Disclaimer: La historia o novela de la cual se desprende este fanfiction, así como la mayoría de los personajes, son pertenecientes a la saga de Harry Potter de la autora inglesa J.K Rowling.

¡Hola y bienvenido estimado lector! Te escribe Vero, una fanática loca que ama escribir. Y, me complace enormemente anunciarte que este es mi primer fanfic -no oneshot- sobre el fantástico mundo de Harry Potter que comparto, así que, espero de tooodo corazón que te agrade este relato; prometo dar lo mejor de mi capítulo a capítulo.

Desde ya: te agradezco infinitamente que estés aquí. Ahora sí, ¡disfruta!


En algún lugar de Inglaterra, específicamente en algún escondido rincón de Londres, una pareja recibía a una pequeña pelirroja en este mundo. Los individuos mayores miraban con especial amor a la pequeña que les devolvía la mirada, una mirada atenta, que parecía consciente de la situación, y parecía comprender lo que la rodeaba.

Aquella niña con ojos verdes y destellos cafés, desde aquél día en que por primera vez miró al mundo, por primera vez que vio a aquellas dos figuras que se erguían frente ella, habría de cargar sobre sus hombros una responsabilidad con el mundo. Especialmente con el Mundo Mágico.

Una noche especialmente ventosa, nublada y de cierta manera triste. Aquél viento seco hacía que las largas y negras capas de viaje de los dos adultos onderan por lo alto. Pero la tristeza que corría alrededor de los tres susodichos, no parecía afectarles en lo mínimo.

La felicidad que los embargaba era más fuerte que la tristeza del ambiente.

-Preciosa. Bienvenida al mundo. Bienvenida a Londres. Hoy el Mundo Mágico ha de precenciar el nacimiento de quién se ha estado esperando por años -la mujer había cargado en sus brazos a la recién nacida.

El amor, la más fuerte de las magias, inundaba los corazones de los tres seres ahí reunidos.

-¡Estoy seguro de que están por allá! ¡Busquen en todos lados! -un grito estruendoso rompió aquella aura de paz que se había construido al rededor de la pequeña pelirroja.

-¡Oh, por Morgana! ¡No puede ser esto, Selha! No tenían manera de enterarse tan rápido -la mujer mayor había cambiado su relajada postura de madre por una de leona en guardia. Ahora aferraba a la niña contra su pecho, escondiéndola bajo su manta de castaños cabellos rizados y su capa de viaje.

-No temas, Arista. La niña estará a salvo. Mírala. Mírala y mirarás a mis antepasados. Los mirarás, en sus ojos, en su cabello, en su mirar. Mira ante ti, a la heredera del noble Godric Gryffindor, a la persona, después de haber esperado por siglos, que podrá acabar con la maldición y desgracia que persigue a la familia, a nuestra familia.

Así, después de esas palabras de aliento por parte del hombre llamado Selha, desaparecieron del rincón de Londres, sosteniendo con fuerza a la niña que les sonreía desde el pecho de su madre.

Auquella pequeña niña había sido bautizada con el nombre de Victorie Gryffindor.