ClassicaLoid y sus personajes no me pertenecen.


Tan simple como una araña en su cama, la broma más inocente del mundo (porque, siendo sinceros, Moz conocía bromas peores); y por eso no entendía la razón de su enfado.

De acuerdo, tal vez era muy temprano para una broma. Tal vez Liszt se había asustado demasiado. Y sus gritos, que se escucharon varios kilómetros a la redonda, tal vez no fueron de diversión.

Tal vez había pasado de nuevo el límite.

Y Liszt llevaba una semana sin hablarle, incomodando a Moz más de la cuenta. Ser ignorado por una mujer guapa y encantadora como ella era un castigo peor que la muerte.

Tiempos desesperados requieren medidas desesperadas.

Lo primero que Liszt vio al despertar fue un globo flotando frente a ella. "¿Sigues molesta?", decía la nota que colgaba del globo y Liszt soltó un gruñido, mientras arrojaba la nota hacia la papeleta.

En su armario otro globo y otra nota flotaban. "¿Hablarás conmigo algún día?" Liszt rodó los ojos y los hizo a un lado.

Fuera de su puerta también estaban el globo y la nota. "Si no me hablas me moriré. Cof, cof, estoy muriendo." Y esta vez, Liszt no pudo evitar sonreír.

Caminó hasta la puerta de Moz, donde había otra nota. "Ya. Me morí. Dile a Kanae que la amo, y a Beto que fui yo quien se comió la última gyoza. Cof, cof, te quiero. ¡Addio!"

La risa de Liszt se escuchó fuerte y clara, llena de cariño y diversión. Cuando le dio la vuelta a la nota se fijó que decía algo más. "¡Ajá! ¡Te estás riendo! ¡Lo logré!"

Se abrió la puerta y tras ella un Mozart sonreía con suficiencia.

— Sabía que no te podías resistir a mí por mucho tiempo. Y en tu favor, yo tampoco lo haría.

Liszt sólo movió la cabeza y lo abrazó.