"¿Malfoy enamorado? No puede ser… eso es imposible… y mucho menos de una Gryffindor. Aunque no siempre los buenos son tan buenos y los malos son tan malos. Una historia de amor, dolor y lucha. Una historia de pasión, un amor del que ellos intentan huir pero no pueden, les es físicamente imposible." AVISO no es un Dramione.

Esta historia la escribí hace ya algún tiempo. Siempre me gustó la idea del amor prohibido y todas esas cosas aunque procuro darle un toque de humor por que no me agrada la pastosidad. Espero que les guste y, por favor, comenten. Las críticas buenas me dan ánimos para seguir escribiendo y las malas me ayudan a mejorar. Muchas gracias.

Los personajes son propiedad de JK Rowling menos Sonia Lullaby y alguno que puede que me invente. El personaje principal, Sonia, tiene ascendencia Banshee, concretamente su abuela. Les he querido dar otra forma a esas hadas que lloran cuando alguien va a morir. Para mi, su rostro es hermoso y pálido, sus ojos casi blancos y poseen dobles colmillos. Son muy altas, tienen el cabello negro, liso y largo y tienen un don para el canto. Aquí no son espíritus malos y vengativos, solo son hadas… diferentes. Esta historia empieza en el cuarto curso, cuando el Torneo de los Tres Magos.

Que lo disfruten.

"No estaba siendo exactamente un buen día y, conforme iba avanzando, iba siendo peor, mucho peor. Desde que me había levantado sabía que no iba a ser un buen día y no tenía nada que ver el hecho de que me hubiera tropezado con las zapatillas y me hubiera caído al suelo. Tampoco tenía nada que ver el hecho de que se me hubiera acabado el agua caliente estando toda enjabonada y haya tenido que acabar de ducharme con agua fría. Tampoco teníamos que añadir que hacía un día de mil demonios. Esas cosas eran normales en mi existencia.

Tremendamente normales.

Lo que no era normal era que el examen de Transformaciones me hubiera salido fatal, que la poción del día había cogido un tono verde moco desagradable en vez del naranja calabaza, propiciando que Snape me dedicara una de esas caras de resignación que me ponían histérica, o que no consiga hacer correctamente el hechizo Aguamenti.

Estoy muy enfadada, y muy estresada también.

Por desgracia, cuando me sale un día torcido las cosas malas vienen unas detrás de otras, lo que quiere decir que la cosa no acabara aquí. Seguramente me tropezaré y me caeré escaleras abajo, se me caerá una gárgola encima o Peeves la tomará conmigo y me perseguirá por todo el colegio tirándome cosas desagradables. Como mocos o cosas así.

Voy andando por los pasillos de Hogwarts con bastante velocidad, por cierto. Estoy cabreada, muy cabreada. De repente observo que vienen hacia mi los cuatro graciosos de turno.

Malfoy con Grabbe, Goyle y Pansy Parkinson, justo las cuatro personas que más me apetecía ver, por si el día no había resultado lo suficientemente interesante. Solo faltaba que mi abuela, que era una Banshee, apareciera en estos momentos, en toda su gloriosa altura, y se dedicara a lanzar maldiciones a diestro y siniestro. Eso al menos tendría algo de gracia, sobre todo si se las echaba a los cuatro mendrugos que venían hacia mi en estos momentos.

Por desgracia, no he pasado desapercibida como en un momento era mi intención. No, hoy no podía pasar desapercibida. No, hoy tienen que verme como si hubieran leído el olor a Leona herida y tuvieran que atacarla porque sería la única oportunidad que tendrían de salir victoriosos.

_ Pero ¿Qué ven mis ojos? ¿Nuevo peinado, Noir? _pregunta Parkinson, tan agradable como una serpiente de cascabel.

Y es que mi pelo se había alisado debido a mi creciente mala leche. Cuando me enfado se me lisa el pelo y cuando me alegro se me riza, cosa de tener sangre Banshee, supongo.

Mi mirada no puede quedarse fija en ella porque podría vomitar del asco, es un reflejo que tengo, de manera que centro mi mirada, no sin creciente agonía, al cabecilla de la banda, Malfoy. Sus ojos grises lo dicen todo. Está disfrutando de la perorata que me está soltando Parkinson sobre las nulas utilidades que tendría mi cabello si me lo arrancara de la cabeza.

_ Por lo menos no parece un mocho mohoso _digo con suavidad, con toda la diplomacia que he logrado reunir dentro de mi ser.

_ Vaya, la Leona saca las uñas _dice Malfoy mientras forma una sonrisa petulante en su rostro de gilipollas.

Se podía haber inventado un comentario más original. Es como si yo ahora le dijera que con ese pelo platino, sus ojos grises, su pálida piel y ese rictus en la cara me recuerda horrores a una serpiente pitón albina.

El estúpido pone los ojos como platos cuando hago el comentario que acabo de pensar en voz alta. Cosas que también suelen pasarme a menudo. Solo que, en esta ocasión, me compensa, porque los muy idiotas se han quedado pasmados. Bien, eso me da tiempo a llevar a cabo una estrategia de huida. Me doy la vuelta con toda la soltura de mi glorioso cuerpo y sigo mi camino por el pasillo sin dejar de andar con fuerza. Ahora seguro que me meto el ostión del siglo… a pues no. Mejor. Parece que mi suerte empieza a cambiar.

Retiro lo dicho, McGonagall se acerca a mí a grandes zancadas por el pasillo y no trae cara de buenos amigos. Hago un repaso mental de las trastadas que he podido hacer en los últimos días para que la profesora me eche la bronca. Lo raro es que no encuentro ninguna.

Me estoy empezando a poner nerviosa.

_ Señorita Noir, la estaba buscando _dice la profesora mientras para sus pasos delante de mí y se estira del todo, adoptando una posición altiva y desafiante.

Me va a echar la bronca, pondría mi mano dentro de la boca de un Dragón por ello.

Seguramente tendré el pelo liso durante todo el curso. ¡Mierda! ¡Estamos a Noviembre! Le dedico una mirada de resignación a la profesora que ha comenzado a hablarme y yo estoy pasando olímpicamente de ella. Sonia, concéntrate.

_ Debido al extraño descenso de sus notas de Pociones últimamente, el profesor Snape y yo hemos acordado que el alumno más aventajado en esta materia te de clases de repaso particulares, dos tardes a la semana _dice, más seria que una estatua de sal.

Esta mujer me impresiona por momentos. Sus palabras dicen "ayuda" pero el tono de su voz dice "Castigo", me pregunto cómo consigue hacer eso. La noticia me alegra bastante, porque últimamente he tenido bastantes problemas en pociones así que, si me ayuda Hermione, que seguro que es ella el alumno más aventajado, mejoraré en un tiempo record. Sin contar que es una de mis mejores amigos. Mi suerte está empezando a cambiar y eso me anima mucho. Ya puedo notar mi pelo rizarse de nuevo.

_ Empieza esta tarde. A las cinco en la clase de Pociones, el señor Malfoy la estará esperando _dice, casi sin respirar, antes de darse media vuelta sobre sus talones y salir pitando, dejándome más tiesa que el palo de una escoba.

_ ¿Qué? _le pregunto en un susurro al silencio y la soledad que acaban de engullirme.

¡¿Cómo?! ¡Está usted loca, señora! Es lo que quiero gritar, pero mi garganta no puede emitir sonido alguno. Mis cuerdas vocales están paralizadas del shock. ¿Cómo que Malfoy me va a dar clases? ¿Cómo que Malfoy es el alumno más aventajado en Pociones? Maldito Snape y maldita McGonagall. ¡Malditos todos ellos! Mierda, mi pelo esta tan liso que parece una plancha de madera. Joder, tengo que calmarme… tengo que calmarme… ¿Pero cómo voy a relajarme si me va a dar clases Malfoy?

Por lo menos no tenía pensado hacer nada.

_ ¡Eh! ¡Sonia! _me llama George.

Buf, por lo menos me reiré un poco. Los gemelos me rodean, George a mi izquierda y Fred a mi derecha. Como adoro a estos chicos.

_ ¿Te vienes esta tarde a ver si podemos coger algo prestado del despacho de Filch? _quiere saber Fred.

¡Si! Oh, por el amor de Merlín, algo bueno en este día de mierda. Oh, no, espera…tengo clase con el gilipollas de Malfoy.

_ No puedo _digo con amargura y con un tono negro en la voz.

Ha sonado tan mal que los gemelos han retrocedido un tanto, asustados.

_ Bueno, pues te vemos en la cena _dice George mientras se despiden de mi con la mano y se alejan a toda velocidad.

Como deseo que se acabe este día de una vez por todas.

Son las cinco en punto y… ¿a que no adivinas donde estoy? ¡Exacto! Estoy en la puerta de la clase de Pociones esperando al capullo de turno. Que sé que no está dentro porque ya me he asomado a comprobarlo. Por favor que llegue ya, que no alargue más el sufrimiento que estoy padeciendo. Cuando antes venga y demos la clase antes podré volver a la sala común de Gryffindor a seguir con la pila de deberes que todavía me quedan por hacer.

No si, ya te he dicho yo que este día era una severa y olorosa mierda. Pero con toditas las letras de la dichosa palabra.

No obstante, el destino no está a mi favor.

Cinco minutos tarde. Me estoy empezando a poner nerviosa.

Diez minutos tarde. Vale, me estoy poniendo MUY nerviosa.

Para tranquilizarme he vuelto a conectar el MP3, que no me he descolgado de las orejas, y empiezo a moverme un tanto al ritmo de la canción. Me encanta la música, estoy absolutamente enamorada de ella y llevo asistiendo a las clases de canto del profesor Flitwick desde que en primer curso me pillara cantando a pleno pulmón por los pasillos y me obligara a asistir alegando que "Tenía una voz tan hermosa que sería un delito muy grabe echarla a perder" palabras textuales. Otra cosa que le debo a mi sangre Banshee.

Un cuarto de hora tarde. Vale, me están empezando a salir instintos asesinos.

Quiero matar a ese mendrugo… quiero,,, matarlo.

En esas estoy, pensando en el hechizo que pueda usar para destriparlo, cuando veo aparecer su pelo platino por la esquina del pasillo. No me lo puedo creer, el Rey se digna a venir. Oh, joder, quiero destriparlo. Se dirige a mí con esa mueca en la cara mezcla de vanidad y asco que tanto odio y aborrezco. Cuando llega a mi altura me dice algo, probablemente algo grosero, que no oigo porque tengo los cascos puestos. Algo bueno, gracias. En esas que me los quita de golpe, de un rápido movimiento, haciéndome un daño de mil demonios. No hay cosa en el mundo que más odie que eso. Mi pelo se está volviendo a alisar. En clase de Encantamientos había conseguido calmarme un poco y que mi pelo volviera a ondularse, como era su estado natural, pero me estoy volviendo a cabrear.

_ ¿Qué haces, imbécil? _quiero saber, quizá más alto de lo normal, mientras pongo una cara de odio profundo y me masajeo mis pobres conductos auditivos.

_ Un poco de respeto para el profesor _dice, arrastrando las palabras.

Condenada serpiente.

_ ¿Qué quieres? _pregunto con peligrosa suavidad.

_ Hago esto porque esa estúpida de McGonagall me obliga, nada más. Así que apréndete rápido la lección para que esto pueda acabar cuanto antes _me dice con desagrado entrando en el aula después de chocarse conmigo a propósito.

Saldré de esta clase con el pelo liso tacha y con Malfoy en un tarro.La idea me hace gracia así que entro en clase con una sonrisa de mala en la cara que el odioso Rey hace que desaparezca de inmediato al hacer un comentario jocoso sobre que parezco un sapo que diseccionó de pequeño. Pero que gracioso es este niño.

Me siento delante de él con cara de resignación y saco el libro de pociones. Empezamos con la lección. Para mi absoluta sorpresa Malfoy empieza a explicarme las cosas con suavidad y despacio. Bastante claro y conciso. Me da algunos consejos sobre cómo elegir los ingredientes. Todo esto sin dejar de mirarme a los ojos para estar seguro de que le presto atención.Y le presto atención pero mi mente se va unos segundos y empiezo a pensar cosas como que ese chico es guapo. Joder, es que es guapo. Tiene unos ojos grises que son una pasada y su pelo está perfectamente peinado y tiene un color tan parecido a la plata que parece estar hecho de la misma. Hasta su pelo tiene más dinero que yo, maldita sea. E incluso su cara es hermosa siempre y cuando no ponga esa cara de asco que tiene permanentemente, como si tuviera colgada de la nariz una olorosa mierda.

_ ¿Te estas enterando? _quiere saber, poniendo de nuevo dicha cara, cuando nota que me estoy yendo.

_ Que corte el Jengibre en trozos muy pequeños o no se cocerá bien _contesto.

Parecerá que no pero tengo un cierto talento para irme con mi música a otra parte y seguir prestando atención a la conversación que estoy teniendo con alguien. Malfoy parece impresionado, eso es algo que no se ve todos los días. Luego sonríe con petulancia. Esto no me gusta, me huele a futuro insulto por su parte.

_ Pensaba que los mestizos tenían problemas mentales, por eso de la mezcla sangre y todo eso _observa con arrogancia.

_ Te refieres a cuando se casan dos primos. Al parecerse tanto la sangre entre ellos puede causar problemas en el feto, como falta de atención _contraataco, se que en su familia hay más de un par de matrimonios entre primos, para asegurar que la sangre sea limpia y todas esas tonterías.

La cara de asco que pone me dice que he acertado con mi contestación, bien. Que no piense que por que sea mi profesor y tengo que aguantarle me voy a callar las contestaciones a sus insultos, ni mucho menos. Sigue dándome la lección, bien. Lo increíble es que me esta gustando la manera en la que me lo esta explicando. Al final va a resultar que si es el alumno más aventajado, parece que todo esto no le viene de nuevo. Aunque también hay que destacar que vivo con una familia muggle y una Banshee haciendo turnos, así que no suelo tener idea de estas cosas antes de que me las expliquen. Mi abuela, aunque muy protectora y cariñosa a su manera, no me explica este tipo de cosas. Tampoco es que se vea un libro de pociones en las tiendas muggles y Tina y Gregory, mis padres de acogida, aunque saben que soy bruja no sabrían como explicarme este tipo de cosas así que procuro no meterles en semejantes berenjenales.

_ ¿Me puedes explicar porque tu pelo se lisa a placer? _quiere saber, de repente.

Miro hacia mis cabellos con curiosidad, como me estoy calmando están volviendo a ser ondulados.

_ Cuando me enfado se me lisan _contesto con seguridad.

¿Para qué guardárselo? Es una tontería.

_ Ya sabía yo que eras rara _me contesta, arrugando la nariz.

Ahí está otra vez la mueca de "oliendo a mierda".

_ Hablo el normal _contestó con arrogancia.

_ ¿Tengo algo de raro? _quiere saber con las cejas levantadas.

Por momentos se apodera de mi una extraña necesidad de depilárselas. Aunque son tan rubias que casi no se notaría la diferencia.

_ Todo el mundo sabe que te tiras a Parkinson, eso no es de ser muy normal _observo con tranquilidad.

_ ¿Por qué? La chica no esta mal, es buena en la cama y es una Slythering, tampoco hay más donde elegir y, para un polvo semanal no voy a buscar más allá teniéndolo en la mano _observa, recostándose en la silla con elegancia.

No lleva el jersey puesto de manera que lo tengo enfrente de mi con la camiseta que se le medio abre y la corbata a franjas verdes y plateadas. Y un impulso por arrancarle la camisa se adueña de mí, pero yo soy más fuerte que mis impulsos de salidorra, por suerte.

_ Que hermoso _contesto con sorna.

_ Tú has preguntado, ahora no te quejes _observa con una sonrisa de malo.

_ Tienes razón, la próxima vez me abstendré de hacer comentarios que puedan llevar a una contestación desagradable _digo poniendo cara de asco.

No me puedo creer lo que están viendo mis ojos. ¿Se está riendo? Se está riendo. Mira tú por donde, y es una sonrisa hermosa que lo hace aún más guapo de lo que ya es. ¿Pero qué coño estoy pensando? Vale, me concentro de nuevo en la lección, aunque me está siendo difícil, por lo menos lo intento. Se ríe un rato más y luego vuelve a explicarme.

_ ¿Estas segura de que te has enterado? _quiere saber cuándo salimos del aula.

_ Estoy completamente segura _le contesto poniéndome los cascos de nuevo.

Le hago una señal con la cabeza a modo de despedida y me voy en dirección contraria, hacia Gryffindor. Aún me quedan un montón de deberes por hacer y se me ha hecho tarde.

_ ¿Cómo es que llegas tan tarde? _quiere saber Harry en cuanto me ve entrar por el retrato de la Señora Gorda.

_ He tenido que hacer unas cosas _me zafo.

Harry me mira fijamente, con esos preciosos ojos verdes, y yo me muero por dentro. Por qué me parecen los ojos más bonitos que hay en esta vida, y en la siguiente, y he estado pensando durante casi una hora que Draco Malfoy era guapo. Me siento como una mierda.

Llevo demasiado tiempo enamorada de Harry, tanto y en un silencio tan absoluto que ahora me duele, pero hago un esfuerzo sobrehumano por reponerme.

Y no cuela, ya sabía yo que no iba a colar.

_ ¿Qué clase de cosas? _quiere saber.

Como no va a querer saber, si es mi mejor amigo.

_ La profesora McGonagall me ha puesto un profesor para pociones _cuento acercándome a la mesa en la que esta sentado con Ron y Hermione, haciendo el capazo de deberes que tenemos.

_ ¿Qué profesor? A lo mejor le pido que me de clases a mi también _dice Ron con entusiasmo.

Me giro a mirarle, mi cara lo dice absolutamente todo.

_ Malfoy _contesto.

Ron se ha puesto pálido.

_ Prefiero suspender _susurra.

Mira tú, hemos tenido la misma revelación.

_ ¿Durante cuánto tiempo? _quiere saber Ginny quien se ha enterado de la conversación.

No es algo que me importe demasiado, adoro a esa chica y también a Luna, aunque no esté presente en estos mismos momentos.

_ Hasta que recupere las notas _digo con cansancio.

_ Pues tus notas son bastante altas _se percata del pastel mi querida Hermione.

_ Lo se, lo se _contesto con abatimiento.

Estoy cansada así que me despido de ellos y me voy a la cama. Cuando estoy tumbada, mirando al techo no puedo evitar preguntarme cómo será la próxima clase.

Hoy es un día peor si cabe. Malfoy esta enfadado y lo esta pagando conmigo el muy cretino. El genial profesor que explicaba las cosas con suavidad y despacio se ha convertido en una versión desagradable de Snape si es que eso era meramente posible. Estoy a punto de darle un puñetazo o lanzarle una maldición imperdonable, dependiendo lo que sea más rápido. El puñetazo, seguro.

_ ¡¿Me estas escuchando?! _me chilla.

_ Como me vuelvas a chillar te pegare tal sopapo que no te reconocerá ni la madre que te parió _le advierto con delicadeza.

Demasiada delicadeza. Pero nota que me estoy enfadando de verdad, más que nada porque mi pelo ahora está completamente liso, no se me puede alisar más. No se me puede enfadar más.

Malfoy, que había estado de pie con las manos apoyadas encima de la mesa, está sentado ahora. Se ha arremangado y se ha quitado la corbata. Esta tan enfadado que hasta tiene calor. Suspira, tirando el aire con lentitud, como intentándose calmar.

_ Tengo que admitir que eres valiente _observa, mirándome con esos ojos grises de reojo.

_ Soy una Gryffindor _observó yo.

Ahora se ríe. Me encanta esa sonrisa, le hace muy guapo y no sé por qué estoy pensando estas cosas, joder. Parece que se calma un tanto. Ahora me mira con intensidad, lo que hace que me ponga nerviosa y, no sé por qué, mi corazón empieza a latir con fuerza. Es como si él quisiera comerme aquí mismo y yo lo sepa. Trago con dificultad y hago como que no me afecta. Ya, sí, claro.

_ No me gusta darte clase _dice de repente, con un extraño tono de ira.

_ ¿Y eso a que viene? _exijo saber.

_ No me gusta mezclarme con traidores a la sangre _me contesta.

_ ¿Traidores a la sangre? Soy hija de magos ¿Qué traidores a la sangre? _no entiendo sus palabras para nada.

_ Pero te relacionas con sangre sucia _me contesta dándole un tono desagradable a sus palabras.

_ Prefiero relacionarme con gente que tiene respeto por los demás que con gente que se cree que es alguien y en realidad no es nadie _contesto con desagrado.

_ ¿Me estas intentando decir algo? _quiere saber volviéndose a levantar.

Yo también me levanto y, aunque él me saca así como una cabeza, como está apoyado encima de la mesa puedo ponerme a su altura.

_ Eres la serpiente más desagradable y repugnante que ha pisado la faz de esta tierra _escupo con seguridad.

Luego cojo mis cosas y salgo de allí con la cabeza bien alta. No se por que pero, a medida que me voy alejando, las lágrimas inundan mis ojos. No me gusta decirle esas cosas a nadie y menos teniendo en cuenta que estaba conociendo a un Malfoy muy distinto del que conocía. Sentía como si hubiera perdido una oportunidad de oro. Definitivamente, me estaba volviendo loca por momentos.

Por suerte hoy hemos podido salir a Hogsmeade. No me apetecía nada quedarme en el castillo todo el sábado, así que es toda una suerte. Estoy paseando yo sola por los alrededores. La nieve lo ha cubierto todo, hace una hermosa estampa. Llevo mis pantalones negros, mi chaqueta del mismo color y mi sobrero, bufanda y guantes a conjunto. Mi pelo ha vuelto a ser rizado y los mechones me acarician con suavidad, mecidos por el viento. Oigo que alguien se me acerca, seguramente será Neville, alguno de los gemelos, o Harry con Ron y Hermione. Me giro en esa dirección con una sonrisa que se me borra de inmediato al reconocer a la persona que se acerca a mí.

_ Malfoy ¿Qué quieres? _quiero saber con voz peligrosa.

Se queda a mi altura pero no contesta a mi pregunta.

_ Que sorpresa, tus guarda espaldas no están a tu alrededor _observo con sorna.

Malfoy me esta mirando de una manera rara, de una manera muy rara.

_ Me ha dicho McGonagall que ya no hace falta que te de clases _dice con un tono extraño en la voz.

Seria tristeza si creyera que eso es mínimamente posible.

_ Si, he aprobado el examen de Transformaciones y he conseguido convencerla de que ha sido una mala racha _digo con seguridad, alejándome de él.

_ ¿Por qué has hecho eso? _exige saber, haciendo que me detenga.

Me vuelvo hacia él con extrañeza.

_ Por que era lo que querías ¿no? Dijiste que no querías darme clase, por que soy traidora a la sangre. Ahora ya no te relacionaras con ese tipo de gente _contesto con desagrado.

De repente me coge con fuerza de los hombros y me mira con intensidad. ¿Qué pretende hacer? Me intento zafar de su contacto pero, como el suelo esta nevado, provoco que los dos nos vallamos al suelo, Malfoy encima de mi. Me quedo estática, sus ojos siguen clavados en los míos y la repentina situación y ese color y profundidad grises no me dejan reaccionar. Pienso que sería mejor darle una patada, si, una patada en los innombrables y así se alejara de mi para siempre. Me doy cuenta de que Malfoy acorta la distancia que nos separa ¿Qué pretende…? Las palabras se agolpan en mi cerebro cuando sus labios, que están fríos, rozan los míos con suavidad, para, luego, profundizar un poco más en el beso. De repente siento una lengua en mis labios que pide permiso para entrar y, sin darme cuenta, estoy abriendo los labios y enredando mi lengua en esa otra lengua que me acaricia con majestuosidad. Por los cielos, es el beso más increíble que me hayan dado en la vida y me han dado unos cuantos. Pero ninguno como ese. Ese sabor, era el sabor mismo de la gloria. Empiezo a gemir sin darme cuenta, por que me esta gustando demasiado. En eso que oímos unas voces que me llaman. Son Harry, Ron y Hermione. Malfoy se aparta de mi con suavidad, mirando hacia el camino. Puedo ver su cuello pálido y su nuez de Adán. Por un momento me abarca el deseo de besarla, de lamerla, de hacerle un chupeton morado justo ahí para que Parkinson lo vea y se ponga celosa. A lo mejor consigo darle forma de león, para joder más. Malfoy, asustado por que nos pillen en esas pintas, se levanta del suelo y me levanta a mi con él. Nos quedamos mirando el uno al otro en silencio. Demasiado impactados con lo que acaba de pasar como para hablar. Luego dirige su mirada hacia mis amigos que acaban de hacer su aparición, se da la vuelta, y desaparece.

_ ¿Ha pasado algo? _quiere saber Hermione al darse cuenta de que Draco iba solo.

_ No, nada.