Nota 15/08/09: Visto que estoy remodelando mi cuenta y tal.... (?) Me veo obligada a añadir aquí una pequeña nota aclaratoria xD Borraría este fic, que fue el primero que escribí, si no fuera porque le tengo demasiado cariño precisamente por ello. Sé que no es ninguna maravilla, de hecho, hasta el capítulo 9 no es más que otro de los miles de Dramiones nada originales. A partir de ese capítulo es cuando empieza a haber algo de "trama". Pero como digo, no voy a borrarlo porque a partir de este fic fue cuando empecé a internarme realmente en el fandom.
Sólo os pido que seáis buenos conmigo (?) xD Tened en cuenta que es mi primer fic, escrito cuando tenía solo 15 añitos. Ahora tengo 20. Aún así, espero que os guste ^^
Disclaimer: Todo lo que reconozcas pertenece a Jotaká.
Cáp. 1: Nubes oscuras
La lluvia caía estrepitosamente sobre el suelo. Aquella chica corría sin cesar mientras sus pies chapoteaban contra el agua, llenándose de barro. No sabía muy bien hacia donde iba. Simplemente se limitaba a correr. Correr, correr, siempre hacia delante. Como si de esa forma pudiese dejar todo su dolor atrás. Desde que su corazón tuvo la mala idea de enamorarse, supo que nunca iba a ser correspondida. Se había obligado a sí misma a olvidar, borrar de su mente a aquel chico que la perseguía constantemente en su mente. Pero había sido imposible, él siempre estaba ahí, clavado entre sus recuerdos. Pensara en lo que pensase, todo detalle la llevaba a él, todas las pequeñas cosas de la vida las relacionaba con el chico al que tanto amaba. Se adentró en el bosque y se detuvo en un claro. Dirigió su mirada hacia la luna, que brillaba en lo más alto de un cielo cubierto de estrellas. Las gotas caían sobre su pálido rostro, mezclándose con las lágrimas. Respiraba entrecortadamente.
Después de un tiempo que ni siquiera ella pudo medir, bajó la vista y emprendió el camino de regreso. Caminaba cabizbaja, con la cabeza oculta entre los hombros, intentando resguardarse de la lluvia. Aunque de poco le servía, era imposible que se mojara más de lo que ya estaba. Su pelo estaba más enmarañado que de costumbre, totalmente empapado y lleno de hojas que habían caído de los árboles a causa de la tormenta. Pero aquello no importaba, nada importaba ya… Sintió unas tremendas ganas de gritar, de liberarse de la frustración que le oprimía el pecho. Entró en silencio atravesando las fuertes puertas de la entrada, dejando un rastro de agua sucia tras de sí. Caminó sin pensar, se conocía el camino de memoria. Se detuvo frente al retrato de la señora gorda y se frotó el rostro con las manos. No quería que sus compañeros se diesen cuenta de que había estado llorando.
-Zumo de calabaza.-susurró con poco ánimo.
-Madre mía, niña. Vienes hecha un desastre.-le dijo la señora gorda con reproche.
-¿Qué parte de "zumo de calabaza" es la que no entiende?-le preguntó la chica fríamente. La señora gorda le dirigió una dura mirada, pero se hizo a un lado. La chica pasó y llegó a la reconfortante sala común. Por suerte para ella, no había nadie allí, así se libraba de posibles preguntas embarazosas. Subió las escaleras que daban a su dormitorio y fue directa al cuarto de baño a pegarse una ducha. Al poco rato escuchó como la puerta se abría.
-¿Hermione? ¿Eres tú?
-¿Ginny? Sí, soy yo.-le contestó mientras el agua caliente caía por su espalda.
-¿Dónde has estado hasta ahora? Es más de media noche.
-Paseando.
-¡¿Paseando?! ¡Pero si está lloviendo a mares!
-Lo sé. Y no grites, vas a despertar a Parvati y Lavender.
-¿Te pasa algo?-le preguntó la pelirroja preocupada.
-No.-le contestó Hermione secamente. Al poco rato salió de la ducha envuelta en una toalla.
-Hermione, tienes los ojos hinchados. ¿Has estado llorando?
-No.-repitió ella esquivando la mirada de la pelirroja. Ginny le dirigió una mirada de tristeza a su mejor amiga.
-Mira Hermione, últimamente estás muy rara. Desapareces constantemente para ir a "pasear" y nos evitas a Harry, Ron y a mí. No me vengas diciendo que no te pasa nada.
-Estoy bien Ginny.
-De acuerdo.-suspiró Ginny resignada.- Cuando quieras hablarlo ya sabes que me tienes aquí para escucharte, ¿vale?
-Sí, gracias.-le contestó la castaña con una triste sonrisa.
-De nada. Anda, vamos a dormir.
