Descargo de responsabilidad: La mayoría, la graaaan mayoría, de las cosas aquí relatadas pertenecen al increíble mundo de JK, lo demás es mío y no tan mío.
Advertencias: Universo Alterno. Ilvermorny, Hogwarts, Clasificación M, OC, OCC, Darkfic. LV/OC? HG/? Y cosas más locas que te puedas imaginar.
La historia sobre Ilvermorny me encendió, estaba tan emocionada que mi cabeza no dejaba de imaginar escenarios, lugares, magia, magia y magiaaaaa (: Espero lo disfruten como yo lo hice al escribirlo, que si bien no es una maravilla de fic, espero que pueda ir tomando forma con su ayuda. Gracias o/.
P.d. Algunas canciones quizá aparezcan, citas de libros, libros. Pero todo lo que no sea mío tendrá un paréntesis.
"Adsdfgbksdf" Piensa.
"Asdnksdfjsfd" La voz.
Capitulo 1. Y nada cambia aquí, sigo de infeliz.
Los gritos atravesaban las paredes embriagando todos los espacios de su mente, intoxicándola, "ya no más por favor" suplicó en silencio, trato de acurrucarse aún más debajo de su sabana como si esta pudiese protegerla de la pelea entre sus padres, que tarde o temprano la arrastraría a la tragedia. Anhelaba regresar a Ilvermorny y olvidarse de ellos, de ella; si cerraba los ojos casi podía imaginar como sus fosas nasales eran deleitadas por el olor a libros viejos de la biblioteca y si se esforzaba más casi podía sentir el pasto húmedo del bosque entre sus dedos mientras contemplaba la majestuosidad del castillo y el viento hacía revoltijos en su cabello. Extrañaba la magia, sus clases, y sobretodo, utilizar su varita; la calidez que sentía su corazón al sostenerla era indescriptible, cuando realizaba un hechizo y su magia se mantenía latente sin temor alguno era cosa de otro mundo. "Un mundo mágico" sonrió al pensar en eso.
Los recuerdos era lo que la mantenía cuerda, bueno, un poco cuerda. Para su gran desdicha era verano y no regresaría a la escuela hasta el próximo mes.
-¡ERES UNA MALDITA DESGRACIADA!
Y sonaron más fuertes los golpes, los gritos y las lágrimas. A eso se reducía su familia, debilidad. Debilidad por los vicios a los que su padre era endeble y la debilidad con la que su madre se dejaba someter. Su madre ya no era la misma, lo veía a diario en sus ojos; ya nunca sonreía. Algo se le había apagado, como si estuviera… hueca.
Freda lo odiaba, odiaba sentirse inútil, odiaba no poder hacer nada para defenderla ni para defenderse, cuantas veces no había fantaseado en enfrentarse a la mirada de desdén de su padre, maldiciéndolo con su varita mientras se retorcía en el suelo suplicando piedad, y sólo para que sintiera al menos una pequeña parte del dolor con el que su madre era ultrajada constantemente. Pero físicamente no era nada contra él.
"¡Tortúralo, vamos, hazlo! Véngate de todo lo que nos ha hecho, tan sólo es un simple hechizo y tú sabes cuál es, ya lo dominas" Le susurraba esa voz, que siempre estaba ahí, tratando de hacerla caer.
"No, no pienses en eso. Suprime, suprime, SUPRIME" Salió de su cama de forma desesperada, buscando entre los cajones de su escritorio una de las hojas de bisturí que escondía, se sentó agarrando con un brazo sus rodillas mientras que con el otro se hacía un corte en la rodilla derecha, seguía repitiendo en su mente "Suprime, suprime, suprime, va a parar" como un cántico. Tratando de suprimir sus oscuros pensamientos. Esa lucha constante entre la dualidad que vivía dentro de ella era una carga muy pesada, por un momento se pregunto si…
Imaginar ya no fue suficiente, empezó a cantar.
"Ilvermorny, Ilvermorny, enséñame como agitar mi varita, enséñame a remover mi caldero,
Ilvermorny, Ilvermorny rellena mi mente neófita de encantos y hiervas,
Ilvermorny, Ilvermorny, acógeme en tu lecho de piedra y barro, porque seguro tu hechizo es real,
Ilvermorny, Ilvermorny, aunque seamos de colores y naciones diferentes, enséñanos magia por favor."
En algún momento después de terminar la canción, se desmayó.
Unos golpes en la puerta despertaron a Freda, se levantó desorientada. Recordó lo de anoche y como pudo abrió, la criada le sonrió en la puerta. Ella sólo enarcó una ceja.
-Señorita Freda, su Madre le llama al desayunador.
-Gracias, Lucia. Enseguida bajo.
Cojeó un poco hasta llegar al baño y revisó su corte, no era nada que no tuviera arreglo, se desinfecto la herida que ya tenía un feo color amarillento, cosa de niños se dijo, agarró el ungüento que escondía en un tarro amarillo detrás del inodoro y empezó a aplicarse por toda la rodilla, ardía como el infierno, "bendito dolor distractor". Y de la nada sólo quedaba una ligera cicatriz que se sumaba a las otras.
Entró a la ducha, se cambió y empezó a hacer el ritual de cada mañana, de cada mañana con sabor a bilis, como pudo se puso unos Jeans y una playera de los Rollings Stones vieja, un poco de maquillaje, poniendo mayor atención en los ojos y se amarró en una coleta alta su larga cabellera ondulada. Se quedo un rato viendo su reflejo. Era una chica guapa, se dijo; cejas gruesas, labios gruesos, largas pestañas sin exagerar, su cuerpo estaba bien formado. Era latina después de todo, y en ocasiones el delator color moreno-claro de su piel era un problema racial, pero igual; era guapa. "No deberías de ser tu la de las cicatrices y heridas" Trató de ignorar a la voz, pero Freda sabía que en eso tenía razón.
Bajo las escaleras, cruzó los pasillos, le bufó al escudo de armas de su familia en la sala y entró a la cocina. Su madre ya estaba sentada desayunado cereal, Freda evadió su mirada y se fue a sentar, agarró un plato de huevos y empezó a comer ignorando a su madre. Tenía la mejilla inflamada y el ojo izquierdo morado.
Cuando iba por acabar su plato entró el bastardo, tenía una sonrisa idiota. Como si nada hubiese pasado.
-¿Cómo están mis dos mujercitas favoritas?- Era un hombre alto y grande, de aspecto desgarbado y regordete, un sangre pura español, pero sobretodo (¡Ay, querido universo que eres justo con la basura!); un Squib. Lástima de cuna, siendo rebajado a una especie de muggle más.
"Maldito hipócrita" "Tú podrías acabar con esto…" "Silencio" .
-Q-querido, ¿Vas a desayunar?
-No amor, tengo cirugía en una hora y tengo visitar piso primero.
Se acercó a su madre y le dio un beso en sus labios resecos, quizá era una forma mórbida de recordarle su lugar. ¿La amaba? ¿La amó alguna vez? ¿Esa era su forma de demostrar su amor? Porque la madre de Freda era hermosa, era como un sol de domingo desde las tres, brillante y cálida. O eso solía ser, lo que quedaba era una copia cansada y rota. Y si no la amaba, ¿por qué no la dejaba ir?
El comedor quedó en silencio después de que su padre se retiró, Freda veía la pared enfrente de ella, esperando.
-Tuvo una semana difícil, tú sabes.
-¿Por eso rompió tu varita?
Veía como las lágrimas de su madre salían de sus ojos ámbar, siempre silenciosas.
-Sabes lo que ocurre con tu padre, esta frustrado por…por…
-¿Por ser un Muggle?- Preguntó con sorna.
-¡Cállate niña idiota! ¡Tu padre nunca será como un sucio muggle!
-Lo que digas, me largo.
Corrió a su habitación por unos tenis, su corazón se oprimía en su pecho; su Madre lloraba ya de lleno. Y eso la enfadaba, porque sabía que a pesar de todo las cosas seguirían iguales. "Y nada cambia aquí, sigo de infeliz…"*
Salió azotando la puerta de la cochera una vez que hubo terminado de agarrar su mochila y el casco de su habitación, y salió a toda velocidad en su Honda CBR.
(...)
