Prólogo

El silencio embargaba la limusina en la que me encontraba, era la calma antes de la tormenta. Fue en ese momento que me di cuenta de la magnitud de mis acciones, cuando oí el ligero carraspeo de mi acompañante.

-Hemos llegado ¿estás bien?-

-Si solo son nervios. Es mi primera alfombra roja- dije disimulando el motivo de mi nerviosismo

- no te preocupes, con el tiempo te acostumbraras a esto- respondió el.

En ese instante se detuvo el vehículo que me transportaba, lo que indicaba que todos mis compañeros de reparto me esperaban para tomarnos la foto insignia en las escaleras del Paláis des Festivals. Mi compañero se bajó del vehículo y fue cuando toda la locura comenzó.

Progresivamente, los flashes en el paseo que conduce al palacio me cegaron como si fueran las poderosas tormentas de la sabana africana, lo que me hizo evocar esos días en los que me sentí plena.

Entonces, su sombra atenuó las luces de las cámaras. Era el momento de posar, sonreír y hablar de la maravillosa experiencia actoral que había sido el rodaje de la película. Mi primera película. Y así, alimentar un poco los rumores que corrían en Hollywood. Lo que pocos sabían era que cada entrevista que daba se sentía como un puñal en mi corazón.

-Por siempre te recordaré así…- fueron las palabras de Edward al acercarse a mí para que tomaran las fotos de la pareja protagónica.

-¿Cómo, destrozada?- le respondí en un susurro.

-No, altiva y deslumbrante- me respondió con una sonrisa socarrona.

Fue cuando decidí irme del lugar.