Nota de autora: Queridos lectores, sean bienvenidos al interior de mi imaginación explosiva gracias al tráiler de Tri. Esta historia, que es un AU, va dedicada a unos bellos, amables y gentiles grandes amigos que he formado en FF: LeCielVAN, Nats28, DiegoTakaishi, Lord Pata, anaiza18 & NievesJS13. Y también, por supuesto, a una de mis mejores amigas que considero mi hermana: ForeverYoshi. Los quiero, chicos.
Aviso: Clasificación "M" por temas a futuro.
Disclaimer: Digimon no me pertenece. Si fuese así, me hubieran despedido por la tragedia que le metería en cada capítulo.
Prólogo
Ver aquellas tintineantes luces en aquél tul de oscuridad eran una rutina que parecía no tener final. Estiro mi mano, anhelando poder sentir aquél destello en la punta de mis dedos, sabiendo plenamente que sería imposible. No tienen esencia, al igual que mis alrededores. Estoy en un vacío eterno pero, a la vez, forma parte de un todo mucho más grande de lo que puedo imaginar. Incontables veces he varado aquí, mi mente llegando como un pizarrón en blanco, llenándose de conocimientos que desconozco haber conocido. Inclusive para mí, aquello suena como un gran trabalenguas.
Sonreí.
La luz que irradian me aterra, causando un vahído en mi cuerpo. Deseo huir, mas a la vez sé que debo alcanzarlas. Empecé a correr en la oscuridad, implorando hallar la imposible salida. Me dejé llevar, la frustración apoderándose de mi alma por ser débil e impotente en este mundo desconocido.
Empecé a imaginar que aquellas luces que iluminan mi mundo son otros mundos. Millares de mundos.
Mundos con amor.
Mundos con pureza.
Mundos con amistad.
Mundos con valor.
Mundos con bondad.
Mundos con sinceridad.
Mundos con conocimiento.
Mundos con luz.
Mundos con esperanza.
Mundos con oscuridad.
Me detuve en seco, preguntándome si cabía la posibilidad que me encontrara en una jaula. Una jaula que mi corazón había formado. Lo único que hago es deambular. Nunca sé como llego aquí, mis recuerdos siendo suprimidos. No obstante, aquellas luces crean un manto de emociones, formando la ilusión que he estado ahí antes, haberlas observado, luego desaparecido, para al final regresar al igual que un infinito espiral.
Son tan destellantes. Yo tan débil. Huir. Quiero huir de nuevo. Quiero recuperar aquello que no logro recuperar. Algo que robé, algo que destrocé. Esas luces en las tinieblas son el lugar que deseo llegar, incapaz de alcanzarlas. La atmósfera cada vez se vuelve más pesada, cargada de desilusiones.
Soy incapaz de cambiar. Desde ese día he sido incapaz de cambiar, y jamás cambiaré.
Ahora veo rostros difusos a mí alrededor. Causan dolor en mi corazón. Los estruja. Duele, duele mucho. Que alguien detenga este dolor. Que alguien detenga esta agonía. No la soporto. Soy débil, incapaz de avanzar. Las luces y las sombras viven en mí, contrarrestándose, una lucha interna que me impide alcanzar las estrellas que iluminan mi oscuro mundo.
La culpa, mi querid— _ _, no es de nuestras estrellas. Sino de nosotros mismos que consentimos ser inferiores.
Veo siluetas. Veo personas. Dos personas. Campanillas del viento resonando. El olor a verano. El olor a mar. Sonidos de sandalias rozando con piedras. Algo dulce al sentir el rozar de una lágrima. Explosiones multicolores en el cielo.
La culpa, mi querid— _ _, no es de nuestras estrellas. Sino de nosotros mismos que consentimos ser inferiores.
El silencio poco a poco se iba quebrando. Esto es nuevo. Un hallazgo inusual cuando busco algo diferente, un descubrimiento afortunado. Está rompiendo la oscuridad. Las luces destellan con intensidad. Las tinieblas se vuelven difusas.
—Serendipia. ¿Por qué se me hace tan familiar esta palabra?
Al escuchar mi voz, mi mundo se quebró. Las sombras huyeron despavoridas al caerles nueve virtudes. Las luces estallaron, cegándome a la vez. Mi corazón latió con rapidez, emocionado y azarado. El palpitar no se detenía, y no parecía querer hacerlo pronto. Mientras caía en un eterno vacío, imploré por mi muerte.
¿Por qué desear morir una vez más?
La muerte me rodea. Su pérfido aroma me rodea. Aquellas lágrimas me rodean. Rostros borrosos me rodean. Miradas me rodean. Mi pulso volvió a acelerarse. Alcé la vista hacia la infinita blancura, permitiendo que se apoderara de mí. Mi voz causa estragos en este mundo, mis pensamientos serán mi única vía de escape. Millares de palabras flotaban, tanto con sentido como sin sentido.
Nos vemos pronto.
¿Acaso esta es la única manera?
¡No debes cargar con todo esto en soledad!
¿Por qué no dijiste nada antes? Esperé, esperé y esperé. ¿Por qué es el destino tan cruel?
¿Acaso este es el único final? ¿El final que nos espera?
Volveré cuantas veces sea necesario para devolver aquello que te arrebaté.
—Te la devolveré, sea lo último que haga.
La melodía que emanó de mis labios quebró al igual que un fino cristal aquellas ataduras que me impedían huir. Movía mis piernas, creyendo poder escapar de ese afligido futuro que nos espera. Mis ojos se abrieron con determinación. Poco a poco, por primera vez, los recuerdos venían a mí. Las escenas que corrían en mi cabeza continuaban causando dolor en mi corazón, gritos ahogados atorándose en mi garganta. Ardía. Quemaba. Mi cuerpo se sentía atacado por filudas espinas. Un solo deseo se hizo paso en mi agonía.
No puedo permanecer estática por siempre. Debo cambiar, por aquél futuro en el cual depositamos nuestras esperanzas.
—Definitivamente te la devolveré, sea lo último que haga. Soy como un ave que quiere ser un ángel. Volar hacia lo más alto y arribar al Paraíso. No puedo volar del todo bien, mis alas se encuentras cortadas, a la vez atadas por pesadas cadenas. Pero, algún día, sentiré el placer de experimentar la cálida brisa de elevarme por los cielos. Ese lugar que todavía no puedo alcanzar sigue ahí, en la distancia. Lo seguiré contemplando, guardándome este deseo.
En ese momento, mi mundo se quebró por última vez. La fina pluma de un ángel desapareciendo junto a mi espíritu.
—Verteré cada gota de la luz de mi alma para recuperar aquella perdida sonrisa.
xXx
—¿Por qué corres tanto?
—¿Acaso ese no es el punto de este juego? ¿El que no me deje atrapar?
—Sí pero, ya llevamos una eternidad con esto. Quiero jugar otra cosa.
—Eres muy raro. Pensé que los niños no se cansaban tan rápido.
—Yo pensé que las niñas no tenían tantas energías.
—Todos somos diferentes.
—Lo había olvidado.
—Eres un niño raro.
—Tú eres una niña rara.
—¿Cuánto tiempo más nos queda?
—Una vez que te atrape debo regresar a casa.
—Entonces seguiré corriendo para que no lo hagas.
—Eres una niña rara.
—Tú eres un niño raro.
—Pareces una grabadora rayada.
—Y lo seguiré siendo. Este juego es muy divertido.
—Es más divertido si se juega con más niños.
—A mí me gusta de a dos.
—Es porque es la primera vez que lo juegas. Eres muy rara.
—Y luego dices que yo soy una grabadora rayada.
—Si sigues corriendo llegaremos al mar.
—¿El mar?
—¿No sabes qué es el mar?
—Lo he visto en cuentos. Jamás frente a mis propios ojos.
—¿Entonces qué estamos esperando? Mi _ comentó que hay un festival. Quizás podremos ver las flores en el cielo.
—¿Flores en el cielo?
—Brillan y hacen, ¡kaboom!
—¿No es eso peligroso? ¿No asusta a las aves?
—Nunca lo había pensado.
—Pobres pajaritos. Hay gaviotas en la orilla. Les diré que no vuelen hasta lo más alto del cielo.
—Pero te los vas a perder… y no te van a entender.
—¡Señor gaviota! Las flores en el cielo van a explotar pronto, no vaya a volar.
—¿Qué estás haciendo?
—El señor gaviota me está ignorando. Debo ir por él.
—No entres al mar, es peligroso.
—Tendrás que atraparme si no quieres que entre. ¡Está frío!
—Te dije que no entres, vas a pescar un resfriado. ¿Sabes nadar?
—Pareces mi_ _. ¿Nadar? No, no sé nadar.
—Vamos, _ _. ¡Es muy peligroso si no sabes! Si te pasa algo no podría ayudarte, tampoco sé.
—_ _, eres un aguafiestas… ¡Oh, no! El señor gaviota emprendió vuelo…
—¿Por qué extiendes tus manos?
—Quiero que mi deseo llegue a esa ave.
—¿Deseo?
—Quiero que lleve mi deseo por los cielos y que regrese sana y salva.
—Eres rara. Regresemos.
—¿¡Qué fue ese ruido!?
—¡Las flores! ¡Son las flores!
—Qué hermoso. Es ruidoso pero, muy bonito.
—¿Ves?
—Espero que el señor gaviota se encuentre bien. ¿Por qué sonríes? ¿Te estás burlando de mí?
—Me das mucha risa.
—Al parecer esa es mi especialidad. Robarlas.
—¿Robarlas? ¿Robar qué?
—¡Mira, en el cielo! ¡Es el señor gaviota!
—¿Qué le pediste que llevara? ¿Qué es tu deseo?
—Es un secreto.
—La atraparé para descubrirlo.
—¡Tramposo! Me atrapaste por sorpresa.
—Ya acabaron las flores.
—Para mí no han acabado. Este descubrimiento ha sido muy lindo.
—¿Nos vemos mañana?
—Nos vemos mañana.
—Te estaré esperando, _ _.
—Igual yo, _ _.
En aquél lugar, durante sus días de infancia, aquellas figuras hicieron una promesa. Aquellas manos que transmitían calor forjaron la esperanza de un futuro imposible que empezó a moverse al igual que las manecillas de un reloj. Un distante ayer lleno de luz, mientras sus pies descalzos eran acariciados por el mar.
¿Opiniones y críticas constructivas sobre este prólogo? ¡Espero les haya agradado. Esta historia va a ser muy interesante de escribir. Ando súper emocionada con ello. Cierto, la cita sobre la culpa de las estrellas le pertenece a Shakespeare. ¡Nos leemos, lindos lectores!
