Notas del Autor: Escribí "The Future in the Past" para el dramione-remix ronda 3 en LiveJournal. Esta es la traducción y la primera historia que he escrito. La traduciré al español y la actualizaré una vez por semana, con suerte.
Pareja: Bonnie/Clyde
Disclaimer: JKR es la dueña del Universo de Harry Potter. Este fic fue hecho por diversión y sin fines de lucro, si asi fuera fuera una mujer mujer rica (y no soy).
Parte I
La primera cosa que Harry Potter vio después de despertar fueron las ruinas que solían ser la fachada del castillo de Hogwarts. Harry trató de levantarse donde estaba cuando sus manos tocaron alfo frío en el suelo: nieve.
¿Cómo era posible que nevara en mayo?
Cuando finalmente se levantó, Harry decidió revisar sus alrededores. Todo estaba vacío; ni un alma estaba cerca y sólo una mochila (definitivamente no suya) que yacía a su lado lo acompañaba. Harry se reclinó para tomarla cuando una rara sensación se dispersó sobre su cuerpo, una rara sensación como si vistiera un traje de astronauta, él podía usar sus manos pero no realmente sentir los objetos que tomaba; pero todo lo que vio fueron sus manos enguantadas. Así se dio cuenta de la ropa que vestía. No era la que Hermione eligió para él después de su visita a Gringotts. Harry vestía una capa de nieve que jamás había visto en su vida.
Olvidando por un momento su ropa, él regresó su atención a la mochila.
Buscó en ella y lo único que encontró fue unas hojas de pergamino, suministros de comida y una varita, pero no era la suya. El ambiente se estaba poniendo más frío y oscuro, el castillo se veía embrujado, oscuro y desolado, nada como el castillo que él recordaba.
Harry se estaba poniendo impaciente y su cabeza dolía con tantas preguntas. ¿Dónde estaba? Mejor aún ¿Por qué Hogwarts estaba así? ¿Cómo era posible que estuviera nevando en mayo? ¿Dónde estaban todos?¿Qué le pasó a Voldemort?
Su último recuerdo fue su enfrentamiento con El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado por un momento, el siguiente... nada, todo se puso oscuro.
Harry decidió ir a Hogsmeade, pensando que el pequeño pueblo podría tener más respuestas que las ruinas del castillo.
Tan equivocado que estaba.
El viaje desde el castillo a Hogsmeade fue igual de diferente que el mismo castillo. No hierva, no animales, sólo... ruinas. Incluso el sauce boxeador faltaba. Era como si una terrible sequía hubiera golpeado la zona, dejando la tierra infértil y a él preguntándose si estaba soñando.
La sensación de que no estaba en control de su cuerpo no se relajó con ese pensamiento.
Harry trató de darle sentido a lo pasó entre su pérdida de conocimiento durante su duelo y el despertar en el suelo de un castillo destruido. Era extraño y no podía aceptar que aparentemente sólo cerró sus ojos por un momento, sólo para abrirlos a la desolación.
Afortunadamente, Hogsmeade no estaba tan diferente como la última vez que él estuvo allí, todas las tiendas cerradas y las calles dando una sensación de abandono...
—Pst... Señor Zabini — Harry escuchó a alguien susurrar.
Harry buscó por la voz; no vio nada, sólo la vacía calle principal. Segundos después, un movimiento en una esquina de Honeydukes le llamó la atención.
—¡Señor Zabini! ¡Por aquí! —una anciana, vagamente familiar, le llamó.
—¿Zabini? —él preguntó.
La anciana le dio una extraña mirada y le dijo, —Alto, piel oscura, pómulos altos. La señorita Granger me dijo sobre usted.
Harry estaba desconcertado. No sabía que decir. Nunca en su vida él había sido confundido por alguien más. Él odiaba toda esa publicidad de El-Niño-Que-Vivió, pero secretamente estaba dolido que no lo reconocieran al instante. ¿Cómo pudo ella confundirlo por Blaise Zabini?
Girando su cabeza y decidiendo que decir, Harry pudo ver su reflejo de su cara en una ventana.
Qué carajos...
Su reflejo no mostraba un pálido chico con pelo azabache y cicatriz de relámpago sino que a un hombre de piel oscura con una capa para la nieve. La anciana se aclaró la garganta para captar su atención otra vez, pero en lugar de preguntarle algo sólo pudo asentir.
Harry necesitaba que ella confiara en él si quería respuestas.
—Sígame entonces — La anciana le dijo con una mirada de desconfianza, muy diferente a la que le dio al principio. Él supuso que no debió dudar al confirmar su identidad, pero en su defensa, era un shock el descubrir que ahora tenía la cara de Zabini en lugar de la suya.
Siguió a la anciana a un callejón próximo al edificio. Ella le había dado la espalda y caminando a una pequeña choza al final del pasaje.
La mujer aceleró el paso e inmediatamente se paró adentro; él la siguió. Ella le dio una mira aliviada y empezó a revolver en un estante polvoriento lleno de libros, posiblemente buscando algo; Hermione le habría reprochado al dueño el estado de los libros. Harry se rió entre dientes, imaginándose su cara e inmediatamente se preguntó dónde estaba ella, los Weasleys y todos los demás. No dejó de pensar acerca de sus amigos y casi se perdió lo que la anciana le estaba diciendo.
—... tiene que entender, señor Zabini. En tiempos como este, uno no puede ser demasiado cuidadoso. Nadie es quien dice ser.
—¿Qué? —él preguntó, confundido.
La señora lo enfrentó y le respondió, —Usted sabe, las defensas en contra la gente del Ministerio y parecidos.
—¿Qué? —él graznó. La mujer apuntó hacia sus pies, donde él pudo ver runas extrañas, y le dijo —Las runas que la señorita Granger puso para nuestra protección — Ella le dio la espalda otra vez para seguir buscando en el estante.
—¿Usted sabed dónde está Hermione? —preguntó él esperanzado.
—¡Claro que no! —dijo ella. —Ella estuvo aquí hace algunos días. Dijo que no regresaría posiblemente después de Año Nuevo.
—¿Sabe dónde contactarla? —Harry se estaba desesperando por respuestas, pero la anciana parecía no haber escuchado su pregunta.
—¡AJÁ! — ella alcanzó un libro polvoriento. —¡Aquí está! Tómelo. Posiblemente pueda ayudarle con sus problemas. El Profesor Snape me dio todos los libros de la su colección personal en Hogwarts hace diez años. Pero puedo contar con una mano cuantas veces se han usado desde entonces. La señorita Granger me dio esta mirada como que si se había tragado algo asqueroso cuando vio el estante, pero ¿qué puedo hacer? se vería sospechoso si los tuviera limpios y brillantes cuando difícilmente cualquiera los puede leer.
A Harry le dolió el corazón a la mención de Snape, el hombre más valiente e incomprendido que él había conocido. Tomó el libro y leyó el título, "Curando la Oscuridad, Libro III: Maldiciones". Harry abrió el libro y sólo vio runas. Fantástico, ¿Que carajos podía hacer él con un libro que no podía leer?
—¿Qué hago con esto? —dijo él, frustrado, después agregó —¿Qué problemas? —No pudo escuchar su repuesta porque algo empezó a calentarse en su pecho. Harry lo tomó de debajo de su ropa y se dio cuenta que llevaba dos collares que jamás había visto: uno tenía un dije de comadreja hecho de plata que brillaba y quemaba en sus dedos. Antes de que pudiera inspeccionarlo más, el collar lanzó una luz cegadora. Después él desapareció
