!Hola a todos después de tanto tiempo! Sí, sé que llevo sin publicar/actualizar nada en mucho tiempo, pero es que mi mala suerte no tiene límites, enserio. Por circunstancias de la vida, no he podido tener acceso a mi ordenador en casi un mes y encima luego hizo caput y con él se fueron TODOS los fanfics que tenía escritos. Así que tardaré en reescribir tanto mi fanfic principal como los one-shots de este proyecto.

En cuanto al proyecto, se trata de una serie de one-shots para la #SwissausWeek2k16. (Echadle un vistazo en tumblr, está muy bien). Cada día de esta semana es un tema distinto. El problema...que no coincidirán con los días oficiales (por lo que he explicado antes, tengo que reescribirlos y se retrasará todo) Supuestamente hoy es el día 2 pero publicaré los fanfics como vayan saliendo. A cambio, tengo una "sorpresita" un one-shot extra de un tema sugerido en la encuesta oficialoficial de la #SwissausWeek pero que no salió elegido. Ahora sin más dilación que lo disfrutéis.

Disclaimer: Himaruya y la mierda que se toma para hacer cada capítulo de hetalia, que tiene que estar rica (?)

(Es coña, niños no toméis drogas que si no acabaréis creando el fandom más odiado y aleatorio de todo internet. Solo aviso. Espera, si eres un niño ¿Qué coño haces aquí)


Roderich caminaba en círculos en su lujosa habitación, decorada con mullidas alfombras y pieles de distintos animales. Sin embargo, estas riquezas pronto carecerían de sentido, pues se acercaba su fin. Un grupo de aldeanos suizos rebeldes se había colado en el palacio de los Habsburgo, estaban descontentos ya que estaban empezando a ser tratados como territorio austriaco, y no como aliados , y querían reclamar la independencia por la fuerza. Habían burlado la vigilancia y se dirigían hacia donde se encontraba el príncipe heredero. Roderich no había aprendido a luchar, como la mayoría de los nobles, sino que había dedicado su tiempo a las artes musicales, así que estaba completamente indefenso. La robusta puerta de roble fue hecha añicos y en poco tiempo, el príncipe fue capturado.

Roderich despertó al cabo de unas horas, en una húmeda y oscura prisión. Un grillete en su tobillo derecho restringía gran parte de sus movimientos. No había nadie. Él no entendía porqué había sido involucrado en esto, ya que él no tenía culpa de aquella disputa, sino su padre, el rey. Escuchó unos pasos que se acercaban. La sombra se volvió más nítida cuando sus ojos se acostumbraron a la penumbra. Se trataba de un chico de su edad, no, quizás un poco más joven, de cabellos rubios y desaliñados y profundos ojos verdes. Traía una bandeja con comida. Roderich comió ávidamente, pues pesar de no ser las delicatessen a las estaba acostumbrado precisamente, tenía bastante hambre. El chico se quedó a su lado hasta que terminó, para poder llevarse la bandeja.

"Un momento"-Musitó el príncipe, con la voz rota –

"No está permitido hablar con los prisioneros"-Respondió el otro

Entonces, Roderich sintió que había escuchado aquella voz antes.

"Necesito que me hagas un favor"

"No está perm-"

"Por favor, Vash"

Vash. Esto lo hizo callar unos segundos.

"Necesito que me expliques qué está pasando"

"¿Y tú que me das a cambio? "-replicó.

"¿Te gusta la música? Se me da bien tocar instrumentos musicales"

"No te prometo nada"-Fue lo último que dijo antes de marcharse.

Vash. Recordó a aquel niño que conoció en una de sus escapadas a las colinas cercanas. Eran amigos inseparables, hasta que sus deberes como príncipe hicieron que ya no se pudieran seguir viendo. ¿Qué hacía aquí? ¿Por qué apoyaba a los rebeldes? Cada vez entendía menos. El entonces elevado orgullo y cinismo del noble estaba empezando a ser mermado tras su captura, se sentía solo. Terriblemente solo. El grillete le dolía y magullaba su blanca piel. Miraba a la oscuridad, sin saber que pasaría, durmiendo hecho un ovillo, aterrado en lo más profundo de su corazón.

Al día siguiente, Vash volvió otra vez con la comida. Esta vez, no dijo nada, todas las respuestas a las preguntas de Roderich eran su silencio. Sin embargo, un día trajo consigo algo. Era una caña con algunos agujeros y dibujos tallados, un pobre intento de ser una flauta. Se la entregó a Roderich.

"¿No decías que sabías tocar instrumentos? Pues toca"-Ordenó de forma autoritaria y brusca-

El príncipe no estaba acostumbrado a seguir órdenes, sino a dictarlas. Sin embargo, su conciencia le indicó que lo mejor era obedecerle. Colocó sus finos dedos en los agujeros y comenzó a sonar. Hizo algunas pruebas, para adecuarse al instrumento. Este producía un sonido basto e "imperfecto" para Roderich. Tras los preparamientos, comenzó a tocar. Se trataba de una canción popular, cuya letra se alegraba de no tener que cantar de lo triste que era. Vash no dijo nada cuando terminó la pieza, pero parecía satisfecho.

"Eres un rehén"

-"¿Qué? "

"La razón para capturarte era que fueras nuestro rehén para convencer al rey de una vez por todas. ¿Querías información? Ahí la tienes, principito" Respondió de forma seca y directa. Roderich le intentó devolver la flauta.

"Quédatela. "-le indicó con la mano-"Algo me dice que le darás más utilidad que yo"-Dijo justo antes de marcharse.

Las siguientes semanas se las pasó tocando y añorando su hogar. Empezó a desesperarse, ya que al parecer nadie hacía nada, el único que todavía no se había olvidado de él era Vash, quien le escuchaba sus canciones y se había ido abriendo poco a poco a hablar con él. Era el único contacto con el exterior que tenía, lo único que llenaba de calor y esperanza el corazón del príncipe desterrado. Roderich sentía como sus fuerzas se iban mermando, como una enfermedad se iba extendiendo a lo largo de su cuerpo.

No se sabía porqué no había reaccionado el rey al secuestro de su hijo, quizás habría huido o buscado otro heredero.

Con los años posteriores, Suiza consiguió su ansiada independencia. El día anterior, tocó para Vash una canción. Su última canción. Una sonata, nunca antes escuchada. Cada una de las notas estaba llena de un cariz especial, llenas de sentimiento. Un sentimiento que hasta ahora había luchado por salir, que el aristócrata había reprimido, quizás por el orgullo, quizás por el miedo a perderle. Ahora ese sentimiento era libre, escapando gracias a aquella melodía prohibida.

Cuando terminó, apenas sabía qué decir. Vash también se quedó mudo y absorto ante tal expresión tan poderosa. Tiró suavemente de él, haciendo que se recostara en su regazo. Entonces le susurró al oído. Palabras. Palabras prohibidas tan llenas de sentimiento como aquella canción, que Vash tampoco había sido capaz de pronunciar hasta ahora, renegadas en lo más profundo de su corazón. Luego, tarareó. Una suave nana que indujo a Roderich a un sueño. A un sueño eterno.

Al amanecer del día en el que iba a ser liberado, el príncipe vio la luz del sol, en mucho tiempo. Entonces Vash vio cómo su cuerpo se convirtió en polvo entre sus brazos, y cómo éste era desplazado a merced del viento, sobrevolando el que en su día fue su reino. El viento silbaba aquella canción cargada de aquel sentimiento que lo había mantenido con vida, y que tras ser liberado, por fin podría descansar.


¿Demasiado angst o demasiado pasteloso? Si os apetece, siempre podéis dejar una review y decir qué os parece. Nos leemos, !hasta la próxima!