De regreso al fanfiction con una historia de Los Juegos del Hambre ¡qué emoción! Esta serie de one-shots se desarrolla entre el último capítulo del Sinsajo y el epílogo, estoy segura que no fui la única que se quedó con ganas de saber más, así que para eso nos queda la imaginación y de ahí salieron estas pequeñas historias. Espero que les gusten.
Quiero dedicar esta historia a dos personas, la primera persona mi hermana, que una vez más me arrastró a la fascinación por una saga de libros –ya perdí la cuenta de cuántos libros me ha hecho leer-, la segunda persona un buen amigo del trabajo con quien ya dejamos por un rato nuestras conversaciones de Harry Potter y las cambiamos por Los Juegos del Hambre.
Disclaimer: Los personajes y la historia de Los Juegos del Hambre pertenecen a Suzanne Collins, yo escribo sólo por diversión, sin ningún fin de lucro.
NIGHTMARES
I. MIedos
"Tus ojos son mi conjuro
Contra la mala jornada
Te quiero por tu mirada
Que mira y siembra futuro"
Fragmento del poema "Te quiero",
Mario Benedetti.
Corro por mi vida, corro, corro, no me detengo. Sé muy bien que no tengo el privilegio de frenar y tomar un respiro, tengo que escapar. La pared de fuego está demasiado cerca de mí, demasiado para mí gusto, acelero el paso todo lo que puedo. Una bola de fuego pasa rozándome el hombro, mis reflejos no me traicionan y logro esquivarla a tiempo, sólo chamusca un poco de mi cabello. No importa el cabello, sigo corriendo si quiero seguir con vida. Esquivó un árbol, salto por las piedras que hay en mi camino, otra bola de fuego casi me da en la pierna derecha, tengo que correr más rápido si quiero salir de aquí con vida. El fuego me está alcanzado. Esta trampa mortal tiene que tener un fin, lo sé, pero no sé dónde está, sólo me queda seguir corriendo. Trastabilló cuando muy cerca de donde estoy escuchó el grito de una niña y sólo puedo pensar en Prim. No me detengo a pensar que puede ser una trampa del Capitolio, un muto o simplemente la voz de mi pequeña hermana distorsionada, para mí esa voz es Prim, a quien juré proteger con mi vida.
Grito su nombre, nadie me responde. Entró en pánico, Prim está en peligro.
Empiezo a correr lo más rápido que puedo, no escapando del fuego, sino hacia donde escuché el grito. El grito de Prim. Vuelvo a escucharlo y fuerzo mis piernas para que aceleren.
"Tengo que salvarla", es en lo único que pienso aunque la pared de fuego prácticamente me está rozando el brazo derecho, siento que la chamarra que me protege se empieza a quemar poco a poco, no tardo en empezar a sentir el ardor por las quemaduras, ignoró el dolor. Sigo corriendo, tengo que salvarla.
Un escalofrío me recorre la espalda cuando veo un cuerpo tirado a menos de dos metros de la columna de fuego, sé que no es Prim, lo sé en cuanto no veo el cabello rubio de mi pequeña hermana, parece una niña de la veta, pero el sentimiento de preocupación y vacío no me abandona. Sigue siendo una niña a merced del fuego, la pequeña niña levanta su rostro y puedo ver sus ojos, tan llenos de desesperación y dolor, tan azules, tan parecidos a los ojos de Peeta.
Peeta.
Es el instante en que descubro que esa pequeña niña es la hija de Peeta. Veo un atisbo de esperanza en cuanto me ve, y es cuando cae sobre mis hombros la más fría y cruda realidad. Esa pequeña niña de ojos azules también es mi hija, no es Prim, ella murió hace mucho tiempo, la niña que está a punto de ser devorada por el fuego es mi pequeña. La desesperación se intensifica y corro lo más rápido que puedo hacia ella, tengo que ponerla a salvo.
Ella me llama, me llama "Mamá" y yo no puedo llegar a ella, las piedras, los árboles, los arbustos se interponen, el fuego se acrecienta, intentó decirle que ya voy en camino pero las palabras no salen, tengo un nudo en la garganta. Estoy a unos metros de ella, sólo un poco más, el sufrimiento en sus ojos azules me mata. La tengo que sacar aquí, tengo que protegerla.
No sé de donde sale, ni siquiera la veo venir. Pero lo que veo me corta la respiración, una lengua de fuego toma el cuerpo de mi niña, trató de llegar a ella, aun la puedo salvar. Ella me sigue llamando, algo me impide que pueda llegar a ella. Ni siquiera puedo pensar en perderla, el dolor es insoportable, me sofoca, me quiero morir cuando me doy cuenta que no puedo salvarla. Tal como sucedió con Prim, no pude salvar a mi hermana, la que jure proteger. Tampoco a mi niña.
"¡No! ¡No! ¡No!" gritó, lloró, corro, mi pequeña no, ella no.
La desesperación me abruma, apenas me puedo sostener en pie, me sostengo de un árbol, caigo de rodillas, mi llanto es incontrolable. ¿Qué he hecho? ¿Por qué esto no se acaba? ¿Por qué se desquitan con mi pequeña? Ella no tiene la culpa de tenerme como madre, ella no tiene la culpa de todo lo que he hecho, ella es un ser inocente. Ella es mi todo y no concibo la idea de perderla.
La falta de aire hace que abra los ojos y despierte de mi pesadilla, estoy temblando y un sudor frío me recorre la piel. Sé que he estado llorando y gritando en sueños, la sola idea de perder a mi niña es insoportable. Y es cuando lo siento a mi lado, me abraza con fuerza. Trató de convencerme que todo fue un mal sueño.
-Katniss,- me llama y me encuentro con sus preocupados ojos azules, los esquivó, sus ojos hacen que mi pesadilla vuelve a mi mente, tan vívida que los temblores de mi cuerpo se vuelven incontrolables. El miedo es insoportable, lo odio. Él me levanta y me acurruca entre sus brazos, no necesito decirle qué me está pasando, lo entiende, besa mi frente, mi cabello y me asegura que todo va a estar bien. Sé que no está tranquilo, hace muchos años que no tengo pesadillas tan reales, pero en los últimos meses se han vuelto demasiado recurrentes. Llevó las manos hacia mi abultado vientre y lo acaricio con cariño, no puedo evitar que las lágrimas empiezan a correr nuevamente por mis mejillas, trató de convencerme que la hija que espero estará bien, que nadie le hará daño, ni el extinto Capitolio, ni los enemigos que gané por matar a Coin, ni absolutamente nadie. Ella crecerá feliz en un mundo donde no hay mortales juegos, donde no vivirá lo que Peeta y yo pasamos, y mucho menos pagará por los actos que he cometido, ella estará a salvo.
-Sabes que no permitiré que nada ni nadie en el mundo las lastime, ¿verdad?- me susurra Peeta al oído, mientras me abraza por la espalda acercándome más a él y juntando sus manos con las mías sobre mi vientre. Asiento, pero no estoy convencida. No por él, sé perfectamente que él daría su vida por mí y más por nuestra niña sin dudarlo un ápice, tal y como yo lo haría. Pero, ¿qué tal si no es suficiente? Hace mucho tiempo juré proteger a mi hermana y fallé, no la pude salvar, también quise protegerlo a él y tampoco pude, ¿y si pasa lo mismo con mi niña? ¿Qué tal si todos mis esfuerzos no son suficientes? No lo soportaría.
-Katniss, mírame a los ojos- me suplica Peeta. Me encuentro con su mirada tranquilizadora y llena de amor, es un bálsamo para mi perturbado sentir, él sigue siendo mi rayo de esperanza, mi diente de león.- Todo va a estar bien, lo sé, esta pequeña niña no va a crecer en el mismo mundo donde tú y yo lo hicimos, no va a ser lo mismo. Nos tiene a nosotros.
No soy capaz de articular frente a él todas mis dudas, mis miedos, no sé cómo decirle que no me siento capaz de ser una buena madre. ¿Cómo voy a ser una buena madre si no pude proteger a las personas que he amado? ¿Qué futuro le espera a mi pequeña con una madre que se siente fragmentada por las heridas del pasado? No tengo la menor duda que él será un excelente padre, así como ha sido el mejor amigo y el mejor esposo. Pero, ¿yo seré capaz de ser la madre que mi pequeña necesita? No lo sé, y la respuesta me da pavor.
-Te lo dije una vez hace muchos años, y ahora te lo vuelvo a repetir porque nunca he tenido la menor duda de ello, vas a ser una excelente madre, Katniss, yo tengo toda mi fe en ti. ¿Sabes por qué? Porque sé que amas a nuestra hija y sé que eres capaz de hacer cualquier cosa por tu familia, por las personas que amas. Te aseguraste de que tu madre y tu hermana tuvieran algo que llevarse a la boca después de que falleció tu padre, te presentaste voluntaria para salvar a tu hermana de los juegos, hiciste todo lo posible para evitar que el Capitolio les hiciera algo a tu madre, a Gale, a Prim, me salvaste a mí. Sí, las cosas no resultaron al final como hubieses querido, pero estábamos en guerra, había cosas que escapaban de nuestras manos. Y ahora tenemos todo a nuestro favor para hacer que nuestra pequeña crezca en un mundo feliz, diferente.
Y le creo a mi chico del pan, no hay nada porque temer, lo abrazo con fuerza, él me besa con vehemencia. Tenemos todo a nuestro favor para hacer este mundo mejor y darle a nuestra pequeña ese mundo feliz, lejos de la tiranía del Capitolio y sus infames Juegos del Hambre. Los miedos siguen ahí, se instalaron dentro de mí desde mucho tiempo atrás cuando traer al mundo un niño era una imprudencia, una locura, una tortura. Ahora no lo es, ya no tenemos que temer por el futuro de nuestros hijos, entonces sé que puedo seguir adelante, no estoy sola, tengo a Peeta y un futuro por delante.
Muchas gracias por leer.
