Capítulo 1: Entra en mi vida.

Su día había comenzado como de costumbre, se levantó a las 6 AM para preparar su simple desayuno: café negro, sin azúcar. La mañana invernal de Tokio no era algo que incomodara al joven Sesshomaru Taisho. Termino de tomar su café, arregló unos papeles y libros en su portafolio y se dirigió a salir hacia la Universidad en la que trabajaba.

A pesar de provenir de una familia de alto rango y de no tener necesidades económicas, él había estudiado muy duro para obtener un título y poder valerse por sus propios medios, el motivo era simple: No quería depender de su familia.

Bajo estos términos obtuvo a muy temprana edad el título de licenciado en Derecho y desde entonces, atendía algunos casos particulares y daba cátedra en una de las universidades más importantes de Tokio.

Su vida era normal y hasta podría calificarse de aburrida, tenía más enemigos que amigos y se dedicaba de lleno al trabajo.

Era el primer día de clases en la universidad y todo iba muy bien. Llego antes del horario indicado de inicio de clases, acomodo sus pertenencias en el escritorio y se dispuso a borrar el pizarrón para anotar su nombre. Fue hasta la sala de profesores y lleno su taza de café para poder soportar el frio salón. Al regresar, se quedó revisando sus apuntes hasta que sonó el timbre de entrada a las 8 AM en punto.

Se quedó parado al lado del escritorio de madera esperando que sus estudiantes entrasen para dar su sencillo discurso de bienvenida –era un hombre de pocas palabras- pero una joven logró llamar su atención. La muchacha no pasaba los 25 años, era delgada y su cabellera color azabache estaba recogida en una coleta alta que lograba resaltar sus enormes ojos color marrón. Llevaba unos jeans negros con unos borcegos haciendo juego y una camisa blanca rallada.

Luego de observarla unos segundos sentarse en la primer fila frente a su escritorio, salió de su trance y se dispuso a dar su discurso y comenzar la clase sin más. ¿Qué era lo que llamaba tanto su atención? La muchacha ni se había fijado en el estoico hombre, pero había algo que no lo dejaba tranquilo. Se enfadó por tener esos pensamientos y enseguida retomó la clase.

La muchacha permaneció en silencio y tomando apuntes en lo que quedaba de clase. Al finalizar fue cuando se percató de la extraña y atrayente apariencia de su profesor. Era alto y fuerte, su semblante completamente serio contrastaba con su larga cabellera plateada y sus ojos del color del mismísimo oro. Sus miradas se cruzaron un instante y ella se sonrojo.

Al sentir sus mejillas arder salió casi de un brinco del salón y se dispuso a ir al tocador antes de salir, no podía salir con esos colores a la calle, su esposo la esperaba. Luego de mojarse la cara, pensó en lo tonta que había sido y trato de quitarle importancia al asunto: ¡Era simplemente su profesor!

Al salir de la institución a eso de las 11 AM, un auto negro la esperaba afuera. Se dirigió a su grupo de amigas para saludar y siento la puerta del auto abrirse. Rápidamente saludo dando una apresurada reverencia y se giró sobre sus talones para dar de frente con los rojos ojos de su enojado esposo.

-Ya me dirigía al auto, no tenías que molestarte en ser mi escolta, conozco bien como subir.

-No me provoques, he accedido a este maldito capricho tuyo por estudiar, pero te he dejado en claro las normas, no interactúes con nadie.

-Es mi primer día, apenas fue un saludo de despedida ¿o esperas que también sea una mojigata en la universidad?

-No me provoques Rin, no sabes de lo que soy capaz – Masculló entre dientes-

-Tranquilo Naraku, sé muy bien de lo que eres capaz- Dijo mostrándole su alianza de matrimonio mientras subía al auto dando un portazo.

El imperante hombre, subió del otro lado emprendiendo la marcha hacia su casa, mascullando por lo bajo que quedó resoplando en el aire.

A su vez, Sesshomaru observaba todo sin mostrar algún cambio en su semblante. Cuando el auto arrancó comenzó su recorrido hasta el restaurant que siempre frecuentaba para tomar su almuerzo. En silencio consumió sus alimentos, pero su mente no dejaba de atormentarle. Fue entonces cuando recordó las fichas que les hizo llenar a sus estudiantes. Busco su apellido en los documentos ordenados alfabéticamente, Hakuda, Hutomu… ¡Ahí estas! –Hoto, Rin Hoto- dijo para sí.

Escudriño el documento de arriba abajo buscando un detalle especial.

Nombre: Rin Hoto

Edad: 25 años

Los demás datos no tenían nada en especial excepto el obvio aporte de su estado civil: casada. Se encontró a si mismo rebuscando cosas sin sentido y trato de quitar esos ojos marrones de la cabeza para seguir ingiriendo sus alimentos del descanso. No conocía a la muchacha de ningún sitio, pero algo no lo dejaba tranquilo.

-Sandeces- murmuro por lo bajo, nada había pasado para encontrarse en ese estado. Termino el almuerzo y se dirigió nuevamente hacia la universidad para preparar la próxima clase.

Fue entonces que sintió vibrar su teléfono en el bolsillo del saco, miró la pantalla unos segundos y atendió:

-Padre, ¿qué necesitas?

-Mi querido hijo Sesshomaru, me impresiona que no te alegres de escuchar a tu padre al teléfono.

-No estoy de humor para discusiones sin sentido, ve al punto.

-Siempre tan directo hijo, aunque no lo creas tu familia sigue acordándose de ti, te llamaba esta vez para invitarte a la reunión que ofrecerá tu hermano Inuyasha en honor al compromiso que celebrara con su novia, es a las 20 en la mansión.

-Ya sabes que no soy partidario de ese tipo de reuniones.

-Tu hermano espera tu presencia, sabes lo que significa para él. No le falles.- Y colgó.

Como le fastidiaba ese tipo de extorciones. A pesar de haberse distanciado de la familia, Sesshomaru aún mantenía una buena relación con su medio hermano.

El repudio hacia su padre venía desde el tiempo en el que se separó de su madre para casarse con la madre de Inuyasha, a pesar de esto no le guardo resentimiento alguno al hermano pero si corto la relación con su padre a pesar de ser tan pequeño aun. Inutaisho, dueño de una gran multinacional, siempre entrenó a Sesshomaru para que asumiera el mando de los negocios al cumplir la mayoría de edad, lo apoyo en sus estudios creyendo que estos reforzarían el trabajo que su hijo tenía por delante, pero quedo totalmente asombrado cuando este rechazó el puesto y todo dinero proveniente del mismo negocio.

Por su parte Sesshomaru no necesitaba de dicho ingreso, ya que contaba con la herencia que le había dejado su madre y trabajaba para conseguir sus propios ingresos.

La relación entre padre e hijo había sido tensa desde entonces, pero a menudo se reunían gracias a Inuyasha. Su padre, nunca desistió de ofrecerle el cargo pero este, se siguió negando a tomar el puesto. Fue entonces cuando tuvo que tomar una decisión: nombrar un representante para que dirigiera la empresa, así que eligió a la persona más allegada a la familia, un gran amigo de Inuyasha el joven Hakudoshi Onegui.

Todo marchaba bien desde entonces, Inutaisho se había casi apartado de los negocios para estar con su familia e Inuyasha trabaja casi a la par con Hakudoshi.

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-Vístete, la ropa que usaras en la fiesta esta sobre la cama.- Dijo Naraku a su joven esposa.

-Oh… ¿ahora también elegirás que ropa debo usar?- bufó Rin en un tono agresivo.

-No puedes ir vestida como una cualquiera a una reunión de esta especie- le reclamó.

Rin roló los ojos y se dispuso a ir a su dormitorio, sobre la cama se encontraba el atuendo elegido por su esposo, un vestido verde agua ajustado en la cintura que desplegaba una falda hasta sus rodillas. Justo al lado había unos tacones del mismo color y un juego de joyas. La muchacha ni se fijó en los detalles y se dirigió al baño para darse una merecida ducha. Estuvo indecisa de elegir entre el duchero y la bañera y se quedó con una última, la llenó vertiendo unos aceites relajantes en el agua y se sumergió dando un hondo y largo suspiro. Se recostó acostumbrándose al calor del agua y suspiro…

-Padre, ¿Cómo has podido hacerme esto?- dando paso a un llanto que venía reteniendo desde la mañana.

Rin Hoto, ahora mejor conocida como Rin Onegui era hija de un reconocido empresario de Tokio, Mukotsu Hoto. El mismo al caer en banca rota años atrás, no le importó entregar a su única hija para restablecer el status económico que poseía. Naraku Onegui le consiguió un alto puesto en la empresa donde trabajaba su hermano y lo que primero comenzó con algunas noches con la hija del hombre, termino en un matrimonio forzado.

Su padre no tenía escrúpulos, se repetía constantemente. Desde que su madre había fallecido a causa de un terrible cáncer, se había percatado de ello. Ella era su hija adoptiva y el desprecio hacia la misma no era algo reciente, pero se dejó sentir más con la muerte de su madre.

Se enjabono bien el cuerpo como intentando borrar… ¿qué? Marcas, rastros, dolor… no sabía si sentía más asco hacia ella por no luchar por su libertad o hacia ese hombro que la había comprado cual si fuera un objeto en exhibición.

Luego de escurrir su largo pelo azabache comenzó a vestirse para la ocasión y noto mientras se colocaba los aretes en el espejo que ya no era una niña pequeña. Se había convertido a una mujer, a la fuerza, pero tenía que admitirlo.

Salió del cuarto ya pronta para la noche que recién comenzaba y se encontró con su esposo, ya vestido en su elegante traje recostado en el umbral de la casa mirando hacia afuera. Al notar su presencia el hombre volteo la miro unos instantes para luego avanzar hacia ella. Se acercó terminando con el espacio que había entre ambos y le susurró al oído:

-Ahora si te ves como una Onegui. Trata de no darme problemas esta noche.

Rin se estremeció al instante. Sus intentos de escapar o resistirse habían cesado hace meses, pero el miedo seguía allí, recorriendo cada hueso de su cuerpo. El hombre se apartó de ella y le puso el brazo para que esta lo agarrara y juntos, se dirigieron al auto donde el conductor los esperaba.

-Llévanos a la Mansión de los Taisho- ordenó con voz calma pero firme.

Rin miró por la ventana la infinidad de estrellas que tenía el cielo esa noche, tratando de encontrar en cada una de ellas una solución para el gran problema que era su vida entera.

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Sesshomaru aún se sentía abrumado por la conversación con su padre, pero luego de meditarlo un poco decidió que debería ir a la bendita reunión para no hacerle un desaire a su hermano.

Tomo un corto baño para pasar a vestirse su elegante traje negro. Su larga melena plateada la recogió en una coleta que daba más elegancia a su porte. Se dirigió al estacionamiento del edificio en el que vivía y retiro su auto para dirigirse a la Mansión donde se encontraría con su familia. Será una larga noche pensó y se concentró en la carretera que tenía por delante.

Al llegar aparco el auto en el estacionamiento de la Mansión y dio un hondo suspiro que se pareció mas a un bufido y se encamino a entrar. En la puerta los empleados de su padre daban la bienvenida a la mansión y les indicaban a los que iban llegando la mesa en la que permanecerían la velada.

Como era de esperarse, Sesshomaru se encontraba ubicado en la mesa junto con su padre y su hermano, cosa que no le asombro pero le generó un enfado momentáneo. Al llegar a la mesa, su padre se paró para recibirlo.

-Hijo, me alegro que estés aquí. Tu hermano se pondrá muy contento al verte.

El simplemente asintió con la cabeza dirigiendo su mirada a la mujer que se encontraba a su lado que lo miraba con una cálida sonrisa.

-Sesshomaru, es un gusto verte hijo- dijo Izayoi haciendo una corta reverencia.

Nuevamente Sesshomaru simplemente asintió y se dispuso a buscar a su hermano, que se encontraba entre la multitud recibiendo a los invitados. Al llegar a él el menor dejo el grupo en el que se encontraba para salir al encuentro de su hermano.

-Y entonces te decides en aparecer- bufó por lo bajo

-Sabes que este tipo de eventos no son de mi gusto.

-Es un día importante para mí, te agradezco que hayas podido asistir- dijo seriamente tratando de no mostrar la alegría que sentía por tener a su hermano mayor en su fiesta de compromiso.

-No te pongas melodramático- dijo abrazándolo dándole unas palmadas en la espalda- te felicito hermano.

Luego siguió saludando a las demás personas, para pasar a sentarse en la mesa con su padre y su madrastra. Fue entonces cuando la vio.

La misma muchacha que había estado atormentándolo durante todo su día. Se veía aún más hermosa que en la mañana. Llevaba su pelo suelto y el rostro apenas maquillado. Entro del brazo de ese hombre que tanta mala espina le había dado esa misma mañana. Ella iba cabizbaja mientras él saludaba a los invitados que se acercaban.

Su padre al percatarse adónde dirigía su hijo la mirada rompió el silencio.

-Es Naraku Onegui, hermano de Hakudoshi Onegui uno de los representantes de la empresa.

Sesshomaru lo miró un instante prestándole atención y volvió a dirigir la mirada a la joven pareja. Su padre continúo.

-Es inversionista en la empresa y hace poco contrajo nupcias con la joven Rin Hoto, hija de un accionista también de la firma.

-Es alumna mía en la universidad, curioso.

La joven pareja se acercó a la mesa principal para saludar a los anfitriones y fue hasta entonces que Rin levantó la cabeza para cruzarse con unos dorados ojos que la atravesaban. Al darse cuenta de la perdida que se encontraba en la mirada de su profesor, dio una pequeña reverencia hacia él y los padres del mismo a modo saludo.

-Naraku felicitaciones por las nuevas nupcias- comentó Inutaisho- es una muchacha preciosa.

-Muchas gracias, fue difícil llegar a su corazón, pero al fin lo logre- dijo con una falsa sonrisa.

-Ven te presentó a mi hijo mayor, Sesshomaru.

El mismo se encontraba de pie dándole la mano a modo saludo clavándole su mirada seria.

-Es un gusto señor Sesshomaru, su padre siempre habla de usted.

-El gusto es mío- siseo.

Todos tomaron asiento para seguir con sus conversaciones, Rin por su parte trato de actuar normal y mantuvo una tenue sonrisa. Entonces sintió a su pareja pararse y levanto la cabeza para ver llegar a los futuros esposos tomados de la mano muy sonrientes, no pudo evitar sentir un poco de envidia de la buena.

-Naraku, gracias por acompañarnos en este momento tan especial para la familia- dijo al fin Inuyasha.

Entonces fue cuando Rin se dirigió a la novia:

-Muchas felicidades, espero sean muchos años de felicidad- dijo manteniendo una gran sonrisa.

-Oh muchas gracias- expreso Kagome brindándole una pequeña reverencia- pero creo que te conozco de algún otro lado- siguió pensativa.

-La debes conocer de la Universidad- intervino Sesshomaru- es estudiante de derecho.

-Oh, te toco como profesor mi querido cuñado Sesshomaru- dijo con una risita- no es tan malo como parece, bajo esa capa de hielo se encuentra una gran persona.

-Oh ya lo veo- dijo Rin, tratando de cambiar el sentido de la conversación- ¿Entonces también trabajas en la universidad?

-No, no, estoy preparándome para ser psicóloga.

-Oh, qué bueno, pareces tener todos los atributos para serlo- respondió con una sonrisa.

-Hey! Somos compañeras de estudio entonces, no te gustaría sumarte a mi grupo de estudio, somos pocas y siempre nos juntamos en la biblioteca para poder estudiar.

-Oh estaría encantada.

-Entonces ven que te presentare a las demás compañeras.

Antes de levantarse para seguir a Kagome, le dio una mirada a su esposo para que este asintiera la acción. Entonces se fue con ella.

Sesshomaru observaba todo por el rabillo del ojo, espero unos minutos para no ser tan obvio y se dirigió al patio. Necesitaba tomar un poco de aire fresco. Encendió un cigarrillo que sostuvo entre los finos dedos y se dejó recostar en el árbol de la entrada.

Entonces la vio, sentada en la fuente del patio, mirando el cielo, perdida en sus pensamientos. Se quedó impávido unos momentos y decidió acercarse lentamente, midiendo cada uno de sus pasos para no asustarla.

Cuando estuvieron cerca, ella se percató de su presencia y le clavo los ojos.

-No te gustan este tipo de reuniones- termino con el silencio el joven.

-Oh, no es eso, solo necesitaba respirar un poco de aire fresco- le respondió con una sonrisa- es una linda noche.

-Si – asintió él, sentándose a su lado.

El silencio se mantuvo unos instantes.

-¿Qué haces aparte de estudiar? – la interrogó secamente.

-Nada en especial, no tengo trabajo y mis responsabilidades son pocas. Mi vida es un tanto… aburrida.

-Y ¿No has pensado en realizar alguna otra actividad extracurricular? Por ejemplo: tocar algún instrumento, tomar clases de baile o algo así.

-¿Usted realiza alguna actividad aparte del trabajo?

-Sé que mi hermano empieza con un taller de pintura la semana entrante y me veo obligado a asistir- roló los ojos – si tú quieres, puedo conseguirte un lugar – la miró fijamente a los ojos.

Ella, sonrojada de pies a cabeza, solo asintió con la cabeza sin pensar a lo que estaba accediendo.

-Bien, entonces te espero el lunes después de clases para empezar- sin decir más, se retiró del lugar dejándola sola con sus pensamientos.

¿Qué acababa de hacer? ¿Cómo podía haber aceptado tal invitación? De algo estaba totalmente segura, su esposo la mataría. Pero lo hecho, hecho estaba.

Por su parte, Sesshomaru no entendía como había podido ofrecerle tal cosa a una muchacha que apenas conocía. ¿Qué es lo que sucedía? ¿Por qué intentaba ayudarla? Simplemente seguía sus instintos trato de convencerse.

La velada continuo de forma normal, brindaron, bailaron y festejaron las nuevas nupcias. Pasada la media noche, naraku se despidió de todos, tomando a su pequeña mujer del brazo que lo imitaba y se retiró.

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En todo el camino a casa, Rin solo pensaba en la manera de plantearle a su esposo que la iban invitado a un taller de arte que comenzaría el próximo lunes.

Naraku era muy celoso, constantemente pensaba en la posibilidad que Rin escapara de su lado. Pero sus fuertes métodos ya habían reprimido el espíritu libre de la muchacha hace meses.

-Necesito decirte algo- le dejo bajito, casi para ella mientras se quitaba la ropa para ponerse el camisón.

-Hoy me encuentro de humor para complacer tus caprichos, dime ¿qué deseas?- le dijo clavándole la oscura mirada.

-Veras, Kagome me ha invitado a un taller de arte que dirigirá su esposo, no supe como responder y accedí a acompañarla- mintió, sabiendo que si le hablaba de otro hombre, su esposo enfurecería.

-Y ¿desde cuándo te interesa el arte? – dijo secamente.

-Desde que me paso encerrada en esta casa sin nada que hacer- dijo en un tono un poco altanero.

-¿Yo qué ganaría si te dejo salir?

-No lo sé-dudó- ¿hay algo más que pueda ofrecerte?

Eso era cierto, ¿qué más podría Rin ofrecerle? Lo pensó unos instantes y entonces se le ocurrio una idea. Había algo que aun no tenía y que anhelaba con toda su fuerza. Un poco de su cariño.

-Empezaremos a tratarnos mejor, para que nuestro matrimonio no sea una carga tan pesada para ambos. Acariciando sus brazos por detrás.

Rin se quedo estatica observándolo. ¿Tratarse mejor? ¿No usaría mas violencia para someterla? ¿Qué estaba tramando ese infeliz?.

-Y ¿Qué me dices? Es un buen trato, ¿no?

-Es un buen trato- dijo casi en un susurro- acepto.

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Hola me presento, me llamo Eli y soy nueva en esto jaja. Espero que guste la historia y nada, agregar que esta historia es motivada por mi imaginación y cualquier crítica constructiva es bienvenida. Pienso subir nuevos capítulos cada lunes, asi que, nos estamos leyendo!! comenten, comenten, comenten!!

Saludos