Hipócritas

1.En el Averno

Habían pasado tres días desde su descenso al infierno. Y Soman continuaba subiendo escaleras, esperando llegar pronto a alguna parte.

La puerta de la habitación era de cedro y asemejaba ser el umbral de una casa de clase media.

Soman la empujó sin cuidado , tras girar bruscamente la perilla. Se reclinó contra ella y la misma se abrió con dificultad, arrastrándose.

Ellos estaban dispersos por toda la Habitación.

Cuando Soman Dark irrumpió en ella, sólo cuatro cabezas se voltearon a verlo. Y no era para menos. Sabía que en lo más hondo de su ser, algo se había removido. Y que por más que su aspecto no hubiese tenido grandes cambios, esa falta subjetiva pesaba más que cualquier otra cosa jamás sustraída con anterioridad.

La mujer , sentada con las piernas cruzadas, sobre una desvencijada cama de armazón de hierro, intentó no mirarlo y continuó acariciándose las rodillas con las manos blancas, llenas de anillos dorados. Pero pronto apretó los labios, sobrecogidos , algo irritada. Era una rubia oxigenada, de formas voluptuosas , diminuto esqueleto, ojos color acero y mirada fría en un pequeño rostro lánguido , afilado como el de una víbora. Agitó la melena amarilla, con alguna picardía , como arrancándose cualquier molestia que pudiera causarle aquel visitante, dispuesta a prepararle una treta que divirtiera a todos y a ella misma , obviamente. Llevaba un vestido negro, deshilachado, de tela fina, apretada, sin dejar mucho a la imaginación y sí, demasiado, al deseo.

Soman tuvo que apretar los puños y la cuadrada mandíbula. Odiaba a las prostitutas y algo en aquella mujer hacía que ese infierno polvoriento se transfigurara en un colorido burlesque , al menos en el rincón que rozaba su helada aura. Sintió su vena en la sien hincharse cuando se puso en pie y avanzó hacia él, con paso de gata altiva, entusiasmada, sabedora de su propia ferocidad, intuyendo las emociones agresivas de Soman y poniéndose a la defensiva , bajo ese velo de simpatía.

Eliade le ofreció su mano delicada, coronada de alhajas de oro y plata. Esperó con una sonrisa forzada, impaciente, durante más de cinco minutos, a que Soman Dark se inclinara, le besara el dorso, presentándose, como era costumbre universal.

Al final, cerró sus puños y se los llevó a su cintura de avispa, para increpar con rudeza:

-¿Y bien?

Soman tenía los negros ojos perdidos, aletargados. Su voz fue un gruñido bajo y tembloroso:

-¿"Y bien" qué?

La rubia abrió la boca, temblorosa, e indignada. Dió un golpe al aire sobre sus muslos.

-¡Mi beso¡Oh, bestia repugnante¿No sabes que al presentarte con una dama debes besarle la mano?!-Giró sobre sus talones y dejó caer sus brazos , pesada y ruidosamente, golpeándose la falda.-Ignorante.-Agregó , sin volverse sobre su hombro, avanzando a grandes zancadas para arrojarse sobre la cama, en una actitud muy caprichosa e infantil, cuando menos para Soman.

A sus ojos, la mujer era demasiado fuerte como para poder pretender semejante delicadeza y , si bien, negarse así fue brusco, Soman hubiera aceptado cualquier crítica muy ceñudo y a regañadientes.Era algo ridículo pensar sólo en ella, teniendo en consideración que no era la única allí. Dicho sea de paso, a Soman Dark le urgía saber en dónde diablos estaba y sobre todo , cómo saldría de allí.


Notas


Mask tiene "ciclos", diría. Me parece que ésto es parte del ciclo Soman, poco antes de que apareciera la ligera fiebre de cuarenta y ocho horas de Eliade. XD Me parece que se ven bien juntos, aunque merezco una piedra por pensarlo. No he salido del Infierno de Dante. Ésto tiene poco y nada que ver, lo juro.Acepto sus tomates ;)