Veinticinco vidas

Disclaimer: Hetalia me roba el alma, pero, no me pertenece.

Advertencias en este capítulo: OOC.

Aclaraciones previas:

—Este fic será una colección de viñetas unidas por la estructura del poema: 25 lives de Tongari.

—No teman en preguntarme si tienen alguna duda al respecto del fic.

Agradezco de antemano la lectura y posibles comentarios.

Prólogo

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—Psst, España— bisbisea el blondo varón situado a un lado del mencionado. Y, es que aunque Rumania usualmente se esfuerza en prestar atención a las juntas de la Unión Europea: el tono monocorde del sueco está consiguiendo que acompañe a cierto representante de los países balcánicos a tomar una siesta.

— ¿Qué pasa, tío?—el ibérico desciende el torso en dirección al simpático representante de la nación que ha invadido muchos —demasiados— espacios en su hogar.

—¿Por qué traes contigo un anillo de compromiso?— cuestiona a su compañero de mesa en aquella reunión acerca de la escasez de Nutella en el continente.

—¡Ah, eso!—ríe para sí mismo, ganándose un leve codazo de la belga a su lado, a quien el tema de la crema de avellanas le concierne bastante, puesto que posee sus propias marcas que le gustaría comenzar a exportar.

La simbolización de la nación de la pasión se encoge de hombros, respeta bastante el tema tratado, sin embargo, él tiene su propia y deliciosa nocilla, así que prefiere enfocar su interés en conocer cómo el extravagante muchacho adivinó el contenido de su bolsillo.

Quizá… ¡quizá fueron sus poderes gitanos! Lo que significaba que en cualquier momento el otro hurtaría su preciada joya… ¡Nah! El que iba eternamente disfrazado de vampiro había demostrado ser más decente que mucha de su propia gente.

Es entonces que el de glaucas orbes, antes de contestar a la entrevista ajena, intenta saciar su duda acerca de cómo el más bajito se enteró de su pequeño secreto. La respuesta no le satisface. ¡Magia! Sí, ajá. Alguien debería pasar menos tiempo con el cejón.

—Es para Italia del Sur— insiste el ultimo familiar directo del Imperio Romano, —porque si no es así: se va a enojar mucho— sonríe alegremente, dejando mostrar los simpáticos colmillos que en ocasiones le dificultan consumir sus alimentos predilectos.

—¡Hala!— con nerviosísimo se pasa una mano por la melena castaña, —deberías participar en la lotería, ¡hoy sí que estás intuitivo!—suspira y echa para atrás la espalda, recargándose de nueva cuenta en su silla, —pues sí, es para Lovi.

El mago se congracia de haber adivinado para quién estaba dedicado el objeto de compromiso, si bien no era tan difícil de imaginar. Al menos no para quienes habían observado de vez en cuando el baile de aquellos dos.

—Supongo será difícil convencer a tus dirigentes…—comienza a enunciar, al tiempo que trata de recordar algunos hechizos que posiblemente auxilien a "guiar" la voluntad humana y, es que tenía la idea de que si auxiliaba al español, tal vez el universo le recompensaría en su propia e inexistente relación.

—¡Jo, macho!—profiere en voz alta con un mohín de diversión que se gana una mala mirada del alemán, quien es el moderador de esa congregación. —No les he dicho nada, ¿por qué habría de hacerlo?— agrega, en un susurro, para que sólo le escuche su interesado oyente. —El que quiere casarse: soy yo y, el que me gustaría que aceptara: es Lovi. No hay más.

Acto seguido, el aburrimiento lleva al ex-torero a relatar a su colega acerca del por qué de su capricho y, de lo bien que luciría el italiano en un traje blanco… a pesar de que ya no tenga mucho sentido que invista del color de la pureza.

—¿Y cuándo le vas a decir?— alcanza a bisbisear el de aterradores ojos antes de que se levante la sesión, dado que ha llegado la hora de la comida, tras la que la mayoría se retirará y, sólo quedarán los verdaderos interesados.

—Erhm— por vez primera en aquél día, su semblante decae levemente, —no lo sé, tío. No es tan fácil como hacer crecer tomates— se irgue de butaca para, precisamente, ir a alcanzar a su pareja. —Así que, ¡deséame suerte gitana!

—¡Puedo hacer eso!— exclama el rumano, tras lo que revisa en sus propios bolsillos hasta hallar un simpático artilugio que entrega a quien le mantuvo lejos de Morfeo durante aquél evento. —Con este amuleto, se dará cuenta de que están predestinados— afirma mientras sus pupilas se dilatan de modo atemorizante, aunque de ello no se percata el de gusto por la paella.

El familiar de la encarnación de Portugal se despide apresuradamente tras recibir el objeto y, es que su amante ya se encuentra llamándole a voces. Mientras tanto, el hechicero se sorprende gratamente cuando su vecino le pasa un brazo por los hombros.

—¿Qué le diste?— indaga curioso el de cabellos azabaches, dado que su compañero solía ser bastante intimidante cuando de hechicería se trataba.

—No lo sé— rebate felizmente el rubio antes de abrazar a su colega en la pobreza, —funciona distinto en cada persona, así que ellos tendrán que averiguarlo— sentencia con una traviesa sonrisa.

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RESUMEN

España anhela comprometerse con su antes protectorado, sin embargo, la incertidumbre ofusca sus intenciones. Rumania se conmueve ante ello y le regala un amuleto, para que derrote a su inseguridad. No obstante, la magia es veleidosa y, tiene otros planes que el sólo limitarse a bendecir al hispano.

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PRÓXIMAMENTE:

01—Carnaval

"La primera vez que te recuerdo, eras rubia y no me amabas".

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Notas de autor:

● Bienvenidos sean a una nueva aventura literaria nacida de mi pluma digital. Planeo que esta historia tenga alrededor de 25 viñetas más el epílogo y, por supuesto, este prólogo. Es un proyecto bastante personal, así que aguardo mantener un buen ritmo de publicación y, no morir en el intento…

Feliz día.

Próximo capítulo: Carnaval