DISCLAIMER: Steven Universe no me pertenece. La serie y sus respectivos personajes son propiedad de Rebecca Sugar y Cartoon Network

ADVERTENCIA: SUPER SPOILERS de la quinta temporada. Si no viste los últimos capítulos que emitieron (Familiar y Together Alone respectivamente), te recomiendo no leer este fanfic.


.Pink threads.


Pearl.

Por mucho tiempo, creyó que aquella palabra jamás podría fluir por sus labios. Incluso cuando Yellow y Blue llamaban a sus respectivas sirvientas, el hecho de que dijeran aquella palabra teñida del más absoluto dolor en cada letra, provocaba en su ser una sensación lacerante. A veces olvidaba que ellas ni siquiera se estaban refiriendo a aquella Pearl… A su Pearl.

No supo cuándo ni cómo pasó, y a veces la renuencia ejercía mucha fuerza a la hora de recordar aquel episodio. Pero, aunque callara las palabras y borrara las imágenes que rebotaban en su cabeza, sabía que aquella sensación en su pecho no podía ser suprimida. Aquella inefable sensación que Pink Pearl había implantado en ella la había llenado hasta inundar su ser de un maravilloso sentimiento que ahora le sabía muy amargo.

Poco a poco, con el pasar del tiempo –y viendo que era imposible ignorar aquella conmoción- pensó que ella siempre la había tratado distinto. Pearl había hecho que su relación fuera más simétrica de lo que normalmente sería, había podido encontrar un lugar cercano que nunca pudo al ser una Diamante que tenía parecía tener una naturaleza muy incierta en Homeworld: las Diamantes tratándola (cada una a su manera) como si fuera inferior, las otras gemas de menor rango tratándola como si fuera una autoridad. Pink Diamond nunca sintió un lugar en todas las relaciones que mantenía hasta que le dieron a su primera sirvienta… a la que jamás trató como tal.

Por empezar, había sido una de las únicas en haberla aceptado tal y como era (además de sus queridas Pebbles (1), aunque éstas no dejaban de tener una adoración que ella connotaba dispar respecto a quién era suprema y quién no). Fue la única que reflejó en sus ojos rosados las primeras muestras de respeto (uno que supo que era real, que excedía a su cargo como Perla), la dueña de las risas que provocaban sus payasadas. No había desconcierto en su mirada –como otras gemas de su corte- por diferenciarse de la Autoridad de las Diamantes... En otras palabras, podría decir que aquella Pearl fue su primer amiga (algo que pudo resignificar luego de su larga estadía en el Planeta Tierra).

Demasiadas veces las imágenes de ellas juntas en su habitación habían sido vertidas a sus recuerdos. Demasiadas veces el eco de sus diálogos había retumbado en su cabeza mientras trataba de pensar en otra cosa y huir cobardemente de aquello que la atormentaba. Es que no podía olvidarla, ni tampoco sus ojos relampagueando de sorpresa al ver sus habilidades con los malabares con sus burbujas, aquellos chistes de los que sólo ella se reía genuinamente (mientras que otras gemas hubieran reído sólo por compromiso), aquellas veces en las que jugaban con las Pebbles a construir estructuras en miniatura de Homeworld, o aquellas charlas largas en las que Pink le contaba a su compañera la impotencia que sentía por el hecho de ser ella y ocupar un sitio tan híbrido en la vida. Tampoco podía olvidar el hecho de que su interacción se veía algo restringida por el hecho de estar alerta a la presencia de inesperada de Yellow o Blue que, invocadas por la desconfianza, siempre terminaran por vigilar a la Diamante más pequeña.

Por eso siempre lamentó que aquella vez hubieran bajado la guardia de aquella forma. En ese momento había sido simplemente imposible agudizar sus sentidos cuando parecían haber olvidado evocar la presencia de todas las Gemas para dar lugar a una absoluta existencia de ellas dos.

Empezó con un tonto juego, como era típico de Pink. Estaba haciendo malabares con sus burbujas mientras trataba -con mucha dificultad- de mantener el equilibrio en una sola pierna. Su única espectadora sólo aplaudió complacida mientras reía.

-¿Puedes imaginar cuánto ansiaba hacer esto?-comentó sin dejar de hacer sus demostraciones-. Mi cuerpo se adormeció por estar sentada durante todo el baile.

-No se olvide de que lo organizó usted, Mi Diamante-respondió divertida la otra gema que no le quitaba sus ojos de encima.

Aquellas palabras le dolieron un poco. Cada vez que pronunciaba su habitual "Mi Diamante" le hacía recordar que ella había sido asignada para servirle, a pesar de ser más que eso para ella. Era lo único que desnivelaba un poco su relación.

-Lo sé, lo sé. Fue para poner feliz a Yellow por haber concretado su nueva colonia…

Ahí su expresión cambió en una mueca más sombría que cortó la continuidad en sus acrobacias, y aquellas burbujas con las que hacía malabares flotaron hasta no estar más en sus manos. Normalmente, en la posición incómoda en la que estaba, perdió el equilibrio y cayó de bruces con un sordo sonido al suelo, a pesar de que no pareció importarle en lo más mínimo. Pearl inmediatamente corrió hacia ella, invadida por la preocupación que aquella expresión acongojada en el rostro de Pink le provocó.

-¡M… Mi Diamante! ¿Se encuentra bien?-preguntó, tomándole una mano y buscando el rostro de la mayor para poder mirarla a los ojos (ya que tenía la cabeza gacha).

-Yo… A veces pienso que, si sigo así, esto simplemente continuará. Pero… No sé si es lo que quiero-empezó a decir la Diamante en un murmullo, a primera vista pareciendo que no respondía a la pregunta que la otra le había hecho-. Ellas simplemente me tendrán para esto.

-¿A qué se refiere?-preguntó confundida Pearl, mientras se arrodillaba frente a la mayor.

-Hice esto para poder demostrar mi felicidad por Yellow, para que ella se sintiera feliz también de su triunfo… Parece tonto que me entristezca por esto pero siento que no puedo seguir aquí, festejando las victorias porque siento que reafirmo aquello que no me gusta de mí-ella sonrió melancólicamente mientras miraba a su compañera-. Si sigo aquí, haciendo bailes y todo lo poco que se me permite como Diamante… Nunca podré ser lo que ellas son y, por ende, nunca conseguiré su respeto.

Pearl miró consternada a su superior, como si aquel sabor amargo que ésta sentía lo pudiera sentir ella también. Pink sólo apretó más su mano y la miró a los ojos para tranquilizarse un poco. Su sirvienta, como si fuera un elíxir, como si su cuerpo apagara el malestar que sentía, sólo acarició suavemente las yemas de sus dedos como siempre hacía cada vez que su tranquilidad se turbaba por la desazón.

-No tiene por qué sentirse triste, Mi Diamante. Seguro que algún día podrá tener su propia colonia. Si me permite decirlo, no importa que Yellow Diamond haya dicho que usted no se comporta como un diamante ¡Para mi usted puede hacerlo! ¡No tiene por qué dejar de ser usted para tener su propio planeta! Sólo… Sólo debería poder demostrárselo a las demás-terminó, con su tono apagado por la timidez que le provocó pronunciar aquella frase con tanta exaltación.

Pink sintió que aquello la llenó de ese cosquilleo que siempre sentía cada vez que estaba cerca de ella. Tenía un tacto tan distinto a sus hermanas Diamantes. No era como White que la trataba casi con lástima, con aquellas palabras cariñosas en donde ella no tenía lugar a dar una respuesta, siempre ignorándola. Tampoco como la severa Yellow, controlándola y reprendiéndola por no tener una actitud "debidamente" recta. Y con Blue, a pesar de ser más cercana que las otras dos, siempre salpicando aquellas miradas de ternura que escondían un trato que escondía inferioridad hacia ella.

-Oh, Pearl. De verdad, muchas gracias -dijo, mientras soltaba su mano y la posaba sobre su pequeña mejilla (que se coloreó instantáneamente ante el contacto) y, cambiando de expresión, agregó-. Si de verdad lo consiguiera, entonces serían ellas las que me tendrían que hacer un baile. Y en vez de estar sentadas mirando como las demás se divierten, las obligaré a bailar para mí.

Las dos rieron a carcajadas mientras se imaginaban a Yellow tratando de bailar decentemente.

-Dudo que pueda hacerlo bien. Pero sería gracioso poder verlo-dijo mientras se levantaba bruscamente y miraba a la menor con picardía.

Ya de pie, comenzó a hacer movimientos estáticos y duros, reflejando lo que pasaba por su mente al imaginarse los pasos de baile de Yellow. Pearl comenzó a reírse nuevamente.

-¡Ya sé!-exclamó mientras la tomaba de la mano, obligándola a levantarse con ella -. Acabo de imaginar si su Pearl estuviera con ella bailando… Bueno. Ya la he visto un par de veces hacerlo, pero ¿te imaginas sus movimientos combinados con los de su Diamante?

-Bueno… sería algo muy desigual, Mi Diamante-opinó la otra, un poco desconcertada de que su superior la tuviera tomada de la mano con ella sin pedirle nada en específico. Pero pronto, un poco asustada, entendió sus propósitos.

-¡Eso mismo pensé! Será divertido poner en escena un baile para nada combinado de Yellow y su Pearl. Yo interpretaría a Yellow y tú a su Pearl.

-¡P..Pero eso no es…! Yo no puedo bailar con usted, Mi Diamante. No puedo permitírmelo-exclamó, remarcando su rango de gema inferior.

Los ojos brillantes de Pink se opacaron por la desilusión al oír aquellas palabras. Se daba cuenta, entonces, por qué se sentía tan cercana a quien debería ser la gema que le sirviera y no pudo evitar pensar que tenía que decirle lo que sentía desde hacía tiempo, después de todo, ella le había dado fuerzas diciéndole que, por ser quien era, podía tener su propia colonia sin tener que "comportarse como una Diamante".

-¿Sabes? Siempre pensé que tú y yo nos parecíamos mucho-comenzó a decirle-. Las dos siempre nos estancamos en donde estamos, sin que podamos salir y se nos permita mover de nuestro lugar… Como cualquier Gema de este Universo. Pero tú siempre has sido… distinta. Te has permitido más que las otras Perlas, no creo que ellas pudieran escuchar a sus "dueñas" como tú lo has hecho, ni festejar las tonteras que hago… Tú no dejas de ser tú, pero a veces siento que no puedo llegar a ti del todo, hay como una barrera entre nosotras con tu trato formal y tus prohibiciones… Por eso yo quisiera que romper con este muro, no quiero que tú tengas que prohibirte más porque "me perteneces"-concluyó, remarcando con algo de sarcasmo las últimas dos palabras.

Pink Pearl sólo pudo alzar las cejas con evidente perplejidad mientras oía esto.

-¿Qué quiere decir con "no prohibirme más", Mi Diam...?

-¡No quiero que tomes esto como una orden!-la interrumpió exaltada la otra-. Siempre aplaudes y te ríes con mis juegos, pero mi error fue que no pudieras participar en ellos. Por eso quisiera que lo hagas, sin que por eso debas obedecerme. Tú me dijiste que debía ser yo misma recién, y yo quiero saber si te sientes tú misma a la hora de privarte de participar en lo que yo hago.

Al finalizar aquel discurso, un serpenteo de miedo recorrió su ser. No era el miedo habitual que tenía hacia sus hermanas, sino uno que no había sentido hasta ese mismo instante. Aquel temor de ver que su compañera se quedaría en ese pozo de inferioridad en la que la habían puesto sin que su discurso sirviera para que se abriera al poder ser. Pero, para su más grata sorpresa, su Pearl empezó a hablar:

-Yo… A mi me asignaron a usted para hacerla feliz. Por eso, cuando vi sus expresiones de tristeza cuando estábamos a solas me preocupé naturalmente porque pensé que mis funciones no eran suficientes-empezó a decir con algo de dificultad apesadumbrado sus palabras, mientras jugaba con los dedos índices de sus dos manos en un gesto de timidez-. Cuando usted empezó a contarme de sus problemas con las otras Diamantes, no pude sino saber que esto excedía a lo que yo podía hacer. Por eso, cuando usted dice que yo me he permitido más, no es cierto-Pink se estremeció ante aquella mirada relampagueante que nunca pudo ver en aquella gema-. Usted me permitió escucharla y aconsejarla. Me permitió ver sus juegos y me permitió reírme. Estoy segura de que las otras Pearls no hacen lo que yo hago, porque sus dueñas no se lo permiten… Pero usted me dio un sitio que no se le puede dar a una Pearl, a veces pienso que yo he sido hecha casi como las estatuas que están por todas estas instalaciones… Sin embargo, cuando la veo a usted realmente siento que soy afortunada de que me hayan elegido para cumplir mis deberes en alguien tan admirable. Todo lo que hago fue gracias usted, que me ha dado pie para hacer lo que hago...

La Diamante sintió que no podía mantener el equilibrio de tanto asombro que le dieron aquellas palabras de su compañera, era la primera vez que la oía hablar tanto. Si bien su miedo de que no pudiera salir de aquel rango en el que la condenaron se disipó, nunca pensó que le diría todo lo que ella sentía. Las lágrimas de alegría comenzaron a desbordarse de sus ojos y a nublar su vista pero pudo ver a tiempo cómo la gema más pequeña se había tapado la boca con las manos y su mejillas se coloreaban por lo que acababa de decir.

-¡Oh, Pearl!-murmuró, mientras se limpiaba las lágrimas-. No vuelvas a callar lo que sientes. Me siento culpable por no haberte escuchado antes, siempre tú has sido la que me sostuvo y la única que me reconoció… Pero siempre prioricé mis problemas antes que tomarme el trabajo de conocerte más. Yo quiero saber de ti desde ahora.

Dicho esto, llevó sus grandes manos al pequeño rostro de su Perla y acarició sus mejillas que ardían de la sorpresa.

-¿Conocerme más? ¿Usted quiere eso?-preguntó, desparramando ilusión en su voz y abriendo mucho sus ojos brillantes.

Pink sólo asintió como respuesta, y cubrió su cuerpo delicado y pequeño en un cálido abrazo. Entonces fue cuando sucedió: las dos figuras se unieron a través de una luz, se moldeó en una figura más grande hasta crear a un nuevo ser. La nueva gema, confundida y temblorosa, se miró las manos y su nuevo cuerpo para, luego, deformarse y expulsar a las dos involucradas: se habían fusionado. Anteriormente, las dos habían visto a gemas del mismo tipo fusionarse, pero jamás imaginaron que ellas dos podrían haber sido capaces de hacer aquello.

Pink, tirada en el suelo y con las pupilas reducidas a dos puntos casi invisibles por la impresión, miró su cuerpo confundida sin saber qué había sido lo de hacía un momento. Era como una unión, una nueva vida, un punto de sincronización donde habían podido hacer algo nuevo. Había sido un punto de conexión máximo. Recomponiéndose inmediatamente, miró a su Pearl que yacía en el suelo con la mirada perdida y corrió a ayudarla.

-¡Pearl! ¿Te encuentras bien?-preguntó se arrodillaba frente a ella y le tenía una mano para ayudarla a levantarse.

-S...Sí. Pero… Yo-con los ojos lagrimosos, evidenciando terror, comenzó a ser poseída por el pánico a causa de lo que acababan de hacer-¡Lo siento tanto, Mi Diamante! ¡No debí hacer esto! Yo… ¿Merezco ser reemplazada, no? Yo… Yo..

-¡No!-exclamó la más grande-. Te juro que nadie sabrá de esto. Yo debería disculparme, quizás… Pero me sentí tan conectada contigo, como si pudiera saber todo sobre ti… No sé si tú sentiste eso, por eso…

-Yo me sentí igual-la interrumpió por primera vez en su existencia-. Me sentí mal porque pensé que a usted le había desagradado y no fue lindo pensar que fui sólo yo la que se sintió de esta manera, Mi Diamante-las dos se aliviaron luego de que esas palabras se pronunciasen.

-No me llames más así. Cuando estemos solas, llámame Pink-susurró, entrelazando sus dedos con los de ella.

El flujo del tiempo pareció detenerse en aquel lugar donde todo era color de rosa, pero ellas sólo tuvieron un sólo rosa que observar en aquellos segundos: el de los ojos de cada una. Eran hilos que se desprendían de sus miradas los que las unían que, al ser invisibles, sólo pudieron imaginar de color rosa. Entrelazando a las dos, envolviendo, haciéndolas una a pesar de que se encontraban separadas. Allí quedaron, sellando en la eternidad aquel instante que para el exterior pareció ser fugaz pero que ellas midieron como si no quisiera terminar jamás. Pink no pudo evitar pensar que aún estaban restringidas, aún no podían comportarse delante de las demás de la manera en la que lo estaban haciendo en ese momento, pero había podido igualar totalmente aquella relación: al menos, a solas, podrían ser libres una con la otra. Podrían entenderse, podrían conectarse, aquello que pensó que no podía ser más especial ahora lo sería infinitamente. Pensó que podrían volver a intentar aquel accidente ocurrido hacía rato, donde casi era una dimensión donde dejaba de existir pero encarnaba aquello que Pearl le había hecho sentir desde hacía mucho tiempo, así que decidió volver a quebrar aquel ambiente que había sido llenado por el silencio.

-¿Quieres intentarlo de vuelta?-preguntó.

Sin pensárselo dos veces, la otra gema asintió silenciosamente. Aún después de estar seguras, era muy dudoso el hecho de poder volver a imitar el mecanismo por el cual se fusionaron. Pink recordó que fue sólo un abrazo, así que lo intentó nuevamente pero no funcionó.

-No lo entiendo-murmuró con un toque de sorpresa en su voz, pero también con miedo ¿Y si no funcionaba? ¿Y si nunca podrían volver a hacer lo que hicieron hacía un momento atrás?

Pareciendo entender aquel miedo, Pearl disparó una idea consoladora al aire:

-Quizás… Fue por el momento en el que lo hicimos. Había dicho que quería conocerme, Mi Diam… Pink-terminó su frase, corrigiendo aquel nuevo nombre que no estaba acostumbrada a pronunciar.

-¡Eso es!-exclamó contenta porque hubiera pronunciado su nombre y porque podrían tener (gracias a Pearl) el secreto del funcionamiento de aquel enlace maravilloso-. Cuando dije que quería conocerte, fue cuando me sentí más unida a ti como nunca. Pero acabo de recordar que hemos visto a gemas fusionarse y haciendo una sincronización. Es como si nosotras, en ese instante no la hubiéramos necesitado pero, si queremos hacerlo a voluntad…

-...Tendremos que sincronizar-terminó su compañera, con las mejillas ardiendo de rojo. Parecía no poder contener la ansiedad y emoción por volver a intentarlo.

Pink se levantó de su lugar sin soltar las manos de Pearl y obligándola a incorporarse con ella. Sin dejar de estar balanceándose en la cuerda floja de la duda sobre su efectividad, comenzó a girar con ella. No pudo evitar reír y sintió mucha alegría cuando oyó reír a la más pequeña. Fue entonces cuando sucedió: de vuelta cubiertas de luz, se fundieron y dieron vida otra vez a aquel nuevo ser, desapareciendo en su más íntima unión.

Sin embargo, si hubieran prestado atención, habrían reparado que, un instante atrás, Yellow asomaba su cabeza por la puerta.

-¡PINK! ¡¿QUÉ SE SUPONE QUE HACES?!-vociferó la Diamante, y la alegría pareció destrozarse con el rayo que ella solía lanzar a las gemas que eran castigadas.

Inmediatamente se separaron, sin poder creer que no habían sido cuidadosas. Sólo las dos pudieron sentir el espantoso ruido de los hilos que las unían romperse bruscamente. Supieron que aquella mirada de pavor que se dieron una a la otra sería la última. Pink trató de impedir aquello sin saber cómo, pero queriendo ser escuchada por una vez en la vida. Que, por una vez en la vida dejaran que fuera feliz y no le quitaran a una de las pocas Gemas que realmente la valoró:

-¡Espera! ¡Puedo explicar esto!

-No hay nada que explicar-pronunció entre dientes la otra, mientras lanzaba un rayo que regresó a Pearl a su gema.

-¡No!-exclamó, con el horror de saber cuál era el castigo que le tocaba.

-Y tú-dijo tomándola por las ropas y llevándosela de su habitación-, vas a pensar muy bien en lo que has hecho.


x-x-x-x-x-x-x-x


Terminó estando en un cuarto oscuro, acurrucada en un rincón y sin poder parar de llorar. Había odiado todo: a Yellow, a Blue, a White, a Homeworld, a cualquier objeto/gema en el cual pudiera verter y hacer ajena la culpa que sentía. No obstante, no pudo engañarse más: había sido su culpa, pero le parecía tan injusto… Recordó las palabras de ella unos momentos antes de la tragedia, sus ojos llenos de regocijo como nunca los había visto antes, su risa, sus palabras a modo de confesión. Y luego, en contraste total, su gesto deformado por el horror, mientras el rayo de Yellow la atravesaba. Una y otra vez esa imagen parecía torturarla y grabarse más y más en su cabeza. A veces, las palabras de ella en el rincón de su memoria despertaban y hacían eco en sus pensamientos.

«Yo… A mi me asignaron a usted para hacerla feliz…» volvía a repetir la Pearl de sus recuerdos, y le parecía irónico saber que había cumplido con su función. Pero ahora ella estaba encerrada en un cuarto oscuro y su compañera de seguro estaba hecha pedazos, tirada en algún lugar donde recordaran el poco valor que le daban las demás y era cuando volvía a llorar amargamente.

Sin embargo, no sabía en esos momentos que algo peor le había pasado. Se enteró cuando volvió a ver una luz y las figura de Blue llorando de decepción apareció ante sus ojos. Antes de que pudiera preguntar algo, fue llevada ante White Diamond… Y entonces la vio. Para ese entonces, ella no era la misma, era sólo una cáscara, una figura marchita tratando de imitar lo que alguna vez había sido: estaba totalmente desteñida de su color original, le faltaba el ojo izquierdo que estaba reemplazado sólo con una grieta que se extendía casi en toda la mitad de su rostro. Pero lo peor era su expresión inerte, muerta, como si con el color se le fuera la vida. Un sudor frío recorrió su espalda, y no pudo evitar mirar a White Diamond con una mezcla de furia, impotencia y pánico sin saber cuál de estas emociones era la prevalente.

-Pink, parece que te has pasado de la raya, cariño-habló la Autoridad de las Diamantes, en su habitual tono tranquilo y aparentemente afectuoso pero siempre con la constante frialdad de no recibir ninguna respuesta de su parte. Sabía que no podía excusarse por lo que había sucedido-. Me vi obligada a corregir a esta Pearl defectuosa, así que no me dejas otra opción que darte otra y te aseguro que será mucho más fácil de manejar. Espero, por tu bien, que este incidente no vuelva a repetirse con tu nueva sirvienta, Starlight.

Antes de ser llevada de vuelta a su habitación, no pudo sino mirar con desprecio a White Diamond: odiaba cuando la llamaba así, y ahora aún más. Su furia se escapaba en aquella mueca tensa que habían adoptado sus labios, en sus ojos sombríos y en su cuerpo tenso cuyo temblor no podía frenar (no sólo por su ira, sino por el terror más frío que le provocaba su superior).


x-x-x-x-x-x-x-x


Había perdido todo. Incluso cuando su interior le clamaba que no lo hiciera, no podía evitar voltear a verla. Su voz y sus forma de mirar habían cambiado radicalmente, hasta el punto de convencerse que White Diamond era la que estaba mirando y hablando a través de ella. Se preguntaba si la que fue su Pearl aún podía pensar, podía verla, si su verdadero ser estaría gritando silenciosamente en aquel cuerpo que se había vuelto casi exánime. Ahí supo que había algo peor que ser quebrada, y era el hecho de perder la propia voluntad mientras adulteraban el propio cuerpo de una gema que se había atrevido a salir de su lugar asignado. No podía evitar acusarse y sentirse totalmente responsable, que quizás si ella no le hubiera dado demasiado pie para divertirse, jamás habría pasado esta desgracia. Ya nadie la escucharía, ni podría conocerla a ella como se suponía que lo haría, ya no más juegos, ya no más risas a escondidas. Por querer romper egoístamente la poca distancia que había entre ellas, llevó a una gema inocente a aquel castigo peor que su propia destrucción, y deseó ser ella la castigada. Ya no había precio que pagar por volver a verla como era antes, todo había terminado.

Al tiempo le asignaron otra Pearl con la función de servirle. Se había prometido no darle lugar a tener demasiada confianza para no repetir el mismo error, para proteger a su nueva gema. No obstante, no hizo falta ser demasiado estricta porque esta nueva Pearl era radicalmente distinta. No habían podido asignarle una gema más complaciente que ésta, incluso más perfeccionista de lo que fue su antecesora. Puso todas sus fuerzas para no compararla con ésta última, pero realmente fue duro evitarlo en un principio. Solían estar solas y en silencio en su alcoba mientras miraban por la ventana el paisaje de Homeworld, y Pink miraba de reojo aquella figura que parecía esperar alguna orden para cumplirla de inmediato. Sus ojos celestes, al menos, estaban vivos y a salvo… pero distaban tanto de aquellos ojos rosados que se asombraban -como ella- de todo.

A veces quería volver a tener aquellas conductas confianzudas y cercanas con la nueva Pearl, a quien le costaba dirigirse porque tenía su mismo nombre a pesar de que no se parecieran en nada. Sin embargo, se contenía por miedo a que otra vida pagara por sus acciones: por ser tonta, por ser muy pequeña, por ser Pink Diamond. Pero, un día, comenzó a darse cuenta de lo seca, amargada y seria que se había vuelto y se dio cuenta de que no era eso lo que quería… y entonces recordó aquellas palabras que resumían su relación con ella:

«No tiene por qué sentirse triste, Mi Diamante. Seguro que algún día podrá tener su propia colonia. Si me permite decirlo, no importa que Yellow Diamond haya dicho que usted no se comporta como un diamante ¡Para mi usted puede hacerlo! ¡No tiene por qué dejar de ser usted para tener su propio planeta! Sólo… Sólo debería poder demostrárselo a las demás...»

Se asustó de saber que no sólo de su anterior Perla ahora ni podía alcanzar la sombra de lo que fue, sino que también estaba matando su voluntad con sus acciones ¡Ella siempre la había apreciado por cómo era, había confiado en que podría tener su propia colonia sin aquel peso enorme de tener que cambiar para eso! ¿No estaba faltando el respeto de su legado con aquel distante comportamiento debido a su cobardía y a su miedo? Recordó cuántas veces Yellow y Blue decían que las colonias traían nuevas vidas, entonces se dio cuenta de que, aunque no podría reparar lo que le había hecho a quien había sido su compañera, sí podía crear vida. Aquello contrario a la muerte, tener una colonia significaría tener el poder de dar vida a nuevas gemas, así como había sido capaz de darle la voluntad de vivir a sus Pebbles.

«No cometeré ese error de nuevo, Pearl» pensó, mientras le hablaba a la imagen de aquella gema rosada que sólo vivía en sus recuerdos «Si no pude solucionar esto, entonces podré rendirte honores a mi manera… Y algún día, cuando sea reconocida como Diamante, quizás pueda revertir lo que te he hecho»

Decidida, se dirigió a la puerta de su habitación. Había estado perdiendo demasiado tiempo negándose a ser ella misma, pero ya no pasaría eso. Estaba segura de que tendría el apoyo de Blue, y tendría que pelear un poco con Yellow. En cuanto a White… Bueno, ella sería el problema y más lo sería verla a ella, a aquella estatua móvil que sólo era una imitación de su forma y su verdadero ser. Sin embargo, no dejó que eso flaqueara su determinación porque había jurado enfrentar sus miedos hasta obtener lo que ella quería.

-¡Pearl!-exclamó, exaltando a la aludida, ya que nunca la había visto tan sonriente y tan eufórica-¡Ven conmigo!

-D...De acuerdo, Mi Diamante-tartamudeó algo descolocada por la brusca cercanía que había tenido. Desde que había sido asignada, Pink siempre había sido un tanto reacia con ella… Pero ahora el aura que la rodeaba parecía haber cambiado de repente en su gesto, en su forma de hablar, en la forma de dirigirse llena de energía hacia las otras Diamantes para reclamar una reunión.

-¿Sabes por qué voy a reunirme con las otras?-preguntó, aún poco acostumbrada a que esta Perla fuera tan diligente siguiendo sus órdenes: a diferencia de su predecesora que hubiera preguntado a dónde iban, ella sólo se limitó a seguirla.

-¿Por qué, Mi Diamante?-preguntó, aún sorprendida de que se mostrara interesada en lo que ella tenía que saber y lo que no.

-¡Porque tendré mi propia colonia! ¿Te lo imaginas? La administraremos de manera que podrán salir muchas gemas, muchas formas nuevas de vida…

A Pearl le habían dicho, antes de que le dieran la función de servirle a Pink Diamond, que ella era algo distinta en su forma de ser. Ahora entendía a qué se referían con eso, teniendo el atrevimiento de decir que las dos administrarían la nueva colonia. Si ella habitualmente se comportaba tan retozona, ¿por qué había sido tan distinta cuando llegó? No pudo evitar pensar que le había gustado más ese trato que el anterior, aunque no dejaba de confundirla y sorprenderla un poco. Ni siquiera se atrevió a responder a lo que había dicho, sólo se limitó a seguir a su dueña mientras ésta iba dando saltos por el pasillo de la emoción.


x-x-x-x-x-x-x-x


Todo aquel sueño de color de rosa, su liberación definitiva de aquel encierro que había padecido durante años se desmoronó cuando vio el desastre que habían causado sus acciones (siempre imprudentes, viniendo de alguien como ella). Ahora llamada Rose, miraba el panorama desastroso que se plasmaba ante sus ojos y no pudo evitar sentir que todavía el nombre de Pink resonaba bajo su nueva forma, tratando de manifestarse… Como si Pink fuera otra gema totalmente distinta a ella, como si ser Pink Diamond no fuera aquel puntapié que la impulsó a generar aquella guerra que ahora se pintaba absurda en sus pensamientos. Justamente porque era Pink había hecho todo eso, y aquel mecanismo defensivo de querer ver a su yo pasado como un yo distinto, como su enemiga, como alguien digna de odiar no era más que otro acto de cobardía de su parte.

Viendo en qué se habían convertido las gemas que no había podido proteger con su escudo, con el desastre de todo destruido e incendiándose como horroroso trasfondo, no pudo evitar derramar lágrimas silenciosamente en un patético intento por no acrecentar la desesperación que tensaba el ambiente. Esto era el fin de la guerra y el precio que pagaba por ella, y no podía evitar auto-castigarse en forma de lamentos que retumbaban en su cabeza ¿Qué había pensado, ilusionada, mientras "mataba" a su yo para darle una bienvenida a su alter ego? Había romantizado todo desde el principio, pensando que era una nueva gema llamada Rose, se había comportado exactamente igual que cuando era Pink Diamond: siempre idealizando todas las situaciones, siendo ilusa, dejando que el sentimiento de maravillarse de todo lo que la rodeaba la cegara. Fue demasiado fácil encantarse con aquel mundo tan diferenciado de aquel ambiente de Homeworld que la reprimía y no la reconocía (y eso mismo pasó en la Tierra en un principio, sólo que allí tuvo más posibilidad de dar rienda suelta a su libertad ya que era "su" planeta). Rose y Pink siempre habían sido las mismas, por más que quisiera enterrar su pasado.

Sintió que el pecho se le retorcía cuando recordó a las Roses Quartz encerradas en burbujas en su zoológico humano, pagando un castigo que no merecían…No había podido cumplir con su cometido, ya que todo le parecía tan paradojal: protegiendo la vida que juró proteger, pero acabando con la vida de Gemas que repetían la historia de Pink Pearl que acabaron siendo un resto marchito de lo que alguna vez fueron. Recordó también a los humanos atrapados en el Zoológico que ya no podría volver a buscar, que también -de alguna forma- se vieron afectados por lo que ella hizo.

No pensó que todo podría finalizar así con todo lo que había hecho: con Pink Pearl, con las Gemas que murieron, con las Gemas corrompidas. Y todo por asombrarse, por ser distinta, por retozar, por querer que la escuchen, por querer un trato distinto, por tratar de ser feliz…

..Todo por tener la condena de ser Pink Diamond.


. T H E . E N D .


N/A:
Hacía mucho que no escribía nada por aquí, y no pude evitar inspirarme con los últimos dos capítulos que salieron de Steven Universe. Me quedé fascinada con lo que nos han mostrado de la historia de Pink Diamond y cómo esto afectó al desarrollo de Steven. Hacía mucho que quería escribir algo sobre Pink y el trato que recibió toda su vida de las demás Diamantes, ya que me siento identificada con su historia y, con lo que nos han mostrado en los dos últimos capítulos me salió esto: una especie de romance entre una Diamante y su primera Perla.

No pude evitar alterar un poco la historia de SU, no puedo afirmar que algo parecido a esta historia podría haber pasado en la serie, ya que se nos muestra que Pink/Rose nunca experimentó la fusión antes de estar en la Tierra (y fue con nuestra Perla). Pero me salió esto porque quise darle más entendimiento y profundidad al comportamiento y forma de ser de Pink, de explicar (sin justificar) sus errores. La relación de los padres e hijos lleva mucha complejidad, y cuando un padre o madre (en este caso, Rose) deja muchas cosas sin resolver, suelen ser los hijos quienes deben cargar con eso y darles una resolución (y no se da literalmente, ni tan explícitamente en la vida real como se da en la serie, pero esto es algo que realmente pasa, porque también debemos cargar con errores que cometen nuestros padres a pesar de que esto no es algo que ellos hagan intencionalmente con nosotros). Por eso, sin defender todo lo que hizo Pink, sí quise explicar el por qué y el cómo se sentía a través de su vínculo con Pink Pearl, aquello que la arrastró a hacer todo lo que hizo tiene su lógica a pesar de los resultados.

En fin, espero que les haya gustado.

¡Gracias por leer!

(1) Como uso los nombres de las Gemas en inglés, quiero recordar que las Pebbles eran las pierditas diminutas que Steven encontró en el cuarto de Pink.