Disclaimer:Los personajes son de Kubo y Yamamoto, MAPPA.
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— Sonríe, precioso. Todos estarán viéndote y serás toda una estrella.
Siendo agitado de atrás hacia delante por las dos pollas que lo bombeaban frenéticamente por ambos esfínteres, Víctor estiró una sonrisa floja bastante afectada por todas las sustancias que tenía metidas en el cuerpo aparte del semen ajeno estancado en sus entrañas. Sus brazos pálidos y cada vez más delgados estaban llenos de piquetes de agujas que sus acompañantes compartían con él, incluso tenía colgando aún de su piel una jeringuilla que se sacudía al ritmo de las penetraciones.
Uno de los seis hombres que rodeaban a Víctor dejó el celular con el que estaba grabando apoyado encima de una mesita destartalada donde estaban regadas más agujas, pastillas, restos de polvo blanco y cucharas quemadas donde derretían la droga para inyectársela. Se quitó los pantalones quedando vestido sólo con una camisa negra y empezó a menearse la polla frente a la cámara, con sus bolas brincando por la paja acelerada hasta que se la dejó bien dura con la punta roja y elevada.
— Hoy toca relevo, colegas. ¡Nuestra sucia muñequita es tan potente que está ordeñándonos desde hace dos días! —se rió, lamiéndose la palma para dejar brillante su erección con una capa de saliva mientras que el lente del celular seguía captando la orgía formada alrededor del albino de veinte años, encima de dos colchones apilados uno sobre otro, viejos, hediondos y roídos tirados en el suelo— Ya dejó fuera de combate a dos muermos que quedaron con el tanque vacío, ¡es todo un peligro, jajaja! Hoy veremos si no nos deja sin polla.
Dos tíos sucios y desnudos desmayados entre orina y vómito estaban tirados en una esquina del almacén abandonado donde llevaban horas de maratón echando sus fluidos sobre el joven de ojos aqua, y otro más había salido en busca de provisiones, es decir, algo de agua, comida basura, alcohol y más droga.
— Aahf, joder… ¿verdad que te gusta, perrita? Eres la envidia de todas las rameras teniendo tantas vergas para ti solo, ¡uff!
Víctor soltó unas risas extasiadas, recostado de espaldas sobre el pecho velludo del hombre que lo abrazaba hincándosela por el culo mientras que otro entre sus piernas obtenía placer dentro de su agujero especial, esa raja húmeda y carnosa debajo de un pequeño pene rosáceo en el lugar donde deberían ir los testículos.
— Sí… denme más, ¡quiero todas sus pollas en mí! ¡Ahh, aaah!
Su penecito se bamboleaba como loco salpicando líquido sobre su vientre redondo que quedaba al aire. Pronto se vio bañado por el esperma de los demás sujetos que entre siseos y gruñidos se masturbaban sobre él con sus propias manos o con las de Víctor, que abrió la boca para atrapar algún chorro que le diera en la cara. Una vez que le llenaron ambas cañerías lo empujaron para cambiar de posición y sus manos quedaron sobre el colchón a cada lado de una cabeza que lo miraba desde abajo relamiéndose con deseo, con la cabellera etérea del Nikiforov cayéndole encima.
Desde el primer día los nueve se turnaban con Víctor follándolo entre dos o tres y no lo dejaban descansar, incluso si se quedaba inconsciente lo seguían penetrando violentamente. Luego para subir la emoción empezaron a grabar como el muchacho podía atender hasta a cinco y seis de ellos a la vez.
Cuando la droga y el alcohol perdían efecto y Víctor empezaba a recobrar el juicio llorando por el dolor y el cansancio, balbuceando el nombre de alguien a quien ellos no les interesaba, le daban puñetazos en muslos y espalda y le pisaban la cabeza contra el suelo sin dejar de violarlo, mientras le inyectaban una nueva dosis que volviera a convertirlo en una puta divertida y dispuesta que babeaba con la lengua afuera por la fuerza de sus orgasmos.
Varias veces quedaron embadurnados con los excrementos que soltaba el albino, incapaz de controlar el esfínter que estaba más que colmado con tanto sexo y estupefacientes. Lo que se les ocurrió fue hacer que Víctor les chupara sus pollas cubiertas de mierda, semen y sangre hasta vomitar.
— Oh, síiii… lo estoy sintiendo, chúpame con ese culito. —el que se estaba cogiendo analmente a Víctor empezó a acelerar destruyendo el ritmo de su compañero, que estaba debajo con su polla entrando y saliendo de la vagina del albino arrodillado a cuatro patas entre ambos— Voy a llenarte entero y mi semen te va a salir hasta por los ojos. ¡Aahha!
Con un jadeo gutural tiró de las largas greñas del menor como si se trataran de las riendas de un caballo, saturándole el culo con más esperma caliente.
— Qué caliente está, ahh, haahh… —al muchacho se le iban los ojos por el placer, temblando de pies a cabeza al sentir todo ese esperma corriéndole por dentro. Era tan maravilloso que empezó a besar y lamer con más ahínco las pollas que le golpeaban la cara reclamando su atención.
— Aarhg, haah… espera, aún tengo más para ti. Ahí te va… ¡uuuha! —resoplando sonriente y agitado se meó dentro del recto más que colapsado de Víctor, y el líquido amarillento le resbaló por los muslos junto con sangre y semen empapando todo.
Cuando terminó de vaciar su vejiga con un suspiro desagradable cayó sobre la espalda de Víctor, jalándole más del pelo para obligarlo a torcer el cuello hacia atrás y desatender a los demás que bufaron en protesta. Le metió la lengua en un lascivo y errático beso dentro del que el ojiazul gemía torpemente, con la mente demasiado dispersa como para enterarse del dolor y la humillación. El beso se volvió demandante y furioso, incluso mientras el sujeto empezó a tener arcadas dejando algo de vómito en la boca de Víctor.
— Hijo de puta, ¡qué asco! ¡Quita de aquí! —alguien lo pateó fuera del colchón para que no vomitara encima, y al ver a Víctor cerrar los ojos exhausto le dio una cachetada para que no se durmiera.
— Bien, ¡mi turno!
Su ano no tardó en ser ocupado nuevamente y unas uñas rotas y descuidadas se le engancharon de las caderas para que el hombre tomara impulso, hundiéndole su gruesa polla y embistiendo como loco. El Nikiforov apenas podía mantenerse sobre sus brazos que flaqueaban sin control y recibió otro manotazo en la cara para tenerlo despierto.
Una polla se enterró en su boca embistiendo entre los grumos de comida que había dejado el "hombre vómito" de recién, el cual ya se había recuperado y regresó con una nueva erección. Otro glande hizo presión entre sus labios para adentrarse también, así uno se hundía cuando el otro retrocedía y viceversa dejando apenas respirar a Víctor. A veces erraban el ritmo y terminaban hundiéndose ambos miembros a la vez, gimiendo y gruñendo maldiciones con el pelo del muchacho bien sujeto para follarle la boca de una manera tan bestial que a Víctor se le rajaron las comisuras chorreando sangre.
— Uuhhh… ¡de verdad nos sacamos la lotería con esta zorra! ¡Es como una aspiradora con tres agujeros!
— Jeje, aunque en realidad son dos zorritas insaciables, ¿eh? —el que estaba debajo de Víctor empezó a penetrarlo con más saña y repartía caricias morbosas sobre su vientre abultado. Alzó las caderas con fuerza y depositó finalmente toda su leche espesa junto al no nato que permanecía dentro de su bolsa amniótica.
— Y tiene dos manos también, así que no es hora de holgazanear. ¡Qué esperas para sobarnos la polla! Juju, y como premio tendrás un buen bukake.
Jalaron las muñecas de Víctor que ya era casi un monigote de trapo, su cuerpo maltrecho se estaba quedando sin voluntad. Lo hicieron sujetar una polla con su mano derecha, otra con su izquierda y que empezara a bombearlas mientras su cabeza iba y venía haciendo que su melena enmarañada se agitara al son de los chasquidos de saliva y los golpes de piel con piel.
El miembro dentro de su culo inició una reacción en cadena explotándole en las entrañas, luego le siguieron los dos que disfrutaban dentro de sus labios; el que ocupaba su vagina se hinchó estallando de nueva cuenta con una potente corrida, y los que masajeaba entre sus manos dispararon su semen en varias descargas sobre él.
— ¡Aahg! ¡Qué delicia! —una de las pollas que se vaciaba en su boca resbaló afuera aún soltando líquido. Las pestañas de Víctor se abrieron goteando hilos blancos, dejando al descubierto sus orbes sin brillo bajo un antifaz de semen.
Los seis se rotaron y otro hombre diferente se echó de espaldas en el colchón, tirando de Víctor para ponérselo encima y sentarlo sobre su polla palpitante. El joven soltó un quejido adolorido pero casi no podía moverse, si no fuera porque lo sujetaban caería desparramado en el suelo.
— Joooder, me sigue poniendo mucho su barriga. Es increíble que se pueda preñar. —otro que estaba sentado en ese intento de cama silbó recorriendo con las manos abiertas toda la barriga de Víctor, llegando a sus pezones que se veían abultados. Sólo bastó que los apretara para que salieran disparadas las gotas de leche— Juju, ¡hasta le sale leche como una mujer! ¡Miren!
— Muévete que me lo quiero follar. —un tío fofo de barba lo apartó para acomodarse detrás de Víctor y se le enterró por el culo siseando de placer— Uuhm, tiene el culo como un pozo y aun así aprieta el jodido.
No era que Víctor mantuviera su estrechez, esa presión era causada por sus paredes internas inflamadas a más no poder por tanta irritación y desgarros. No sería raro que ya tuviera una infección.
— A- ahh, no… —Víctor sollozó apretando los ojos, los brutos movimientos dentro de él se estaban convirtiendo en una tortura, señal de que ya estaban pasando los efectos de su estado feliz— Ya no… más… me duele.
— ¿Qué?
Recibió dos puñetazos en el costado que se sumaron a los demás moretones que le pintaban el cuerpo y fue jalado del pelo con tanta hostilidad que las vértebras del cuello le crujieron, obligado a mantener su rostro lloroso hacia arriba mientras que un aliento repugnante le chocaba en la oreja. Ambos hombres dentro de él empezaron a follarlo más duro con toda la saña que tenían.
— Te recuerdo que fuiste tú quien vino a abrirnos las piernas así que no tienes derecho a quejarte, ¿oíste? Para lo único que vas a ocupar esa boquita es para seguirnos complaciendo, ¡no me importa si ya no te gusta!
Entre la agitación y la desesperación Víctor estaba atrapado dentro del ruido de su propia respiración descompensada, sufriendo los calambres de dolor esparciéndose por todas partes y las gotas de sudor que quemaban dentro de las mordidas y rasguños que se repartían en su piel.
En medio de la mezcla de sus recuerdos borrosos empezó a ser consciente del lugar casi destruido donde estaba y los hombres que lo rodeaban masturbándose con grandes sonrisas. Eran mugrientos y desagradables, nadie en su sano juicio se le ofrecería a ninguno de ellos pero claro, sano juicio era lo último que tenía en la cabeza cuando salió a la calle en busca de algo qué meterse en las venas y olvidarlo todo. Terminó rastreando a estos sujetos hasta aquí, regalándose a cambio de sus polvitos felices que lo llevaron a las risas mientras los nueve le arrancaban la ropa para meterle sus pollas por todas partes.
Si Otabek supiera lo que estaba haciendo, si lo viera así de perdido arriesgando a su bebé despreocupadamente no lo perdonaría jamás. Sí, lo mejor sería que lo odiara y no volvieran a verse. Lo quería pero estaba cansado de sentir temor y vergüenza de lo que el kazajo pudiera pensar sobre él; ni siquiera sabía qué hacer con un bebé, era demasiada responsabilidad ser buena persona, era difícil luchar para ignorar sus vicios y seguir adelante. En cambio esto… este era el mundo que conocía y en el que vivía desde que se convirtió en un despojo de la sociedad.
Cuando la puerta chirrió al ser abierta Víctor fue empujado y cayó sobre el pecho del hombre al que estaba montando, aplastando su barriga entre los dos.
— Hey, llegué yo. Déjenme un hueco.
— Justo a tiempo. Trae de la buena para que esta perra deje de pensar, así no nos sirve.
El recién llegado lanzó sus prendas fuera de su cuerpo y hurgó entre las bolsas que había traído para sacar un sobrecito. Se lamió dos dedos para meterlos y los sacó cubiertos de polvo blanco.
— Eso está mal, eh. ¿Ya te quieres ir? —se paró entre Víctor y el que estaba de rodillas penetrándolo analmente y lo obligó a cederle el puesto. Cuando su compañero se agarró la polla para salir de Víctor y empujar más abajo para penetrarlo doblemente por la vagina, él le metió en el culo sus dedos llenos de droga regándola por las paredes lastimadas— Con esto recordarás por qué te gusta tanto estar con nosotros.
— Lo siento… Ota… —le regaló una última sonrisa al recuerdo del kazajo y ya no tuvo nada qué hacer más que entregarse cuando su mucosa anal absorbió los químicos de la droga y su mente se fue a volar otra vez.
Había caído muy hondo y esta vez ya no tenía la fuerza para levantarse ni pedir ayuda, no quería.
"No me conozco a mí mismo. Estoy harto, estás harto de mí.
¿No puedes oír mi voz? Como un bebé llorando, te llamo.
¿Qué miro sonriendo? ¿Qué miro llorando? Lo olvidé hace tanto tiempo.
Todo lo capturado por estos ojos no es un error, inevitablemente.
¿Qué es lo que creo? ¿Qué es lo que amo? Esto es inconsecuente.
Estoy aquí, viviendo y respirando. ¿Es esto un error?" (Q, Alice Nine)
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Hace 15 años.
El pequeño de cinco años apretó los ojos y se cubrió las orejas, temblando asustado por los gritos de sus padres.
— ¡¿Por qué te opones tanto a que lo operen?! Ya hemos esperado demasiado, ¡no soporto que sea un maldito fenómeno! ¡¿Acaso no te da asco cuando piensas en su… eso?!
— ¡Basta ya, Yura! No quiero que hables así de Víctor, podría escucharte. —resopló el hombre— Jamás le tendría asco, nuestro hijo está bien así y no tiene nada de malo.
— ¡JA! ¡Es tan normal que ni podremos meterlo en un colegio! A buena hora fuimos a escuchar a ese médico de cuarta, sermoneándonos con que el niño debe escoger su propio sexo cuando crezca. ¡Somos los padres! ¡Somos nosotros los que decidimos y él debería ser el varón que deseábamos! —por más que presionara las palmas contra sus oídos, desde su escondite Víctor podía sentir los bramidos reverberando y la fuerza de las pisadas de su madre dando vueltas. Estaba furiosa y sabía que era por su culpa, siempre lo era— De saber que esto iba a pasar lo habría regalado en el hospital cuando nació. ¡Es una vergüenza para mí!
El golpe seco de una cachetada atravesó el despacho de pared a pared y con la mano palpitándole por el golpe Yuratchka le gritó unas cuantas palabras a su mujer para luego sacarla a empujones de ahí. Al sentir el portazo Víctor salió de debajo del escritorio de su padre y corrió a abrazarlo.
— Víctor, ¿qué hacías ahí? Sabes que no me gusta que oigas lo que hablo con tu madre. —el alto hombre de ojos verdes y cabello dorado resopló profundamente para dejar su enojo atrás y cargar en brazos a su hijo.
— Papi, ¿por qué no le gusto a mí mamá? ¿Qué es lo que odia de mí?
En toda su corta vida no había conocido otra faceta de su madre aparte de su profundo desprecio hacia él, y eso le dolía porque en cambio, a pesar de todo, él la adoraba por el simple hecho de ser su mamá.
— No le hagas caso, no hay ningún defecto en ti, mi precioso. Es ella la que no puede querer a nadie más que a sí misma y no ve lo especial que eres. No merece ni tu cariño ni tus lágrimas. —le limpió las mejillas a su pequeño y luego le besó cada una, gorditas y rojas por el llanto— No importa si somos solo nosotros dos, yo sí te voy a querer por siempre.
— Yo también te quiero, papi. Muuucho. —el niño le dio un besito en los labios y ambos se sonrieron.
— Venga, vamos a bañarnos juntos.
— ¡Síiiiii!
Ya desnudos en el cuarto de baño el travieso albino saltó dentro de la tina vacía, riendo cuando su padre tuvo que sujetarlo antes de que cayera y se diera un buen golpe. El rubio le dijo que tuviera cuidado y abrió la regadera, haciéndolo chillar de alegría en cuanto sintió el agua caer sobre él imitando la lluvia y que rápidamente le empapó sus hebras de plata que le llegaban hasta los hombros.
Yuratchka entró con él y quedaron de pie uno frente al otro.
— Ya sabes qué hacer.
Víctor asintió con entusiasmo y sin ninguna tardanza dirigió sus manitas hacia la polla adulta, sujetándola para lamer por los lados y usar su lengüita dentro del prepucio que empezó a retroceder para dejar el glande al descubierto. Esa era la señal de que lo estaba haciendo bien, además de la rigidez que iba adquiriendo la carne entre sus dedos y los elogios de su padre. Desde que cumplió el año de edad este era el juego que siempre tenía con su progenitor cuando se duchaban juntos; el rubio colocaba el tapón y él debía estimularle su hombría para hacerlo eyacular la mayor cantidad de veces posible antes de que la bañera se llenara hasta arriba.
Una vez que la gran polla pudo mantenerse alzada por sí misma, desde la base Víctor siguió cada vena abultada sintiéndolas palpitar contra su lengua. Al llegar a la cima se metió en la boca la punta y un poco más, con su papá acariciándole la cabeza entre suspiros roncos para dictarle el ritmo, y entonces usó sus pequeñas manos para jugar con los huevos ajenos. Ya era un experto en cómo respirar y absorber el vacío dentro de su boca para oprimir deliciosamente el miembro que se hinchaba todavía más, cargando todo el esperma que dispararía dentro de poco contra su garganta.
Acelerando el movimiento de su cabeza levantó sus ojos inocentes para verse reflejado en la mirada extasiada de Yura.
— Qué buen chico eres.
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Notas finales: Empezamos por el final y luego se dio un brinco hacia atrás para relatar la niñez ilícita de Víctor, luego continuará hasta que conoce a Otabek, los altibajos y cómo es que termina en manos de estos sujetos sin nombre que no le daban tregua al comienzo del cap.
A Yuratchka podemos imaginarlo como un Yurio adulto.
