Aviso: Los personajes de Hetalia no son de mi propiedad.

¡Este fic no es mio tampoco! Es una traducción del original. La autora es Half Demon Alchemist

Ebene en alemán significa llanura.

Proemio y Nacimiento

El Joven Sin Verso

En este mundo, las personas nacen con estas "palabras" gravadas en la muñeca. Las palabras son diferentes para cada uno y cada quien lee el primer, mas importante o significativo, verso el cual será dicho por su futura media naranja cuando se conozcan.

Cada individuo va toda su vida, hablando con diferentes personas en las calles, viendo y buscando si de alguna manera sus oraciones concuerdan, o si algún compañero alguna vez en su vida dijo esa frase. No obstante, para la gran mayoria no era algo que se pudiera forzar. Es algo que simplemente pasaba, el destino. Porque, después de todo, las palabras son lo que más importan para las personas.

Algunas veces "las palabras" no tienen sentido. Podrías tener la frase más extraña gravada en tu muñeca, pero haría sentido cuando conocieras a esa persona especial. A veces, esta oración era algo tan extraño que podía ser usada como una pista.

Si te atrevieras a ir en contra de lo que decían "las palabras", tu vida seguramente acabaría siendo un infierno total. Si iniciabas una relación romántica con alguien que no fuera tu alma gemela, todo podría ser catastrófico. Aunque nunca nadie se atrevió a ir en su contra. Simplemente no era algo que se hacía. En lugar de eso, gastabas toda tu vida memorizando las palabras y oraciones que se pronunciaban. Solo en caso de que fuera la persona correcta.

Las palabras eran lo más preciado que se podía tener.

Nacimiento

-¡Empujé! Él bebe prácticamente está afuera, lo estás haciendo estupendo.

Faltaba muy poco para que finalmente fuera madre, y el doctor animado la apoyaba para que diera el ultimo empujón para que él bebe pudiera nacer. Una vez el chiquillo estuvo fuera, y después de cortar el cordón umbilical, el doctor baño y limpio al recién nacido para entregárselo a su madre que esperaba cansada pero ansiosa.

-¡Felicidades! Es un niño, ¿tiene algún nombre en mente?

La mujer asintió con la cabeza y dijo sonriente –Ludwig, lo llamare Ludwig.

-¡Un hermoso nombre para un hermoso niño! Ahora, echémos un vistazo a esas palabras.

La madre movió energéticamente su rubia cabellera en señal de aprobación, sus ojos cristalinos brillaban con emoción. Oh, su hijo mayor estaría tan satisfecho de tener un hermanito. El doctor quito la manta con cuidado dejando al descubierto su pequeña muñeca.

En blanco.

Los ojos de la mujer se abrieron y el doctor palmeo su cabeza tristemente mirando al suelo mientras ella mordía sus labios con angustia.

-Señora Beilschmidt, lo siento tanto…

Y la señora Beilschmidt se vino abajo, los sollozos se escapaban de sus labios y las lágrimas tibias bajaban por sus mejillas. Tomo al bebe en brazos y lo apretó contra su pecho, llorando amargamente. Murmurando palabras de arrepentimiento hacia el infante, disculpándose por la vida que iba a tener que vivir.