¿Alguna vez has tenido un secreto muy profundo? Ese del que nadie se imagina y que no serías capaz de contárselo a alguien. Dicen que todas la personas tienen un mínimo de tres secretos que jamás contarían a nadie, que literalmente, se los llevarán a la tumba. Aunque posiblemente ella solo tenga uno, pero solo con ese bastaba para que su mundo siempre estuviera dando vueltas.
Si a Elsa le hicieran esa típica pregunta de; "Si pudieras desear algo, ¿qué sería?". Ella sin pensarlo diría: "Regresar en el tiempo 13 años". ¿Por qué?, porque hace 13 años exactamente fue cuando conoció a una chica peculiar. Esa simpática niña pelirroja llena de pecas y que siempre tiene actitud alegre la mayor parte del tiempo. Esa chica que paso de ser su mejor y única amiga, a su querida hermana menor.
Elsa jamás se opuso a la idea de que su padre, Adgar, buscará casarse con alguien, a pesar de que en aquel momento ella solo tenía 8 años, era ya algo madura como para entender ese tipo de temas.
Su problema no era el tener a Anna de hermana o que la madre de está, Indun, ahora era su madrastra, no iba por ahí el asunto. Lo que a Elsa más le mortificaba iba más haya.
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—¿Quieres de mi chocolate? — dijo Anna extendiendo un pedazo de una barra de chocolate a su hermana.
—Gracias… Soy patética.
—No digas eso Elsa, sabes que amo pasar tiempo contigo.
—Anna nuestros padres no regresan hasta dentro de una semana, es sábado por la noche y tú tenías una fiesta y por mi culpa ahora estás…
—Elsa prefiero quedarme en casa viendo películas contigo, que ir a embriagarme con Kristoff y los demás. Y si mal no recuerdo, tú también estabas invitada a esa fiesta.
—Sabes que no me gusta ir a fiestas.
Anna soltó una risita ante la actitud ruda de su hermana. Elsa era demasiado reservada en su circulo social, para ella solo estaban Anna, su simpático vecino Olaf, Kritoff "amigo" de su hermana, su prima Merida y Belle, la única amiga que Anna conocía de Elsa.
—Te parece si preparo unas palomitas — preguntó Anna.
—Sí, me parece genial y me puedes traer un chocolate de la alacena.
—Siempre me he preguntado, cómo es que comes tanto chocolate y no engordas.
—Secreto de estado hermanita— respondió Elsa con sarcasmo.
La risa de Anna era como una dulce melodía para Elsa. No importaba la ocasión que fuera, su pequeña hermana siempre hallaba la manera de hacerla sonreír.
Aunque también había otras reacciones que Anna provocaba en su hermana, sin que esta se diera cuenta. Cuando la pelirroja se levanto del sillón de la sala en dirección a la cocina, las mejillas de Elsa subieron de tono casi al instante. Anna no llevaba más que una playera extra grande del equipo de football de Kristoff que usaba como pijama, la cual, no dejaba mucho a la imaginación.
"Maldita sea, deja de mirarla así"
La imagen mental que Elsa se estaba haciendo se fue distorsionando más y más cuando vio que su hermana se acercaba a ella.
—¿Adivina qué?
—No se… Dime qué pasa.
—Kristoff me acaba de mandar un mensaje, dice que viene para acá con los demás. Dice que la fiesta fue un fiasco y que traen cervezas.
—Ya veo… Supongo que la noche de películas se cancela.
—Sabes que puedes convivir con nosotros— dijo Anna con un tono de suplica.
—Lo se… Pero creo que mejor me iré a leer un poco o escuchar algo de música— Elsa seguía sin mostrar el más mínimo interés en convivir con los amigos de su hermana.
—Esta bien— Anna no lucia muy feliz por la decisión de su hermana mayor— Te guardaré una cerveza si decides cambiar de opinión.
"¿Por qué siempre eres tan amable conmigo?"
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El "drum and bass" envolvía por completo la habitación de Elsa. Aún así, se podían escuchar las risas de Anna y los demás desde la planta baja. Ya eran cerca de las dos de la mañana y parecía que la pequeña fiesta que había en su sala apenas empezaba. A pesar de que sus padres confiaban en ella para mantener la casa en una pieza, Elsa no era precisamente ese tipo de hermana mandona o que le gustara el orden. Le encantaba su privacidad eso si y defendía a Anna a capa y a espada de cualquier cosa, pero de ahí a ser la niña modelo, eso era otro tema.
El apetito por un bocadillo nocturno, obligó a la rubia platino a tener que salir de su habitación. Dudó por un instante si bajar por algo a la cocina era una buena idea, no quería que los demás la vieran y la invitaran a tomarse una cerveza con ellos, esta quizás no era la mejor noche para eso.
"Solo pasa de largo, toma algo y regresas"
Cuando bajaba las escaleras, Elsa se frenó casi al instante. Lo que sus ojos veían era precisamente el tipo de cosas que no quería mirar. Los chicos se encontraban jugando a "verdad o castigo" y Elsa había llegado justo en el momento preciso en el que Anna le daba a Kristoff, el que quizás haya sido el beso más empalagoso que jamás había visto en su vida. Ver como ese chico rubio besaba a su hermana de esa manera le hacía hervir la sangre.
Aquel beso no duró mucho y más cuando Anna se percató de la presencia de Elsa. Por un instante todo parecía haberse congelado, nadie se atrevía a decir una palabra.
—Elsa yo… Es decir es un…— pero antes de que Anna le explicara la situación a su hermana, está ya subía las escaleras de regreso a su cuarto.
Con los puños cerrados y una cara de pocos amigos, Elsa azotó la puerta con fuerza. Pateó uno de los peluches que ya hacía en suelo y subió el volumen de la música al máximo, quería borrar aquella imagen que tenía en la cabeza.
—Elsa, ábreme por favor— la voz de su pequeña hermana apenas si se podía escuchar con el sonido de la música— Fue un reto nada más, sabes que te contaría si es que yo estuviera saliendo con alguien…
El sonido de la música empezó a disminuir.
—No me molesta Anna… Solo me tomó por sorpresa es todo— respondió Elsa desde el otro lado de la puerta.
—¿Y por qué no abres la puerta?
"Porque si lo hago, seguramente cometeré el peor error de mi vida"
—Solo quiero dormir Anna, hablaremos mañana, ¿esta bien?
—Pero…
—Estoy bien, descuida — dijo Elsa apenas abriendo la puerta ligeramente— Confía en mi.
—Elsa… Esta bien… Confiare en ti. Bajaremos el volumen de la música para que puedas dormir. Descansa y recuerda que te quiero.
—Yo… También Anna.
Al cerrar la puerta y escuchar a Anna alejarse, fue por fin el momento para que Elsa pudiera desplomarse y soltar un enorme suspiro.
"Yo también… Te quiero Anna"
