Le gustaba hacer las cosas mal, arruinarlas, era un modo de vida. Y también le gustaba guardar resentimiento, era lo que le mantenía vivo.

Los mayores rencores los sentía hacia su padre, ¿Es que ese viejo no podía parar de rezar? ¿Podría en algún momento mirar a su hijo con amor y no con fanatismo? Zenya no soportaba a su padre, o lo que ese maldito culto le había hecho a su familia, así que se esforzaba en ser todo lo rebelde posible y en malgastar todo el dinero que podía de él. Quizás algún día así se fijara en él de verdad.

Luego estaba Tetsuo, con ese olor tan desagradable... Había aparecido para arrebatarle a Youji, para recordarle lo imperfecto que era. Así que Zenya le insultaba siempre que podía, en realidad con bastante impotencia contenida, por no poder hacer mucho más.

Y por último, Youji, ¿Por qué no lo elegía a él? ¿No era capaz de ver todo su potencial? Claro, que ni Zenya mismo era capaz de verlo, y reconocía que sus intentos de acercamiento habían sido más bien amenazadores. No era de extrañar que Youji hiciera lo posible por evitarle.

Hacer las cosas mal, no estaba tan mal después de todo.

-Podrías ponerte alguna vez el uniforme para ir al instituto, joven amo.

Las palabras de Kitani lo sacaron de su ensimismamiento. Alzó la vista de los platos del desayuno vacíos y miró al adulto que tenía ante sí, lo contemplaba intentando ocultar la preocupación.

-No.- respondió arrastrando la palabra, redundante.- No me gusta.

Kitani suspiró, sabía que no tenía sentido discutir, Zenya no iba a ceder.

-Te espero en el coche.

Salió con prisa de la casa, y Zenya lo observó desde su asiento. Al único al que no podía odiar era a ese hombre, simplemente porque no encontraba una razón para hacerlo. Odiar todo lo que le rodeaba se le daba bastante bien. Con paso cansado, salió él también y entró en el coche, que ya tenía Kitani en marcha.

-¿Cómo eras cuando eras joven? Tengo cierta curiosidad…

-Bueno, era algo rebelde, como tú ahora.-dijo mientras metía la primera marcha y salían del aparcamiento.- De vez en cuando me metía en problemas. Creo que era callado y seguro que a quien le hubieras preguntado te hubiera dicho que era muy taciturno.

-Eso es porque esos idiotas no se molestaron en conocerte bien. – Zenya giró la cabeza para mirarlo.- Eres muy amable, Kitani.

El hombre rió ante el cumplido, era raro recibir cumplidos de Zenya por la mañana temprano. Circulando por la avenida, se paró ante un semáforo en rojo y los estudiantes que esperaban en la acera empezaron a cruzar. Entonces Zenya los vio y sintió cómo el pecho se le hinchaba de ira.

Tetsuo y Youji caminaban juntos hacia el instituto, charlaban con confianza y el aprecio mutuo se reflejaba en los ojos de ambos.

Kitani debió notar el cambio de estado de ánimo de Zenya, y en un gesto protector le puso la mano sobre la rodilla para tranquilizarle. Era cálida, fuerte y fraternal. Zenya la tomó con fuerza.

-Es duro ser rechazado.- Zenya estuvo a punto de decirle "no entiendes nada", pero siguió en silencio escuchándolo.- Algún día aparecerá alguien que te valore y por quien lo darías todo, no vale la pena que te quedes pensando en qué podrías o deberías hacer para cambiarlo todo ahora. Olvídate de ese Youji.

El semáforo se puso en verde y el coche continuó su marcha.

-Ojalá fuera tan fácil…

Una vez en la entrada del instituto, el joven buscó a su alrededor a Tetsuo y a Youji, ¿estarían a punto de llegar? Entonces le alcanzó el aroma tan familiar que llevaba acompañándole semanas. Primero el de Youji, una fragancia dulce y suave que actuaba en él como una droga. Luego, el aroma fuerte del macho, Tetsuo; hizo que arrugara la nariz en un gesto muy poco elegante. Pasaron justo por su lado y la mirada de su rival se clavó en él, Testuo no le tenía miedo.

-Apestas.

Tetsuo no se dio por aludido y continuó su marcha, en cambio un alumno confuso que justo pasaba agachó la cabeza para oler su axila. Zenya soltó una carcajada ante la cómica escena. Varios estudiantes se le quedaron mirando, ¿qué más daba?

Más tarde, se retorcía de dolor en los baños. Entre convulsiones de dolor esperaba a Kitani.

-¡Mierda…! –una bocanada de aquella sustancia roja le hizo medio atragantarse.- ¡Puta mierda!

Sintió una quemazón en el ojo derecho y con la mano temblorosa se levantó el parche de la cara. Una lágrima roja calló por su mejilla hasta estrellarse en el suelo.

-¡Ven, ya…! – se dejó caer apoyado en la pared del inodoro, mareado.

Kitani estaba tardando demasiado, si esto seguía así era solo cuestión de tiempo que un alumno lo descubriera allí tirado.

Los "ataques" que sufría últimamente eran más fuertes, sospechaba que se debía a la aparición de Youji en el instituto. Su instinto se había despertado y castigaba aún más su cuerpo defectuoso.

Aliviado, escuchó sus pasos en el exterior.

-Ya estoy aquí.

Su voz sonó tranquilizadora, como la de un padre cuando va a cuidar de su hijo enfermo. Con sumo cuidado lo cogió en brazos y salió del instituto por los pasillos a oscuras, evitando pasar por los más utilizados por los alumnos.

Lo introdujo en el coche, y salieron inmediatamente rumbo a casa. Zenya se sentía exhausto y sudado, le apetecía darse una ducha nada más llegar.

-Has tardado mucho.

La protesta fue casi un murmullo. En el exterior empezó a llover y las gotas de lluvia repiquetearon con fuerza contra el coche.

-Lo siento, no volverá a ocurrir.

-Creo que llevas razón… -confesó Zenya, hablando cada vez más bajito, ¿y si las palabras que iba a decir no debían ser escuchadas?- Debo olvidarme de Youji.

-Es lo mejor para todos.- apoyó totalmente convencido Kitani.- Y en "todos" incluyo también a tu padre.

Confuso, el joven investigó en el rostro de Kitani intentando averiguar hasta qué punto él sabía algo. No era difícil darse cuenta de que el viejo estaba chalado, pero el culto que lo tenía obsesionado no era precisamente público.

-Es difícil, me atrae. Hay algo que me hace odiar a Tetsuo, algo dentro de mí… y querer poseer a Youji. Esto está mal, son horribles las cosas que he llegado a pensar. Sólo pienso en hacer cosas que están mal…

-Pelea contra ese instinto.

Aparcó el coche delante de la casa. Ninguno de los dos salió y se quedaron escuchando la lluvia del exterior. Entonces Kitani cogió la mano del joven que estaba en el asiento de su lado. Zenya se estremeció, ahora que se fijaba, Kitani también tenía un olor característico. Olía muy bien