TE AMO.
Con letras mayúsculas, porque lo que representan no es algo de este mundo. En negritas, por que su contexto es eterno. En cursiva por que llevan belleza en si mismas. Subrayadas porque es una cuestión doble y reciproca.
¡Maldita sea!! Gritó desesperado el temible maestro de pociones mientras se precipitaba hacia las puertas de la escuela. Varios novatos de Hufflepuff salieron despavoridos hacia su sala común. Ese era un mal momento para cruzarse en el camino de Severus Snape, no que cualquier otro fuera bueno.
Justo al salir por las puertas el maestro de pociones soltó otro improperio, y aceleró el paso. Necesitaba huir, tenía que alejarse lo más que pudiera del vejete ese; que resolviendo tu vida acaba disponiendo de ella como le plazca. Toma decisiones en tu lugar y da por sentado que una simple sonrisa compensara todo – ¡Maldita la hora en que te conocí!! – Sin darse cuenta de a donde lo llevaban sus pies el maestro de pronto se vio rodeado por los frondosos árboles del bosque prohibido. Y relajo el paso, no era su intención realmente alejarse mucho del castillo, sabía que eso acarrearía problemas – ¡JA! como si no tuviera ya suficientes problema… – el maestro paro en seco su berrinche, la rabia le había hecho bajar la guardia. Lo escuchaba claramente, había alguien más en el bosque. Casi le da un infarto cuando un ave despegó de una rama arriba de su cabeza, pero no pudo evitar una exclamación al caer sobre su trasero por el susto. En lugar de levantarse se recargo en un tronco cercano y dejo fluir su desesperación; la rabia y los recuerdos volvieron a invadirlo.
Esa mañana
- No Albus, esta vez no – la tensión en la oficina del director se incrementó exponencialmente con la rotunda respuesta del maestro de pociones
- Sabes que no hay otra manera, definitivamente tendrás que hacerlo. Es mas ya esta todo arreglado, mañana morirás a manos de tu mejor pupilo.
- Pero es solo un niño
- Eso jamás le detuvo en el pasado, hará lo que debe hacerse sin importar nada más, incluso él mismo.
- Pero ¿porque él? – masculló herido, traicionado
- Esta decidido, es la única manera para
- ¡YA SE!! para salvarme el pellejo, ¡JA! Nota la ironía por favor.
- Por favor Severus
- Has lo que quieras Albus, a fin de cuentas siempre te sales con la tuya ¿no? Que mas da otra vez – sin decir más el maestro Salió hecho una tromba de la oficina, azotando la puerta a su espalda.
Fin Flash Back
Su mente no registró una sombra que le vigilaba tras un alto abeto, ni siquiera registro el camino que tomó para volver a sus habitaciones. Esa noche tuvo pesadillas, viendo como una siniestra luz verde, se acercaba a él, arrancándolo de su cuerpo. Y tras la luz, una sombra sosteniendo la misma varita que le mataría, en el fondo vislumbraba la silueta de su asesino, siniestra aun más por que sabía de antemano quien era esa persona. Le dolió el pecho de solo pensar su nombre, su corazón aulló de dolor por la traición ¿por que él? Se repetía una y otra vez, le parecía más misericordioso que el mismo Voldemort le matara, al menos así dejaría el mundo con una esperanza.
El amanecer encontró al maestro en la sala de sus aposentos, bebiendo como loco, se podría casi catalogar como ebrio, a excepción de que mantenía intactos tanto sus reflejos como su brillante inteligencia. Ni siquiera el alcohol le hizo olvidar sus penas. El reloj marco la hora, y a pesar que su mente le decía no salir de sus aposentos, sus pies tomaron rumbo del gran comedor, donde la última estocada le esperaba.
La ultima vez que se había sentido así de pequeño delante de las grandes puertas del castillo, había ocurrido décadas atrás, cuando entró por primera vez a la estancia que da la bienvenida a los novatos año tras año. Apresuró el paso y entró sigilosamente a la estancia, el bullicio típico del gran comedor había quedado atrás, junto con los días de escuela. Ahora cada mesa estaba abarrotada, no por sus revoltosos alumnos, sino por serios, taciturnos y arrogantes aurores. Era la víspera de la batalla. Cada uno sabía ya su papel en la guerra, en el podium presidían, el honorable director del colegio y varios de sus maestros mas leales, junto con algunos prominentes miembros de lo Orden del Fénix. Y al final de la mesa, una silla vacía le hacía señas de cual era su lugar.
Se sentó lo más tranquilo que pudo, se relajó lo suficiente como para poder deslizar un poco de su café favorito por su garganta. El liquido cayó pesado en un estomago alcoholizado y vació "forma brusca de aliviar la resaca" ironizó su mente, la última vez que se embriago de manera similar, fue cuando murió su madre, a la edad de 19 años. Y ahora, hacía duelo por su propia e inminente muerte ¿Le vería a los ojos antes de lanzarle la maldición imperdonable? ¿Le dirigiría la palabra? ¿Le ridiculizaría? "Malditasea malditasea malditasea" su mente definitivamente estaba a punto de caer por el pozo negro y sin fondo denominado inconsciencia. Tal vez eso sería mejor, si le matará mientras no siente, mientras sueña con un futuro negado, con esperanzas vagas y sueños helados; todo por él. Definitivamente su mente tan afilada había evitado pensar en su verdugo, pero sus ojos le enviaron una fuerte descarga al toparse de frente con una mirada vacía, tan conocida por él mismo, y tan extraña en esos ojos. Esas preciosas perlas verdes estaban tan muertas como sus sueños "maldito seas Albus, no solo moriré yo, y eso es peor que cualquier cosa" su corazón se encogió en un rincón y su mente tomó control de nuevo. Nadie había notado siquiera su agitación, por algo era el maestro del engaño. Y se acercaba su acto final. La última pantomima de su existencia.
Le miró levantar la varita, susurrar el conjuro maldito y sentir como un soplo de aire se acercaba inexorable hacia su persona. Sintió el golpe duró en la cabeza al caer, y todo se volvió negro. Ya no tenía que seguir preocupándose, eso era para los vivos y el ya no caía en esa categoría. Y se dejo llevar por la inconsciencia, era su turno de descansar.
La batalla fue tan sangrienta como solo el más sanguinario pudiera predecir. Muertos por doquier, quejidos lastimeros llenaban el aire, helando la sangre y atrayendo repugnantes espectros imaginarios. El campo de batalla, los jardines del colegio, estaban bañados en sangre. La balaustrada estaba reducida a escombros, y de las numerosas estatuas solo quedaban restos irreconocibles. El interior del castillo estaba en las mismas condiciones o tal vez peores, por que el gran duelo se había llevado a cabo bajo techo. Una mancha negra marcaba el lugar donde cayó el Señor Tenebroso. Y junto con él cayeron cada uno de los mortífagos, fue el espectáculo más espantoso que cualquier persona cuerda o no hubiera podido imaginar. Los mortífagos que cayeron a manos de los aurores habían recibido clemencia al morir sin sufrir, pero los que les supervivieron, se llevaron la peor muerte. Mientras en el gran comedor, Tom Riddle alias Lord Voldemort gritaba en agonía al sentir su cuerpo disolviéndose, por todas partes llegaban ecos de esos gritos. Sus mortífagos estaban sufriendo mentalmente la misma desventura que aquel que marcará sus brazos. Sobrevivieron pocos al tormento que acarreó la muerte a su maestro, y el que lo hizo, fue trasladado directamente a la unidad siquiátrica de Sn Mungo. Donde serían escritos como residentes permanentes. Peor que un mal viaje.
Y allí mismo, en el gran comedor, a unos metros de la mancha oscura, descansaba el muchacho responsable de tal proeza. Sus ojos estaban anegados en lágrimas. Tenía que salir de allí, quería correr, huir, esconderse, pero sobre todo quería olvidar. Olvidar que se había quedado solo, olvidar que sus mejores amigos estaban juntos en el más allá, que sus únicas esperanzas de felicidad habían muerto esa mañana, cuando el director le había dado una encomienda especial, pero sobre todo quería olvidar que no solo había matado ese remedo de vida sino que había asesinado a sangre fría a un hombre, un hombre que confiaba ciegamente en él. Un hombre que se llevó sus esperanzas con él, definitivamente ese era el peor día de toda su existencia.
Se puso lentamente en pie y con paso cansino salió fuera del castillo, rumbo del bosque prohibido. No dio ni siquiera un último vistazo a atrás. Siguió de frente hasta perderse en la espesura del bosque más grande que tiene Inglaterra. Siguió de frente aún después de pasar un campamento de verano, aún mas allá de las montañas. Solo se detuvo cuando su cuerpo le pasó la cuenta de las actividades recientes, durmió un día entero, y al despertar, continuó caminando. Fueron 4 días de caminata sin cesar, hasta que llegó a orillas del mar. Se sentó y lloró. Lloró amargamente su desdicha, la luna salió y se puso mas veces de las que debiera, y el continuo llorando. Mientras, el mundo mágico entero le buscaba, el tranquilamente se dejaba morir a orillas del mar.
« « « « « « ¤N.A.¤ » » » » » »
¿Que les pareció? ¿Bueno? ¿Malo? ¿Soso? ¿Ñoño? ¿Espantoso? ¿Definitivamente dejo de escribir? Cuéntamelo en un review ^o^. Por favor nada anti-yaoi, yo respeto tus gustos, has lo mismo por mi ¿si?
