Hola~ ¿Cómo están? Aqui vengo con otra historia de SnK, ayer traté de subirla pero la página fue una troll y me hizo un relajo con lo que había escrito :'0

La pareja central de esta historia es RIREN y cambié una que otra cosa, por ejemplo, aquí Zeke Jaeger será hermano de Grisha. Cambié otras cosas que verán más adelante.

Shingeki no Kyojin le pertenece a Hajime Isayama

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-PRÓLOGO-

Un manto blanco cubría el suelo mientras un viento frío azotaba los techos de las humildes moradas de Herne. Era pleno invierno en Alemania y solo las personas de clase media y alta podían darse el lujo de tener calefacción en sus hogares, no obstante, la clase baja tenía que apañárselas como pudiese ya que sus ingresos no alcanzaban para tener ese tipo de beneficios.

Lamentablemente la mafia controlaba gran parte de los altos puestos, locales y tiendas de servicio, por lo que las personas que eran "dueñas" de dichos negocios tenían que pagar una cuota de protección si no querían que les tumbaran la base de su sustento o peor aún, aparecer muertos en algún barrio de mala muerte.

-Lo siento muchacho, temo que haré un recorte de personal y al ser el miembro más nuevo…- el hombre de aparentemente unos 43 años miraba con pena al joven castaño frente a él.

-Pe-pero señor he sido un buen empleado, no le he fallado ni un solo día- tragó saliva desesperado- necesito este trabajo- su mirada se llenó de súplica.

-Y no tengo queja alguna Eren, sin embargo, la cuota de protección ha aumentado y lamento decir que con tantos empleados no podré cubrir el precio.

-No me haga esto señor Schwarz, sabe que mi madre está enferma y las medicinas son bastante caras- temblaba lleno de impotencia. Su paciencia se agotaba poco a poco.

-Ya he tomado mi decisión-sacó un sobre amarillo y se lo entregó al chico- será mejor que te vayas.

El joven abrió el sobre, al echar un vistazo a su contenido la ira lo cegó por completo, sacó los pocos billetes que contenía y se los refregó al viejo en la cara.

-¡Y una mierda!, he trabajado aquí por seis meses y esto- alzó el dinero- es menos de lo que gané en dos meses, si quiere que me vaya deme lo que me corresponde.

Schwarz le quitó el dinero y lo guardó entre sus ropas ante la mirada furibunda del castaño.

-Tienes razón, no te mereces nada por tu actitud tan insolente-lo miró con desdén- ahora lárgate por las buenas o no respondo- se dio la vuelta para entrar al establecimiento que yacía a sus espaldas. Antes de dar otro paso, una mano morena lo detuvo con brusquedad, vio sobre su hombro y se topó con una mirada esmeralda que era consumida por el enojo y una pizca de frustración.

-No me joda eso es abuso, ¡págueme lo que es justo!- el señor Schwarz chasqueó los dedos y del local salieron tres hombres corpulentos que fácilmente le sacaban una cabeza al moreno de ojos verdes. El chico no se dejó amedrentar por el tamaño de esos gorilas, al contrario estaba tan molesto que sentía que podría descargarse con esos abusivos.

-Escúchame Eren, vete de una vez- sacó un par de billetes y se los lanzó a un costado- sería una lástima dañar esa cara tan bonita que te cargas. Eren sintió nauseas al escuchar el tono tan libidinoso que le dirigía su ex jefe. Nuevamente se dejó llevar por su instinto impulsivo y trató de arremeter contra él, desafortunadamente tres pares de fornidos brazos lo detuvieron alzándolo en el aire.

-Ya saben qué hacer, el muchacho es lindo, no sean tan rudos con él- diciendo esto se adentró en su negocio dejando a sus espaldas a un muchacho que le gritaba una sarta de improperios.

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Una camioneta blanca con vidrios polarizados se estacionó a las afueras de la zona pobre de la ciudad, una de sus puertas se abrió y un bulto fue arrojado sobre el pavimento. El sonido de las llantas patinando contra el cemento fue lo único que se escuchó cuando el vehículo arrancó a toda velocidad.

-Maldición- como pudo, Eren se puso de pie mientras escupía algo de sangre y se tocaba uno de sus costados- esos hijos de perra me las pagarán- comenzó a caminar lenta y dolorosamente hacia el centro de la zona en la que fue arrojado.

Llegó a una pequeña plaza alrededor de las once de la noche y en su condición le tomó otros diez minutos llegar a la pequeña casa- si es que se le podía llamar así al reducido espacio donde residían su madre, su pequeña hermana y él- estando frente a la puerta, se arregló la desgastada chamarra que a duras penas lo protegía del frío, peinó su cabello y por un momento se sintió "agradecido" de que no lo golpearan en el rostro. Puso su mejor sonrisa aunque la felicidad no llegara a sus ojos y se dignó a entrar.

La casa estaba en penumbras, apenas lograba ver la pequeña mesita y los dos banquillos donde usualmente comían, seguramente ya estaban dormidas. Soltó un suspiro de alivio, aunque su paz no duró mucho ya que pronto una pequeña pelirroja poseedora de unos ojos igual de hermosos que los suyos se le colgó del brazo, brindándole una cálida sonrisa.

-Hola Isa, ¿Cómo estas pequeña traviesa?- hizo un enorme esfuerzo para levantarla en brazos sin hacer alguna mueca o gesto que delatara el deplorable estado en el que había llegado. La niña hizo unas cuantas señas con sus manitas mientras su sonrisa seguía intacta- ¿De verdad?, me alegra- la puso sobre el suelo y le revolvió el cabello juguetonamente.

Se dirigió a la única habitación que tenía la pequeña casa y se postró a un lado de la cama que ahí se encontraba. Una mujer castaña de aspecto demacrado y orbes dorados algo opacos le sonrió al verlo entrar, elevó sus brazos débilmente, incitando al muchacho a refugiarse en ellos.

-Buenas noches mamá, deberías estar descansando, ¿Cómo te sientes?- Eren se permitió relajarse un poco al estar entre los brazos de su progenitora.

-Algo cansada, pero estoy bien- la mujer dejó de sonreír y fijó la vista en su hijo-Te ha pasado algo, ¿Qué sucedió?

El moreno desvió la mirada levemente, sabía que era inútil mentirle a su madre. Primero que nada era un pésimo mentiroso y en segundo lugar, Carla tenía un infalible sexto sentido de madre que no podía ser burlado.

-Me…me despidieron- se sentía avergonzado de sí mismo- yo rogué para que no lo hicieran, pero la tarifa de la cuota aumentó y mi jefe hizo un recorte de personal, me enojé tanto que quise golpearlo y…

-¡Eren! ¿Qué te he dicho sobre la violencia?- lo miró con reproche, el chico se encogió en su sitio y susurró algo incomprensible- en voz alta jovencito.

-La violencia genera violencia y en alguien debe destacar la prudencia- la mujer sonrió complacida para volver a acunar a su hijo en brazos, el castaño se dejó hacer- mañana buscaré otro empleo, no te quedarás sin tus medicinas, las sacaré a flote a como dé lugar.

-Eren, mi pequeño titán- el rostro de Carla se contrajo en una mueca de dolor, se percató de que su hija menor los miraba curiosa desde el marco de la puerta, con un gesto le indicó que se acercara. La chiquilla se subió a la cama y se metió entre las cobijas-algo rotas- que cubrían el enfermo cuerpo de su madre.

-Mis amores, ya no puedo continuar- ambos la observaron con la duda plantada en sus ojos- no me queda mucho tiempo y no quiero que cuando me vaya se derrumben.

-¡¿Pero qué estás diciendo?!-Eren se separó bruscamente de su mamá- te vas a curar- el terror comenzó a invadir su mente- dijiste que el doctor te había dado esperanzas, que…

-No hay doctor, Eren, les mentí- la hermanita de Eren comenzó a temblar en un silencioso llanto- hace tres meses que no voy a consulta, la tarifa también aumentó allá y no quería que te sintieras tan presionado, además no podía dejarlos sin comer, eso es algo imperdonable para una madre- negó con la cabeza y contuvo las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos dorados. Le dolía, sentía que su corazón poco a poco se rompía, el simple hecho de dejar a sus hijos solos a temprana edad, a la deriva, era algo que le partía el alma.

-No, no nos digas eso- no pudo contener el llanto y se lanzó al regazo de la desdichada mujer- Isabel y yo te necesitamos, no puedes irte, no puedo yo solo- la infante de ojos verdes era ya un mar de lágrimas y a pesar de que no podía emitir sonido alguno, lograba transmitir la enorme aflicción que sentía en esos momentos. Ciertamente era pequeña y había cosas que no lograba entender, pero esta situación vaya que la entendía.

-Eren, no deseo que me odien por la elección que he tomado, porque no me arrepiento de nada, sé que he educado a dos hermosos niños con buenos valores- su voz se quebró- y estoy muy orgullosa de ustedes, es por eso que te pido que sigas avanzando, que cuides de Isabel- acarició la melena de la niña- si para alguien de nuestro estatus la vida es difícil, imagina cómo es para alguien con su condición.

El mundo era cruel e injusto, ¿Por qué la desgracia perseguía a los débiles? Eren estaba rabioso, su madre era una mujer fuerte, amorosa y llena de vida con buenos sentimientos. Hasta que le diagnosticaron leucemia, su vida empezó a consumirse lentamente. Su padre, Grisha, desapareció un año después, cuando Eren tenía ocho año e Isabel un año recién cumplido. Carla se dedicó a dar lo mejor de ella para sacar adelante a sus retoños, la tuvo difícil ya que al carecer de estudios universitarios y tener la preparatoria incompleta, le cerraban muchas puertas.

En una ocasión le ofrecieron trabajo en un cabaret, sin duda alguna ella rechazó la oferta.

-Mientras tenga manos y la fuerza necesaria para seguir en pie, veré la manera de sacar adelante a mis hijos, pero no de esta forma- Carla trabajó haciendo el aseo en distintas casas, la paga no era mucha; la explotaban en demasía, pero al menos era suficiente para llevar un poco de comida a la mesa. Con el tiempo la enfermedad fue ganando terreno y no pudo seguir más.

Eren con doce años vio la manera de ponerse a trabajar para poder sostener a su pequeña familia, desafortunadamente al ser tan joven no tenía tantas oportunidades o se aprovechaban de su inocencia, sin embargo, no se dio por vencido.

El ambiente era inundado por el sofocante llanto de tres personas que, desgraciadamente, tenían que despedirse.

Eren e Isabel lloraban desconsoladamente en los brazos de su matrona. Carla igualmente soltaba lágrimas cargadas de angustia al saber que pronto abandonaría este mundo.

-Los amo con todo mi corazón, son mi todo y son lo mejor que me pudo haber pasado, nunca se olviden de eso- besó sus frentes, colocando en esa acción todo el cariño que destilaba por sus hijos.

Isabel hizo unos cuantos movimientos con sus manos mientras seguía lloriqueando, la mujer asintió conmovida y llenó de besos sus mejillas empapadas.

Eren se mordía los labios hasta el punto de casi hacerlos sangrar, se sentía un completo inútil, no había podido evitar que su madre empeorara. Era un completo fracasado, no logró nada aún después de esforzarse tanto, no fue un buen hijo, no cumplió como debía su papel como hombre de la casa.

-No eres un inútil, eres el mejor hijo que cualquier madre podría tener- abrió los ojos sorprendido- eres tan transparente, sé lo que piensas y no, no es tu culpa. Siempre diste tu máximo rendimiento, aun cuando tu única obligación era estudiar, nos sacaste adelante- la mujer suspiró con melancolía- te hiciste cargo de esta vieja enferma y estoy profundamente agradecida con eso, así que no debes culparte.

-Ma-mamá, te prometo que cuidaré de Isa y le daré una vida mejor- se frotó los ojos con el dorso de su mano en un vano intento por limpiar esas molestas gotas saladas que caían sin piedad de sus orbes- no te odio, jamás podría hacerlo, te quiero mucho y estoy muy feliz de que tu fueses nuestra querida madre- Isabel asintió estando totalmente de acuerdo con su hermano.

-Hay algo más que deben saber- Carla frunció el ceño- su padre y yo jamás les hablamos de esto- los hermanos intercambiaron miradas- Grisha tiene un medio hermano, pocas veces crucé palabras con él cuando era más joven, ese hombre ocultaba algo y tu padre lo sabía. Años después mi querido Grisha despareció, estoy casi segura de que su hermano tuvo algo que ver con eso- hizo una pausa para tomar un poco de aire- ese hombre no es de fiar- tomó por los hombros a Eren y lo miró a los ojos- si llega a dar con ustedes, aléjense de él porque me da la impresión de que nunca anduvo en buenos pasos.

La pelirroja hizo una mueca al no comprender todo lo que la mujer castaña les decía por lo que vio con duda a Eren. El moreno le regresó la mirada y después la volvió a su mamá.

-¿Cuál es su nombre?-pasó su lengua sobre sus labios resecos, expectante.

-Zeke Jaeger

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Hasta aquí el prólogo, sé que es corto pero los demás capítulos serán más largos ;)

¿Dudas? ¿Sugerencias? Acepto críticas y comentarios constructivos. Disculpen si se encontraron con algún horror ortográfico.

Oh, antes de que lo olvide, en este capitulo:

Eren 16 años, 172 cm, rebelde y terco como el solo, pero tiene un gran corazón.

Isabel 9 años, 134 cm, es muda pero ama a su familia y procura demostrarlo.

Carla 37 años...leucemia, no durará mucho.

Bien eso es todo :o

¡Zenakou, fuera!