Sí, ama

Draco ha perdido una apuesta segura. Y vamos, esa comadreja no podría haber ganado. Sin embargo lo hizo, y eso conlleva 12 días de sumisión bajo sus órdenes y obedecer cada estupidez que ella le pida. POV de Draco.

Advertencia: Lemmon, del salvaje, como a mí me gusta. Punto de Vista de Draco.

Resumen ampliado: Draco ha perdido una apuesta con la menor de los Weasley, y eso implica doce días de sumisión bajo sus órdenes. Y aunque Draco tendrá que pasar tiempo con ella, descubrirá que quizás no es tan malo como parece.

Notas de la autora: Espero que la historia les guste, prometo intentar actualizar bien rápido, sobre todo porque ahora ya no estoy más de vacaciones pero no tengo tanto que estudiar. Me gustaría que pudieran comentar la historia, o hacerme conocer mis errores, son importantes para mejorarme.

Disclaimer: Los personajes tanto como los paisajes mencionados son parte del mundo de Harry Potter, es decir, pertenecen a J. K. Rowling y no son míos, yo solo escribo sin ánimo de lucro.

Prólogo

Día 0: "O también el día en que descubrí que no soy del todo perfecto"

(Vamos, ni ustedes se lo creen verdaderamente)

-¿Piensas ofrecerle dinero? Ya sabes, debe ser terrible que una sucia comadreja te gane, pero que encima obtenga tu libertad durante una semana… creo que preferiría tirarme por la Torre de Astronomía.

-Pansy, gracias por el apoyo moral, pero ya cállate-murmuré evidentemente enojado. No solo sentía como el malhumor se expandía por mi cuerpo, sino que además no podía entenderlo.

De acuerdo, creo que ahora necesito tres aspirinas.

Jamás en mi vida creí haber tenido un día tan largo como aquel, y el hecho de lo que me esperaba al día siguiente me ponía más nervioso que de costumbre.

Todavía me sentaba a pensar en todo lo que había ocurrido con anterioridad y no podía comprenderlo. No podía entender que Weasley, la comadreja menor, esa muchachita desordenada, altanera, estúpida y pobre pudiera haber tenido razón en un campo que yo manejaba mejor que nadie, que me hacía ser la estrella del deporte.

Era realmente aturdidor que alguien inferior pudiera ganarle a alguien como yo, cuya perfección se desliza por mis poros con tanta naturalidad. Sé que tener todo es estresante de vez en cuando, pero tiene sus gratificaciones también. La gente te alaba, te obedece y puedes obtener lo que quieres de ella con tan solo un chasquido. Por ejemplo si quiero sexo, tengo a Pansy. Si quiero protección tengo a Crabbe y a Goyle y si necesito que alguien haga mis tareas tengo a Zabini. Aunque claro, con mi intelecto no necesito que me hagan los deberes. Sin contar los millones de galeons que me esperan en una bóveda de la herencia de mis padres.

Por eso no comprendo como después de haber jugado un partido tan horrible pudo haberme ganado incluso en un puesto en el cual ella no jugaba.

¡Vamos! Es hasta insultante pensar que logró atrapar la snitch en tan poco tiempo y que su táctica fue brillante. Jamás se me podría haber ocurrido nada mejor, y realmente ahora que lo pienso, me pregunto si no habrá usado además algún hechizo para confundirme. Después de todo, no he ganado el último partido por un poco de suerte.

De todas maneras eso no importa. Por más que intente, no puedo sacar de mi mente a esa maldita mocosa deslizándose hacia la snitch, con una sonrisa de victoria en el rostro. Recuerdo que mi boca se abrió tanto que se me dislocaba la mandíbula, e incluso recuerdo que me faltaba el aire cuando ella sonrió, suficiente.

Lo peor de todo fue que mis compañeros hubieran visto todo. No sólo mi humillación pública, sino también sus consecuencias: Una semana de esclavitud. Y no estamos hablando de una semana apostando con Pansy, que seguro me tendría a puro sexo durante todo el día: estamos hablando de esa pecosa con cara de colador, es decir, imaginen lo que me puede llegar a hacer. De tan sólo pensarlo, se me eriza cada pelo rubio de mi perfecta cabellera.

Lo peor de todo era que me costaba olvidar toda la jodida situación. Estaba seguro que cuando observé su figura sobre la escoba, deslizándose sin gracia, tenía la victoria asegurada. Es decir, había llevado a la victoria a mi equipo ese mismo día, en tan solo siete minutos.

Incluso recordaba toda la maldita conversación que desencadenó todo. ¡Como si pudiera olvidarla! Había sido el primer paso a mi condena, y todavía sigo maldiciendo haber acompañado a Crabbe al campo de Quidditch unas horas después del partido porque había olvidado un sweater.

-Deja de buscar la snitch, Weasley, ya la atrapé hace varias horas. Entiendo que seas lenta, pero ya puedes bajarte de la escoba.

Mis gritos habían logrado llegar hasta sus oídos, porque descendió a una velocidad bastante inquietante, para luego bajarse de la escoba mirándome con odio.

-No, estaba buscando tu dignidad, pero es evidente que ni la has traído a Hogwarts.

-Y tú sabes mucho sobre dignidades perdidas, ¿no es cierto? Después de todo, eres tan pobre que seguramente has de ir ofreciendo tus "servicios" por ahí. Lamento decirte que vayas buscándote otra forma de ganar dinero, porque a nadie le gustan las tablas de planchar. –Sus puños se cerraron en torno a la escoba y su cara se volvió roja.

-Es gracioso que tú lo digas, después de todo ni siquiera con dinero puedes ser buen jugador de Quidditch. Que hoy hayas ganado no implica que se repita, después de todo, no sabía que los hurones pudieran volar. A menos claro que los hechices con la varita…- La risa de Crabbe a mi espalda (que fue sofocada con un golpe certero en su estómago, por supuesto) me hizo enfadar.

-¿Por qué no dejas de decir incoherencias Weasley? No podrías encontrar una snitch ni aunque la idiotez de Potter se te contagiara y te la tragaras.

-Que raro, cuando Harry logró atrapar la snitch que estaba justo encima de tu hombro hubiese jurado que te habían nombrado el peor buscador del milenio. Al menos yo ya he ganado partidos como buscadora y te apuesto lo que quieras a que puedo atrapar la snitch antes que tú.

-Tú no tienes nada que pueda interesarme a mí Weasley. Ni siquiera tu cuerpo.

-Si, ya sabía que no aceptarías. Sabía que las serpientes eran cobardes, pero al menos valoro tu prudencia Malfoy, no querer humillarte porque sabes que te ganaré es una solución muy buena.

-Pensándolo bien… creo que verte más humillada de lo que ya estás podría ser una opción. Olvídalo Weasley, vas a perder. He ganado hace unos momentos y volveré a ganarte.

Mi mente voló por zonas inimaginables, como por ejemplo prestársela a Crabbe o a Goyle para que se acostaran con ella. Eso sí sería cruel y humillante. O hacerla caminar por todo Hogwarts con un traje de elfo doméstico. O usarla para hechizar a Potter y al idiota de su hermano. O incluso frustrarle la vida amorosamente. La cantidad de ideas que tenía era infinita.

-Muy bien, te apuesto una semana de esclavitud-dije mirándola divertido.

Cuando meditó sobre el asunto la vi poco convencida, seguramente por el hecho de que creía que yo iba a ganar, como todo Hogwarts podría creer, por supuesto. Se me hinchó el pecho de orgullo y saboreé la posibilidad de echarle en cara su cobardía.

Pero debí haber sabido que los Gryffindors son personas demasiado estúpidas (vamos, eso de valentía nadie se lo cree) y que esa comadreja idiota terminaría aceptando.

-Nos vemos aquí a las nueve de la noche, comadreja.

-Vigila tu escoba, hurón.

Y jamás se me hubiera cruzado que en el momento en que iba con mi séquito de idiotas siguiéndome, ella aparecería en el campo de Quidditch con el uniforme ya puesto. Tenía la vaga idea de que no se aparecería (la estupidez Gryffindor, debí haberla recordado).

Y no solo me humilló. Me pisoteó y me hundió en el lodo, porque tres minutos después se abalanzó con velocidad a la izquierda y yo, como estúpido, la seguí. Cuando parecía que me iba a ganar, vi algo dorado muy cerca del piso y logré pasarla, puesto que mi escoba era de última marca y la de ella ni siquiera servía para limpiar el piso. Estiré mi mano cuando aún estaba un par de metros sobre el campo cuando escuché la voz de esa maldita zanahoria paupérrima llamándome.

-Deja de buscar la snitch Malfoy, ya sé que eres lento pero ya has perdido.

Sus gritos llegaban menguados por la distancia, entonces vi que en su mano también brillaba algo dorado.

Y no lo pude creer. Me deslicé nuevamente hacia abajo, donde la supuesta snitch no se movía y caí en la cuenta de la terrible realidad: me había engañado.

-¡Eso ha sido trampa!

Por supuesto, el destello dorado había sido un galeon cayendo del bolsillo de la comadreja que confundí con el apuro que tenía al ver que volaba hacia mí.

-Muy bien esclavo, creo que gané. Así que me debes mi semana de esclavitud. Dile a tus amiguitos que esta semana estarás ocupado sirviendo mis planes más ridículos y absurdos.

-¡Eso ha sido trampa! Has hechizado el galeon.

-Primero que todo, no estamos en un partido reglamentario Malfoy, ¿Ves acaso a doce jugadores más en la cancha?-apreté los puños- Eso pensé. Además, yo no hechicé ningún galeon, solo se me cayó del bolsillo cuando volaba. La diferencia es que yo lo supe distinguir. Supongo que esa es la diferencia entre los buenos y los malos buscadores…

Entrecerré mis ojos conteniendo el odio que me embargaba. Yo sabía que la había dejado caer a propósito.

-Eres una maldita comadreja tramposa. Esto no se quedará así, Weasley.

Comencé a caminar hacia el castillo con los puños entrecerrados, aún con el uniforme de Quidditch puesto, porque no pensaba ni por un segundo dejar que se burlara de mí.

Encima de eso, esa noche tuve que aguantar a mi séquito de estúpidos riéndose de mí y a Pansy haciendo comentarios estúpidos. Cuando me pareció suficiente, subí a mi cuarto porque ya no tenía ganas de festejar nada ni de emborracharme, así que sin despedirme de nadie, caminé lentamente hacia mi cama, sntiéndome cada vez más pesado y adolorido.

Unas horas después, Pansy interrumpió mis cavilaciones de venganza.

-Draco, creo que deberías bajar, una niña tiene un pergamino para ti-dijo ella.

Me deslicé nuevamente por las escaleras y me tiré en el sillón, donde estaba sentada efectivamente una niña de primer año.

-¿Qué quieres mocosa?

Ni siquiera habló, parecía realmente nerviosa. Pero no me era extraño, estar ante una eminencia como yo debía de quitarte el aliento.

Miré el pergamino y tiré de la cinta que lo anudaba, abriéndolo.

Cerdo Cretino:

Como sabrás, estoy dispuesta a negociar algunas cuestiones de tu esclavitud. No me gustaría someterte a ciertas cosas terriblemente humillantes como seguramente tú lo harías conmigo, solo lo suficiente como para manchar tu orgullo hasta hundirte bien profundo.

Más te vale estar esperándome fuera de la Sala Común de Gryffindor mañana a las ocho en punto. Cada cosa que hagas mal, sumará más días de esclavitud y me figuro que no querrás eso.

¡Púdrete!

Con amor, Ginny Weasley.

PD: Eso fue irónico. ¡Púdrete nuevamente!

Pansy lo estaba leyendo, por supuesto. No se podía esperar más de una cotilla como ella.

-Te va a extorsionar.

-¿Crees que no lo sé?-murmuré irónicamente, cerrando el pergamino de golpe y abollándolo.

Me levanté del sofá, quemé el papel con un hechizo y subí los escalones hasta el dormitorio de hombres de séptimo año. Desde el comedor de la Sala Común pude escuchar la voz de Pansy.

-¿A dónde vas Draco?

-A buscar mis ahorros-murmuré a regañadientes, pensando en alguna forma de vengarme de esa maldita comadreja. Por ahora, solo necesitaba ver si podía sobornarla con dinero.


¿Qué les pareció esta nueva historia? Ya la tenía hecha desde hacía mucho y me faltaban los últimos retoques, que se me ocurrieron ayer, así que aproveché para publicar mientras termino la continuación de "¿Te gusta lo que ves?" que por supuesto, tiene una y está en proceso.

No creo que esta sea muy larga de todas formas, pero se me ocurrió cuando leí un libro con ese mismo título.

Espero que les haya gustado y que dejen reviews, serán bien aceptados, sobre todo las críticas.

Saludos!