Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenece, son obra de la señora SM. Yo solo juego con ellos. La trama sí me pertenece.
Agradecimientos: Quiero darle las gracias a mis amigas, compañeras y Betas; Elena y Rosa. Gracias chicas por la edición, de verdad.
Buscando una Diosa
Prólogo
Aunque intentaba aparentar tranquilidad su caminar demostraba la ansiedad que tenía. Estaba a punto de pedirle un favor al jefe mayor. Frunció la nariz y las cejas al pensar que esta sería la primera vez en que pediría algo a alguien.
Durante miles de años se había manejado solo, en algunas ocasiones había tenido que prestar su ayuda y trabajar con otros del panteón, pero siempre había estado solo, bastándose de lo que necesitaba con solo tronar sus dedos. Pero ahora la vida, el Karma o las Destino le estaban diciendo que necesitaba eso con urgencia. Por una parte se sentía furioso por estar padeciendo algo, un sentimiento, una compañía… Pero por otro lado él sabía que ya era hora.
Sus pies se detuvieron ante la imponente puerta de oro, la miró detalladamente, absorbiendo el enorme dibujo de un rayo y las inscripciones en griego antiguo que hacían honores al dios. Tomó un gran respiro y tocó las puertas, estas se abrieron de inmediato de par en par dejando ver la enorme habitación circular.
El suelo brillaba bajo sus pies como si tuviera luz propia, las paredes eran blancas y estaban decoradas con telas rojas, las columnas que sostenían el techo tenían intricados dibujos y en cada una había una antorcha que solo adornaba la habitación más que iluminarla. En una de las paredes había un grupo de jóvenes que tocaban delicados instrumentos, sentadas en esponjosas nubes blancas abrieron los ojos cuando él ingresó en la habitación, notó como sus miradas se oscurecían por el reconocimiento y deseo.
— ¡Edward! — exclamó una voz masculina a sus espaldas.
Se giró para ver a su superior. Zeus estaba sentado en un sillón dorado junto a Hera, quien estaba sentada en su regazo alimentándolo con un racimo de uvas.
—Zeus— saludó inclinándose hacia delante, haciendo una reverencia.
— ¡Oh, vamos! — rodó los ojos y apartó a su esposa delicadamente—. Estamos en tiempos modernos, esos formalismos están pasados de moda. Te dije que me llamaras Carlisle.
—Como dijiste estamos en tiempos modernos, llevas ese nombre desde hace más de seiscientos años— le respondió con una sonrisa ladeada.
—Me gusta el nombre— admitió el dios encogiéndose de hombros—, como me gusta Edward, Esme— le guiñó un ojo a su esposa—… esos no tienen más de cien años.
—Mi nombre es Dionisio— dijo con un poco de irritación.
A veces le molestaba la jovialidad del dios, siempre tomaba todo con diversión y se encargaba de ponerles nombres a los demás dioses, quienes lo aceptaban con gusto y hasta le seguían la corriente. Dionisio odiaba como los demás caían a los pies del dios sin siquiera demostrar su disconformidad.
—Todos sabemos quienes somos, Baco— dijo la diosa Hera, o Esme como la había nombrado su esposo—. Sin embargo no está de más divertirnos un poco.
—Exacto— asintió Carlisle con una radiante sonrisa—. Ahora dime ¿a qué debo tu presencia? Tengo entendido que no eres muy sociable con nosotros, al menos no con las mujeres…
Dionisio bajó la cabeza un tanto avergonzado. Él era el dios del vino, de los placeres, de los excesos, de todo lo relacionado con los humanos, del sexo… Él conocía a la mayoría de las mujeres que vivían en el Olimpo. Sacerdotisas, doncellas, diosas, diosas menores… todas ellas habían pasado por sus aposentos y habían probado los mejores placeres.
Levantó la vista un poco para ver a las sacerdotisas tocar el arpa, parecían concentradas en sus dedos y en la música que producían, pero él sabía que estaban al tanto de la conversación, expectantes de lo que él dijera. Carlisle miró en dirección a las muchachas.
—Hijas— las llamó y estas dejaron de tocar para mirarlo—, pueden retirarse por ahora.
Las mujeres se levantaron sin decir nada, tomaron sus cosas y se marcharon de la habitación. Esta se sumergió en un incómodo silencio que Dionisio no se atrevía a romper. Sentía como si un ratón le hubiera comido la lengua, ahora estaba más que avergonzado en pedirle algo.
—Dime que necesitas y yo veré si puedo ayudarte— dijo Carlisle acercándose a Dionisio—, haré lo que sea necesario para hacerlo— le puso una mano en el hombro y lo apretó ligeramente.
Dionisio lo miró a los ojos y supo que el dios decía la verdad. Zeus era su padre, él había estado con su madre Sémele aún estando casado con Hera. Dionisio nunca lo quiso y ahora se sentía despreciable por pedirle ayuda cuando en realidad lo odiaba.
—Necesito ir al mundo humano— dijo en voz baja.
— ¿Al mundo humano? — Carlisle frunció el ceño—. ¿Para qué?
—Yo…hmmm…— tartamudeó avergonzado.
No quería decirle la verdad, si lo hacía y fallaba sería el hazmerreír de todo el Olimpo por el resto de la eternidad.
—Tengo curiosidad— se encogió de hombros demostrando una indiferencia que no sentía—. Hace ya muchos años que no me convocan y no sé cómo están las cosas, además… unas vacaciones no me vendrían mal.
Carlisle lo miró fijamente durante varios minutos, claramente buscando el motivo real por el que Baco quería bajar al mundo humano. Lo meditó mientras lo miraba; el mundo humano era un lugar complejo, sobre todo las personas, quienes nunca se conformaban con nada y cometían errores estúpidos. Pero ¿de qué serviría advertirle cuando quería ir?
—Le das permisos a los demás, sobre todo a Eros. También permíteselo a tu hijo— apremió Esme aún sentada en el sillón.
Carlisle parpadeó y se encogió de hombros, giró sobre sus talones y volvió junto a su esposa.
—No sé qué está pasando por tu cabeza, pero bien…puedes ir— le concedió con una sonrisa.
Dionisio sintió el aire escapar lentamente de su boca, su cuerpo se relajó considerablemente. Bien, se dijo a sí mismo, ya lo tengo.
— ¿Cuándo? — preguntó ansioso.
—Ahora— su sonrisa se amplió.
— ¿Ahora? — repitió con sorpresa, no lo esperaba tan pronto.
—Tienes treinta días— siguió hablando, ignorándolo completamente—. Y no podrás usar tus poderes, obviamente, pero para no correr riesgos te los quitaré apenas llegues al mundo humano.
—Pero…
—Que tengas unas buenas vacaciones— le saludó con la mano y luego todo se volvió negro.
El suelo desapareció bajo sus pies y se sintió caer al vacío.
He aquí un nuevo fic. Está inspirado en la saga de Sherriyn Kenyon- Dark Hunter. De lejos es mi autora favorita y el tema de los dioses y como ella lo escribió y creó un mundo maravilloso me inspiró a jugar un poco con la trama. Este es solo el prólogo,
Espero que les haya gustado, me dicen que tal. Gracias por haber leído hasta acá
Nos vemos pronto.
Besos. Melo
