Si tú supieras
Resumen: Harry pensaba pasar un tranquilo cumpleaños junto a su hija, pero un visitante inesperado lo dejo K.O.
Categoría: Harry Potter
Personaje: Harry Potter, Severus Snape
Géneros: Humor, Romance
Clasificación: G
Advertencias: AU=Universos Alternos, Chan=Adulto/Menor, Mpreg=Embarazo Masculino
Capitulo: 1/7
Completa: Sí
Disclaimers: Los personajes de este fic no me perteneces, los utilizo sólo por mera diversión.
1º Capítulo
Abrió sus ojos y tanteó a su lado buscando en una mesita de noche sus gafas. Se levantó con toda la pereza del mundo. Se encaminó al baño para enjuagar su boca y tomar un refrescante baño. Entró en la habitación, portando sólo una toalla amarrada a la cintura y su cabello goteando; las pequeñas gotas descendiendo por su cuerpo. Buscó en el armario y extrajo de este un pantalón de color negro junto a una polera de mangas largas del mismo color, también sacó un polerón de color verde, sin mangas y con gorro. Salió de su recamara y se dirigió a la cocina, para poder empezar a realizar, las mismas cosas que hacía cada día.
Sirvió la mesa y llamó a su hija, Lily. La única de sus tres hijos que estaban con él. Albus estaba en tercer año, una serpiente, en toda la extensión de la palabra. Normalmente podía verlo, cuando James, su hijo mayor y que asistía a quinto año, se metía en algún problema y debía asistir a la oficina de la directora Mcgonagall. No es que el muchacho fuese malo, pero las influencias de las historias sobre los merodeadores, le dieron demasiadas ideas, las cuales modificaba al paso de los años.
Nadie podía decir que Harry Potter no amaba a sus hijos, pero, para nadie era un misterio, que el salvador del mundo mágico, tenía terribles problemas con su esposa, Ginebra Weasley. La razón siempre fue la misma, James. Siempre que discutían salía a colación algo relacionado con el adolescente, aunque este no tuviera nada que ver.
Nadie decía nada, nadie vio nada, nadie opinaba nada. Eran problemas de pareja y sólo ellos los podrían solucionar. Así lo hicieron cuando un día, hace ya tres años, logró obtener el divorcio. Los términos fueron simples y gratamente beneficiosos para ambas partes. Harry se quedaba con los tres niños y Ginebra con una cuantiosa fortuna, la cual ocupó para desaparecer del mapa por todos esos años.
Ron siempre se lamentó, al igual que los demás miembros de la familia de pelirrojos, cuando al fin comprendieron. Ginebra sólo amaba el dinero. Ni siquiera una llamada para las fiestas familiares o los cumpleaños de los niños, pero eso ya no importaba.
James era espectacular en clases y todo un don Juan.
Albus era tranquilo y paciente, pensaba mucho antes de hacer las cosas y tenía un novio que lo idolatraba, el joven Scorpius Malfoy era un sol con el oji verde.
La pequeña Lily era la niña más mimada que podía existir, pero no por ello caprichosa. La pequeña se ganaba a la gente con atenciones y palabras bien rebuscadas. Harry estaba seguro, si Lily no se convertía en una serpiente, sería un tejón, sin lugar a duda.
Sonrío al pensar el hecho de su pequeña en la casa de los inteligentes, sólo le faltaría un hijo para tener uno en cada casa.
Oh sí, su James, su hermoso hijo era un imponente león, cosa que en un principio le sorprendió, pero que sólo debía dejar pasar.
Salió del torbellino de recuerdos que golpearon su mente en cuestión de segundos, cuando la pequeña pelirroja apareció por la puerta y se lanzó a sus brazos.
— ¡Papi! —Chilló la mocosita, sin soltar el abrazo en la cintura de su padre. Harry sólo negaba y se agachaba para poder tomar a su pequeña en brazos — ¡Feliz cumpleaños, papito! —Le deseó, al momento que dejaba un sonoro beso en su mejilla.
—Muchas gracias, mi princesa —le dijo al momento de depositarla en la silla que estaba frente a él y comenzaban a tomar su desayuno.
—Papi, están llamando a la puerta —le indicó la muchachita.
— ¿Cómo? —Dijo con el entrecejo arrugado, no había escuchado nada, pero justo en ese minuto volvieron a tocar la puerta. Se puso de pie y se dirigió a la entrada.
Cuando estaba cerca, vio por el cristal de la puerta y se extraño por la persona que estaba tras de esta. Se alejó un poco y abrió enseguida
¿Draco? —Preguntó aun sin saber el por que de la llegada del rubio.
—Hola, Potter —saludó el hombre frente a la puerta. Se notaba a leguas que venía del trabajo y al parecer olvidó que estaba en el Londres Muggle ya que traía una costosa túnica color ocre con bordados en hilo de oro —Lo siento, Potter —le dijo sacando la varita y apuntándolo. Lo que causo gran extrañeza en el moreno, además del hecho que usara su apellido, no su nombre como lo hacía hace años — ¡Desmaius! —Le lanzó el hechizo que llegó preciso y lo mandó por el aire, dejándolo inconsciente en ese mismo instante.
— ¡Papá! —Gritó un adolescente tras el rubio, que entró raídamente y cerró la puerta tras él — ¿Cómo se te ocurre lanzarle un hechizo? —Le reprochó, ayudando a su padre a sacar las cosas del camino, para llegar a la sala de la casa.
—No me hables así, Scorpius —dijo Draco —, además ¿Qué querías que le dijera? "Hola, Harry, ¿Sabes? Necesito que me acompañes y no preguntes nada, tampoco le digas a nadie y además necesito que vayas vendado" —le hizo un mohín de disgusto —. Créeme que eso no hubiera funcionado —le dijo mientras depositaba el cuerpo en un sillón de tres cuerpos.
— ¡Padrino! —Lily entró corriendo y se tiró a los brazos de su padrino, que la recibió gustoso.
—Hola, princesa —le dijo el rubio dejándola de nuevo en el suelo. Entonces la pelirroja corrió a los brazos de su "cuñado" este la alzó en brazos para luego dirigirse a la chimenea.
—Será mejor que yo me lleve a Lily, tú haz con el señor Potter lo que se te pegue en gana. No quiero recibir la furia de mi padrino, cuando se entere de lo que hiciste —le dijo tomando un puñado de polvo flu —. Adiós, padre… ¡Tres escobas! —Gritó fuerte y claro, cuando una llamarada verde lo envolvió a él y la Potter.
—Bien, Harry, ¿Que haremos contigo? —Se dijo paseando por la sala —Realmente se enojara mucho cuando se entere —se dijo a si mismo y no pudo evitar estremecerse por eso. Dejó de lado sus pensamientos y prefirió levitar el cuerpo del pelinegro y dirigirse con él a su propia casa — ¡Mansión Malfoy! —Lanzó polvos flu y desapareció con el cuerpo del moreno.
