lo cual, me lleva a preguntarme el por qué de tu escapada. Tenias un futuro prometedor por delante. Siempre escuché rumores que estudiarias politica mágica, quizás hubieras llegado más alto que el lamepelotas del Ministro que ahora está en funciones.
Ella parece curiosa.
-¿Y quien es?
Él se echa a reir despectivo.
-Un Weasley, nada más y nada menos, que Percival Weasley. -bufa, pero no añade nada más en su contra, Hermione siempre ha sabido -de hecho no era ningun secreto- que Malfoy siempre ha odiado a los Weasley- Tienes algo importante que decir, y al parecer tu también lo sabes -eleva las cejas con elocuencia- sino no te hubieras preocupado tanto en no dejar rastro con el que seguirte. Cambiarte de nombre, desvincularte del Mundo Mágico y además de tus propio amigo, Potty. ¿Por qué Granger?
Hermione lo desafia con la mirada.
-¿Acaso eres tan poca cosa en el Ministerio que Percy no comparte secretos con sus Inefables? -sonrie burlona- No tengo nada que dar, solo quiero olvidarme de ese mundo, y no me escondo, pero la guerra es algo que no quiero recordar, a pesar de que siempre estará presente en mi pasado -murmura pasado con una mezcla de rencor y dolor. Una mezcla explosiva- Fue mi desición desvincularme de ese mundo, y ahora también es mi desición decidir no volver.
Draco la mira en silencio, tiene cierta idea del por qué de la desición de la Sangre sucia. Ronald Weasley fue victima de la guerra, junto a él, también lo fueron los padres de la misma Granger. Además, nadie supo a ciencia cierta lo que sucedió dias antes de la caida del Lord, cuando secuestro al Trio Dorado por una emboscada en el Pueblo de Hogsmeade en una de las salidas del colegio, dias antes de la misma graduación. Draco lo unico que conoce a ciencia cierta es que Potter por fín cumplió con su papel de héroe matando al Señor Oscuro, no sin antes llevarse por delante a Ronald Weasley, pero eso fue obra de su tia Bellatrix, sin embargo de Hermione, y las vejaciones que fue sometida nunca se supo nada. El Mundo Mágico estaba demasiado preocupado en alavar al Heroe mediatico del ultimo siglo, para fijarse en una sangre sucia que salió de la Mansión Ryddle, donde se sucedió la batalla arrastrandose gimoteando y siendo atendida por los pocos integrantes que quedaron de la Orden del Fenix. Había muerto mucha gente en esa guerra, en los dos bandos. Nadie se salvó de sufrír heridas, otras más psicologicas que fisicas, pero igualmente inolvidables.
-Entonces, ya que no pretendes volver al Mundo Mágico, aclarame los porqués, -propone con una sonrisa, recuperandose de los viejos demonios de la Guerra.
-No tengo porque decirte nada, Malfoy. Largate.
-No puedo, tengo reservado para una semana la habitación de un hotel, y me temo que no me gusta gastar dinero por el simple acto de derrochar.
Ella lo mira con rencor. Lo tendría una semana revoloteando por la ciudad, y eso la turbaba.
-¿Tendrías la bondad de aunque solo fuera compartir un café conmigo?
-¿Por qué eres simpatico conmigo?
-¿Por qué no debería de serlo?
Una mueca irónica se adueña de su rostro.
-Odias mi sangre.
-No estamos en el colegio.
Ella lo analiza unos segundos, y sonrie cautelosa, aunque por dentro sabe que se arrepentirá de haber hecho lo que está a punto de hacer.
-Esta bien Malfoy, te acepto ese café.
TBC
