Capitulo I
Una extraña carta, extrañas noticias
La familia Evans vivía en un pequeño pueblo a las afueras de Londres, en una gran casa con vista al mar. Aquel día, era el cumpleaños de Lily, la hija mayor del matrimonio. Todos se levantaron muy temprano y estaban desayunando cuando sonó el timbre, eran los tíos y primos de Lily, que como todos los años, llegaban temprano por la mañana a saludar. Petunia, la hermana de Lily, abrió la puerta, y su prima Samantha, entró corriendo a la cocina a saludar a la festejada. Lo extraño era que a parte del regalo le entregó un enorme sobre de pergamino escrito con tinta verde que había encontrado en la entrada.
-Ya se que es extraño prima, pero debes tomar muy en serio esta carta, ya te explicaré – le dijo al oído – Pero léela mas tare, hoy vamos a celebrar – añadió con una gran sonrisa.
Lily fue hasta su pieza para cambiarse de ropa y pasar el día con su familia, y aquel extraño sobre quedó olvidado entre los regalos. Fue un lindo día, había mucho sol y estaba muy caluroso, así que decidieron ir a la playa. Esa noche al irse a acostar, recordó la carta y con mucha curiosidad la abrió. Leyó el primer pliego, y en un principio no pudo más q desechar las palabras de su prima. ¿Cómo era posible que tuviera una vacante en un colegio que ni siquiera sabia que existía? Además ahí ponía que era un colegio de magia. Pero luego recordó las palabras de su prima "debes tomar muy en serio esta carta". ¿Pero como sabía ella que decía la carta? Su voz sonaba muy seria cuando lo dijo, sin dejar espacio para las dudas. Esta vez, por primera vez, se guardó el secreto. Sus padres no sabían que le había llegado esa carta, y era mejor que no lo supiera, por lo menos hasta haber hablado con Sam.
Este estaba siendo un verano muy caluroso, y como estaba cerca, Sam, Lily y Petunia, iban casi todos los días a la playa, o se quedaban en casa de Sam conversando y jugando. El problema era que Lily no confiaba en su hermana, por lo que no había podido hablar con su prima, y la carta seguía guardada bajo la tabla suelta debajo de su cama. La oportunidad llegó tres días después de llegada la carta. Petunia había ido con su madre, Sally, a ver a la abuela que se encontraba un poco enferma, y volverían al día siguiente, así que Lily invitó a su prima para poder hablar de una vez con ella.
- ¿Que sabes tu de esa carta Sam? – preguntó después de un rato de silencio -.
- ¿Qué carta?
- La que llegó el día de mi cumpleaños. Si no me hubieses dicho que la tomara en serio…
- Entonces si la leíste – dijo Sam, muy alegre - ¡Que bien, entonces seremos compañeras!
- ¿De que hablas¿Tú también recibiste una de esas? – Preguntó Lily muy sorprendida.
Entonces Samantha comprendió que Lily aún no entendía nada, y le explicó.
- El año pasado, más o menos en esta misma fecha, recibí una carta igual a la tuya, como es lógico no lo creí y la tiré a la basura. Pero las cartas seguían y seguían llegando, cada vez más. Yo no entendía de que se trataba, si era una broma, entonces se estaban pasando de los límites, hasta que un día llegó a la casa un extraño hombre que pedía hablar conmigo, era muy amable, y mis padres lo hicieron pasar y el me explicó todo. Yo debería ir a esa escuela y recibir educación mágica. No estaba muy convencida, pero luego recordé todas esas cosas inexplicables q me ocurrían. Me llevó a Londres a comprar las cosas del colegio y me trajo de vuelta a casa. Antes de despedirse me dio un boleto de tren y me dijo que debía mantener aquello en secreto por que si los muggles...
- ¿Los qué? – interrumpió Lily
- Muggles, gente no mágica. Deja terminar. La cosa es que si los muggles saben de nosotros, van a querer soluciones mágicas a sus problemas, y eso no es correcto – Estaba muy seria, pero luego su rostro se iluminó -. Y la escuela… ya verás Lily, es fantástica, es un enorme castillo, y las clases, los maestros, el bosque prohibido, el lago… Oh! Va a ser grandioso… - De repente se calló, y Lily le dijo:
- Pero tú dijiste que te ibas a un internado en Liverpool…
- Por eso mismo, por que nadie se debe enterar de esto. Y ahora… ¡tú también eres bruja! En la carta de este año me dicen que debo acompañarte a comprar las cosas, por que somos primas – Dijo Sam muy contenta -. Todo este año yo he estado en Hogwarts, y ahora tú vendrás también… - dudó un momento - ¿Por qué… vendrás no?
Lily se quedó en silencio. Sam era su prima, su mejor amiga, no le mentiría. Pero ella… ¿una bruja? - "pero luego recordé todas esas cosas inexplicables q me ocurrían" – esas palabras resonaron en su mente. Claro, a ella también le habían ocurrido cosas fantásticas. Y Sam sería incapaz de mentirle. Poco a poco una sonrisa se fue dibujando en su cara y Sam, sabiendo lo que aquello significaba lanzó un grito de alegría y se puso a saltar y bailar por toda la habitación. El alboroto sorprendió al señor Evans, y al entrar a la pieza de su hija se encontró a las dos niñas con una gran alegría en sus rostros.
- ¿Que es todo este alboroto niñas? – Pregunto muy entretenido -.
Lily y Sam se quedaron inmóviles al instante, no habían oído al señor Evans. Sam fue la primera en hablar:
- Tío George… tenemos que contarte algo… es difícil de entender, pero es verdad… Lily, es tu papá, muéstrale la carta – A lo que Lily saco la carta de su escondite y le pasó el primer pliego de pergamino escrito con la misma tinta color verde esmeralda. Y Sam le contó a su tío toda la historia.
Al final, el señor Evans estaba tan sorprendido que no podía articular palabra. Cuando al fin se calmó solo atinó a decir - ¿Y el internado en Liverpool? – Lily y Sam se echaron a reír y cuando ya se calmaron Sam respondió lo mismo que le había dicho a su prima. Al final el señor Evans pareció convencido.
- ¿Y cuales son los útiles que debes llevar hija? Aquí dice "observe la lista con el equipo y los libros necesarios" – Dijo leyendo, mientras que en las caras de Lily y Sam se dibujaban de nuevo unas enormes sonrisas.
Lily fue a buscar del sobre los demás pliegos que aun no había leído y le entrego a su padre la lista de libros y el equipo necesario. El leyó el pergamino y dijo que al día siguiente hablaría con su esposa e irían a Londres a compara los útiles de Lily y Sam, ésta recalcó que debían ir con ellos, por que al ser muggles, no podrían encontrar la entrada al callejón Diagon, y además Lily debía comprar su varita, puesto que nadie lo podría hacer por ella. En ese momento la emoción de Lily fue enorme… una varita… su propia varita para hacer magia, era lo que había estado esperando desde que Sam le contó todo acerca de Hogwarts. Esa noche se durmió de inmediato, y soñó con un gran castillo, rodeado por un enorme y oscuro bosque, junto a un lago de profundas aguas. Ella estaba en lo alto de una torre, y podía ver su casa, muy lejos de allí, pero no sintió nostalgia. Bajó las escaleras y se encontró con un apuesto muchacho de hermosos ojos. De repente sintió que todo a su alrededor se movía, abrió los ojos y vio a su prima zamarreándola para que despertara.
- ¡Levántate Lily¡Vamos a llegar tarde, el viaje a Londres no es muy largo pero debemos darnos prisa! Hay mucho que comprar.
Sin dejar de pensar en ese extraño sueño Lily se levantó, y una vez duchada y arreglada, bajó a la cocina donde ya estaba su padre en la mesa leyendo el periódico y Sam, también sentada, leyendo un extraño periódico, que Lily supuso era mágico, pues las fotografías en blanco y negro se movían y las letras de los titulares brillaban cambiando de color. Estaban desayunando cuando llegaron Sara y Petunia. Sam guardó el periódico rápidamente, el señor Evans llevó a su esposa al estudio y Petunia se sentó a la mesa y comenzó a comer tostadas. Lily y Sam se miraban nerviosas, su prima le había dicho que era lo mejor no decirle nada a Petunia puesto que aún no sabían si ella también era bruja, ya que hacían falta dos años para tener la edad para entrar a la escuela de magos. Petunia miraba con malos ojos a su hermana, y bastante disgustada le preguntó:
- ¿Y tu a donde vas tan arreglada?
- A Londres, vamos con Sam y papá a comprar… - pero no pudo terminar la frase por que entraron los señores Evans a la cocina.
- ¡YO TAMBIEN QUIERO IR! – comenzó a gritar Petunia -.
- Petunia, hija, tu hermana Lily va a ir a la escuela en Liverpool, con Samantha, tu aún eres muy chica para ir allá. Te quedarás con tu madre mientras nosotros vamos a Londres a comprar el uniforme y las demás cosas.
Petunia se quedó en casa, sola, muy enojada con su hermana, no había creido la explicación de su padre. Casi nunca creía lo que le decían, era muy desconfiada, incluso con su padre, y especialmente con su hermana. Desde la muerte de Harry, su hermano pequeño, Petunia se había puesto muy antisocial y desconfiada, le pesaba mucho su muerte puesto que ambos tenían una muy estrecha relación.
Subieron al tren en la estación de Harwich y luego de un corto viaje (que a Lily se le hizo eterno, producto de los nervios), llegaron a Londres. A pesar de haber ido allí solo una vez, Sam recordaba muy bien como llegar al "Caldero Chorreante", que era por donde entrarían al Callejón Diagon. Era un pub de aspecto oscuro y miserable, y si no fuese por que Sam lo señaló, ni Lily ni su padre se hubiesen fijado en esa mugrienta puerta. Adentro había toda clase de extrañas personas, y nadie hizo caso a las tres personas que acababan de entrar. Sam que ya sabía que hacer se dirigió a la puerta trasera que daba a un pequeño patio vacío, sacó su varita golpeó unos cuantos ladrillos de la pared luego de advertir a Lily que no olvidara aquello. Cuando hubo golpeado el último ladrillo la pared comenzó a abrirse y se convirtió en un alto y corto pasillo de piedra, un letrero mas adelante decía "Bienvenido al Callejón Diagon". Lily miraba a su alrededor fascinada. Había negocios con los objetos mas raros que se puedan imaginar, con carteles de distintos tamaños y colores.
- Bueno, primero que nada debemos ir al banco… - comenzó Sam
- ¿Los magos tienen bancos? – la interrumpió el señor Evans sorprendido.
- Claro que si tío¿donde quieres que guardemos nuestro dinero y hagamos transacciones?
- ¿Transacciones? – preguntó Lily – ¿quieres decir que aquí no se usan los dólares?
Sam les explicó que en el mundo mágico hay un banco, ministerio, hospital, escuelas, pueblos e incluso andenes especiales. Por eso los magos estaban protegidos, el ministerio se preocupaba de mantener el secreto, el hospital se encargaba de las heridas mágicas, que eran muy distintas a las de los muggles, causadas por encantamientos, maldiciones, cinturas mágicas, y el banco, se encargaba de guardar el dinero de los magos y cambiar los dólares a galleons de oro, sickles de plata y knuts de bronce. Una vez dentro del banco, Lily se sorprendió aún más… ¿Duendes?... lo que había detrás de los mesones, pesando piedras preciosas, contando monedas, llevando gente por las puertas, eran…
- Si, son duendes, hay que tener mucho cuidado con ellos, son muy inteligentes y astutos, pero también son muy tramposos – dijo Sam ante la cara de asombro de su prima y su tío, mientras se acercaban a un mesón -. Buenas tardes, quisiera bajar a la bóveda 417, y el señor aquí, necesita hacer una transacción.
- Por supuesto señorita¿tiene la llave? – Sam le entregó su llave, el duende la revisó y llamó a otro duende para que llevara a Sam a las bóvedas – ¿Quieres venir prima, permiso tío, nosotras volvemos enseguida.
Pasaron por una puerta y a Lily le dio la impresión de entrar en una cueva, había unos rieles en el piso, el duende silbó, y al instante llegó un carro a toda velocidad. Subieron al carro y este se puso en movimiento, bajaba a una velocidad increíble. El carro parecía manejarse solo por que no tenia nada con que dirigirlo y el duende permanecía quieto y en silencio. Legaron rápidamente a una pesada puerta redonda, se bajaron, el duende introdujo la llave en la cerradura y abrió la puerta que crujió un poco. Adentro había pequeños montículos de monedas, de oro, plata y bronce. Sam sacó una pequeña bolsa de cuero, puso algunas monedas en ella y salió. Volvieron a subir al carro y en un momento ya habían llegado, muy mareadas al amplio y elegante hall, donde el señor Evans las esperaba. Recorrieron tiendas comprando las cosas de Lily, túnicas, un sombrero puntiagudo y una pesada capa de invierno; un caldero; ingredientes para pociones; libros; un telescopio; pergamino, plumas y tinta; una balanza; etc. Sólo faltaba la varilla, y el señor Evans que ya estaba muy cansado, cargado con todos los paquetes de Lily, y algunos de Sam, se quedó en la heladería a esperarlas mientras iban por la varita. Ollivanders era un negocio oscuro y polvoriento, y todas las paredes estaban cubiertas por estanterías llenas de pequeñas cajas. Un anciano hombre esperaba silencioso detrás del mostrador.
- Señorita Grint, Samantha, si no me equivoco. Como poder olvidarla, una cliente muy difícil – Dijo el señor Ollivanders al ver a Sam -. Espero usted y su varita se encuentren bien. Madera de haya, pelo de unicornio, nueve pulgadas y media.
- Buenas tardes señor Ollivanders. Estupendamente, gracias– respondió Sam-. Esta es mi prima Lily Evans, estamos buscando una varita para ella – Mientras el anciano mago fijaba sus ojos en la asustada Lily.
- Digame señorita Evans¿cual es su brazo para la varita?
- Pues… soy diestra – contestó un tanto confundida, mientras el hombre media su brazo, cabeza y piernas con una huincha plateada, que en vez de números tenía unos extraños símbolos. Una vez que terminó de medir, el señor Ollivanders le fue pasando una a una varias varitas, esperando alguna reacción por parte no se sabía si de Lily, o de alguna de las varitas. Cuando ya iba por la séptima varita la chica sintió como un escalofrío le recorría todo el cuerpo, la varita empezó a vibrar y de ella saltaban chispas de un blanco cegador y brillante azul – Wow! – dijo Lily mirando la varita de sauce, fibras de corazón de dragón, de diez pulgadas y un cuarto, que el señor Ollivanders ya había comenzado a envolver en su caja con un lindo papel como hecho de hojas muy verdes.
Pagaron la varita y salieron al callejón a buscar al señor Evans, lo encontraron en la heladería conversando con un hombre al cual no conocían.
- Ah! Hija, él es Henry Potter, es mago, nos acabamos de conocer. Henry, ella el Lily, mi hija mayor, que entra este año a la escuela, y ella es Samantha mi sobrina que ya está en segundo año – dijo presentándolas.
- Encantado señoritas – respondió el mago -. Mi hijo James debe estar por ahí, también entra a primer año. Bueno, debo retirarme, un gusto conocerte George, espero nos volvamos a ver. Señoritas, hasta pronto – Y se fue calle abajo, seguramente buscando a su hijo – Lily se quedó mirándolo largo rato mientras desaparecía en la multitud. Aquellos ojos… los había visto antes, pero… ¿Dónde?
Luego de pagar los helados Sam llevó a Lily a la tienda de mascotas y le compró un lindo conejo tostado como regalo de cumpleaños, y su padre le regaló una lechuza:
- Henry me dijo que se utilizan para llevar la correspondencia, además en la carta de la escuela dice que hay que mandar una, notificando que vas a ocupar la vacante.
- Que gentil el hombre – comentó Lily, cuando ya iban por la calle muggle, arrastrando el pesado baúl con las cosas de Lily, junto con el conejo en una linda jaula. La lechuza había sido enviada inmediatamente con una carta hacia la escuela – Me gustaría conocer a su hijo, va a ser mi compañero de curso y… bueno. Estoy agotada.
Aun faltaba casi un mes para el comienzo de clases. Pero Sam, ante la insistencia de Lily, le enseñaba algunas cosas básicas, además de prestarle libros como "La historia de Hogwarts", "Quidditch a través de los tiempos" y "Grandes magos del siglo veinte". Lily leía sus libros de la escuela en la noche antes de dormir, y por la mañana los dejaba guardados en su baúl, pero no sabía que su hermana Petunia revisaba sus cosas mientras ella no estaba, y así fue como en el cajón de la mesita de noche encontró la carta de Lily y un palito de madera, que al tomarlo se puso caliente tirando chispas rojas. Esa noche Petunia desafió a Lily durante la cena, las cosas se pusieron feas, Petunia echaba la culpa a su hermana por la muerte de Harry:
- ¡CLARO, TU FUISTE, UN BICHO RARO COMO TU, COMO NO IBAS A SER CAPAZ DE MANDAR ESA OLA PARA QUE EL MAR SE LLEVARA A HARRY!
Lily lloraba desconsoladamente, y los señores Evans notoriamente afectados también llevaron a Petunia a su habitación. Mientras dormían, Petunia soñó con su pequeño hermano, muerto solo un año antes, y Lily soñó con un bebé, muy parecido a su querido hermano, solo que sus ojos eran distintos, pero luego cambió de forma y se convirtió en el mago que habían visto aquella tarde. Por la mañana Lily llevó todas sus cosas a la casa de su prima Samantha, sus padres habían decidido que era mejor que estuviera allí el resto del verano, para no tener mas problemas con Petunia.
