Una niña abandonada yace sentada sola en medio de las desiertas calles de Londres, Inglaterra. Levanta su cabeza, y con sus ojos color esmeralda mira hacia arriba y dice para sus adentros, mientras envuelve sus rodillas entre sus delgados y pálidos brazos:
"Sólo es un día más, otra fría mañana de otoño... Las personas pasan y siguen su rumbo, siempre tan concentradas, mirando hacia adelante, pensando tal vez en su trabajo, familia, amigos... Cosas que ellos quizás ni siquiera notan que poseen, que no aprecian, que no pueden ver aunque lo tengan delante de sus propios ojos... Gente que, como casi todos los seres humanos que habitamos e este mundo, no sabe valorar lo que tiene... Como yo.
Yo nunca supe lo que tenía, nunca lo valoré, nunca disfruté nada de lo que gozaba...Desearía con toda mi alma haberlo hecho, pero ahora ya es tarde. El tiempo me ha dejado cicatrices incurables, y aunque las heridas ya hayan sanado, las marcas que provocaron los azotes del pasado nunca se irán; me seguirán hasta el fin de mis días, golpeando y castigando con vehemencia a mi persona constantemente, hasta finalmente verme sucumbir ante la pena, en alguna fría noche a la luz de la luna, que con su tenue brillo acariciará mi rostro, tratando de consolarme, mientras que yo decaigo lentamente hacia el otro lado, la soledad... Y cuando ya no pueda más del dolor y la fatiga, entonces, solo entonces,la muerte finalmente me acogerá en sus brazos, llevándome con ella a donde es destino demande..."Un largo y desgarrador suspiro escapa por entre los delicados y finos labios de la pobre niña, mientras su tristeza, contenida y resguardada por tanto tiempo, se hace evidente cuando una perlada lágrima, expresando dolor y sufrimiento, brota de su ojo, y comienza a deslizarse por su mejilla, muy lentamente, hasta llegar a su mentón. Entonces, ella piensa nuevamente, aclamando a gritos en su interior:
"¿Encontrará la paz mi alma algún día?¿Finalizará acaso mi sufrimiento, antes de volverse tan insoportable al punto de querer acabar con mi vida? No lo sé, y no puedo decidir por mi destino; depáreme lo que me espere, solo quiero algún día poder hallar la felicidad; no quiero riquezas, ni fama, ni bienes materiales; no quiero llegar a la cima de nada, porque en el fondo sé que ni siquiera soy capaz de escalar la base para llegar a la cumbre del éxito... Espero poder hallar consuelo en algo o alguien algún día, para que con su calor llene el desolado vacío de mi alma".La pequeña niña esconde su rostro entre sus rodillas, y comienza a llorar en silencio... Áspera rutina del día a día que de a poco consume la pequeña llama de vitalidad y esperanza que habita en lo más profundo de su corazón, la cual se apaga y pierde su fulgor lenta y constantemente con cada leve brisa que la invade, tanto en el exterior llenándola del frío otoñal, el cual pareciera ser más cruel y duro este año, como en su interior, donde la chispa de la felicidad que ardía en su pecho se ha desvanecido casi completamente, y su llama se debilita a cada segundo que pasa.
Así ella pasa su tiempo, llorando desconsoladamente cada vez que recuerda a sus difuntos padres, los cuales fallecieron en un misterioso incendio que se había expandido desde el sótano de su casa, suceso del cual aún se desconoce el origen...
