Sumario: Sora es una joven exitosa, laboralmente; poseedora de una belleza envidiable y un ejemplo en los dos sentidos para las mujeres de Tokio. Cualquiera podría afirmar que no le hace falta nada…Pero lo extraño, incluso para ella, es que su vida amorosa cae en picada constantemente. Tantos hombres habían pasado por su vida, pero ninguno se quedaba. Decaída, pero decidida, se promete a si misma no caer en falsas promesas, superar su adicción, y no mas supuesto amor... Pero llega un chico nuevo a trabajar, tan ambicioso como ella, y exactamente su prototipo de hombre… Al final, ¿Qué podrá mas… su reciente orgullo feminista, y mantener su dignidad… o su terrible pero siempre placentera adicción?


Cuando la madre naturaleza tenia ánimos, hacia de un día caluroso, uno esplendido y equilibrado, con una brisa refrescante, haciendo brillar mas los edificios, como invitando a caminar por las congestionadas aceras.

Sora pudo notarlo al abrir su balcón, y aspiró el aire que le estaban ofreciendo, como un consuelo. Y de todos modos, tenia que caminar. Que suerte que para ella hubiera días así…

Por que las noches eran las malas.

Hacia no más de doce horas que su vuelo había aterrizado, además tenía solo dos horas para arreglarse e ir a trabajar, y su sala estaba llena de maletas aun cargadas. Pero, curiosamente, era lo que menos le importaba. El hecho de que tenia trabajo por delante no le desanimaba, ni mucho menos era una molestia. Molestia quedarse en su departamento, evocando malos recuerdos…Y sola.

Continuando, muchas de sus noches eran de fiesta, alcohol y sexo. Y merecía esos placeres por su apretada agenda de trabajo. Pero aun aunque en verdad no quisiera, era débil; no podía decir que no a una de esas fiestas, o a un trago…O a un hombre. Una cosa llevaba a otra… pero siempre terminaban igual…

Mordió su labio inferior con resignación. Era adicta a ellos, no era ningún pecado, la mayoría de las mujeres lo hace. Y por ello se quebraba la cabeza pensando que hacia mal al estar con ellos. Sus relaciones no duraban, eso lo sabia desde que supo para que estaban hechos el hombre y la mujer realmente, y hacia unas noches lo había comprobado de nuevo, y de la peor manera. Era soltera una vez más. Pero, ¿por qué?

Estaba casi segura de que aquel seria el hombre de su vida. Igual que la última vez, y antes de esa… era horroroso, necesitaba contárselo a alguien, antes que se sepa por alguien que no fuera ella. ¿Para que más humillación?

Era demasiado impactante, incluso para ella, lo dependiente que era de ellos. Se sentía muerta por dentro sin un hombre a su lado. No podía hacer nada.

Además, en tiempos como esos, su departamento era triste. Miró tras de si, hacia su recibidor. Sin las cosas de su ex-querido Takashi estaba todo mas vacío. Volteó de nuevo hacia fuera, y suspiró melancólica. Era mejor irse ya al trabajo, era vital distraerse en ese momento.


Yolei llegaba a la torre de Tokyo Corp. con su bebida energética en mano, y su espejo en la otra. Es que jamás se levantaba a tiempo como para dedicarle el 100% a su rostro desmaquillado, y era una acción que hacia desde el taxi. Pero, por muy despistada que fuera, le gustaba cumplir con su trabajo, llegar a tiempo, y todas las cosas que su adultez acarrea. Nada debilitaba su humor.

Mientras chocaba constantemente con la gente, derramando algo de su bebida, se percato de cierta y conocida cabellera pelirroja. No perdía de vista a Sora que le llevaba la delantera solo unos pasos, y caminó más rápido aun de lo que la gente le permitía. Tuvo que esquivar toda una avalancha de personas, pero al fin llegó hasta donde su superior, y le saludó con la energía que le proporcionó su Monster.

-Hola, amiga –llegando a su lado y abrazándola. Sora sonrió algo sorprendida. -¿Cómo te fue en el viaje?

Antes que nada, Sora se permitió dejar salir un poco de su alegría. –Perfecto, ya tenemos hermandad cercana a Kenzo –Contó entusiasmada.

-¡Vaya perfección! –exclamó la muchacha. –es una lastima que no la estés disfrutando al cien por ciento, por que ese no es el entusiasmo para dar tal noticia. –Atinó a decir. Sora la miró, haciéndose descubierta. -¿Qué ocurre?

Casi como de costumbre, emitió antes de hablar un sonoro suspiro, que le decía mucho a la peli-lila.

-Takashi… -comenzó, y Yolei ya se hacia con seguridad una idea muy conocida y un tanto trillada por la costumbre. Sora parecía tener dificultad para decirlo. –Terminó conmigo… por teléfono… ¿puedes creerlo? Jamás accedió a que habláramos en alguna otra parte, pero en persona.

El asunto merecía el drama de sus lágrimas, que de repente inundaron sus ojos… Para ella. Yolei cambiaba su mueca de extrañada, por una de comprensión, pero a pesar del tiempo de amistad, la joven no tenia idea de que decir para consolarla. Nunca.

-De hecho, llamó varias veces en tu tiempo de ausencia; insistía en suspender el proyecto que ambas compañías teníamos –comentaba Yolei mas analítica, pero para ella misma. -¿Qué tanto le hiciste como para que quisiera hacer eso?

Sora no se contuvo en explotar literalmente sobre el hombro de la otra chica, sin importar las miradas que la demás gente les lanzaba. Yolei, reprendiéndose ella misma, la abrazaba con lo que podía dar de consuelo.


-¿Te sientes mejor? –le preguntó preocupada, llevándose el envase del café vacío para tirarlo.

-Un poco, pero nada que el trabajo no arregle. Puedes retirarte, Yolei.

-Bien, cualquier cosa sólo avísame.

-Gracias, lo haré.

-Y deja de pensar en ese idiota, al menos no estás muerta.

Sora asentía con una sonrisa algo falsa. La más joven salía de la oficina de su superior, sintiendo que la dejaba mas serena.

Entonces, al escuchar la puerta cerrándose, la pelirroja se puso de pie y fue hasta la ventanilla de su misma puerta a verificarse de que no hubiera nadie cerca, más específicamente Yolei. Cuando regresó a su escritorio, tomó el teléfono y marcó el número, de memoria seguramente, ya que tecleaba perfectamente.

-Oh, Sora, olvide que…

Tan rápido como si el artefacto que tenia en la mano le quemara, Sora lo dejó en su lugar. Sonreía nerviosa y tan solo esperaba a que Yolei hablara.

-¿Qué fue eso?

-¿Qué?

-Eso

-Llamaba a un cliente.

-No, no eso –aclaró la peli-lila, y en ese momento se dio cuenta del intento frustrado de su jefa. -¿Intentaste llamarlo?

-¿A Takashi? ¡No!, te dije que a un cliente.

-No, es mentira. Déjame ver… -y se acercó peligrosamente al teléfono de la oficina, Sora se lo impedía, ocultando la pantalla del identificador con sus manos.

-Yolei, te lo advierto, no confías en mí y esto no va a funcionar…

-¡Deja de hablarme como a tus ex!

No tardó mucho en lograr ver claramente que el número recientemente marcado era uno que ella, sin pretenderlo, se había grabado en la cabeza. -¿Por qué lo haces?

Sora mordía su dedo índice, como una niña pequeña regañada. –No mal entiendas; sólo olvidó una de sus… ¡camisas!, y no quiero nada de él en mi casa.

Yolei observaba incrédula. -¿Te parece que te creo? –La pelirroja bajó su cabeza. –Sora, mas que tu asistente soy tu amiga, y como amiga debo decirte que lo que haces esta mal.

-Es que –admitió- tal vez quiera volver si lo hablamos.

-Sora- llamó la joven con tono desesperado, juntando las manos en su cara. –Si el quisiera volver contigo, ¿no crees que ya hubiera tomado alguna iniciativa?

-Pero acabo de llegar, sólo necesita tiempo para…

-No, no necesita ya nada de ti. –Cuando le dijo eso, pareciera que a Sora le acababa de caer un balde de agua fría. –Sólo…olvídalo.

La mayor resopló, ahora mas calmada. Si había podido varias veces con situaciones como esas, podría con esta.

-¿Sabes? Creo en verdad, que si esto me sucede la próxima vez, voy a colapsar.

-No, Sora –calmó Yolei. –No inicies ya una relación con esas expectativas. Lo mejor que puedes hacer es aprender de esta experiencia, y mejorar tus ideas para que no te vuelva a pasar. Es decir, nadie es tan desafortunado.

-¿Hablas enserio? Sólo mírame.

-Ya, bueno… nada que no tenga arreglo, te lo aseguro.

Sora rió un poco triste. –Que interesante que tu seas menor que yo, y me aconsejes como toda una experta. Soy peor de lo que creía –y se dejó caer en su silla con pesadez.

-Oye, no puedo estar animándote todo el día. Eres casi la dueña de esta empresa, no creo que hayas necesitado nada de un hombre para llegar a donde estas ahora. –Yolei se aplaudía internamente por decir algo con tal sentido, y aun más cuando vio que Sora reflexionaba al respecto. Y por ello no paro ahí…-¿O tal vez me equivoco? Dependes tanto de ellos, que podrías pasar por una de esas perras que se acuestan con todos. Tiene mucho sentido, viéndote triunfar de esta manera.

La pelirroja abrió los ojos con tal sorpresa y tal insinuación, que parecía estar a punto de estallar. -¿Disculpa? ¿Sabes que yo puedo echarte de mi oficina, o mejor aun, de MI departamento?

-No, no puedes. La verdad es que me necesitas; creo que sin mi, tu ya estarías detrás de alguien casado, lo mas bajo que una mujer puede caer.

-No sigas, o te quitaré tu bono navideño.

-No seguiré, si me demuestras que puedes sin ellos, en verdad.

-Pues adivina, no tengo que hacerlo, soy superior a ti, y por tanto no tengo siquiera que escucharte.

-Déjame decirte algo: yo bien podría renunciar y en una semana ya me pedirías que volviera.

-Aunque ese fuera el caso –empezó Sora- no puedes renunciar, sabes que tienes que pagar tus estudios, y ya estas mas que acomodada, eso seria una estupidez de tu parte.

-Me arriesgaría a eso, para que sepas de lo que te estas perdiendo al tomarte tus relaciones tan enserio, por que te apuesto a que ni siquiera los amas tanto como dices, mas bien los necesitas.

-Escucha, mejor dejemos esto, o ambas haremos algo que no queremos hacer…

-¿Cómo no tener nada de sexo en al menos un mes?

Todo en la mente de la bonita pelirroja se armó. Miró a Yolei tan suspicazmente que la segunda se sorprendió. -¿De eso se trata todo? ¿Crees que no soy capaz de abstenerme de algo tan superfluo como el sexo?

Ya la tenía. –No lo creo, estoy segura.

-¿A que quieres llegar?

-A los términos, amiga mía –después de una sonrisa de supremacía, Yolei comenzó a explicar. –Me prometerás… No, me jurarás que no tendrás ningún tipo de relación carnal o "sentimental" –enfatizó lo ultimo con un tono chillón. –, con un hombre, como dije, al menos en un mes. Vamos, no tienes nada que perder, al contrario.

La mayor analizaba en lo que se estaba metiendo. Era prácticamente su debilidad, ¿seria capaz? Bueno, no era por nada, pero estaba a muy poco de manejar todo un imperio, y no podía ganar nada mas valioso de lo que ya estaba a su alcance. Y era solo un mes.

-Es un trato.

-¡Era todo lo que quería…!

-Pero –interrumpió. –No solo yo tengo que sacrificarme. –Yolei palideció – Si me veré privada de los placeres que mencionamos, al menos tú tendrás que seguir mi dieta. Nada de placeres gastronómicos en el mismo lapso de tiempo. Absolutamente nada de golosinas o lo que se les parezca, y sabes que no tengo inconveniente en vigilar lo que pides en tus horas de trabajo, y por qué no, también en tu propia casa.

La simpática joven pretendía aparentar que eso no hacia mayor importancia, aunque una vida sin dulces sabores en ella, no era su tipo de ideal. –D-de acuerdo, no será difícil.

Para Sora no era nada imperceptible su pesar. –Tranquila, prometo que te gustará, o bueno… te acostumbrarás y verás que no es la gran cosa.

-Curioso; pensaba decirte exactamente lo mismo –Opinó Yolei con gracioso rencor también en sus ojos. Sora se sentía retada.

El tiempo corría en sus miradas, que no se despegaban una de la otra. Pero ahora ya no era un reto, era una suplica. Una manera de comunicarse sin palabras de que estaban a poco de arrepentirse, por que a decir verdad, era algo infantil. Ambas lo sabían.

-Oye, ¿Qué tal si…?

El sonido del altavoz y la voz del Sr. Kinomoto les hizo abrazarse más a su dignidad, pero al fin y al cabo, ninguna convencida.

-Dígame, Sr. Kinomoto –contestó Sora presionando el artículo.

-Tenemos una junta en 20 minutos. Espero que hayas traído tus creaciones contigo todo el tiempo por que las necesitamos.

-¿20 minutos? ¿Por qué nadie me aviso nada?

-Tampoco lo sabíamos, estas personas tienen mucha prisa. Te veremos en el piso 24. Date prisa.

La mayor soltó el botón con desprecio. Ella tenia que seguir varios rituales antes de dar a conocer sus ideas en presentaciones calculadas a la perfección, y esta no lo era ni remotamente.

Acomodó su cabello hacia atrás como diva, igual que solía hacer. -A trabajar, Yolei. Parece que ahora improvisaremos…


El elegante despacho que hacia escasos minutos albergaba ahí a todo tipo de gente importante, se vaciaba lentamente. Sujetos ajustando sus corbatas con alivio, otros más aun siguiendo la conversación fuera de la oficina, y en esta se encontraba Sora, con el entusiasmo a flor de piel, al parecer sellando un trato.

-Su creatividad es perfecta. Es sofisticada, elegante, pero también muestra el lado jovial que toda mujer después de los treinta desea sentir. De hecho, usted viste destacadamente como para tratarse de un simple día en la oficina –Halagó una mujer rubia notablemente mayor, con un acento francés en el inglés que estaba hablando.

La pelirroja procesaba aquello lentamente, puesto que su dominio del idioma no era del todo perfecto. –Muchas gracias, es todo un honor el hecho de que usted me diga eso. Será gratificante trabajar en este proyecto –expresó en ese idioma.

-Oui. Nos veremos en dos semanas para concretar el asunto.

Después de estrechar sus manos, ambas damas se retiraron por sus lados. Yolei esperaba a Sora a una distancia prudente.

-Tu inglés es pésimo.

-¡Cállate! ¿No escuchaste el de esa mujer?

-Al menos ella esta a la altura. –discutía mientras ambas se disponían a bajar.

-No importa, ya tenemos la mina de oro conectada con la empresa. De aquí en delante, todo será mucho mejor de lo que ya es –comentó Sora bastante complacida.

-Uy, parece que alguien ya olvido a cierto tipo –dijo Yolei satisfecha, presionando el botón del elevador.

-¿Ese? Te dije que nada que el trabajo no pueda arreglar. –recordó Sora con una seguridad innegable, que Yolei notó poniéndose mas contenta. –Incluso nuestra pequeña apuesta se me hace más sencilla, terminé de digerirla.

-Bien por ti.

-Ahora solo me interesa irme a dormir. Junta tras junta… espero no desgastarme.

-Yo antes quiero cenar…

Sora miró de reojo a su joven asistente. –Tengo el tiempo suficiente para acompañarte.

La más joven volvió a la terrible realidad. –Bueno, olvídalo.

-Creo que me hallaré tiempo para ir a limpiar tu casa… Disculpa, tu cocina.

-No hay problema, de veras; yo puedo cumplir mi palabra por mi misma.

Sora la enfrentó. -¿Por qué hablas en doble sentido? No has visto mi poder de perseverancia, no me juzgues antes de tiempo.

Yolei suspiró. –Supongo que tienes razón, pero no es personal; se me hace muy difícil hacerme a la idea de que eres una soltera feliz.

-Descuida. Supongo que la culpa es mía por imponerte tanto tiempo a mis noviazgos, pero como dije, tú no te preocupes, que eso ya esta cambiando. Puedo sentirlo.

La peli-lila la veía por primera vez como un ejemplo. –Me encanta esa actitud. Al escucharte también siento que los pastelillos ya salen de mi cabeza.

-Lo que yo espero es que salgan de tus caderas, querida… -mencionó Sora para si misma. Yolei se molestó ligeramente y reprobaba a su superior con la mirada, y tanteaba sus caderas un poco contrariada.

Ambas salían del elevador al lobby. Los tacones de ambas mujeres resonaban contra el suelo, llamando la atención de los que parecían esperarlas.

La conocida pelirroja levantó más su mirada escaneando el lugar, como si lo presintiera. Encontró un par de personas conocidas, a Hibiki, la recepcionista; a un superior y con él a alguien que jamás había visto en su vida. Pero deseando haberlo conocido.

Su receptor biológico ya lo estudiaba con toda la información que su vista le entregaba. Era alto sin duda, con una piel de fuego que en ese momento le hubiera encantado degustar; un rostro de modelo de revista y cabello peculiar, que incluso lo hacia mas irresistible, y la lista seguía. Entonces despertó de su encanto. Sino hubiera hecho esa estúpida apuesta hace unas horas, ya estaría en la cama con él.

Entonces él la miró un instante, antes de que el superior de Sora la señalara y ambos se dirigieran directo a ella.

La pelirroja entendió, y veía todo como en cámara lenta. Sentía que se desmayaría a medida que se le acercaba. Para Yolei, todo había pasado desapercibido hasta que vio a los dos hombres aproximarse. Y sabia lo que pasaba por la mente de Sora con tan solo ver a aquel moreno. Es decir, el jefe de Sora no era tan agraciado como para poner así a su amiga, pero el otro… incluso a ella. Le dio un codazo discreto para aterrizar en el lobby de nuevo.

Sora frunció los labios y bajó la mirada. Después, cuando vio los zapatos finos de su superior, alzo la vista con una seguridad laboral que tenia, pretendiendo no mirarlo a él.

-Aquí esta nuestra prospecta más prometedora. – advirtió el hombre que llegaba al lado de Sora para tomar su brazo delicadamente.

La pelirroja no sentía nada parecido a un sonrojo por tal halago, mas bien estaba fría. Pero trató de sonreír en todo momento.

-Esta mujer esta llevando mi empresa más alto de lo que había pretendido, debo reconocer –volvió el hombre mayor al ataque. Por alguna razón, Sora apretaba disimuladamente sus piernas.

El moreno asentía a cada información dada, con interés. No había dicho aun ni una palabra y la joven pelirroja sufría interiormente un "malestar". Después el susodicho sonrió, y la verdad es que la futura empresaria se sintió derretir, más el calor que ya se acumulaba en cierta parte de su cuerpo… Ese maldito trato.

-Pero bueno, eso ya lo veras por ti mismo, muchacho. –Terminó Kutaru. Miró a Sora después, sin percatarse del torbellino que la invadía, por suerte. –Sora, quiero presentarte a Yagami Taichi, la prueba viviente del trato que tenemos con Paris Renouvellement. Yagami, ella es Sora Takenouchi, de las mas destacadas de la corporación.

-Un placer, en verdad. Me han hablado mucho de ti. –Sora aceptaba su mano como lo más normal del mundo, aunque en ese momento fuera tan complicado. Su voz era tan sexy, tan varonil, que ella misma cedería a lo que le pidiera. Taichi había vuelto a sonreír, pero esta vez directamente a ella. Esta devolvía todos los gestos algo temblorosos, ya no importaba que se notara que estaba algo acalorada; ese hombre tenía que ser suyo, como sea.

-Estoy segura de que puedo decir lo mismo. –Casi no pudo evitar el tono sensual, del que apenas y los caballeros pudieron notar. Yolei definitivamente lo hizo, y con sumo cuidado, avanzó unos centímetros de modo que pudiera quedar a la vista de la pelirroja de nuevo.

Sora le prestó atención unos segundos muertos. Podía leer en el gesto de su amiga que le decía que no podría con eso, y lo demostraba muy segura de si. El reto la excitaba más, pero no tenia ahora tanta fortaleza con la que empezó su día laboral. Y todo se tornaba en su contra.

Si, era una señal perfecta de que estaba lista para ponerse a prueba, demostrar que podía con absolutamente todo lo que le viniera encima y cuan control tenia…

Lastima que seria tan difícil…


Hola!

Matando el tiempo con otro proyectillo ^^. Y como no se me ocurre nada que decir, voy a seguir con otro en mente XD

Bye bye

-Me regalan un comentario?-