Todos los personajes son propiedad de Tom Warburton por encargo de Cartoon Network Studios.
Este fic participa en el Mini-reto: Drabbles Navideños del foro de KND: Los Chicos del Barrio, "Operación F.O.R.O".
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El techo necesitaba pintarse. Ese era un hecho y Betty había pasado todo un verano recordándole a su esposo lo mucho que necesitaban pintarlo. Pero ahora eso ya no importaba.
Frotó su vientre con nostalgia mientras un auto paraba frente a su casa. Podía escuchar a su madre escupir groserías al conductor del taxi que no respetó su delicado equipaje.
Lydia siempre había odiado a su yerno. O mejor dicho, a todo mundo, excepto a su única hija. Por eso ella se molestaba en visitarla una vez al año.
Esa fría noche de Diciembre, en lugar de fingir por un par de horas que no estaba en casa, Betty abrió la puerta de par en par con sus brazos desnudos para aterrizar en el viejo abrigo de su madre.
La temperamental señora al instante adjudicó las lagrimas a ningún otro mas que a su vago yerno, el cual siempre andaba en sus viajecitos de negocios. ¿Cómo se atrevía aquel villano a dejar sola a su mujer, que esperaba a su primogénito? Sólo esperaba que su hija siguiera pensando en ponerle Chuck y no ese nombre de bufón que el padre del niño quería que compartiera con él.
-¿Ahora qué te hizo el vago de tu marido?
-La fuerza aérea –sozolló, dejando sus piernas debilitarse-. Ellos… perdieron rastro de Hoagie. No saben dónde está.
Un escalofrío le recorrió su vieja espalda. Negando la vista de su hija, la dirigió al sofá mientras ella preparaba una taza de té. La mujer que cargaba al niño dentro soltó cada detalle que conocía y lloró toda la noche, dejando la especial cena de nochebuena intacta. Su madre, aunque pellizcando el pavo cada vez que se paraba de su asiento, notaba la tristeza en las palabras de Betty, escuchando en silencio sin saber qué decir. De verdad odiaba a aquel hombre.
Al poco rato, el sueño las venció, dejando las lágrimas secarse y el té sobrante enfriarse. Betty despertó al olor de chocolate caliente, que vio aproximarse en una taza blanca con malvaviscos encima.
-Toma. Para tí y para el pequeño Hoagie. Feliz navidad.
-Pensé que ese era el peor nombre del mundo.
-Agh. ¡Lo es! Pero parece que no puedes vivir sin un Hoagie P. Gilligan. Y mientras aparezca el otro, creo que ese tiene que cuidar de tí. Sólo espero que no saque su sentido del humor.
Betty sonrió por primera vez en días ante las esperanzas ocultas de su madre; el mejor regalo que pudo haber recibido de ella. Sabía que Hoagie Senior debía volver, y conocer a su pequeño.
