Título: En un Latido de Corazón

Autora: Lluvia

Resumen: Viendo la buena acogida que tuvo mi primer one-shoot de Orgullo y Prejuicio, he decidido escribir otro fic corto, de dos capitulos, tal vez tres. Podéis tomarlo como una secuela de 'Aguacero de orgullo', pero no es necesario leer uno para poder leer el otro. También voy a hacer otro "remiendo" de una escena.

Se me ocurrió mientras veía la peli de El diario de Bridget Jones, es decir, ¿Qué pasaría si Elizabeth hubiera sido un poco más decidida y al estilo de Bridget hubiera ido tras de Darcy, cuando él y Bingley aparecen de improviso en Longbourn, dispuesta a no perder su, posiblemente, ultima oportunidad para conseguir lo que más desea? Excepto claro sin lo de salir a la calle en bragas XDDD.

Pairing: Darcy&Elizabeth, Jane&Bingley.

Disclaimer: El dialogo que aparece en el fic, no me pertenece, es propiedad exclusiva de Jane Austen y los guionistas de la película Orgullo y Prejuicio de 2005.

P.D. Gracias a a todas las que habeis dejado un review en mi anterio fic de O&P, espero que este también os guste.

P.D.2 Hice un banner para mi anterior fic, "Aguacero de Orgullo" y otro para este, lástima que no los pueda colgar aquí, pero si quereis mirar en mi perfil el link de mi cuenta de livejournal, que están ahi colgados, junto con los fics.


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Parte 1

Una plácida calma y languidez se respiraba en la sala de estar de Longbourn, las mujeres Bennet pasaban la tarde en un armonioso silencio, entretenidas en la lectura o simplemente disfrutando de su momento ocioso. Al menos, hasta que la puerta de la sala se abrió y Kitty entró como un torbellino, gritando más excitada que de costumbre.

"¡Está aquí! ¡Está aquí! ¡A la puerta!" gritó la adolescente corriendo a la ventana, el resto de las mujeres en la habitación se miraron entre ellas confundidas. "¡El señor Bingley!"

Al oír el nombre del caballero, la señora Bennet se incorporó del sofá como accionada por un resorte, repitiendo el nombre hasta constatar que Kitty decía la verdad, y en aquel momento la hasta entonces tranquila y sosegada habitación, cayó en el caos. La señora Bennet corría de acá para allá dando ordenes y directrices, mientras las jóvenes se adecentaban rápidamente y recorrían la habitación ocultando cintas y delantales, y escondiendo los rastros de lo que había sido su tarde de ocio.

Lizzy ayudaba Jane y a Mary cuando la mención de la presencia del señor Darcy llegó a sus oídos, y su mundo se sacudió. Corrió a la ventana sólo para cerciorarse que el nombre del caballero era el correcto. Mas, cuando vio a Darcy y a Bingley caminar hacia la puerta de la finca, el pánico la abordó de tal manera que no pudo si no retirarse de la ventana con presteza e intentar calmar su agitada respiración.

¿Cómo comportarse ante el señor Darcy, ahora? ¿Después de todo lo que sabía? ¿De lo terriblemente equivocada que había estado al enjuiciarle por su conducta con Wickham? ¿De la extraña intervención y participación en la boda de Lydia? Mas aún, sin saber los motivos que le habían llevado a involucrarse en un tema tan sumamente delicado. Posiblemente, el señor Darcy en su profundo sentido del deber, creía que debía ayudar a la familia por no haber advertido sobre el reprobable comportamiento de Wickham, pero tal vez, y sólo tal vez – se decía Lizzy negándose a abrazar por completo aquella posibilidad – Darcy tenía un motivo ulterior, uno que pudiese asimismo explicar su presencia en Longbourn, uno que pudiera sugerir la improbable persistencia de sus sentimientos hacia ella.

Pálida e intranquila, Lizzy volvió a su asiento y esperó a que la criada anunciara la visita de los caballeros, mientras por el rabillo del ojo observaba a Jane con preocupación. Esta visita iba a ser dura para ambas.

Cuando la criada anunció a los caballeros, las cinco mujeres estaban apropiadamente sentadas, fingiendo pasar una perfecta tarde de primavera. Lizzy observó ávidamente a Bingley primero y Darcy tras él, cómo ambos cruzaban el umbral y hacían una leve reverencia desde casi la puerta.

El corazón de Elizabeth dio un brinco en su pecho en cuando Darcy entró en la habitación, que desgraciadamente se hundió rápidamente con desesperación, al ver como su madre se excedía en su saludo y sus muestras de cortesía para con Bingley, mientras que Darcy apenas había sido correctamente saludado. Si sólo, su madre supiera cuanto le debían al señor Darcy, si supiera… si supiera como su corazón se había encogido con un tibio dolor agudo, cuando su mirada se cruzó furtivamente con los ojos claros de él, si sólo pudiera darse cuenta de cómo su fría cortesía hacia el señor Darcy, le dolía de maneras que apenas podía empezar a imaginar…

Lizzy cambió su cuerpo sobre los pies, cada vez más nerviosa por el monólogo de la señora Bennet, casi rogando a Dios que el suelo se abriera y se la tragara, sobre todo cuando su madre decidió hacer alarde del bochornoso matrimonio de Lydia, delante del señor Darcy. Decidida a interrumpir la desacertada charla de su madre, Lizzy aprovechó que ésta tomó aire durante un segundo para intentar relajar la conversación.

"¿Va a quedarse mucho tiempo en el campo, señor Bingley?" preguntó la joven casi atragantándose con sus propias palabras, Bingley por supuesto la respondió con una franca sonrisa y muy cortésmente, antes de que su madre volviera a coger las riendas de la conversación, ofreciéndole su propia finca para cazar.

Durante la nueva cháchara de la señora Bennet, Lizzy logró reunir el suficiente valor para levantar sus ojos tímidamente hacia el señor Darcy, sobresaltándose al descubrir su intensa mirada sobre ella. Vacilantemente, la joven consiguió articular una pregunta, que en cuanto salió de sus labios le pareció la más estúpida que su, normalmente, racional cerebro había pensado en toda su vida.

"¿Se encuentra bien señor Darcy?"

Él la miró intensamente unos segundos antes de responder un escueto "Muy bien, gracias" que logró hacer sentir a Lizzy un poco más idiota de lo que ya se sentía. Aún así, decidió intentar enmendar su error con una frase un poco más coherente.

"Confío en que haga buen tiempo para la caza."

"Regreso mañana a la ciudad"

"¿Tan pronto?" preguntó Lizzy incapaz de ocultar su decepción.

Darcy la observó de nuevo durante unos segundos antes de que una nueva frase muy desatinada por parte de su madre, rompiera la intimidad que sus miradas habían sostenido durante el corto lapso de tiempo. En aquel breve instante, Lizzy había recordado con absoluta claridad, la misma intensidad en los ojos de Darcy en un lugar y momento distinto, bajo una lluvia espesa y un torrencial de acusaciones. El breve recuerdo fue suficiente para hacer que las mejillas de Lizzy ardieran.

De pronto, de manera extrañamente absurda y obviamente propiciada por la disparatada conversación de la señora Bennet, Bingley se excusó y rápidamente huyó como un conejo, seguido de cerca por su amigo Darcy, quien por supuesto se disculpó con elegancia, dejando tras de si, a un par de desconcertadas muchachas luchando por mantener la compostura.

Lizzy observó a Jane sentarse en el canapé, intentando ocultar su obvia desilusión y corrió a sentarse junto a ella y consolarla, mientras su hermana mayor intentaba parecer serena e indiferente ante la visita del señor Bingley.

"Me alegro de que todo haya pasado ya." dijo Jane a su hermana con aire sereno. "Después de este encuentro, conozco mi fortaleza y su presencia no volverá a desconcertarme"

"Oh, Jane" repuso Lizzy con una risita.

"No puedes suponerme tan débil, como para creer que me hallo en peligro."

"De hecho creo, querida Jane, que corres más peligro que nunca de que se enamore de ti"

"Siento que haya venido con el señor Darcy" respondió Jane después de un momento de reflexión. Lizzy abrió los ojos como si su hermana la hubiese golpeado con aquella declaración y se apresuró a corregirla.

"No digas eso" murmuró Lizzy.

"¿Por qué no?" preguntó Jane confusa, que aunque sabiendo del rechazo de su hermana a la proposición de Darcy y su posterior carta aclaratoria, sabia muy poco de su encuentro en Derbyshire, aún mucho menos de la implicación de Darcy en el casamiento de Lydia, o como ya suponía Lizzy, en la vuelta de Bingley a Hertfordshire, y nada en absoluto, de cuánto habían cambiado los sentimientos de su hermana hacia el señor Darcy.

"Jane… yo, he estado tan ciega…no supe ver…"

"¿Qué quieres decir?" volvió a insistir Jane.

"Darcy…él no es como yo pensaba, no es… en absoluto cómo creíamos" intentó explicarse Lizzy con dificultad y cierta turbación.

"Sé que cometimos un error con el porqué de su comportamiento hacia Wickham, Lizzy" se explicó Jane frunciendo el ceño, algo confusa "Pero es tan orgulloso y tan serio, y tú eras quien más decía cuanto te desagradaba."

"No es…" Elizabeth luchó en vano consigo misma tratando de encontrar una forma de explicar a su hermana lo equivocada que estaba. "Él no es así, Jane, me equivoqué, todos lo hicimos pero yo más que nadie… y… ahora… ahora temo haberle perdido para siempre"

"¿Perdido?" preguntó Jane mirando a su hermana completamente sorprendida "Lizzy, acaso tu… tu… ¿Sientes algo por el señor Darcy?"

"Yo…" intentó responder Elizabeth, pero viéndose incapaz de decir nada, se limitó a levantar sus ojos empañados por la tristeza y mirar fijamente a su hermana mayor.

"¡Oh, Lizzy!" exclamó Jane en un susurro contenido llevándose una mano a los labios, que ella equivocadamente interpretó como una reprobación e intentó ocultar su rostro de la mirada fija de su hermana, quien en seguida se dispuso a rectificar su error. "Lizzy, espera. No es lo que piensas… sólo me ha sorprendido… tanto. ¿Por qué no me lo dijiste antes?"

"No sabía cómo, Jane"

"Querida Lizzy" murmuró Jane acercándose a su hermana y dándole un tierno abrazo que en seguida ella también correspondió. "Somos tal desastre" susurró Jane con una sonrisa que contagió a Lizzy mientras ambas se separaban sonriendo y limpiándose discretamente las lágrimas.

Aún estaban consolándose la una a la otra por sus desafortunados lances amorosos, cuando un nuevo grito de Kitty rompió la calma de la estancia.

"¡Es él! ¡Ha vuelto! ¡Ha venido otra vez!"

Sorprendidas, todas las mujeres se giraron hacia Kitty, Lizzy y Jane se levantaron del sofá con presteza y corrieron a la ventana, justo a tiempo para ver al señor Bingley – está vez sólo – subir las escaleras de la casa.

Saltándose cualquier tipo de protocolo, Bingley abrió abruptamente la puerta de la sala y entró sin esperar a ser anunciado. Obviamente alterado y nervioso, las palabras luchaban por salir correctamente de la boca del caballero, pero gracias a dios, esta vez la señora Bennet estaba demasiado sorprendida por los modales de Bingley como para interrumpirle.

En cuanto la petición del caballero caló en la señora Bennet, ésta se apresuró en echar al resto de sus hijas fuera de la sala, y así poder dejar al joven a solas con Jane.

Lizzy tomó la mano de su hermana mayor y la estrechó entre las suyas con una sonrisa cómplice y sincera. Pero cuando estaba apunto de marcharse, Jane la retuvo tomándola de la mano.

"Deberías averiguar si es cierto que lo has perdido" susurró Jane, devolviéndole la sonrisa "Puede que aún haya esperanza"

Elizabeth observó a su hermana sonreírla, mientras desviaba su mirada de ella hacia Bingley. Ampliando su sonrisa asintió fervorosamente y salió de la sala con rapidez.

Como era de esperar, su madre y sus hermanas estaban agolpadas en el pasillo. Pero Lizzy no podía quedarse, sabía con certeza cual iba a ser el desenlace de la reunión entre Jane y Bingley, y además había otro asunto y otro caballero en concreto, que la requerían con urgencia.

Tomando su chal al pasar por la puerta principal, Lizzy salió de la casa y tomó una profunda bocana de aire fresco, justo antes, de echar a correr por el camino, en pos de la estela del señor Darcy.

Ansiosa y desosegada, Lizzy corrió hasta el final del camino y miró con aprehensión hacia ambos lados, sin vislumbrar por ninguna parta al señor Darcy. Sintiendo como el desanimo hacia mella en su semblante al no dar con él, Lizzy suspiró hondo y meditó si debía seguir con esta absurda carrera que probablemente conducía hacia una enorme catástrofe. Porque siendo racional, ¿Qué hombre habría de esperar o incluso desear, a una mujer que ya le ha rechazado? Más aún, un hombre tan orgulloso como lo era el señor Darcy, sin duda su honor y su juicio le prevendrían contra semejante acto. Cuando estaba ya por completo, decidida a cejar en su empeño, la duda del porqué de los últimos actos del señor Darcy hacia su familia, volvió a asaltar su inquietud. Tal vez había buscado a Wickham y a Lydia porque sentía que era su obligación al no haber alertado del verdadero carácter de éste, pero aún así se había tomado muchas molestias por ello. Y la vuelta de Bingley a Netherfield, no podía sino deberse a la intervención de Darcy, en alguna manera que Lizzy no conocía, pero que deseaba hacerlo. ¿No eran esas muchas molestias para un hombre tan serio y reservado como él? ¿No eran demasiadas, sólo para alguien que intenta defenderse de unas acusaciones emitidas por ella misma, que nadie más aparte de él habían oído?

Con una sonrisa decidida, Lizzy retomó su carrera, tomando el camino que se dirigía hacia Netherfield y rezando porque Darcy no hubiera tomado el camino contrario.

Continuará...